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Número 325-326

Serie XXXIII

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Catolicismo y política: Jean Ousset, maestro católico de la contrarrevolución católica

CATOLICISMO Y POLITICA: JEAN OUSSET, MAESTRO
CATOLICO DE LA CONTRARREVOLUCION CATOLICA
POR
EsTANISLAO CANTERO
A pocas personas se puede aplicar, verdaderamente, el título
de
maestro. Jean Ousset es uno de ellos. Por la sistematización de
su obra escrita, por
la renovación aportada con ella, y especial­
mente por la
escuela que formó en vida y sigue sus huellas, con
la creación de una obra viva
-La Cité Catholique-, difundida
especialmente en Francia, pero con ramificaciones que le
han sido
directamente deudoras en
Suiza, Canadá, Argentina y España, así
como en otros muchos países a los que se extendió
la influencia
de su obra y de su estilo de acción, como
Bélgica, Méxicd, Brasil,
Perú o Portugal, así como diversos países francófonos de Africa.
Sus Congresos anuales, sin contar con ayuda alguna, más que
la que proporcionaban desinteresadamente los particulares que
compartían
sus ideales, llegó a congregar, como en el de 1968, a
más de tres mil quinientas personas de veintidós países, constitu­
yendo «la principal manifestación de seglares católicos · de Euro­
pa» (

1
), cifra que se mantendría con pequeñas variaciones durante
(1) Cfr. M!CHEL CREUZET~ «Noticia del Congreso de Lausanne IV»-,
Verbo, núm. 64 (1968), pág. 235 y, «El V Congreso del Office internatio­
nal», Verbo, núm. 65-66 (1968), pág. 341. Pueden verse diversas crónicas
de loa Congresos en Verbo, núm. 24 (1964), págs. 245'257; núm. 33 (1965),
págs. 207-208; núm. 34.35 (1965), págs. 301-310; núm. 44 (1966), págs. 235-
237; núm. 47-48 (1966), págs. 427-434; núm.
55 (1967), págs. 309-313;
núm.
65-66 (1968), págs. 341-347; núm. 74 (1969), págs. 255-256; núm. 75-
76 (1969), págs. 367-373; núm.
84 (1970), págs. 265-268; núm. 105-106
(1972), págs. 497-506; núm. 115-116 (1973), págs. 467-478; núm. 124-125
Verbo, núm. 325-326 (1994), 465-478 465
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ESTANISLAO CANTERO
muchos años, como se advierte en el de París de 1980 (2), siendo
imposible encontrar
local que albergarse mayor número de partici­
pantes. Descontento de la situación que reinaba en Francia, sometida
a un
proceso de disolución del patrimonio espiritual y . material
de su patria, durante los años treinta,
no es sino hasta 1946,
cuando su preocupación para evitarlo, y la búsqueda de formas
de acción adecuadas, tras unos ejercicios espirituales, se plasmó en
la fundación, en unión de Jean Masson, de La Ciudad cat6lica,
cuya primera denominación fue la de Centro de Estudios críticos
y de sintesis; posteriormente recibiría el de Oficina internacional
de obras de formaci6n clvica y de acción doctrinal según el derecho
natural
y cristiano, en el que poco después se sustituye la «acción
doctrinal» pdr «acción cultural»; por último, recibiría el nombre
de ICTUS
(Instituto Cultural y Técnico de Utilidad Social). Com­
prendieron que la salud de la Ciudad se encontraba en la religión
ca.tólica y en, la restauración de una sociedad acorde con el orden
sobrenatural y el orden natural, para
lo cual se precisaba, de un
lado, formarse en la doctrina correcta y actuar, cada cual en
la
ciudad, según su deber de ~tado; de otro, comprender que la
obra de la Revolución estaba tan extendida, que había que dar
la batalla en lo que resultaba verdaderamente esencial, que ya no
era la forma política concreta, sino el ámbito más extenso de lo
cultural y social; había que recuperar
el tejido natural de las so­
ciedades, sus. cuerpos intermedios, y formar cuadros dirigentes
capaces de actuar como verdaderas élites sociales en todos los ám­
bitos de la sociedad.
Para lograr convencer a las gentes y mover
su voluntad, se
(1974), págs. 417-419; núm. 145-146 (1976), págs. 605-608; núm. 147 (1976),
págs: 869-878; núm. 155-156 (1977), págs. 641-650; núm. 185-186 (1980),
págs. 535-538; núm. 309-310 (1992), págs. 1.160-1.164; y los artículos de
MrcHEL CREUZET, «El Congreso de un método», Verbo, núm. 85-86 (1970),
págs. 455-463 y }EAN ÜUSSET, «Significación de Lausanne», Verbo, núm. 83
(1970); págs. 161-166.
(2) Cfr. E.
CANTEEo, «El XIII Congreso del Office international»,
Verbo, núm. 185-186 (1980), págs. 535-538.
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CATOLICISMO Y POLITICA: IBAN OUSSET. MAESTRO· CATOLICO
propuso una obra nueva en sus métodos de acción, con la que no
sólo
se trataba de lograr una buena o magnífica formación doc­
trinal, sino también una acción eficaz, que no tenía que esperar
a que
la formación fuera completa en todos los terrenos. Había
que conocer
la verdad y establecer . unas fórmulas de acción que
permitieran
la difusión de la verdad conocida desde el mismo in­
terior de la sociedad, unidas ambas de forma indisoluble a la com­
petencia profesional de cada cual. La formación y la acción --es
decir el traducir en obras· la formación adquirida~ debían ser
complementarias, y a ello
se encaminó el trabajo de la Ciudad
Católica, con sus células de estudio y su concepció
de obra auxiliar
para todos aquellos que también trabajan por la sociedad cris­
tiana, la patria,
la familia o todas aquellas instituciones y activi­
dades conformes al orden natural y al orden cristiano. Lejos de
pretender monopolizar nada o de sustituirse en lugar de otras or­
ganizaciones, ·su método de acción, en cuanto organización, con­
siste en constituirse como obra auxiliar de otras ya existentes o
que pueden crearse (3
).
Después de Maurras y su Action Frangaise, no ha habido mo­
vimiento alguno en el ámbito contrarrevolucionario, comparable
por su intensidad, renovación, influencia e importancia de movili­
zación
-aunque no fuera de masas-a Ousset y La Cité Cahto­
liqúe. Bien es verdad, como hemos' visto, que dio un giro a su
obra, dando un
enfoque diferente a la politique d'abord. No se
trataba ya de elaborar. un nuevo partido político, sino de hacer
política católica en todos los ámbitos de la
vida. del hombre, con-
(3) Sobre la Ciudad Católica, cfr. ¿Qué es la Ciudad Cat6lica?, Speiro,
Madrid:, 1961, 78 págs.; JUAN VALLET DE GoYTISOLO, «Qué somos y cuál
es nuestra tarea», Verbo, núm. 151-152 (1977), págs. 29-50, y «Eugenio
Vegas y la Ciudad Católica», en· el volumen ·de Varios autores, Eugenio
Vegas Latapie (1907-1985). In memoriam, Speiro, Madrid, 1985, págs. 187-
203; EsTANISLAO CANTERO, «¿Qué es la Ciudad.Católica?»,-Verbo, núm.
235-236 (1985), págs. 529-543,
Sobre la labor actual de ICTUS, cfr. Permanences, núm. 298-299 (1993),
monográfico sobre el congreso de 1992, Le temps des Nations.
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ESTANISLAO CANTERO
forme a su especial vocación y su singular situación en la sct­
ciedad (4).
Su actividad y difusión fue de tal envergadura que desató un
ataque frontal del denominado progresismo católico, que no pudo
soportar su auge ni ver con buenos ojos a un enemigo que creía
batido y que veplanteaba, de nuevo, con energía, el combate con­
trarrevolucionario para instaurar todo en Cristo, para restablecer
la Ciudad Católica, siguiendo las exhortaciones de San
Pío X (5).
Nada
más lejos de mi intención que pretender hacer una sem­
blanza de su vida o un estudio de toda su obra que requería un
grueso volumen, y que otros, con más méritos que los míos, sin­
gularmente nuestros amigos franceses, no dejarán de hacer. Aunque
conocí a Jean Ousset en el Congreso de Lausanne de
1968, donde
pude apreciar el fervor y entusiasmo que suscitaba en el auditorio,
que, especialmente
los jóvenes, le interrumpían constantemente con
sus aplausos
---en unión de Madiran y Thibon eran los más aplau­
didos en
los Congresos, y se esperaban sus intervenciones con
verdadera expectación-, no
tuve la fortuna de tratarle y aunque
le saludé en otros Congresos, solo recuerdo, ahora, su conversa­
ción en el Congreso de Versalles del año 1992, en que, con Miguel
Ayuso,
nos decía la importancia que daba a los amigos españoles
de la Ciudad Católica, no sólo evocando su relación con esta casa,
con Eugenio Vegas y Juan V allet, sus participaciones en las reu­
niones
españolas o la perseverancia de tantos años, sino porque
hay todo un continente que se expresa en nuestra lengua, en si­
tuación de expansión, que nació a la civilización en la cultuta ca­
tólica y en donde veía grandes . posibilidades y esperanzas para la
Restauración del orden social católico. Tan solo me voy a ocupar
(4) Sobre la significación contrarrevolucionaria en Francia de Jean
Ousset y la Ciudad Católica, cfr. JACQUES 'I'REMOLET DE VILLERS, «La
contrarrevolución en Francia», Verbo, núm. 317-318 (1993), págs. 751-759.
(5)
Sobre la oposición y campaña del progresímo contra ella, cfr. ]EAN
MADIRAN, Críticas a la Ciudad Cat6lica, Speiro1 Madrid, 1963, 227 págs.;
EusTAQUio GUERRERO, S. J., «Un folleto multicopiado sobre la Ciudad Ca~
tólica», Verbo, núm. 4 (1962), págs. 45-66 y «La Ciudad Cat6lica, signo de
contradicción•, Verbo, núm. 9-10 (1962), págs. 117-126.
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CATOLICISMO Y POLITICA: JEAN OUSSET. MAESTRO CATOLICO
de analizar con brevedad la que, sin duda es su obra cumbre, y
que es también la obra doctrinal más lograda de la Contrarrevo­
lución:
Para que Él reine.
Escritor
prolífico, su obra se caracterizó por dirigirse a la ex­
posición y difusión de la doctrina social católica, con un claro y
fundamental propósito pedagógico, encamiandd a lograr la instau­
ración del reinado social de Nuestro Señor Jesucristo en
las so­
ciedades actuales, de donde fue expulsado por la Revolución. Pero
su obra, de acuerdo con
esa finalidad didáctica, nd se limitó a ser
descriptiva
de los males de la Revolución, ni apologética de la
Iglesia
y de la civilización cristiana, ni revitalizadora del amor a
la patria -especialmente a su amada Francia-, sino que además,
y sobre todo, se dedicó a establecer una estrategia de acción con­
trarrevolucionaria, patente a lo
largci de toda su obra.
Ousset
nos ha dejado numerosos libros que han tenido un sin­
gular éxito editorial con ediciones continuas
y traducciones a otros
idiomas, quizá solo comparable en éste siglo,
y en el ámbito de
la contrarrevolución, a
los éxitos de las obras de Maurras. En
efecto, además de
Pour qu'Il regne que en sus diversas ediciones
ha superado
la cifra de los 50.000 ejemplares (6), nos ha dejado,
(6) La Cité Catholique, París, 2.' ed., 1959, xs1v + 919 págs. (la pri­
mera se editó en 1957). Ha tenido múltiples ediciones francesas y tres ver­
,iones diversas. La segunda versi6n (París, 1970, 458 págs.) la edit6 el Office
y tuvo varias ediciones, volviendo· en la tercera, editada por Club ·du Livre
Civique (París, 1976),
fundamentalmente a la primera, de la que se hicieron
posteriores ediciones, alguna de ellas editada
por Dominique Martin Morin
(París, 1986};
cfr. JUAN VALLET DE GoY1'IsoLoJ «Una nueva edición de
Pour qu'Il regne de Jean Ousset», Verbo, núm. 247-248 (1986), págs, 841·
843.
La edición de 1976, fue la octava de todas las ediciones francesas y en
esa fecha totalizaba una tirada
de 34.000 ejemplares.
Para que Él reine, se editó en España (traducción de la 2.ª edición fran­
cesa), Speiro, Madrid, 1961, XXXII + 923 págs. y la versi6n segunda (Speiro,
Madrid, 1972, 542 págs.) fue traducci6n de la segunda edici6n de la segunda
versión, y se subtituló «Catolicismo y política. Por un orden social cris­
tiano»; la primera edición fue de 3.000 ejemplares y la segunda·
de ··4.000;
también se tradujo al portugués esa segunda versión con el título Cristianismo
e Política, Restaura~a:o, Lisboa, 197.5.
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ESTANISLAO CANTERO
entre otras, Le Marxisme-Leninisme (7), posteriormente reelabo­
rado
con el título de. Marxisme et Revolution ( 8 ), L' amour bu­
main (9), Fondements de la Cite (10), A la decouverte du Beau,
Patrie-Nation-Etat (11), Le Travail (12), Pour une Doctrine Catbo­
lique de l'Action Politique et Sociale (13), posteriormente reela­
borada como
L' Action ( 14 ), todas ellas con numerosas ediciones
francesas
y tradncciones a varios idiomas -al menos al español,
inglés
y portugués-, y un número considerable de folletos y de
artículos publicados en diversas revistas francesas y extranje­
ras
(15).
Para que Él reine supuso un fuerte aldabonaw a la conciencia
(7) El marxismo leninismo, Speiro, Madrid, 1967, 403 págs.; en AJ-.­
gentina, Buenos Aires, se publicaron al menos dos edciones, Iction 2.ª ed.,
19_64 y por los menos se hizo una edición en lengua inglesa.
(8) Marxismoy Revolución, Speiro, Madrid, 1977, 218 págs. y uoa tra­
ducción portuguesa con el título Marxismo e R.evolUfáo, Resistencia, Lisboa,
1977.
(9) Con el seudónimo de JEAN MARIE VAISSIHRE, El amor humano,
Eutamérica, Madrid, 1966, 240 págs.; al menos s~ hizo una edición en inglés.
(10) Con el Seudónimo de· }EAN MARIE VA1Ss1BRB, Fundamentos de la
polltica, Speiro, Madrid, 1966, 218 págs.; al menos se hizo otra edki6n ar­
gentina y otra en inglés. Agotada la edición española hace mucho años,
puede verse en Verbo, núms. 3 (1962) a 18-19 (1963), .con el título de «In­
troducción a la política»-.
(11) Patria, Nación, Estado, Speiro, Madrid, 1966, 144 págs. Agotada
la edición hace tiempo, puede encontrarse en Verbo, núms. 34.35 (1965) a
41 (1966), donde se publicó por entregas.
(12) En colaboraci6n con MICHEL CREUZBT, El trabaio, Speiro, Madrid,
1964, 392 págs. Al menos se hizo una edición argentina.
(13) La Cité Catholique, París, 1961, 231 págs.
(14) Office íntemational des oeuvres de formation civique et d'action
culturelle selon
le .droit naturel et chrétien, París, 1968; traducción española,
La acción, Speiso, Madrid, 1969, 271 págs.; al menos se hizo nna edición
en Hispanoamérica, en Perú, IDEPS, Lima, 1982, 271 págs. Agotada hace
muchos años la edición espafíola, puede encontrarse en Verbo, núms. 49
(1966) a 74 (1969), donde se publicó por entregas con el título de «Deber
y condiciones de eficacia».
(15) Véase en eate mismo número de Verbo el artículo de JuAN VA'LLET
DE GoYTISOLO, «Jea.n Ousset, modelo y guía para los amigos españoles de
de la Ciudad Católica».
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CATOLICISMO Y POLITICA: JEAN OUSSET, MAESTRO CATOUCO
de los católicos preocupados por la degradación de las sociedades
que abandonaban su fundamentación católica. Se estudió
en cen­
tenares de células y
grupos de estudio. Recibió elogios de Obispos
de todo
el mundo. Tan solo en España se recibieron los de los Ar­
zobispos de Tarragona, Sevilla, Pamplona, Valencia y Zaragoza,
los Obispos de
Almería, Avila, Bilbao, León, Mondoñedo, Pla­
sencia,
Segovia, Solsona, Vich, Vitoria y Zamora y los Obispos
Auxiliares de Burgos, Madrid-Alcalá, Toledo, Tarragona y
San­
tander (16), que la consideraron especialmente apropiada para el
propósito perseguido.
La obra se esrrucrura en cuatro partes, tituladas, «Cristo Rey»,
«Las oposiciones hechas a la Realeza
social de Nuestro Señor Je­
sucristo», «Nuestras razones para creer en el . triunfo del reinado
social
de Nuestro Señor Jesucristo» y «Las exigencias del combate
por una ciudad católica»; esta última, dedicada a la acción, desa­
parecería de las sucesivas ediciones, una vez publicado
el libro
La acci6n (17).
La primera parte se dedica a mostrar que Cristo es principio
y
fin de todas las cosas y Rey de todas las naciones ; se trata de
un
reinado que no es de este mundo sino sobre este mundo y los
hombres tienen como obligación
hacer la voluntad de Dios en la
sociedad. y los católicos no pueden desatender su deber
de resta­
blecer
el orden social cristiano, puesto que de éste, depende la
salvación del mayor número
de las almas.
El que la Iglesia no «haga política», se presta a los mayores
equívocos, pues si
no toma partido por las diversas opciones legí­
timas que son acordes con
la doctrina católica sin embargo, re­
chaza las que se
le oponen; nd enseña las soluciones técnicas que
pueden adoptarse, pero desde el momento
en que enseña las ver­
dades naturales, posee y enseña unas verdades políticas. Los se­
glares, que
forman parte de la Iglesia, que son también Iglesia,
(16) Cfr. Verbo, núm. 6 (1962), págs. 65-77; Verbo, núm. 8 (1962),
págs. 59-61; Para que El reine, Speíro, Madrid, 1961, págs. XI-XIV.
(17) Se compone además de un índice analítico de conceptos, Págs. 793~
815 y un excelente índice de nombres propios, págs. 819-914, en el que se
sintetiza admirablemente
la significación de cada uno.
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ESTA.NlSUO CA.NTEl(.0
deben comportarse como hijos fieles de ella, defender .el orden
social cristiano y, para ello, adquirir
la formación doctrinal adecua­
da para esa misión. Para eso es necesario comprender
la armonía
que debe. reinar entre
la teoría y la práctica, la doctrina y la acción,
el fin y los medios, todo ello dirigido al fin principal, compren­
diendo que
la salvación está en la doctrina social de la Iglesia.
La segunda parte, la más extensa, está dedicada a mostrar al
lector la realidad de divetsas corrientes de pensamiento
y de acción
encaminadas a etradicar a Dios de la sociedad, de las inteligencias
y de los corazones. Es una parte sobrecogedora, que tiene su ori­
gen en el pecado original y en
la obra continua y sin descanso de
Satanás. Como indica su autor los «obstáculos»
y las «oposicic­
nes» a la Realeza social de Jesucristo Nuestro Señor que va a
examinar no están «fundados racionalmente o, si
se prefiere, na­
turalmente», porque «no
es posible en. efecto, que haya oposicio­
nes, obstácolos verdadetamente legítimos en contra del orden
divino. Sólo el etror, cuando no la perversidad de los
hombres,
puede crear una situación. que haga difícil el triunfo de. la vet­
dad» (18);
esos son los únicos obstáculos: «el etror y los que lo
propalan» (19); por ello no es suficiente combatir el error, sino
que junto a
él «es necesario combatir. a sus agentes y secua­
ces» (20). Nada
se consigue con aplicarse al primeto e ignorar a
los segundos,
so. capa de una mal entendida .caridad, porque no
sólo existe «la nocividad de las ideas falsas», sino que «hay tam­
bién, en cierto
sentido, la .mala voluntad de los hombres» ... «Pre­
tender guetrear
solamen.te contra las ideas y los sistemas perver­
sos, sin tener en cuenta a quienes
los propalan, difunden y aplican
sistemáticamente, sería una locura, cuando no una complicidad
manifiesta
con el. enemigo».(21).
En primer lugar, tenemos
el naturalismo, que constituye el
error básicó.
Es el enenúgo en el orden de las ideas. En segundo
(18) Pour_ qu'Il regne,, ~d. cit., París, 1959, pág; 81; Para que El reine,
Speiro, )\{adrid, 1961, •pág. 81. .
(19) Id., pág. 81.
(20) Id.,
pág. 82.
(21) Id.,
pág. 85.
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CATOLICISMO Y POLITICA: JEAN OUSSET, MAESTRO CATOLICO
lugar, la Revolución, que es el enemigo en el orden de los efecti­
vos
y de las fuerzas humanas (22).
El naturalismo «es esencialmente una actitud independiente
y de repulsa de la naturaleza respecto del orden sobrenatural y
revelado» (23 ). Distingue Ousset tres grados o clases de llatura­
lismo. El primero, niega incluso la existencia del orden sobrena­
tural
y sus aspectos más habituales son el ateísmo, el panteísmo,
el materialismo, el sensualismo, el positivismo, el agnosticismo
y
especialmente el racionalismo y el laicismo. El natutalismo de se­
gundo grado sitúa en el mismo nivel lo natutal y lo sobrenatural,
incluso llegando a
C01ll1111dirlos. El de la tercera categoría, que
suele ser
el más extendido, admite el orden sobrenatutal y su
preeminencia, pero estima que es <<'materia de opción' de la que
se puede legítimamente prescindir», pero «Jesucristo no es facul­
tativo» (24
).
La Revolución, tal como la entienden y han definido y defen­
dido sus partidatios, coincidiendo con sus debeladores, consiste
en una doctrina, en una actitud
y en un comportamiento de oposi­
ción, enfrentamiento
y odio a Dios, la Iglesia y el orden social
cristiano (25). Con todd, queda suficientemente de relieve que
se trata, como ha seiíalado Sandoval, «de una abstracción histó­
rica, no
de un personaje de carne y h11eso» (26). Tal como indica
Vallet, «la extensión operada en el concepto»
-«el de la .Revo­
lución por antonomasia», «1~ Revolución francesa»-comprende,
tanto la mentalidad que hizo posible la ideología revolucionaria ... ,
como asimismd
el posterior desarrollo de sus ideas, bien sea en la
línea del liberalismo. y del anarquismo como en la de los socialis­
mos, utópicos o marxistas» (27). Provoca la corrupción moral e in-
(22) Id., pág. 86.
(23) Id.,
pág. 88.
(24) Id., págs. 106 y 107.
(25) Id., págs. 119-144.
(26) Luis MARÍA SANDOVAL PINILLOS, «CoQ.Sideraciones sobre la con-.
trarrevoluci6M, Verbo, núm. 281-282 (1990), pág. 228.
(27) JuAN VALLET DE GOYTISOLO,_ «Aclaración previa en torn'O a lapa­
labra 'revoluci6n'», en el volumen de AA. ·VV'., Revoluci6n-Conservadurismo­
Tradicí6n,
Speiro, Madrid, 1974, p~s ... 23-24.
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ESTANISLAO CANTERO
telectual y la destrucci6n del orden social (28). Ousset nd da exce­
siva importancia
a la existencia de un complot que tuviera ese
fin
-aunque desde luego ha existido en diversos momentos una
connivencia para ello y las cartas de Voltaire con su blasfemo
grito de
Ecrasez l'Inftime!, así como la conspiraci6n para acabar
con los jesuitas en el siglo XVIII (29) lo ponen de manifiesto-,
basta con darse cuenta que hay una unidad en la Revoluci6n, una
unidad
de fines, aunque no haya sido preconcebida desde antiguo
por una «organización».
Seguidamente, a lo largo de tres capítulos, se refiere «a las
tropas regulares de la Revoluci6n», es decir, sus manifestaciones
y sus obras, que
eclosionan en la Revoluci6n francesa, inmediata­
mente preparada por el
· filosofismo y el enciclopedismo del si­
glo XVIII, con sus posteriores derivaciones. Ni que decir tiene que
para Ousset, al igual que para sus maestros la Revoluci6n fran­
cesa
(30) como especifica manifestaci6n hist6rica de la Revolu­
d6n, es como para De Maistre,' «satánica» (31 ), y como lo fue
para Maurras, «ca6tica»
(32), al destruir el orden social (33).
. Pero no seria posible el avance y los éxitos d~ la Revoluci6n,
si no contara además, por una parte, con lo que constituye el ca­
pítulo siguiente, lo que denomina «su quinta columna», es decir,
todos los erroré. y herejías surgidos en
el seno del cristianismo,
principalmente de
orden intelectual y social, especialmente

debidos
, (28) Id., págs. 144-169.
(29) Cfr. FRANCISCO JoSÉ FERNÁNDEZ DB. LA CIGOÑA, El liberalismo y
la Iglesia española. Historia de una persecuci6n. Antecedentes, Speiro, Ma·
(30) Cfr. una síntesis interpretativa, E. CANTERO, «La Revolución fran.
,cesa: recapitulación historiográfica», Aportes, año V, núm. 12, p~. 2~29.
(31) }OSEPH DE MAisTRE, Considérations sur la··France, en deu~res
Completes,
Librairie Catholique Emmanuel Vitte, Lyon, · 1924, tomo I,
pág. 55. Cfr. MAURIZIO DENTE, «Joseph de Maistre Y sus_· Consideraciones
sobre Francia», Verbo, núm. 243-244 (1986), págs. 459-467. ,
(32) CHARLES MAURRAS; D'ictionnaire. politique et critique, A-la Cité
des·· Livres, París, 1933, tomo V, pág. 29. ·
(33) Cfr. E. CANTÉRo, «La Revolución francesa vista por Maurras»,
Aportes, alío V, núm. 12 (1990), págs. 63-68.
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CATOLICISMO Y POLITJCA: IBAN OUSSET, MAESTRO CATOLICO
al llamado «catolicismo liberal» (34); por otta, con «nuestros
propios abandonos y complicidades» (35).
Es decir, esos tres ca­
pítulos se corresponden, respectivamente a las obras, actitudes y
mentalidades de los tres grados de naturalismo.
Termina esta segunda parte indicando los deberes de los
ca­
tólicos frente a la Revolución triunfante, la necesidad del contra·
ataque urgidos por esa condición de católicos, el fracaso de la
tácticas conciliadoras y la necesidad
de una profesión integral de
catolicismo con una adecuada e intensa formación en la doctrina
social
de la Iglesia (36).
Ante el desastre causado por la Revolución y la urgencia de
ponerle coto, la tércera
parte está dedicada a indicar las razones
para la esperanza, con argumentos sobrenaturales, pero también
naturales: de un lado, «las puertas del infierno no prevalecerán
contra la Iglesia», de otro, pese a las
más terribles persecuciones
la Iglesia
ha triunfado ; los mismos éxitos de la Revolución deben
servir
de acicate para ver como la resolución de los hombres em­
peñados en una tarea· puede ser eficaz ; Cristo nos pide que luche­
mos cdn toda nuestra fuerza, no se nos garantiza la victoria, pero
hay razones para esperar en ella si verdaderamente nos ponemos
a· ello; como decía Santa Juana de Arco, «los guerreros lucharán
y Dios dará
la victoria» (37).
Además, explica en los capítulos siguientes, Cristo es nuestro
amparo y nuestra fuerza
;. el cristianismo constituye el único hu­
manismo verdadero,
como la historia muestra a todo aquel, que
aúri sin creer, se acerque a él queriendo conocer la verdad; la
Iglesia es la
única tabla de salvación de la sociedad contempo­
ránea ;

y
el cristiano tiene que ser soldado de la conttarrevoluci6n
por «deber de estado», cuyas virtudes son las virtudes evangélicas.
Es una llamada a
la· santidad, recordándonos que no está reserva­
da a seres excepcionales, sino que todos estamos llaniados a ella,
(34) Id., págs. 257-323.
(35) Id., págs. 325-383.
(36) Id., págs. 385-428.
(37) Id., págs. 431446.
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Fundaci\363n Speiro

EST ANJSLAO CANTERO
para ld cual, en l9s tiempos presentes es preciso una buena for­
mación doctrinal y una acción para hacer eficaz ese combate (38) .
. La cuarta parte, s1.,1prúnida una vez que apareció La acción,
constituye todo un tratado sobre el combate contrarrevolucionario
y los
métodos. de acción.
Jean Ousset, a lo largo de la obra, no
se contenta con descri­
bir solo los males
sociales y los errores intelectuales, sino que los
confronta permanentemente con la verdad de la doctrina católica,
con el orden natural y con el orden sobrenatural. De
ahí. surge en
el lector, poco a poco, no sólo la reafirmación de su fe, sino el
impulso para pasar a la acción del combate por Cristo
.. En este
sentido, su valor
pedagógicd resulta inestimable.
Ousset ha sabido plasmar de modo magistral tanto el diagnós­
tico de
los males sociales como los remedios adecuados para su
cur•ci6n, esforzándose en poner en marcha un cierto estilo de
acción que los haga posibles. La herejía a la que
se enfrenta hoy
día la Iglesia, los católicos y lo que queda en las instituciones de
ese mundo que en una época no muy lejana fue cristiano y
la
obra humana más perfecta que se ha visto, es «una herejía so­
cial» (39) y de orden práctico, por lo que su refutación y erradi­
cación
depende en gran

medida del comportamiento de
los católi­
cos (40). Fiel a todos aquellos que le .precedieron y a
la Iglesia,
Nuestra Madre, de la que fue .un hijo fiel, se empeñó y compro­
metió en un combate
cultural y político dedicado a los demás,
esforzándose en que comprendieran «lo que está en juégo», y

a
su vez, respondieran a la llamada de Cristo y de su Iglesia en el
combate y la militancia contrarrevolucionaria,
para mayor gloria
de Dios y salvación de las almas: para que
Él reine.
No hay que pensar
de nin~ modo que Ousset fuera «sólo»
un intelectual. Fue sobre todo un hombre de acción. Una de esas
escasas
personas en que ambas facetas se combinan de tal modo
que producen
un resultado excepcional. Capaz de comprender lo
(38) Id., págs. 447-541.
(39) Speiro, Madrid, 1961, pág. 83; 2.• ed., 1972, pág. 32.
(40) Speiro, Madrid, 1972,
págs. 32-33.
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CATOLICISMO Y POLITICA: JEAN OUSSET, .MAESTRO CATOLlCO
que requerían los tiempos modernos para llegar más eficazmente
a los hombres, a los que
es preciso ayudarles a ver la luz, para
que una
vez conocida, se vuelvau nuevos faros de radiación con
su comportamiento. Por ello, no fue nada dogmático-en sus_ mé­
todos ni en los medios empleados. Respecto a estos últimos, su
obra se dio pronto cuenta de la importaucia de
la cultura audio­
visual,
y la utilizó con profusión.
En cuauto a los métodos, baste como botón de muestra
el
recurso a las enseñanzas de la historia. Si ya en la primera edición
de Para que Él reine, la exposición y el estudio no se limitaba a
la pura doctrina, sino que con frecuencia se recurría a la exposis
ción de los hechos de la historia, de forma que la experiencia y
la doctrina se auxiliaban mutuamente, algunos años más tarde
comprobó que era preciso rechazar los plauteamientos que con­
sideraban que «la verdad no es sostenible sino únicamente en
el
plauo de las demostraciones abstractas» ( 41 ), «ya que el simple
recuerdo doctrinal no consigue perforar el frente del autidogma­
tismo moderno» ( 42). Por ello
indicaba que «es preciso no abau­
don:¡r nada, no despreciar nada de la indispensable y constaute
referencia
al único dogmatismo salvador de la única autoridad
sobrenatural y salvadora;· pero:, además, -es necesario desarrollar,
ampliar, ilustrar y confirmar su ensefiauza con todo un conjunto
de demostraciones, de observaciones que no deben desperdiciar­
se ... ; con una victoriosa sobreabundancia de pruebas concretas».
«Por eso importa, en estds momentos, que recurramos a esta
experiencia constaute de las posibilidades humauas que se llama
la historia ... que no es únicamente la historia antigua, sino tam­
bién la historia de hoy día». Es la verdad que brota de los he­
chos ( 43 ).
(41) J. ÜUSSET, «Les pierres crieront ... », Permanences, núm. 114 (1974);
trad. española, «Las piedras gritarán ... », Verbo, núm. 133-134 (1975), pá­
gina 303.
(42) J. ÜUSSET, «La piedras gritarán, .. », .op. e#., p.ág. 308.
(43) J. ÜUSSET, «La piedras gritarán.,.», op. a#., págs. 306-307; cfr.
J. V Al.LET DE GOYTISOLO, _«Jea.n Ousset y las enseñanzas de la. historia»,
Verbo, núm. 145-146 (1976), págs. 609-614.
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ESTANISLAO CANTERO
Su obra continúa viva y en pleno vigor, pues «retirado•
Ousset hace ya algunos años, sigue con empuje el camino trazado
y el fin propuesto, bajo la dirección
de una nueva generación que
continua
las huellas de sus maestros ( 44).
Durante muchos años
PfJl'a que Él reine ha sido nuestro libro
de cabecera;
el mejor homenaje que podemos rendirle, después
de encomendarle en nuestras oraciones, es volverlo a coger y leer
sus densas páginas, continuar propagándolo y que
las nuevas ge­
neraciones lo estudien.
Transcurrida
su vida mortal, la peregrinación preludio de la
vida eterna que todos estamos recorriendo, esperamos con con­
fianza en Nuestro Señor Jesucristo que estará ocupando el puesto
que le tenía reservado, al lado
de su. admirada y venerada Santa
Juana de Arco,
de sus maestros y «amigos», San Pío X, el Car­
denal Pie, el obispo Freppel... todos aquellos cuyas enseñanzas
piadosamente siguió; de sus
amigos de la Ciudad Cat6lica que le
precedieron en su
marcha, Jean Masson, Michel Creuzet, Paul
Auphan ... ,

y aquél
otro· gran francés de este siglo, maestro como
él, de
la contrarrevolución, y que. poco.antes de la muerte, en­
contró la paz y la verdad que tanto anheló: Charles Maurras. Y
nosotros, esperamos, cuan.do nuestra peregrinación termine, que
podamos encontrarnos, de nuevo, en la casa del Padre.
(44) Sobre la labor actual de ICTUS, cfr. Permanences, núm. 298-299
(1993), monográfico sobre el congreso de 1992, Le temps des Nations;
E. CANTERO, «La hora de las 'naciones», Verbo, núm. 309-310 (1992), págs.
1.160-1.164.
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