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Número 501-502

Serie L

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Sociedad Misionera de Cristo Rey, P. José María Alba, S.J.

Sociedad Misionera de Cristo Rey, P. José María Alba, S.J., Sentmenat, 2011, 101 págs.

Sencilla biografía del P. Alba, de la Compañía de Jesús, preludio de alguna más extensa que sin duda se escribirá. Pero muy útil para acercarse al conocimiento de uno de los sacerdotes con más carisma de la segunda mitad del siglo pasado. Tuve la inmensa fortuna de conocerle y de ser su amigo. Muchos encuentros a lo largo de los años hasta que le despedí en un multitudinario funeral en un frío día de enero de 2002.

Fue sin duda uno de los más extraordinarios sacerdotes que he conocido. Y he conocido muchos verdaderamente notables por gracia de Dios. Tenía una personalidad desbordante, apasionada, con notabilísimas condiciones de líder. Nada en él era vulgar o anodino. Piadoso, rezador, activísimo, extraordinario director espiritual… Era ciertamente recio. Y hasta duro podría parecer desde el exterior. Pero desbordaba cariño, atenciones, delicadezas… Estaba siempre pendiente de todo y se interesaba por todo. Todos los que le tratamos sabíamos que éramos importantes para él. Que nos quería. A mí me lo demostró mil veces. Y era emocionante ver como se paraba con unas viejecitas que le adoraban o con unos niños que le escuchaban con ojos abiertos de admiración. La Unión Seglar de San Antonio María Claret era una gran familia en la que el Padre era eso: el Padre. Pero si algo gozaba de sus especiales preferencias era la juventud. De la que fue extraordinario director espiritual. Unos llegaron al sacerdocio, otras ingresaron en casas de religiosas, muchísimos constituyeron familias verdaderamente cristianas y no pocas, además, numerosas. Ejemplar su colegio de Sentmenat. Si todos los colegios religiosos fueran como él otro gallo nos cantara. Hoy lo lleva la Sociedad Misionera de Cristo Rey, en sus dos ramas, masculina y femenina, que el P. Alba fundó y en la que tantos amigos tengo. Y tanto respecto a los Misioneros como a la Unión Seglar o la Hermandad Sacerdotal quiero señalar un rasgo típico del P. Alba. Tengo el convencimiento de que él fue el alma de todo, ciertamente con valiosísimas colaboraciones. Por ejemplo del también jesuita P. Piulach o de los mosenes Ricart, Mariné o Bach. Pero el P. Alba se replegaba siempre ante ellos. Como si quisiera dejarles el escaparate. En eso era de admirable humildad. El opúsculo se refiere, como es lo normal, a la crisis de la Iglesia y de la Compañía de Jesús. Acabo de leer una extensa biografía del también jesuita padre Morales en la que eso no existe. Algunos son tan “delicados” o timoratos que en buena parte se cargan la biografía.

Además sin esa crisis no se entendería la vida de Alba, Morales, Molina, Bidagor… Si no hubiera existido, y desgraciadamente aún perdura, ¿para qué nuevas fundaciones religiosas? Los jóvenes con vocación que se dirigieron espiritualmente con ellos habrían ingresado en su gran mayoría, salvo clara vocación diocesana o a institutos de “mayor perfección”, en la Compañía de Jesús. Tuvieron muy claro que no. Por algo sería. Siendo además todos ellos estrictos ignacianos. Y hasta sus fundaciones, salvo la del P. Morales tal vez, eran exacto reflejo de la Compañía en la que ingresaron y que verdaderamente añoraban. Lectura pues muy recomendable que hace desear una biografía más extensa sobre este egregio jesuita.

Francisco José FERNÁNDEZ DE LA CIGOÑA