Índice de contenidos
Número 341-342
Serie XXXV
- Textos Pontificios
-
Estudios
-
Deberes y derechos de las naciones. Comentario al discurso de Juan Pablo II en la ONU
-
El nacionalismo, entre la patria y el estado
-
Democracia y aristocracia
-
La autoridad y la obediencia
-
Poder político y religión: ¿una aporía?
-
Del «socialismo sin rostro» a la «hegemonía liberal». A vueltas con la sociedad civil
-
Observaciones sobre un comentario
-
Deconstrucción, comprensión y explicación. A propósito de la sociedad civil
-
Moralidad, pluralismo y bien común
-
España, tierra de María
-
El conocimiento analógico de Dios. El humanismo cristiano de Victorino Rodríguez
-
-
Actas
-
Dios y la naturaleza de las cosas. Crónica de la XXXIV Reunión de Amigos de la Ciudad Católica
-
Homilía del P. Agustín Arredondo, S. J. en la Misa del 9 de diciembre [XXXIV Reunión de Amigos de la Ciudad Católica]
-
Homilía del P. José María Alba, S. J. en la Misa del 10 de diciembre [XXXIV Reunión de Amigos de la Ciudad Católica]
-
Plática del P. Manuel Martínez Cano, M. C. R. en el acto litúrgico final [XXXIV Reunión de Amigos de la Ciudad Católica]
-
- Crónicas
-
Información bibliográfica
-
Marquesa de La Rochejaquelein: Memorias. La Revolución Francesa y las Guerras de la Vendée
-
Emilio Silva de Castro: La Virgen de Guadalupe, Reina de México y Emperatriz de las Américas
-
La población y sus problemas: Gérard-François Dumont. El festín de Cronos. El futuro de la población de Europa; Patricio H. Randle (ed.). La población. Respuestas a una doctrina de la seguridad demográfica
-
Álvaro Maortua Pico: España. Una conciencia histórica para la esperanza
-
Javier del Hoyo Calleja: Profeta de nuestro tiempo. Tomás Morales, S.J. (1908-1994)
-
AA.VV.: Jaime Eyzaguirre. Historia y pensamiento
-
España, la Iglesia y la Revolución en la historia de la guerra: John Keegan. Historia de la guerra
-
Andrés Caso Sanz: Un kilo de versos
-
![](https://fundacionspeiro.org/img/magazines/covers/113_serie-xxxv.jpg)
Autores
1996
Emilio Silva de Castro: La Virgen de Guadalupe, Reina de México y Emperatriz de las Américas
INFORMACION BIBLIOGRAFICA
gunos apéndices, está enriquecida por un extenso prólogo de
Alfonso Bullón de Mendoza,
en el · que realiza una síntesis del
estado de
la cuestión basado en fa bibliografía más reciente sobre
las guerras de la Vendée y su interpretación que, además de
es
tablecer la causa desencadenante de la guerra, orienta sobrada
mente
al lector que desee profundizar en el tema con otras lec
turas.
De fácil y amena lectura, resulta obligada para quienes deseen
conocer esa epopeya
y, sobre todo, constituye un ejemplo y un
estímulo para quienes
se oponen a la sociedad moderna, heredera
de aquella Revolución que
destruyó las bases sociales e intelec
tuales, naturales y divinas, de
la civilización cristiana.
ESTANISLAO CANTERO
Monseñor doctor Emilio Silva de Castro:
LA VIRGEN DE GUADALUPE, REINA DE MEXICO
Y EMPERATRIZ
DE LAS AMERICAS
El padre Emilio Silva de Castro es un sacerdote español· que
lleva muchos años evangelizando en Hispanoamérica. Es
catedrá
tico de la Universidad de Guanabara, profesor de otros centros
universitarios iberoamericanos, especialmente de Brasil, y miem
bro destacado de entidades culturales, filosóficas y jurídicas de
aquellos tertitorios, Comendador de la Orden de Isabel
la Cat6-
lica, etc.
Constante defensor de la Hispanidad, con entrañable amor a
México, ha escritd la obra que reseñamos, cuyo contenido es
bastante más amplio que el que indica el título, pues, añadido
al fervor mariano centrado. en
la Virgen de Guadalupe como ani
madora del descubrimiento y civilización americanos, el libro
constituye una verdadera historia del indicado descubrimiento y
civilización,
lleno de amor a la madre patria, . que procura des-
(4) Aunque se trata de una buena ttaducci6n, me permito apuntar,
pará sucesivas ediciones, una -revisión, no solo respecto _a la forma espa
ñola de algunos top6nímos, sino a diversas expresiones como su Majestad
muy cristiana en lugar de cristianfsima, olmos disparar repetidos cañonazos
o cañonazps disparados en lugar de oímos repetidos cafionazos o cañonazos
(sin más), algun galicismo como masacrarlos y, sobre todo, el -error per
manente de confundir abbé con abad, que no se emplea en esa acepción
española sino en la de cura, sacerdote o simple clérigo que aún no ha
sido ordenado sacerdote. <•J Prólogo de Antonio Caponnetto. Editorial .Procultura ~dental
A. C., Guadalajara,. Jalisco, México, 199,, 537 págs., rustica.
193
Fundaci\363n Speiro
INFORMACION BIBLIOG.RAFICA
montar con sólidos argumentos y abundante aportación documen
tal
la leyenda negra, que con frecuencia se suele divulgar, incluso
por oriundos españoles, sobre la esforzada y meritoria labor
ci
vilizadora y humanitaria de conquistadores y misioneros de nues
tra patria en las extensas tierras descubiertas por Colón, con el
patrocinio de los Reyes Católicos, poblados por indígenas rudi
mentarios, enfrentados en luchas fratricidas constantes y con
prácticas y ritos crueles y
sanguinarios.
El autor inicia el libro con una profunda síntesis de teología
mariana, que ocupa los cuatro primeros capítulos.
El capítulo V, entrando
ya en materia histórica, trata de la
situación moral
y religiosa en la América precolombina, con gue
rras crueles interminables, ritos sangrientos y prácticas viciosas.
Los Mayas, los Incas y los Aztecas, eran los
más cultos, pero en
general adoraban al sol
y fenómenos atmosféricos e incluso a de
terminados animales. En todos los lugares se practicaban sacrifi
cios humanos y
la antropofagia era costumbre generalizada.
El capítulo VI trata de los Reyes Católicos y el Nuevo Mundo.
Especialmente se refiere a Isabel la Católica, verdadera madre
de América. Hace cincuenta años, el humanista Martín de
Olme-
dilla hacía votos porque algún día no lejano fuese canonizada la
gran reina española. Así
se esperaba ansiosamente . por muchos
hispanos
al cumplirse el Quinto Centenario del Descubrimiento.
Pero la oposición de elementos antiespañoles, pretextando moti
vos ecuménicos y campañas de inspiración judía o musulmana,
hicieron que se bloquease el proceso
ya avanzado en Roma. Al
iniciar su reinado, Isabel la Católica encontró
la nación en plena
anarquía y desorden.
Su primera preocupación fue hacer justicia
y restablecer la confianza ciudadana y la
paz pública. En pocd
tiempo desarrolló una labor sobrehumana, como escribe Menén
dez Pelayo: «Se unieron Aragón y Castilla; se incorporó Nava
rra; se conquistó Granada ; se recobró el Rosellón ; se conquistó
Nápoles;
se penetró en Africa con el Oranesado, etc.». Como cul
minación, Colón, con su patrocinio, descubrió América, iniciando
su civilización bajo el signo de la Cruz: la obra más portentosa
que conocieron los siglos, como escribe
López de Gómara en la
dedicatoria
al Emperador Carlos V de su obra sobre la Conquista
de Méjico, después de
la Creación del Mundo, exceptuando la
Encarnación, Redención
y Muerte de Cristo Salvador.
Las Leyes de Indias y las Instrucciones a los conquistadores
y administradores de aquellos extensos territorios, no podrían
·haber sido
más humanitarias y bienhechoras.· Nunca fueron con
siderados Colonias sino prolongación de la Metrópoli, los indios
eran considerados iguales a los españoles, debían ser instruidos
194
Fundaci\363n Speiro
INFORMACJON BIBUOGRAFICA
en.la Religión Católica y respetados en sus bienes, fomentándose
la unión matrimonial con los descubridores, formándose así una
progenie común hispano-indígena.
El capítulo VII y siguientes se ocupan de la Epopeya evan
gelizadora, alabada por León
XIII y que Pío XII, al que podría
considerarse como el Papa de la Hispanidad, califica como una
obra «gigante, con la que España rompió los viejos límites del
mundo conocido, descubrió un continente nuevo y lo evangelizó
para Cristo».
Emilio Aguinaldo, caudillo de la rebelión filipina contra Es
paña,
no dudó en declarar más tarde que «España, por medio de
la fe cristiana, elevó a sus colonias a su propio nivel, comunicán
doles los mismos cánones espirituales y morales que ella profe
saba».
Antes que en ningunos otros territorios dependientes de otros
países, en los españoles de
illtramar se crearon Universidades, se
establecieron hospitales y se levantaron iglesias. La actividad bá
sica fue misionera, y ahí está,
eti pie de igualdad con la metró
poli,
la multitud de naciones generadas por el tronco común que
inventó el mestizaje para mezclar su sangre con la de los
aborí
genes. Las Encomiendas se establecieron para proteger a los in
dígenas y, aunque se dieron algunos abusos, su labor fue en ge
neral benefactora. Además de los Virreinatos, con carácter polí
tico,
se crearon Audiencias con funciones judiciales y Corregido
res para una mejor administración local.
Enemigos de España y del Catolicismo, difundieron una
le
yenda negra, denigrando su labor civilizadora americana. Pero
investigadores serios, incluso algunos protestantes como el norte
americano Charles Lummis, en sus obras
Los Conquistadores Es
pañoles del siglo XVI y Pioneros Españoles, divulgaron la extra
ordinaria epopeya española: «A mediados del siglo
XVI ya funcio
naban
en la América española las Universidades de Lima y Méjico,
y de ellas salían numerosos graduados, no sólo en Teología,
sino
también
en Artes, Filosofía y Medicina». «Ha habido en América,
escribe Lummis, escuelas para los indios desde el año 1524,
y, en
1875, casi un siglo antes de
que hubiese alguna imprenta en la
América inglesa, se habían impreso en Méjico muchos 1ibros en
doce dialectos indios, y existían, con semejante antigüedad, tres
Universidades antes de que se fundase la de Harvard». Era preo
cupación constante de los reyes, especialmente los de la Casa de
Austria, que se diese buen trato a los indios y que se les instru
yese en la
doctrina católica.
Con
ocasi6n del Quinto Centenario del Descubrimiento, el
actual
Pontifice Juan Pablo II ha elogiado la labor civilizadora
195
Fundaci\363n Speiro
INFORMACION BIBLIOGRAFICA
de los españoles en América, y ha manifestado que la mayor
parte de la población católica del mundo, a las puertas del tercer
milenio, proviene de la evangelización española en el Nuevo
Mundo.
En
el capítulo XIII, el autor pone de relieve la devoción a
la Virgen María de los descubridores, misioneros y civilizadores
de América. Animados con este espíritu e impulsados por el deseo
de extender las tierras que ofrecer a Cristo, con enormes
penali
dades y peligros, Magallanes inicia la vuelta al mundo, que. termi
na Núñez de Balboa; se descubren las. Marianas, bautizadas así
en honor de
la Virgen; el padre Urdaneta inicia la evangelización
de las Filipinas y establece una ruta segura entre este archipiélago
y Méjico ;
se multiplican los viajes y en todos los sitios el nombre
de la Virgen es puesto a territorios o parajes. En todos los lugares
se establecen escuelas para enseñar a
los nativos el idioma espa
ñol, algún oficio y, sobre todo, se les instruye en. la religión ca
tólica. Se tenía buen cuidado de que no fuesen a las tierras descu
biertas judíos, mahometanos· o herejes, con objeto de evitar cau
sas de discordia, lo que contribuyó en gran manera a la paz social
en los pueblos que
se civilizaban.
En
BrasH, a cargo de los portugueses, los criterios eran simi
lares a los de los españoles. No hay que olvidar que España y
Portugal eran ramas hermanas del mismo tronco común hispano
o ibérico
y que, duratite aproximadamente un siglo, ambas nacio
nes formaron un mismo reino.
En los capítulos XVII al XX insiste el autor en la terrible
situación en que
se encontraba Méjico en la época del descubri
miento. Y
en el XX trata de la port del territorio
por Hemán Cortés, que despues de ocupar la capi
tal con valor y habilidad extraordinarios, destrozó los ídolos ado
rados por los aztecas, que justificaban las atrocidades extermina
doras de la población
por sus gobernantes que les ofrecían sacri
ficios humanos, practicando la antropofagia y vicios nefandos, lo
que le granjeó el apoyo de
1as presumibles víctimas; entronizó en
su lugar la Cruz
y una imagen de la Virgen ; dispuso la evange·
lización en la doctrina católica que ordena amar a Dios sobre
todas las
cosas y al prójimo como a uno mismo; e impulsó una
civilización integradora con gran amor a las nuevas tierras y súb
ditos, que bien merecen sea considerado como el padre y funda
dor de Méjico, como le reconocen estudiosos sensatos, mientras
que apasionados inconsecuentes le niegan o discuten.
•
Los capítulos XXI a XXIV se refieren a la Virgen de Gua
dalupe, Patrona de Méjico y Emperatriz de América, con relato
de las apariciones y características
de la imagen, estampada en la
196
Fundaci\363n Speiro
INFORM-A.CION BIBLIOGRAFICA
capa del indio Juan Diego, sin materiales conocidos por el hom
bre y en cuyos ojos se encuentran reflejadas las figuras de quienes
estuvieron presentes en la entrevista
con el obispo Zumárraga.
Los capítulos XXV a XXX se
ocupan de .la persecución reli
giosa en Méjico, especialmente por Calles, con relato de los
he
róicos sacrificios de los Cristeros, con detalles escalofriantes de
fe y fortaleza con que muchas· de las víctimas del odio antirreli
gioso afrontaron
el martirio. Cuando los Cristeros, que defendían
la libertad para practicar la religión en su patria, tenían
la victoria
al alcance de la mano, se convinieron, a sus espaldas y sin consul
tarles, unos «acuerdos», por dos obispos con el sucesor de Calles,
Portes Gil, que los aceptó ante su comprometida situación.
Los acuerdos, por
lo demás muy poco generosos y reducidos
a unas concesiones mínimas por el poder
político, no fueron cum
plidas por el Gobierno y provocaron algunos años después, bajo
el mando de Cárdenas, una Carta Apostólica de Pío
XI sobre la
delicada situación religiosa en Méjico, con una Constitución, de
1917, peor aún que la precedente, en esta materia, y con
una le
gislación complementaria anticatólica como hay pocas.
La masonería, el judaismo y el protestantismo norteamerica
nos, influyeron grandemente en esta penosa situación de la Igle
sia en Méjico, antes y después de la
CrU2ada Cristera.
Termina el libro con un
reéuerdo emocionado a la Hispani
dad, como fórmula de gobierno cristiano universal, con mención
de
los nombres de Maeztu, Pablo Antonio Cuadra, Junco y otros,
y una fervorosa invocación a
la Virgen de Guadalupe, como Em:
peratriz de América.
En resumen, una
magnífica obra, cuya lectura será muy be
neficiosa, sobre todd en la juventud
que quiera tener una idea
objetiva de la conquista y
civilitación de · América bajo el signo
de la
CrU2 y la devoción a la Sanúsima Virgen, especialmente en
su advocación de Guadalupe.
GABRIEL ALFÉREZ CALLEJÓN
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gunos apéndices, está enriquecida por un extenso prólogo de
Alfonso Bullón de Mendoza,
en el · que realiza una síntesis del
estado de
la cuestión basado en fa bibliografía más reciente sobre
las guerras de la Vendée y su interpretación que, además de
es
tablecer la causa desencadenante de la guerra, orienta sobrada
mente
al lector que desee profundizar en el tema con otras lec
turas.
De fácil y amena lectura, resulta obligada para quienes deseen
conocer esa epopeya
y, sobre todo, constituye un ejemplo y un
estímulo para quienes
se oponen a la sociedad moderna, heredera
de aquella Revolución que
destruyó las bases sociales e intelec
tuales, naturales y divinas, de
la civilización cristiana.
ESTANISLAO CANTERO
Monseñor doctor Emilio Silva de Castro:
LA VIRGEN DE GUADALUPE, REINA DE MEXICO
Y EMPERATRIZ
DE LAS AMERICAS
El padre Emilio Silva de Castro es un sacerdote español· que
lleva muchos años evangelizando en Hispanoamérica. Es
catedrá
tico de la Universidad de Guanabara, profesor de otros centros
universitarios iberoamericanos, especialmente de Brasil, y miem
bro destacado de entidades culturales, filosóficas y jurídicas de
aquellos tertitorios, Comendador de la Orden de Isabel
la Cat6-
lica, etc.
Constante defensor de la Hispanidad, con entrañable amor a
México, ha escritd la obra que reseñamos, cuyo contenido es
bastante más amplio que el que indica el título, pues, añadido
al fervor mariano centrado. en
la Virgen de Guadalupe como ani
madora del descubrimiento y civilización americanos, el libro
constituye una verdadera historia del indicado descubrimiento y
civilización,
lleno de amor a la madre patria, . que procura des-
(4) Aunque se trata de una buena ttaducci6n, me permito apuntar,
pará sucesivas ediciones, una -revisión, no solo respecto _a la forma espa
ñola de algunos top6nímos, sino a diversas expresiones como su Majestad
muy cristiana en lugar de cristianfsima, olmos disparar repetidos cañonazos
o cañonazps disparados en lugar de oímos repetidos cafionazos o cañonazos
(sin más), algun galicismo como masacrarlos y, sobre todo, el -error per
manente de confundir abbé con abad, que no se emplea en esa acepción
española sino en la de cura, sacerdote o simple clérigo que aún no ha
sido ordenado sacerdote. <•J Prólogo de Antonio Caponnetto. Editorial .Procultura ~dental
A. C., Guadalajara,. Jalisco, México, 199,, 537 págs., rustica.
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Fundaci\363n Speiro
INFORMACION BIBLIOG.RAFICA
montar con sólidos argumentos y abundante aportación documen
tal
la leyenda negra, que con frecuencia se suele divulgar, incluso
por oriundos españoles, sobre la esforzada y meritoria labor
ci
vilizadora y humanitaria de conquistadores y misioneros de nues
tra patria en las extensas tierras descubiertas por Colón, con el
patrocinio de los Reyes Católicos, poblados por indígenas rudi
mentarios, enfrentados en luchas fratricidas constantes y con
prácticas y ritos crueles y
sanguinarios.
El autor inicia el libro con una profunda síntesis de teología
mariana, que ocupa los cuatro primeros capítulos.
El capítulo V, entrando
ya en materia histórica, trata de la
situación moral
y religiosa en la América precolombina, con gue
rras crueles interminables, ritos sangrientos y prácticas viciosas.
Los Mayas, los Incas y los Aztecas, eran los
más cultos, pero en
general adoraban al sol
y fenómenos atmosféricos e incluso a de
terminados animales. En todos los lugares se practicaban sacrifi
cios humanos y
la antropofagia era costumbre generalizada.
El capítulo VI trata de los Reyes Católicos y el Nuevo Mundo.
Especialmente se refiere a Isabel la Católica, verdadera madre
de América. Hace cincuenta años, el humanista Martín de
Olme-
dilla hacía votos porque algún día no lejano fuese canonizada la
gran reina española. Así
se esperaba ansiosamente . por muchos
hispanos
al cumplirse el Quinto Centenario del Descubrimiento.
Pero la oposición de elementos antiespañoles, pretextando moti
vos ecuménicos y campañas de inspiración judía o musulmana,
hicieron que se bloquease el proceso
ya avanzado en Roma. Al
iniciar su reinado, Isabel la Católica encontró
la nación en plena
anarquía y desorden.
Su primera preocupación fue hacer justicia
y restablecer la confianza ciudadana y la
paz pública. En pocd
tiempo desarrolló una labor sobrehumana, como escribe Menén
dez Pelayo: «Se unieron Aragón y Castilla; se incorporó Nava
rra; se conquistó Granada ; se recobró el Rosellón ; se conquistó
Nápoles;
se penetró en Africa con el Oranesado, etc.». Como cul
minación, Colón, con su patrocinio, descubrió América, iniciando
su civilización bajo el signo de la Cruz: la obra más portentosa
que conocieron los siglos, como escribe
López de Gómara en la
dedicatoria
al Emperador Carlos V de su obra sobre la Conquista
de Méjico, después de
la Creación del Mundo, exceptuando la
Encarnación, Redención
y Muerte de Cristo Salvador.
Las Leyes de Indias y las Instrucciones a los conquistadores
y administradores de aquellos extensos territorios, no podrían
·haber sido
más humanitarias y bienhechoras.· Nunca fueron con
siderados Colonias sino prolongación de la Metrópoli, los indios
eran considerados iguales a los españoles, debían ser instruidos
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en.la Religión Católica y respetados en sus bienes, fomentándose
la unión matrimonial con los descubridores, formándose así una
progenie común hispano-indígena.
El capítulo VII y siguientes se ocupan de la Epopeya evan
gelizadora, alabada por León
XIII y que Pío XII, al que podría
considerarse como el Papa de la Hispanidad, califica como una
obra «gigante, con la que España rompió los viejos límites del
mundo conocido, descubrió un continente nuevo y lo evangelizó
para Cristo».
Emilio Aguinaldo, caudillo de la rebelión filipina contra Es
paña,
no dudó en declarar más tarde que «España, por medio de
la fe cristiana, elevó a sus colonias a su propio nivel, comunicán
doles los mismos cánones espirituales y morales que ella profe
saba».
Antes que en ningunos otros territorios dependientes de otros
países, en los españoles de
illtramar se crearon Universidades, se
establecieron hospitales y se levantaron iglesias. La actividad bá
sica fue misionera, y ahí está,
eti pie de igualdad con la metró
poli,
la multitud de naciones generadas por el tronco común que
inventó el mestizaje para mezclar su sangre con la de los
aborí
genes. Las Encomiendas se establecieron para proteger a los in
dígenas y, aunque se dieron algunos abusos, su labor fue en ge
neral benefactora. Además de los Virreinatos, con carácter polí
tico,
se crearon Audiencias con funciones judiciales y Corregido
res para una mejor administración local.
Enemigos de España y del Catolicismo, difundieron una
le
yenda negra, denigrando su labor civilizadora americana. Pero
investigadores serios, incluso algunos protestantes como el norte
americano Charles Lummis, en sus obras
Los Conquistadores Es
pañoles del siglo XVI y Pioneros Españoles, divulgaron la extra
ordinaria epopeya española: «A mediados del siglo
XVI ya funcio
naban
en la América española las Universidades de Lima y Méjico,
y de ellas salían numerosos graduados, no sólo en Teología,
sino
también
en Artes, Filosofía y Medicina». «Ha habido en América,
escribe Lummis, escuelas para los indios desde el año 1524,
y, en
1875, casi un siglo antes de
que hubiese alguna imprenta en la
América inglesa, se habían impreso en Méjico muchos 1ibros en
doce dialectos indios, y existían, con semejante antigüedad, tres
Universidades antes de que se fundase la de Harvard». Era preo
cupación constante de los reyes, especialmente los de la Casa de
Austria, que se diese buen trato a los indios y que se les instru
yese en la
doctrina católica.
Con
ocasi6n del Quinto Centenario del Descubrimiento, el
actual
Pontifice Juan Pablo II ha elogiado la labor civilizadora
195
Fundaci\363n Speiro
INFORMACION BIBLIOGRAFICA
de los españoles en América, y ha manifestado que la mayor
parte de la población católica del mundo, a las puertas del tercer
milenio, proviene de la evangelización española en el Nuevo
Mundo.
En
el capítulo XIII, el autor pone de relieve la devoción a
la Virgen María de los descubridores, misioneros y civilizadores
de América. Animados con este espíritu e impulsados por el deseo
de extender las tierras que ofrecer a Cristo, con enormes
penali
dades y peligros, Magallanes inicia la vuelta al mundo, que. termi
na Núñez de Balboa; se descubren las. Marianas, bautizadas así
en honor de
la Virgen; el padre Urdaneta inicia la evangelización
de las Filipinas y establece una ruta segura entre este archipiélago
y Méjico ;
se multiplican los viajes y en todos los sitios el nombre
de la Virgen es puesto a territorios o parajes. En todos los lugares
se establecen escuelas para enseñar a
los nativos el idioma espa
ñol, algún oficio y, sobre todo, se les instruye en. la religión ca
tólica. Se tenía buen cuidado de que no fuesen a las tierras descu
biertas judíos, mahometanos· o herejes, con objeto de evitar cau
sas de discordia, lo que contribuyó en gran manera a la paz social
en los pueblos que
se civilizaban.
En
BrasH, a cargo de los portugueses, los criterios eran simi
lares a los de los españoles. No hay que olvidar que España y
Portugal eran ramas hermanas del mismo tronco común hispano
o ibérico
y que, duratite aproximadamente un siglo, ambas nacio
nes formaron un mismo reino.
En los capítulos XVII al XX insiste el autor en la terrible
situación en que
se encontraba Méjico en la época del descubri
miento. Y
en el XX trata de la port del territorio
por Hemán Cortés, que despues de ocupar la capi
tal con valor y habilidad extraordinarios, destrozó los ídolos ado
rados por los aztecas, que justificaban las atrocidades extermina
doras de la población
por sus gobernantes que les ofrecían sacri
ficios humanos, practicando la antropofagia y vicios nefandos, lo
que le granjeó el apoyo de
1as presumibles víctimas; entronizó en
su lugar la Cruz
y una imagen de la Virgen ; dispuso la evange·
lización en la doctrina católica que ordena amar a Dios sobre
todas las
cosas y al prójimo como a uno mismo; e impulsó una
civilización integradora con gran amor a las nuevas tierras y súb
ditos, que bien merecen sea considerado como el padre y funda
dor de Méjico, como le reconocen estudiosos sensatos, mientras
que apasionados inconsecuentes le niegan o discuten.
•
Los capítulos XXI a XXIV se refieren a la Virgen de Gua
dalupe, Patrona de Méjico y Emperatriz de América, con relato
de las apariciones y características
de la imagen, estampada en la
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INFORM-A.CION BIBLIOGRAFICA
capa del indio Juan Diego, sin materiales conocidos por el hom
bre y en cuyos ojos se encuentran reflejadas las figuras de quienes
estuvieron presentes en la entrevista
con el obispo Zumárraga.
Los capítulos XXV a XXX se
ocupan de .la persecución reli
giosa en Méjico, especialmente por Calles, con relato de los
he
róicos sacrificios de los Cristeros, con detalles escalofriantes de
fe y fortaleza con que muchas· de las víctimas del odio antirreli
gioso afrontaron
el martirio. Cuando los Cristeros, que defendían
la libertad para practicar la religión en su patria, tenían
la victoria
al alcance de la mano, se convinieron, a sus espaldas y sin consul
tarles, unos «acuerdos», por dos obispos con el sucesor de Calles,
Portes Gil, que los aceptó ante su comprometida situación.
Los acuerdos, por
lo demás muy poco generosos y reducidos
a unas concesiones mínimas por el poder
político, no fueron cum
plidas por el Gobierno y provocaron algunos años después, bajo
el mando de Cárdenas, una Carta Apostólica de Pío
XI sobre la
delicada situación religiosa en Méjico, con una Constitución, de
1917, peor aún que la precedente, en esta materia, y con
una le
gislación complementaria anticatólica como hay pocas.
La masonería, el judaismo y el protestantismo norteamerica
nos, influyeron grandemente en esta penosa situación de la Igle
sia en Méjico, antes y después de la
CrU2ada Cristera.
Termina el libro con un
reéuerdo emocionado a la Hispani
dad, como fórmula de gobierno cristiano universal, con mención
de
los nombres de Maeztu, Pablo Antonio Cuadra, Junco y otros,
y una fervorosa invocación a
la Virgen de Guadalupe, como Em:
peratriz de América.
En resumen, una
magnífica obra, cuya lectura será muy be
neficiosa, sobre todd en la juventud
que quiera tener una idea
objetiva de la conquista y
civilitación de · América bajo el signo
de la
CrU2 y la devoción a la Sanúsima Virgen, especialmente en
su advocación de Guadalupe.
GABRIEL ALFÉREZ CALLEJÓN
197
Fundaci\363n Speiro