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Número 351-352

Serie XXXVI

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Gianni Vattimo: Creer que se cree

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Como indica el prologuista, Romano Suarini, presidente de la
Sección de la SITA de Fossanova: «En Tomás de Aquino la cultura
alcanza una de sus cumbres más altas, en cuanto obra del hombre y
en cuanto incide en la formación del hombre nuevo. La cultura es
al mismo tiempo fruto del trabajo humano y principio de transforma­
ción de los hombres. La cultllra no sólo no se ordena a crear un
mundo a medida del hombre, sino más bien hacia un hombre a
medida humana, digno, en plenitud, perfecto. El ser del hombre,
cuando alcanza su plenitud cultural, adquiere también el esplen­
dor de la belleza. El ser y
la belleza caminan juntos. Esta es la
lección del ágil ensayo del Prof. Lobato» (pág. 8). Para continuar
señalando más adelante que la «necesidad y fragilidad de la cultura
requieren de cada uno de nosotros
un empeño vigilante. En este
marco atendemos al cuidado de la cultura en nuestro territorio [ de
la Latina] bajo la guía de Santo Tomás de Aquino en la sede de
Fossanova. El nos ofrece el modo de descubrir las raíces culturales
del hombre,
su lugar en el mundo, la vida para la manifestación y
conquista de la belleza. Para Tomás de Aquino el ser coincide con
lo bello, y por ello sacia. "Bello
es aquello que, visto, agrada", afirmaba
con autoridad. El mundo manifiesta plenamente el esplendor de la
belleza. Pero
es en el ser humano donde la belleza alcanza su pleni­
tud: el hombre contempla, produce, gusta en la obra de la naturaleza
y del arte y proyecta la luz de lo bello en el mundo. El libro del Prof.
Lobato nos ayuda a descubrir la belleza en el mundo y nos invita a
recoger la herencia doctrinal de Tomás de Aquino» (pág. 9).
EVARISTO PALOMAR MALDONADO.
Gianni Vattimo: CREER QUE SE CREE(*)
Hoy parece que hemos vuelto a las biografías filosóficas que
empiezan en las Confesiones de S. Agustín, continúan en los filósofos
(*) Paidos Srudio 1996.
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árabes medievales-Ibn Arabi, Avicena etc.-y renacen con Rous­
seau y en la modernidad
para darse entre nosotros con Unamuno y
ahora en Italia con Bobbio
y Vattimo. Este último, en la obra rese­
ñada nos ofrece
una dolorosa autobiografía que, en palabras de otra
de sus más recientes obras aquí aparecidas-, Hermeneutica, democracia
y emancipación ( 1) -nos dice cómo: «planteo el tema consuma dureza,
o casi, para no ocultar su carácter directamente escandaloso». Por esto me
creo autorizado a subtitular esta autobiografía como memorias de un
maricón no arrepentido.
En efecto, Vattimo empieza su obra como un Retorno en el que
dice que «La relación con lo sagrado, Dios, las razones últimas de
la existencia
es algo que todos vivimos como el representarse de un
núcleo de contenidos de conciencia que habíamos olvidado a veces,
rechazado violentamente
y de los que se trataría de liberarse» (pá­
gina 11). -Planteada así la cuestión, preguntándose «¿cómo retorna
lo religioso?
-si retorna según creo--en mi-nuestra experiencia
actual» (pág. 12)
se responde: «Quizá, ... lo que en un cierto momento
de la vida vuelve a poner en juego la cuestión de la religión tenga
que ver con la fisiología de la madurez y el envejecimiento» (pág.
13). Es, pues el inevitable
problema de la patencia ineludible de la
muerte, la finitud humana, aunque añade: «no estoy del todo conven­
cido de que sea "fisiológica"
la renuncia a la coincidencia de significado
en el más acá» (pág. 14). Este es, pues, el ineludible problema,
aunque no
se presente tan patentemente: «La razón por la que la
cuestión
de la ley natural me importaba tanto era una mezcla de
problemáticas filosóficas (había empezado a leer Netzsche) ... Y no es­
toy en absoluto seguro de que se pueda sostener que, este amor erosi
no tiene que ver con la caritas, con el ágape-predicado por el Evangelio.
Esa segunda
(¡y más radical?) razón por la que me importaba el
problema de la ley natural y de la metafísica que la sustenta era
que, entre tanto, había tomado en consideración
(o ¿será mas politically
corree! decir que había elegido?) el pertenecer a una minoría sexual
dedicada a lo
que el catecismo llamaba el vicio contra natura, peca­
do contra
el Espíritu Santo o algo por el estilo» (pág. 88). La des-
(1) En Filosofía, política y religión. Ediciones Nobel 1996, página 47.
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cripción de la situación interior de Vattimo no puede ser más clara,
tanto en lo referente al croµa, el cuerpo, cuanto en lo que dice al
1tVEUµa el espíritu, entendido como Noua, conocimiento y tam­
bién como Aoyoa, como razón. Por eso, continua: «Empecé a de­
jar de ir a la iglesia cuando, por un lado, en el estudio de la filosofía
encontré cada
vez más razones para considerar insostenible la metafísica
"cristiana" y,
por otro, en el plano personal comencé a intentar
construirme una vida sentimental libre del esquema neurótico de
pecado
y confesión. Además ¿cómo podría pertenecer a una iglesia
cuya enseñanza pública me considera
una persona despreciable?»
(pág. 89). Esto, además de confirmar lo anterior, introduce la conside­
ración social, no ya solo personal, del problema. Así transfiere la
problemática propia, personal, a algo general, lo que le autoriza a
pasar a una consideración filosófica que, naturalmente, será la de
su propia filosofía, desarrollada en otras obras. Así, en su obra
fundamental,
El Pensamiento débil (2), nos dice cómo «este surge
precisamente cuando
se supone que, frente a un planteamiento fé­
rreamente metafísico del problema del inicio ... la experiencia de la
que debemos arrancar,
y a la que debemos permanecer fieles, es la
que cabría calificar de lo
"cotidiano"» (pág. 19), es decir la mera
existencia de lo diario sin preocuparse de dónde venimos ni a dón­
de vamos. Esta
toma de posición de ruptura ante la férreas exigen­
cias de los principios metafísicos es
una constante de la filosofía de
Vattimo que será seguida de un segundo coprincipio epistemoló­
gico, la necesidad hermenéutica de
una nueva interpretación de los
textos y situaciones heredadas que expone en otras dos obras
Más
allá de la interpretación (3) y Etica de la interpretación (4) en las que
expone su teoría: Para
Vattimo el mensaje de la Antigüedad que
nos trasmite la Historia hay
que interpretarlo hoy teniendo en cuenta
las diferentes formas culturales
que se ban sucedido. Entre estos
mensajes históricos está la Escritura, Antiguo y Nuevo Testamen­
to.
Por encima de los concretos lenguajes empleados está el verda-
(2) G. VATIIMO, El pensamiento débil, Catedra 1983.
(3) G. VATIIMO, mds allá de la interpretación, Paidos 1983.
(4) G. VATTIMO, ética de la interpretación, Paidos 1991.
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dero sentido intemporal que se quiere transmitir a todos los hombres
de todos los tiempos. Por ejemplo: donde la Escritura dice blanco o
negro, no debemos entender estos colores tal como se entienden en
el lenguaje corriente de hoy (5) sino como un valor absoluto y ya
permanente.
En otras palabras, lo importante es la cualificación
como color:
que este sea blanco o negro, poco importa. Si esto lo
llevamos al sentido moral
en la explicación que antes da de los
vocablos
eros y ágape, desaparece toda la referencia de Dios Creador y
Legislador. Supremo e Inapelable. Creo que para entender el doloroso
mensaje de estas
Confesiones lo mejor es empezar por el mensaje
inscrito en la
parte biográfica. El libro empieza en el Retorno con
esta
confesión íntima: «Durante mucho tiempo me he levantado pronto
para ir a misa antes de la escuela, del despacho, de las clases en la U niver­
sidad». Era, pues, un católico convencido y practicante. ¿Cómo pudo
cambiar hasta el punto de necesitar ahora un retorno? El mismo
nos lo cuenta en el párrafo antes citado: lo que importa es que haya
amor,
que este sea afectivo o carnal, horno ... o heterosexual, forma­
lizado legalmente o no,
es igual. Es evidente que esta epistemolo­
gía hermenéutica casa perfectamente con una actitud débil, no solo
antihistórica, sino amerafísica.
En palabras de Vattimo, «está más
allá de la violencia de la metafísica» (pág. 44) que explícita así: «He­
mos intentado pensar el ser fuera de la metafísica de la objetividad precisa­
mente por razones éticas; por tanto estas razones deben guiarnos en la elabo­
ración de las comecuencias de una elaboración no metafísica del ser como la
ontología del debilitamiento. En términos más claros: la herencia cristiana
que retorna en el pensamiento débil es también y sobre todo la herencia del
precepto cristiano de la caridad y su rechazo de la violencia» (pág. 45 ).
Por esto el cristianismo que él busca es otra cosa: «No estoy ciertamente
ante un patrimonio de doctrinas y preceptos, claramente definidos, que resolve­
rían todas mis dudas y me indicarían claramente qué hacer. Es verdad que
la doarina cristiana que me ha predicado la Iglesia católica tiende a
presentárseme con esta apariencia, de modo que, de no encontrarla de nuevo
(5) Las palabras son signos convencionales, por lo que cambian de un
lenguaje a otro y también de un tiempo a otro.
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así, sería porque, en el fondo, no quiero volver a encontrarla en su verdad.
Pero este cristianismo dogmdtico y disciplinario no tiene nada que ver con
lo que mis contemporáneos y yo "reencontramos"; no es esta la forma-en la
que la enseñanza de jesús se muestra capaz de atraernos y de hablarnos»
(págs. 70-71). En todo lo anterior se transluce el drama íntimo de
Vattimo, el querer-y-no querer simultáneamente,
actitud, por otro
lado, coherente con su «ontología débil», ametafísica y,
por ende,
despreciadora del principio de no contradicción.
Lo que pretende,
en suma,
es satisfacer su religiosidad -aspiración imborrable del
alma
humana-, pero no cumplir con la Religión, sino fundar una
nueva-a su medida. Por eso añadimos a su autocalificación homo­
sexual las palabras «no arrepentido», pues no pretende
una «religa­
ción» unión, atadura, del hombre con Dios que es el significado
propio de la religión, sino algo nuevo y aceptado
por la actual cul­
tura, de la que
se rige en profeta indiscutible. Esta nueva religión
ya no estaría dentro de los «límites de la razón», como quería
Kant,
sino totalmente determinada por las fluctuaciones emotivas de lo
cotidiano, campo propio de la cultura postmoderna del pensamiento
débil. En esta nueva situación, no sería la iglesia la que dirigiría a la
comunidad de fieles, sino estos se convertirían en la última ratio de
las normas sociales de convivencia. Para comprobar lo acertado de
esta lectura de
Vattimo recordemos que ha dicho que «estoy conven­
cido, y no solo por bajos motivos de apego a mis pasiones, de que, si hay
para mi una vocación a reencontrar el cristianismo, esta significa ante
todo la tarea de volver a pensar los contenidos de la revelación en términos
secularizados-también en el sentido de "conformes al siglo", en forma, pues,
que no repugnen a mi, poca o mucha, cultura del hombre de mi tiempo. T odn
lo contrario a volver arrepentido a la casa del padre (entendida como la
disciplina católica) ... reinvindico el derecho a escuchar de nuevo la palabra
envangélica sin tener por ello que compartir las auténticas supersticiones, en
materia de filosofía y de moral, que todavía oscurecen la doctrina oficial de
la iglesia» (páginas 92-93). El sentido no puede estar más claramente
expresado. Y
es el de nuestra anterior lectura crítica: no pretende
velar, sino expresar una actual hermenéutica eclesial progresista.
Así
ha de entenderse su proclama tolerante contra la violencia, así
como esta frase
«El ejemplo del sacerd,,cio femenino y, por otra parte, el
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tabú de la homosexualidad son un terreno relativamente fácil para la apli­
cación de mi discurso de la secularización». Lo que no es fácil es preten­
der aplicar esta hermenéutica a la frase evangélica que dice «No
penséis que vine a poner paz en la tierra sino la espada (Mt. 10-
34)», porque la paz de Crisro es arra: «mi paz os doy; no como la da
el mundo» (Jn. 14-27).
ANTONIO SEGURA FERNS
Fray Aníbal E. Fosbery, O. P. : BICHO
Miguel Angel Tobares, apodado el «Bicho», falleció repentina
e inesperadamente, a los cuarenta y cuatro años de edad, en Mar del
Piara, el día 23 de junio de 1994. Dejaba esposa, D" Leonor, apodada
«Titina», y cuatro hijos, Osear Carlos, Pablo Esteban, Vanessa y
Miguel Angel. Perteneció, desde ocrubre de 1962, cuando conraba
can sólo con crece
afias de edad al primer grupo de F.A.S.T.A. La
«Fraternidad de Agrupaciones de Sanco Tomás de Aquino» (FASTA)
es una asociación canónica privada de fieles, fundada en 1962, en
Argenrina, a partir de la Orden dominicana y bajo su amparo, por
el fraile dominico Dr. Aníbal Ernesro Fosbery, O. P., su actual
Presidente.
La asociación tiene dos objetivos principales: realizar una tarea
apostólica, especialmente entre la juventud
y la familia, y orientar
espiritualmente a sus miembros, según el carisma dominicano.
Se
nutre, por canro, de la espirirualidad de la Orden dominicana fundando
su doctrina, en
el Magisterio de la Iglesia y en la teología y filosofía
de Sanro Tomás.
En este bien editado libro, F.A.S.T.A. rinde un homenaje a
uno de los primeros colaboradores del P. Fosbery, presentando una
(*) En el recuerdo y en la esperanza de la ciudad miliciana, San Miguel de
Tucumán, Editorial F.A.S.T.A., 1995, Pág. 96.
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