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Número 407-408

Serie XLI

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H. H. Oblatas de Cristo Sacerdote: Don José María García Lahiguera

INFORMACIÓN BIBLIOGRÁFICA
cuanto es más heterogénea que su indicada subespecie de la
hipoteca sobre derechos (5).
De
la asombrosa capacidad de Valle! de Goytisolo para el tra­
bajo intelectual (y
aun para el fisico, dado el "volumen" de sus
Metodologías
jurídicas; esperemos que, con la regularidad acos­
tumbrada, aparezca el 2.º
de esta Elaboraci6n sistemática), nos
admiramos todos los juristas. En
un librito titulado Máximas y
reflexiones (Madrid, Imp. Clásica esp., 1919, pág. 36) su autor, el
sabio Rafael Altamira, escribió:
"Lo que importa en la vida no es
hacer más que otros, sino hacer lo que está en la capacidad de
cada cual con la mayor intensidad posible". Pues bien, nuestro
compañero, -Maestro
y amigo, hace no sólo más sino mucho más
que otros, y lo hace no sólo con más intensidad sino con mucha
mayor intensidad que otros. ¡Qué
rápidas deben pasar sus horas!,
pues según el adagio latino, "Tarda fugit pigris, velox operanti­
bus hora" ("Lenta pasa la hora para los perezosos, veloz para los
que trabajan").
J. JAVIER NAGORE Y ÁRNOZ
HH. Oblatas de Cri..to Sacerdote: DON JOSÉ MARÍA
GARCÍA LAHIGUERA
,.,
Una nueva biografia de aquel santo obispo que fue monse­
ñor Garcia Lahiguera. Se une, y completa, a las que reciente­
mente escribieron
don Salvador Muñoz Iglesias (1991) y Vicente
Cárcel Ortí (1997). Escrita
por las religiosas de la congregación
que fundó, junto con la madre Maria del Carmen Hidalgo de
Caviedes, brilla
en ella el amor de las hijas hacia su padre fun­
dador. Y la admiración. Y el deseo de verle
en los altares. Pero
no por todo ello desmerece la biografia. Que es mucho más inter-
(5) De las escasísimas erratas del libro, aviso aquí de una en la nota final del
libro. Dice: "ar. supra, nota 215"; debe decir: "Cfr. supra, nata 225".
(-) Ediciones Encuentro, S. A., Madrid, 2001, 365 págs.
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na que externa. Quiero decir que intenta reflejar más, mucho
más, el alma del santo obispo que su vida. exterior, aunque, natu­
ralmente, esta también
quede de manifiesto.
Conoó al prelado en uno de los Congresos cie la Ciudad
Católica, celebrado creo recordar
que en El Vedat, de Torrent.
Quiso honrarnos
con su presencia que transmitía sencillez y espi­
ritualidad. Y todo
con una permanente sonrisa alejada de cual­
quier solemnidad protocolaria. No voy a consultar fechas, cosa
que por otra parte seña muy fácil hacer, pero me parece que ya
estaba tocado
por la enfermedad que le acompañó en sus últi­
mos tiempos valencianos. No sé
bien de que nos habló pero dos
versos populares
que nos dijo me quedaron grabados. Ambos se
refeñan a la Sagrada Familia.
Deda el primero:
"Mucho, mucho es lo_ que quiero
a Jesús, Maria y José
aunque si a escoger me dieran
me quedara ... con los tres".
Veo que lo recogen las Oblatas en la biograffa por lo que
debía repetirlo monseñor Garóa Lahiguera con frecuencia. El
segundo, de igual factura, de igual ingenuidad, pero también de
profundo contenido era el siguiente:
"A Jesús mira María,
a María, San José,
el niño mira a los dos
y se sonríen los tres".
La base de la obra son los Apuntes espirituales y el Diario
espiritual
en los que el obispo reflejó su alma que rebosaba
amor. Amor a Dios, amor a la Virgen y amor al sacerdocio. Están
utilizados profusamente, a veces hasta reiterativamente. Y ello
hace
que el libro quizá más que en el género biográfico pueda
ser considerado un texto de espiritualidad. Sin que ello excluya
lo primero. Por
eso pienso que complementa perfectamente las
biograñas anteriores.
Y deja constancia de
un obispo santo. No han sido muchos
los obispos españoles de
la edad contemporánea que han llega-
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do a los altares. Dejando aparte los que lo lograron por la vía del
martirio, apenas recuerdo a San Antonio Maña Claret,
al cardenal
Spinola y a
don Manuel González. Y, en la hispanidad america­
na, a San Ezequiel Moreno. Curiosamente tres de ellos fundado­
res de congregaciones religiosas. Que suelen interesarse más por
el reconocimiento oficial de la Iglesia que las diócesis por el de
sus obispos. Gran error, y gran desagradecimiento,
por parte de
estas últimas. Porque no es que hayan faltado obispos santos,
gracias a Dios. Fernández de Castro
en Mondoñedo, Codina en
Canarias, Quevedo y Quintana en Orense, Canubio en Segorbe,
don Inocencia Rodríguez en Cuenca ...
Además del alma y los fervores de monseñor Lahiguera se
refleja, cómo no, su trayectoria histórica.
Su infancia, el semina­
rio,
en el que ingresó de niño aunque era de familia acomodada,
sus años dedicados al seminario
de Madrid, donde dejó indeleble
huella, los tiempos de la persecución religiosa,
en los que se jugó
la vida
en el Madrid rojo como vicario general de Eijo Garay, los
tiempos
en que fue obispo auxiliar del Patriarca, ía diócesis de
Huelva, la archidiócesis de Valencia, los años finales de arzobis­
po dimisionario aquejados de un mal progresivo que le dejó en
una silla de ruedas y por último hasta sin habla ... La fundación
de las Oblatas
de Cristo Sacerdote. Y siempre, desde siempre
hasta el final, su empeño
por la santidad sacerdotal. Esta fue su
corona.
Que los sacerdotes fueran santos. Y bien que le tocaron
dias difíciles.
Todo ello queda reflejado
en el libro. Pero se nos antojaría
más. Porque la vida de monseñor Garcfa Lahiguera tiene tanto
que todo lo que cuenta el libro nos parece poco. Y otro reparo
algo más serio.
Que don José Maña fuera la discreción personifi­
cada
no quiere decir que el biógrafo -o las biógrafas en este
caso-, tengan que ser tan discretas. El libro quiere ser tan "polí­
ticamente correcto" que en ocasiones defrauda. Sobre el fran­
quismo, indudable
en el arzobispo, se pasa tan de puntillas que
casi no existe Franco, al que en dos ocasiones le dio Ejercicios
espirituales. La tremenda crisis postconciliar, que arrasó el huer­
to que cultivaba con afanes místicos, el de la santidad sacerdotal,
tampoco existe. Apenas alguna velada alusión. Y conociendo
el
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sentir del arzobispo aquello debió ser una verdadera agonja. Su
carta
al nuncio Dadaglio, valentísima en _aquellos tiempos (pág.
211), contra la vía libre a las secularizaciones
refleja un sufri­
miento mayúsculo
en persona .en quien 1a obediencia y la fideli­
dad a la Santa Sede er¡m norma suprema. .
El fracaso de los curas obreros (pág. 205), el caso Lefebvre
(pág. 221), los incidentes
con algunos sacerdotes en quien los
amaba entrañablemente,
el disgusto final valenciano que casi
hasta le privó del habla
en un anticipo de lo que serian sus últi­
mos
días (págs. 278-279), requerian más precisiones y más nom-
bres. Porque
1 o hacemos histot:ia o no la hacemos. ·
Más que ante un hermoso .libro, estamos ant<; un hermoso
santo.
Que el texto ayuda a con_ocer pero se queda corto. Creo
que no me equivoco al decir que monseñor García Lahiguera
será
el próximo obispo español, no mártir, que ascenderá a los
altares.
El trabajo de sus hijas contribuirá, sin duda, a conocerle
mejor. Y
en ese sentido es muy recomendable. Pero, repito, se
nos antoja corto. Antes
de leerlo yo tenia la impresión de que en
El Vedat de Valencia había besado la mano de un santo. Después
de su lectura no me cabe la menor duda.
FRANCISCO Jo,rn FERNANDEZ DE LA CIGOJ'i'A
Henri Peña-Ruiz y Jean-Paul Scot: UN POETE
EN POLITIQUE. LES COMBATS DE VICTOR HUGOC'l
El bicentanario del nacimiento de Víctor Hugo (1802-1885) se
ha cumplido el
26 de febrero de este año. No han faltado las
obras para celebrarlo y ésta
es una de ellas.
Víctor Hugo fue
un paradigma de versatilidad pplitica, tanto
con la pluma
-desde sus odas en elogio de la monarquía res­
taurada a sus diatribas contra los reyes y a favor
de todas las
revoluciones-, como con su actividad parlamentaria, primero
(*) Flammarion, París, 2002 (15 x 24 cms.), 450 págs.
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