Índice de contenidos
Número 205-206
Serie XXI
- Textos Pontificios
- Noticias
- In memoriam
-
Estudios
-
La tecnocracia: sus objetivos unidimensionales
-
La libertad y la responsabilidad
-
Responsabilidad y corresponsabilidad en el ateísmo contemporáneo
-
El hombre de Dios, contra Dios
-
Tradicionalismo y krausismo
-
La fórmula de la justa remuneración en Rerum novarum y en la economía de Adam Smith
-
Acción familiar
-
- Monográficos
- Ilustraciones con recortes de periódicos
-
Información bibliográfica
-
Hubert Jedin: Historia del Concilio de Trento
-
María Luisa Rodríguez Aisa: El Cardenal Gomá y la Guerra de España (Aspectos de la gestión pública del Primado, 1936-1939)
-
.M. Pero-Sanz: Friedrich Engels: El origen de la familia, la propiedad y el Estado
-
P. H. Randle (ed.): La conservación del patrimonio material y espiritual de la nación
-
Javier Nagore Yarnoz: En la Primera de Navarra (Memorias de un voluntario navarro en Radio Requeté de campaña)
-
-
Crónicas
-
Crónica de la festividad de San Fernando 1982
-
Discurso de Rafael Botella [San Fernando 1982]
-
Discurso de Paloma Ortiz de Zarate Fuentes [San Fernando 1982]
-
Discurso de José María Piñol Aguadé [San Fernando 1982]
-
VIII Congreso de I.P.S.A. (Instituto de Promoción Social Argentina). Representación natural y poder político
-
Autores
1982
Julio Garrido Mareca
JULIO GARRIDO MARECA
JULIO GARRIDO MARECA (t 14-5-1982)
El
mes de mayo, tradicionalmente gozoso para los amigos
de la Ciuadad Católica que nos veníamos reuniendo año
. tras
año
en la misa y en
la cena con que conmemorábamos la festivi
dad de nuestro patrón San Fernando, se presentaba esta vez con un suplementario motivo de alegría, En ese día se iban
a. en
tregar
los índices de
la revista que reeogían veinte años de tra
bajos y que permitirían manejar muchos miles de páginas de
valiosas colaboraciones. Y, sin embargo, resultó un mayo ver
daderamente trágico para Verbo y la Ciudad Católica.
El 14 de mayo nos conmovió a todos la noticia de la muerte
de ese hombre sabio y bueno que fue Julio Garrido.
D~spués
nos
llegaría
la del fallecimiento del P. Roig Gironella ocurrida
algún tiempo antes. Y, por último, el mismo día de nuestra
reunión, el horrible accidente en el que perdieron sus vidas Je
rónimo y María Teresa Cerdá cuando precisamente venían desde
Valencia a participar con nosotros en la fiesta de San Fernando.
¡Qué pérdidas para sus amigos! ¡Qué pérdidas, sobre todo,
para la causa de Dios! Pero El, en sus misteriosos designios,
bien sabe lo que hace aunque nos cueste entenderlo. Quiso abrir
les las puertas del cielo en el mes de la Virgen a
la que tanto
amaron. Y si el dolor por su pérdida nos embarga, estamos con
vencidos de que estarán
ya gozando
de Dios y desde
allí inter
cederán por nosotros y por nuestras obras en las_ que tanto tra
bajaron. Sus vidas fueron una enttega constante a la mayor gloria
de Dios en esta España nuestra, tan en el alma de todos ellos,
y que hoy parece querer olvidarse de todo lo que
la hizo gran
de, de todo lo que
la· hizo patria. Su recuerdo debe animarnos
más en la reconquista: y su colaboración será sin duda ahora to
davía· más eficaz.
Hace muchos años que conocí a Julio Garrido incorporado
a la Ciudad Católica
desdé su
regreso del
extranj~ro. Aquel hmn
bre siempre amable, de discreta apariencia, que todos los martes
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Fundaci\363n Speiro
IN MEMORIAM
aparecía por nuestras reuniones de General Sanjurjo no parecía,
a los ojos del aprendiz universitario que
le observaba, la imagen
del sabio. Y lo era. Discípulo predilecto, Garrido, de Julio Palacios, el profesor
Bru evocaba en
ABC la « brillantísima carrera científica» de
nuestro
inolvidable
amigo. Ya
el título de su evocación era bien
significativo: «Sensible
pérdida para la ciencia española». No es
este el
lugar,
ni yo la persona indicada, para extenderse sobre la
autoridad alcanzada por Julio en el campo de la Cristalografía. Recogeremos solamente algunos párrafos
del artículo de Bru:
«Tanto aquí en España como fuera de ella
ha dejado cons
tancia de la ingente labor desarrollada durante
cilÍcuenta años,
como
lo atestigua el magnifico libro escrito
. en
colaboración con
el padre Orland.
Los rayos X y la estructura fin,a de los metales,
único sobre el tema escrito en _lengua castellana, y más de cien
trabajos de investigación publicados en las revistas especializadas
más prestigiosas del mundo entero.
»Pero con
Julio Garrido se cumple el proverbio aquel de que
nadie es
profeta en
su tierra. Secretario de Palacios cuando aquel
es nombrado: director del Instituto Rockefeller es después
«re
clamado por· la Unesco,
vive
· durante
algunos años en Egipto y
en París, donde simultanea
su cargo
de
director del
Centro
Cien
tífico
de
Docomentación con su labor docente· y
de. investigación,
que
lleva a cabo en la Sorbona. También la nueva faceta de
su vida le lleva a Iberoamérica, donde incansablemente continúa
con su Cristalografía, formando magníficos grupos de trabajo
en Buenos Aires, Santiago de Chile y Montevideo. Acude a
to
dos
los Congresos de
la especialidad, con cuya participación se
cuenta siempre, y resuelve con gran sencillez
y. elegancia el di
fícil
problema de la unicidad de la estructura, que acupaba la
atención de investigadores
de primera fila».
«En
España se le ofrece una cátedra de Cristalografía, pero
para ocuparla precisa, pese a su gran prestigio, realizar la
co
irespondiente oposición. Viene con gran ilusión y sucede lo in
creíble, sé le eliinina en
el segundo
eiercicio, justó
el
que lleva
por
titulo:
"Conceptos,· ·métodos y fuentes dé la asignatura».
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Fundaci\363n Speiro
JUUO GARRIDO MARECA
¿Puede cometerse mayor dislate? ¿Dudar de la capacidad de
quien se ha pasado
la vida sumergido en la Cristalografiía y dic
tando normas sobre esta disciplina? Supe de la tremenda reac
ción de Palacios cuando se le comunicó la noticia. Los mejores
cristalógrafos del mundo entero no llegaron a comprendet aquello».
«Garrido fue injustamente olvidado e intencionadamente ig
norado en un momento crucial para el desarrollo de la Ciencia
en España, que menospreció la enorme valía de un hombre que
a diario
estaba dando prestigio a su Patria, a la que quería en
trañablemente. Creo que los científicos españoles estamos en
deuda con él. Si estas líneas, escritas con d corazón y todavía
embargado por la pena que me ha producido su desaparición,
pueden contribuir a que, por quienes corresponda, alcancen a
borrar el etror que se cometió, me daré por muy satisfecho». Nada más hay que añadir a lo dicho por el profesor Bru,
pues queda con ello sobrada constancia del prestigio intelectual
de nuestro amigo, reconocido tardíamente en nuestra patria con
su ingreso como académico numerario de la Real de Ciencias
Exactas, Físicas y Naturales. Fue en el año de 1976. Allí le
acompañamos, con el calor de la amistad, todos los que los mar
tes nos reuníamos con él para tratar de temas muy distintos de
la estructura de los minerales.
Pero, como decía, este sabio no lo parecía. De una sencillez
extraordinaria, afable con todo el mundo, dispuesto siempre a
realizar cualquier trabajo por humilde que fueta -¡cuántas
trá'.
ducciones
del francés publicadas en
Verbo fueron obra de Julio
Garrido ... -, solamente hablando con él se percataba uno de
su profunda vida interior
y del enorme bagaje de conocimientos
religiosos, culturales
y artísticos que atesoraba.
Con amigos en todo el mundo -Hispanoamérica, Francia,
Egipto ...
-era
fuente constante de información y de relación.
Si alguien quería establecer contacto con alguna petsona de auto
ridad en los temas que últimamente lo ocupaban no tenía más
que decírselo a Julio y a veces sólo su nombre bastaba para
abrir las puertas.
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Fundaci\363n Speiro
IN MEMORIAM
Sumamente preocupado por la evolución de la Iglesia, de
ideas arraigadas firmísimamente nada más lejos de él, sin embar go, que esa caricatura del integrista, agresivo, arisco y gritador.
Rafael Gambra en una hermosa memoria de su persona y su
obra en
El Alcázar recordaba esta cualidad de su carácter que
tan grata impresión dejó en todos los que le conocieron:
« Ver
dadero sabio y hombre de carácter afable y sosegado, nunca hizo
bandera de sus posiciones espirituales».
Numerosas revistas extranjeras:_ Itineraires, Roma, La Contre
Reforme Catbolique ... le tenían como representante y correspon
sal en España. Y sería imposible hacer mención de los infinitos
artículos publicados en esas revistas así como en otras españolas.
El «siervo bueno y fiel» nos ha dejado. Su corazón que tanto
sufrió por el humo de Satanás que había penetrado en la Iglesia
dejó de latir un día de mayo, el mes de
la Virgen. De esa Vir
gen de sus iconos amados que tantas veces nos repartió en gra
bados que él mismo preparaba. Y, él era, muchas veces, quien
en esos rosarios rezados los primeros martes de cada mes los
dirigía sacando de su bolsillo las cuentas desgastadas por el uso.
Su humildad quiso quedar reflejada has
ta en el recordatorio que
nos hizo llegar su familia: «No pido ni las gracias ni los privi
legios que concediste a San Pedro y a San Pablo, sino que deseo
que me concedas lo que prometiste al buen ladrón cuando es tabas en la cruz».
Hoy estará ya en su Gloria, con los santos que veneró, los
Padres de Oriente, en los que era un especialista, San Pío V ... ,
con su mujer que le precedió en d tránsito y con Cristo y con
María por cuyo reino tanto y tan bien combatió.
A sus hijas nuestro recuerdo entrañable y emocionado. Y a
él nuestra oración para que siga ayudándonos desde el cielo como
lo hizo en la tierra en nuestro combate, que era el suyo, por la
causa de Dios.
FRANCISCO JOSÉ FERNÁNDEZ DE LA CrGOÑA.
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JULIO GARRIDO MARECA (t 14-5-1982)
El
mes de mayo, tradicionalmente gozoso para los amigos
de la Ciuadad Católica que nos veníamos reuniendo año
. tras
año
en la misa y en
la cena con que conmemorábamos la festivi
dad de nuestro patrón San Fernando, se presentaba esta vez con un suplementario motivo de alegría, En ese día se iban
a. en
tregar
los índices de
la revista que reeogían veinte años de tra
bajos y que permitirían manejar muchos miles de páginas de
valiosas colaboraciones. Y, sin embargo, resultó un mayo ver
daderamente trágico para Verbo y la Ciudad Católica.
El 14 de mayo nos conmovió a todos la noticia de la muerte
de ese hombre sabio y bueno que fue Julio Garrido.
D~spués
nos
llegaría
la del fallecimiento del P. Roig Gironella ocurrida
algún tiempo antes. Y, por último, el mismo día de nuestra
reunión, el horrible accidente en el que perdieron sus vidas Je
rónimo y María Teresa Cerdá cuando precisamente venían desde
Valencia a participar con nosotros en la fiesta de San Fernando.
¡Qué pérdidas para sus amigos! ¡Qué pérdidas, sobre todo,
para la causa de Dios! Pero El, en sus misteriosos designios,
bien sabe lo que hace aunque nos cueste entenderlo. Quiso abrir
les las puertas del cielo en el mes de la Virgen a
la que tanto
amaron. Y si el dolor por su pérdida nos embarga, estamos con
vencidos de que estarán
ya gozando
de Dios y desde
allí inter
cederán por nosotros y por nuestras obras en las_ que tanto tra
bajaron. Sus vidas fueron una enttega constante a la mayor gloria
de Dios en esta España nuestra, tan en el alma de todos ellos,
y que hoy parece querer olvidarse de todo lo que
la hizo gran
de, de todo lo que
la· hizo patria. Su recuerdo debe animarnos
más en la reconquista: y su colaboración será sin duda ahora to
davía· más eficaz.
Hace muchos años que conocí a Julio Garrido incorporado
a la Ciudad Católica
desdé su
regreso del
extranj~ro. Aquel hmn
bre siempre amable, de discreta apariencia, que todos los martes
447
Fundaci\363n Speiro
IN MEMORIAM
aparecía por nuestras reuniones de General Sanjurjo no parecía,
a los ojos del aprendiz universitario que
le observaba, la imagen
del sabio. Y lo era. Discípulo predilecto, Garrido, de Julio Palacios, el profesor
Bru evocaba en
ABC la « brillantísima carrera científica» de
nuestro
inolvidable
amigo. Ya
el título de su evocación era bien
significativo: «Sensible
pérdida para la ciencia española». No es
este el
lugar,
ni yo la persona indicada, para extenderse sobre la
autoridad alcanzada por Julio en el campo de la Cristalografía. Recogeremos solamente algunos párrafos
del artículo de Bru:
«Tanto aquí en España como fuera de ella
ha dejado cons
tancia de la ingente labor desarrollada durante
cilÍcuenta años,
como
lo atestigua el magnifico libro escrito
. en
colaboración con
el padre Orland.
Los rayos X y la estructura fin,a de los metales,
único sobre el tema escrito en _lengua castellana, y más de cien
trabajos de investigación publicados en las revistas especializadas
más prestigiosas del mundo entero.
»Pero con
Julio Garrido se cumple el proverbio aquel de que
nadie es
profeta en
su tierra. Secretario de Palacios cuando aquel
es nombrado: director del Instituto Rockefeller es después
«re
clamado por· la Unesco,
vive
· durante
algunos años en Egipto y
en París, donde simultanea
su cargo
de
director del
Centro
Cien
tífico
de
Docomentación con su labor docente· y
de. investigación,
que
lleva a cabo en la Sorbona. También la nueva faceta de
su vida le lleva a Iberoamérica, donde incansablemente continúa
con su Cristalografía, formando magníficos grupos de trabajo
en Buenos Aires, Santiago de Chile y Montevideo. Acude a
to
dos
los Congresos de
la especialidad, con cuya participación se
cuenta siempre, y resuelve con gran sencillez
y. elegancia el di
fícil
problema de la unicidad de la estructura, que acupaba la
atención de investigadores
de primera fila».
«En
España se le ofrece una cátedra de Cristalografía, pero
para ocuparla precisa, pese a su gran prestigio, realizar la
co
irespondiente oposición. Viene con gran ilusión y sucede lo in
creíble, sé le eliinina en
el segundo
eiercicio, justó
el
que lleva
por
titulo:
"Conceptos,· ·métodos y fuentes dé la asignatura».
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Fundaci\363n Speiro
JUUO GARRIDO MARECA
¿Puede cometerse mayor dislate? ¿Dudar de la capacidad de
quien se ha pasado
la vida sumergido en la Cristalografiía y dic
tando normas sobre esta disciplina? Supe de la tremenda reac
ción de Palacios cuando se le comunicó la noticia. Los mejores
cristalógrafos del mundo entero no llegaron a comprendet aquello».
«Garrido fue injustamente olvidado e intencionadamente ig
norado en un momento crucial para el desarrollo de la Ciencia
en España, que menospreció la enorme valía de un hombre que
a diario
estaba dando prestigio a su Patria, a la que quería en
trañablemente. Creo que los científicos españoles estamos en
deuda con él. Si estas líneas, escritas con d corazón y todavía
embargado por la pena que me ha producido su desaparición,
pueden contribuir a que, por quienes corresponda, alcancen a
borrar el etror que se cometió, me daré por muy satisfecho». Nada más hay que añadir a lo dicho por el profesor Bru,
pues queda con ello sobrada constancia del prestigio intelectual
de nuestro amigo, reconocido tardíamente en nuestra patria con
su ingreso como académico numerario de la Real de Ciencias
Exactas, Físicas y Naturales. Fue en el año de 1976. Allí le
acompañamos, con el calor de la amistad, todos los que los mar
tes nos reuníamos con él para tratar de temas muy distintos de
la estructura de los minerales.
Pero, como decía, este sabio no lo parecía. De una sencillez
extraordinaria, afable con todo el mundo, dispuesto siempre a
realizar cualquier trabajo por humilde que fueta -¡cuántas
trá'.
ducciones
del francés publicadas en
Verbo fueron obra de Julio
Garrido ... -, solamente hablando con él se percataba uno de
su profunda vida interior
y del enorme bagaje de conocimientos
religiosos, culturales
y artísticos que atesoraba.
Con amigos en todo el mundo -Hispanoamérica, Francia,
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Si alguien quería establecer contacto con alguna petsona de auto
ridad en los temas que últimamente lo ocupaban no tenía más
que decírselo a Julio y a veces sólo su nombre bastaba para
abrir las puertas.
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IN MEMORIAM
Sumamente preocupado por la evolución de la Iglesia, de
ideas arraigadas firmísimamente nada más lejos de él, sin embar go, que esa caricatura del integrista, agresivo, arisco y gritador.
Rafael Gambra en una hermosa memoria de su persona y su
obra en
El Alcázar recordaba esta cualidad de su carácter que
tan grata impresión dejó en todos los que le conocieron:
« Ver
dadero sabio y hombre de carácter afable y sosegado, nunca hizo
bandera de sus posiciones espirituales».
Numerosas revistas extranjeras:_ Itineraires, Roma, La Contre
Reforme Catbolique ... le tenían como representante y correspon
sal en España. Y sería imposible hacer mención de los infinitos
artículos publicados en esas revistas así como en otras españolas.
El «siervo bueno y fiel» nos ha dejado. Su corazón que tanto
sufrió por el humo de Satanás que había penetrado en la Iglesia
dejó de latir un día de mayo, el mes de
la Virgen. De esa Vir
gen de sus iconos amados que tantas veces nos repartió en gra
bados que él mismo preparaba. Y, él era, muchas veces, quien
en esos rosarios rezados los primeros martes de cada mes los
dirigía sacando de su bolsillo las cuentas desgastadas por el uso.
Su humildad quiso quedar reflejada has
ta en el recordatorio que
nos hizo llegar su familia: «No pido ni las gracias ni los privi
legios que concediste a San Pedro y a San Pablo, sino que deseo
que me concedas lo que prometiste al buen ladrón cuando es tabas en la cruz».
Hoy estará ya en su Gloria, con los santos que veneró, los
Padres de Oriente, en los que era un especialista, San Pío V ... ,
con su mujer que le precedió en d tránsito y con Cristo y con
María por cuyo reino tanto y tan bien combatió.
A sus hijas nuestro recuerdo entrañable y emocionado. Y a
él nuestra oración para que siga ayudándonos desde el cielo como
lo hizo en la tierra en nuestro combate, que era el suyo, por la
causa de Dios.
FRANCISCO JOSÉ FERNÁNDEZ DE LA CrGOÑA.
450
Fundaci\363n Speiro