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Número 341-342

Serie XXXV

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Observaciones sobre un comentario

OBSERVACIONES SOBRE -UN COMENTARIO
sociabilidad ínsita a la naturaleza humana. Así, por un lado, frente
al triángulo totalitarismo-sociedad de masas-tecnocracia, tenemos
la sociedad orgánicamente estructurada, y no
s6lo en un sentido
descendente y basado
en la potestas -jerarquía política, inte­
grante de la sociedad
política-, sino' también en el ascendente,
con fundamento en la
auctoritas, desde la familia a los demás
cuerpos sociales
-sociedad civil o país real-; ambas deben con­
jugarse, respetando aquélla que la participaci6n social se realice
a través de ésta ( 14
).
OBSERVACIONES SOBRE UN COMENTARIO
POR
THOMAS MOLNAR
En el número 333-334 de Verbo leo el artículo de Francisco
José Femández de la Cigoña,
en rigor un comentario de la obra
de Luis
María Sandoval, cuyas observaciones se alimentan de lo
que llama la «cobardía» de los obispos y los laicos, la mayoría
de
los cuales lleva una e.'<Ístencia intelectual más bien triste, tras
el camuflaje de una sociedad occidental democrática, próspera,
p!uralista, liberal y capitalista. Mientras hubo un conflicto eritre
dos «superpotencias», al menos
se podía optar por uno de· los
lados, de manera que
-hablando con franqueza.:._ había más li­
bertad cuando dos ideologías parecian enfrentarse, perfilando dos
(14) Cfr. In., Tres ensayos: Cuerpos intermedios, representaci6n poli­
tica
y principio de subsidiariedad, Madrid, 1982. Desde distintos ángulos
se han intentado diversas construcciones de la sociedad civil: dr ., por ej~­
plo; la liberal de VfcTOR PÉREZ DíAZ, La primada de la sociedad civil,
Madrid, 1993, págs. 75 y sigs.; la socialista-progresista católica de la Fun­
daci6n Friedrich Ebert y el Instituto Fe y Secularidad, Sociedad civil y
Estado: ¿reflu;o .o retorno. de la sociedad civil?; y la original de IGNACIO
HERNANDO DE LARRAMHNDI, Crisis de sociedad. Reflexiones para el -siglo
XXI, Madrid, 1995, págs. 31 y sigs.
Verbo, núm. 341-342 (1996), 91-95 91
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THOMAS MOLNA.R
campos con contornos netos. Hoy, en cambio, cuando somos tes­
tigos de la fusión de las dos ideologías, los mensajes, aunque tam­
bién las condenas~. están más prontos, lo que aumenta el-despotis­
mo potencial, esta vez planetario. Si el período 194 5-1990 llevaba
el sello del miedo, el postetior
al derrumbamiento del muro de
Berlín está marcado por el conformismo global, etiquetado
re­
cientemente come, «nuevo orden mundial». Sin embargo, con el
auxilie, de la tecnología de punta, ese nuevo orden anuncia. el des­
potismo más acusado, por lo que el miedo se hará universal aun
sin precisar claramente su objeto.
Este miedo es, por consiguiente, el malestar que siente la ma­
yoría (siempre silenciosa) ante el conformismo campante. ¿Cuál
es su origen? Repito lo que he escrito en algunos libros y artícu­
los.
Las ~munidadés (naciones) occidentales históricamente se
nutrían del equilibrio entre los tres polos de la existencia social:
el Estado, la Iglesia y la extensa sociedad civil, siempre vigilada,
para su propio bien, por las otras dos instituciones. Vigilancia
política y moral,
ya que la sociedad civil, consistente en riesgos,
venturas e innovaciones, no puede darse a sí misma leyes.
Sin
embargo, este equilibrio se rompió bruscamente en 1789 y en
en pocos años los representantes de la sociedad civil ( Condorcet,
Sieyes, Mirabeau, Robespierre) lograron que ésta
se impusiera
sobre los otros dos.
Se firmó una especie de pacto con tinta vi­
sible e invisible que privaba al Estado y a la Iglesia de le, esen­
cial de su autoridad. La sociedad civil acaparará entonces todo el
poder, con la ayuda de
su ideología· cartesiana, spinozista, lockia­
na, en una palabra,
liberal_ La protesta de un Pío IX o un Donoso
Cortés no
fue propiamente contra la sociedad civil como tal, sino
más bien contra la ruptura -que se anunciaba permanente y
definitiva-del equilibrio de que acabo de hablar. Es lo que
me gusta llamar «la hegemonía liberal» y es ahí donde percibo
el peligro mayor no sólo para las naciones, sino incluso para la
moral individual, la religión y hasta la estética.
No obstante,
es natural que la victoria obtenida por el libe­
ralismo y la sociedad civil, en adelante institución hegemónica,
tuviera repercusiones sobre la Iglesia y el Estado. Ocupémonos
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OBSERVACIONES SOBRE UN COMENTARIO
aquí de la primera. Roma, al perder su papel eminente, no tuvo
otra opción que adaptarse al nuevo régimen, que
al principio no
era universal, pero que lo sería. Hicieron falta para ello dos
si­
glos. El proceso se aceleró con la aparición de los Estados Unidos
como potencia hegemónica en
· 1a escena mundial, ya que los
Estados Unidos no son sino una sociedad civil gigantesca que
jamás conoció
la autoridad religiosa y en la que la religión fue
siempre una opción individual más, al igual que
la irreligión y
todos los matices intermedios. El arte, la arquitectura, la litera­
tura, la imaginación, carecen allí de lenguaje religioso, y
es carac­
terístico que el edificio
más sólido y prestigioso de las ciudades
americanas pequeñas y medianas fuera
a menudo el que · alberga
el
banco. La burguesía medieval erigía ya sus edificios y monu­
mentos: el ayuntamiento,
la casa corporativa («guild hall»), las
residencias suntuosas de mercaderes y banqueros ricos (Medici,
Fuggei), frente a la catedral y
el obispado. Pero sólo en los
Estados Unidos
el hombre de negocios ( «bussinessman») será el
maestro constructor: edificios de oficinas ( «office-building»)
gi­
gantescos, fábricas, ferrocarriles, laboratorios, supermercados ...
Al principio, esto es, después de 1789, Roma disponía aún
de poder bastante, si bien residual, como para que recibiera
so­
licitaciones de una y otra parte para aliarse con su «vencedora»
la sociedad civil. Lamennais fue uno de los primeros en pronun'
ciarse en favor de la alianza con la clase obrera y si damos rin
salto hasta los teólogos de la liberación nos seguimos moviendo
más o menos en el ámbito del abbé Félicité. Un segundo salto
nos lleva hasta Michael Novak, convencido igual que Lamennais,
aunque en seotido opuesto, de que la Iglesia no sería «salvada»
(«aggiornada», modernizada, integrada eo el mundo) sino por el
trueque de una alianza con el capitalismo, en especial
more ame­
ricano. De Gregorio XIV a Juan Pablo Il la Iglesia se ha opues­
to a estas tendencias, aunque las presiones han ido creciendo',
cada vez más, en· cuanto el medio se descristianizaba, se desacra­
lizaba. Los mismos obispos, rodeados por su propia burocracia
y por los medios de comunicación, tropiezan y ceden finalmente
a las solicitudes. Sin decidirse entre
los «Lamennais» · y los
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THOMA.S MOLNAR
«Novak» y otros tentadores, llegan a la conclusión, inscrita en
la historia de los tiempos modernos, de que la mejor política
es
todavía 1a de seguir a la fracción dominante y, de manera general,
la orientación de
la sociedad civil hegemónica. El liberalismo
agresivo
de ésta no les deja otra elección.
La «cobardía» que nuestro colega denuncia en los obispos
tiene
su razón en el papel secundario de la Iglesia desde que
«firmó»
el pacto social. En un artículo en que el sociólogo ca­
tólico Emile Poulat analiza cierto número de escritos, se ha mos­
trado conforme con el autor de este artículo ( se trata de mi
libro La contrarrevolución, Unión Editorial, Madrid, 1975) res­
pecto de las ideas y comportamiento de los escritores franceses
contrarrevolucionarios posteriores a 1789,
De Maistre, Rivarol,
De Bonald, Veuillot. Poulat subraya el sentido de mi tesis: esos
pensadores, como otros que llegan hasta nuestros días, nd que­
rfuir -darse cuenta de que ¡Roma ha dejado de constituit el arse­
nal de las teorías de derecha! Sin renegar de la política de Pío VI
y
VII, comprendió muy pronto en el siglo XIX que el «nuevo
orden liberal», después « de izquierda», se
convertiría en hege­
mónico aunque bajo fachada de conciliación: democracia, dere­
chos del hombre, libertad religiosa, en fin.
En resumen: la con­
tra"evolución
católica no goza ya de la simpatía romana, los tiem­
pos de Bossuet han pasado itreversiblemente. El mismo pensa­
miento de Donoso Cortés levanta acta de esta evolución: la mo­
narquía protectora de la religión ya no existe y la Iglesia, solita­
ria, es incapaz de
combatir las inagotables divisiones de la lai­
cidad liberal y social-demócrata. La conclusión de Donoso no era
otra, pues, que un dictador que hiciera tabla rasa y recompusiera
el tablero del ajedrez político y cultural.
Cada
vez que brota un nuevo Donoso Cortés en el seno de
una nación o de otra, y han sido numerosos a lo largo de los
siglos
XIX y xx, él y sus seguidores se extr.añan de que el Epis­
copado y
el clero no les sigan, más aún, que adopten una actitud
crítica y
a menudo hostil. Actitud que ejerce
una· fuerte presión
sobre la
intelligentzia de derecha, dejándola dubitativa y confusa.
Y no es propiaínente «cobardía», es más bien una cuestión tá-
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DECONSTRUCCION, COMPRENSION Y EX.PLICACION
cita: ¿para qué? La causa principal de la confusión es termino­
lógica, pues dos siglos de hegemonía liberal e individualista han
desacostumbrado a
la gente de las palabras y referencias religiosas
y
el nominalismo celebra su triunfo ante la laicización de la cul­
tura. Las palabras ya no suenan, porque la caja de resonancia, la
Iglesia, ya no está presente con su inmensa ciencia, su compren­
sión y
-en el sentido de los universales de la Edad Media-su
realismd.
Habría que inventar de nuevo un lenguaje, aunque co­
rriésemos el riesgo de quedarnos cortos y mostrásemos a los ad­
versarios que el pensamiento de derecha tartamudea y busca com­
promisos.
i La tarea es inmensa. Hay que enfrentarse a una filosofía
errónea y
en ausencia de un público a punto de desertar en
masa: medids de
comunimei6n, universidades, fundaciones, lec­
tores serios ... A los que pese a todo quedan, hay que explicarles
y volverles a explicar. Sólo así será posible liquidar el miedo
y la cobardía.
DECONSTRUCCION, COMPRENSION Y EXPLICACION.
A PROPOSITO DE
LA SOCIEDAD CIVIL
POR
JuAN VALLET DE GOYTISOLO
Esta comunicac1on, que someto a este Pleno de Numera­
rids, me fue sugerida el pasado curso, al combinarme mental­
mente lo que
me suscitó la espléndida ponencia desarrollada por
José Luis Pinillos, acerca de la
deconstrucción y la propuesta de
Olegario
González de Cardedal, en el almuerzo en Lhardy, de
que tratáramos en éste la sociedad
civil.
De la deconstrucción me he ocupado ya de paso, tratando de
la
teoría general de la interpretación, en la parte sistemática de
mi Metodologla de la determinación del derecho, volumen II, que
Verbo, núm. 341·342 (1996), 95·111 95
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