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Número 325-326

Serie XXXIII

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Homilía del P. Agustín Arredondo, S. J. [San Fernando 1994]

FESTIVIDAD DE SAN FERNANDO 1994
HOMILIA DEL P. AGUSTIN ARRENDONDO, S. J.
San Pedro, en las palabras que acabamos de leer, se dirige a cristia­
nos convertidos no hada mucho del paganismo. Cristo, en el Evangelio
que hemos
oúlo, habla a judios ya hacia tiempo pervertidos, titulares
renombrados de la mentalidad religiosa de Israel. Fernando
111, a siete
siglos vista de su existencia en
la tie"a, nos sigue mandando en el dia
de su fiesta los destellos inequivocos de una vida ejemrlar. y nuestra
entrañable iniciativa por una Ciudad
Católica, acogida a patronazgo de
este santo español, confirma
en este acto su actitud, re.vive sus principios,
agradece sus realizaciones, y aumenta, con su ilusión por el futuro, el
entusiasmo y dinamismo que
alenta su ser. Veamos brevemente estas cua­
tro fuentes de inspiración
.-ahora para nosotros.
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Y ante todo, en el mensaje que estas cuatro circunstancias nos depa.
ran,
campea, como no J104ia ser menos, la suprema presencia de Dios,
único Ser de seres, autor singular de todo bien, que obra todas las cosas
en todos
(! Cor 12, 6), Padre de todos, que está sobre todos, por todos y
en todos (Ef 4, 6), según San Pablo. Su divino poder es lo que dice Pedro
que nos ha concedido cuanto conduce a
la vida; y a El es a quien Jesús
hace en lá parábola plantador y duefto consiguiente de la viña.
El que tanto amó al mundo que le dio en la plenitud de los tiempos
a su Hijo único, quiso extender por España doce siglos
después de un
modo nada común las consecuencias de la obra redentora, dándonos al
Rey Fernando; que sí viene al mundo indebidamente, contra las ~rmas
matrimoniales canónicas a la sazón vigentes, es desde su primera edad
«criado en buenas costumbres» por Berenguela su madre, según la
Cró­
nica, «enseñándole acuciosamente las cosas que placen a Dios».
Por segunda
vez recibe Castilla al que sería su Rey de manos de
aquella gran mujer, cuando las oraciones de ésta con su pequeño hijo en
el monasterio de Oña obtienen del Altísimo
la curación de la grave en­
fermedad que aquejaba a aquel niño de
diez años. Y algo más tarde,
cuando contaba dieciocho, siendo
ya Rey de Castilla, se dirige a Santa
Maria de las Huelgas, y se viste la armadura de caballero alll bendecida
por el obispo Don Mauricio.
Alli ha comprendido que su destino es ser
caballero de Cristo, como le gustaba llamarse,
y como la religiosidad toda
de su posterior vida lo demuestra.
Y esta misma presencia bienhechora de Dios, capaz como siempre de
renovar la faz de
la tierra, es el cimiento de la Ciudad Católica en cuya
edificación tenemos la dicha de participar, convencidos de lo que nos
dijo aquella noche, cuando después
de· haber consagrado su Cuerpo y su
Sangre por primera vez, iba
ya camino de Getsemant: «Sin Mí no podéis
hacer
nada» (lo 15, 5); y de lo cantado sin ambages por el Salmista: «Si
Y ahveh no edifica la casa, -en vano se habrán · esforzado sus albañiles»
(Ps
126, 1). Por es(} venimos a reconocer su protagonismo insU$tituible
en nuestro empeño; y Por eso es su Espirihi de quien intentamos reca­
bar la asistencia a todas nuestras reuniones sin faltar un solo dta, para
siempre acertar en nuestro decir, escribir, hacer o callar.
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Y ¿por qué es del. poder divino de quien esperamos el estable apoyo
de
nuestra Ciudad? Precisamente porque ésta es suya, al no ser sino una
parte, asignada a nosotros, de lo que metaf6ricamente llama El su viña:
la que El plantó y equipó profusamente para encargarnos de ella a
nosotros.
Es lo que San Pedro nos ha dicho sin metáforas, que por Dios
nos ha cabido en suerte una fe preciosa, los bienes prometidos y todo lo
que conduce a la vida. «Las cuerdaB» del agrimensor, que precisan la
parcela que se nos ha asignado, nos «cayeron en sitios_ deliciosos», como
dijo el autor del Salmo
15; _ «nos place ciertamente esta heredad» nuestra.
Ast San Fernando dispuso de la que le había encargado el Altísimo:
esta parcela de
la viña que llamamos todavta España; potencialménte rica
por las cualidades de su pueblo, y por nostalgia de-la antigua unidad
visigótica, perdida por
siglos ya entonces, y que todavia tardarla Siglos
en consumarse. ¡Y qué partido sacó Fernando de su viña! En lo jamüiar,
su comedimiento en el arduo-altercado que tuvo que sostener con su
padre, el Rey de León, que le deshereda y que· aspira a reinar también en
Castilla; su atención a los consejos de su venerada madre; y los ocho
hijQs a los i¡ue da el ser en su ·primer matrimonio, má8 los cinéo que son
frutos ·del segundo. En lo politico, la cadena de éxitos bélicos -con los
que vigoriza la inflexión reconquistadora, decisivamente iniciada ya por
su abuelo en
las Navas de To-losa; y mientras, crea en lo extrabélico aquel
colegio
de _doctos asesores que son la semilla de los futuros Consejos del
Reino;
y ·prepara la codificación de nuestro derecho. Iniciativas que
maduran luego -desde los tiempos
de su hijo El Sabio, como en lo cul­
tural la sustitución de la lengua latí-na por la castellana; la consolidaci6n
de
las nacientes universidades y la construcción de nuestras mejores ca­
tedrales; sin olvidar en su vida, humana, aquella gentil cortesania; y el
digno cultivo de la trova musical, del ajedrez o del deporte. En fin, el
valor religioso
habia sido siempre el inspirador de su trayectoria. Para
él la guerra tendría siempre el sentido de cruzada para defensa de la je,
la cual le impedird por principio el pelear contra otros principes cristia­
nos; le llevará siempre a cumplir los pactos convenidos con el enemigo,
a
quien una vez rendido perdonar11 muy generosamente. Y si restituye a
la ciudad compostelana,· a hombros de moros prisioneros, las campanas
que
Almanzor hiciera traer a la mezquita de Córdoba, no olvidemos que
es el rey moro de Granada, ya tributario del ·castellano, quien asiste aten­
tamente
en Sevilla a las exequias de Femando con cien nobles-que por­
taban antorchas encendidas. De Marta, finalmente, se profesa siervo; su
pe·queña imagen cabalga siempre en su mismo caballo, y a· Ella cede la
presidencia del cortejo aquel día de 1248 en que con él toma Ella la ciu­
dad de Sevilla, representada en la imagen de la Virgen de los Reyes.
Acertó en verdad el Redentor del mundo cuando
se ofreció a Femando
como piedra angular rechazada por
otros, y le escogió como labrador de
esta entrañable viña que es la Iglesia. .
¿Y nosotros? ¿Y esta parcela nuestra llamada Ciudad Católica? Hace
San Pedro en
el mensaje recién leído una enumeración de virtudes que
constituyen
la cooperación al gran tesoro de participar de la misma vida
de Dios que por -la gracia se .nos regala. No insistiendo los intérpretes
en
la concatenación de la fe con la honradez, el criterio, el dominio pro­
pio, la constancia, la piedad, el cariño fraterno y el amor en la c~rta de
Pedro ( otras enumeraciones hay también en la Escritura, como los frutos
del Espíritu Santo, que no
se toman por exhaustivas, ni por necesaria­
mente vertebrados ·sus eslabones), se tiene po1' básico el primer 'eslabón
aqui enunciado, que és la fe, ast como· también el altitno, que es 'he
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ágape', -la caridad. Y nadie . tendrá ·.por. solamente_ coyuntural en los años
de Pedro,
y ya anacr.ónico en· los -nuestros, eso de:,que «escapemos de la
corrupción que reina en el mundo», .Qhora como entonces. En .esta nues­
tra
viña~ bien provista por su Dueño.a.quien hay.q~ agradecer la cerca
que
la r_pde(l, el lagar .en. ·ella. cavado. y· la casa construida -para-, el-guarda,
ahora
es la-.hora de los· labradores_ que se presentan ante .. el Amo con
una
tista de epigrafes· a que -dar -cuerpo, que quien os habla .quiso un
dia resumir· en ·un decálogo, y Je -resultaron nada.-menos que _docena y
media de imprescindibles imperativos. Con la base ,de -una fe y piedad
profunda e instruida, soñamos con
un ser:io sentido de la responsabilidad;
la
.. sumisión a la. autoridad; el· serio cumplimiento_ del deber y de_ todo
compromiso adquirido; la··.-mística del trabajo; Ja .exigencia .de nuestra
calidad y superación· con aversión
a. toda chapu®ía; la ausencia de
retrasos ya arraigados y -crónicos en · horarios y calendarios convenidos;
la eliminación de habituales prisas, ·causas de tanto- mal; la condenación
visceral· de ·toda-.picaresca; -.el. d{Jminio externo de los-impuls9s. interiores;
la frugali4ad· ,y sobriedad en la vida;· la_ solidaridad )'.-.afán de servicio ..
sin deser_tar· a la hora de los problemas y sin causar molesti,as evitables;
el destierro de
nimias inquisiciones sobre vidas ajenas, criticas ligeras o
viles. envidias; el. saber -muchas veces aguantarse-y convivir; ·el-_buen trato
y
.conservaci6n de las, cosas .·comunes _a todos-,· el interés _por . toda forma­
ción de la
juventud; el -tr,ato a la niñez mds bien exigente,. al par que
afectuoso,
_para urui--vida que ya se encargará. tal v~z de relajar; y .sobre
todo
-la· .. for.mación,·:de -los formadores, que. en este examen de. conciencia
dejaría tantas ve.ces harto. que,_desear. · _,
Tales son lo_s mat'(!riales. de constr11,cción de la Ciudad Católica, y a
todos Jós hemos .llamado.imprescindibles; como el fruto en el árbol; como
la Uva · en la viña.
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Sea - nuestro l!alÍo~ _int;~c~Of el San.to _Rey _ qµe ño . conoció derrota,
en oposiciórJ a, lp . qz,e nos _cu(?ntQl'I. . de su· saiito primo el R,ey de Francia,
que
.no canpci6 · _victori(l, ¿Qué. más da? Vk;tóri(l y derrota son aqut si­
nónimos, __ pflesto que lo-que:._significan es lo mis~o: el triunfo fina.! que
uno
yº''º consiguieron; el que. espe,amos IJ.ayari_conseguido.los queri­
dos amigos que. ya. nos. han ,idr:, dejando, especialmente en este .. año, y
:Sobre todo_s. -_ellqs e_l gran insp,ir_a,;1()1' .de esta_ abra ,que f'l:le·. ]ean Ousset,
.desaparecido hace pocas semanas; por los -que también hoy formulamos,
si les
es -1;ecesaria, nues.tra, oraciqn._ Con ellos-es.peramos rel{,nirnos ;Unto
a San Fernando cuando asistamos .~on ellos. a la fiesta que ·aqui remeda­
mos
hpy,, en,la.ciudad de las dQce puertas.en q[!e el sol nunca se pone;
en la que no habrá nunca ayes
nf llanto ni .dolQr; en la que-.todo lo ha
hecho el que está sentado en
el trono; en la CIUDAD CATOLICA por anto,­
nomasia, que es el Cielo.
DICURSO DE ALBERTO JORNET
Queridos amigos:
La-imitación sublime de. fes.ucristo puede alcanzar un grado que per­
mita
presentarla a los hombres:para su edificación, :con [a· garantía de
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