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Número 239-240

Serie XXIV

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El pensamiento político de Eugenio Vegas Latapie

EL PENSAMIENTO POLITICO DE EUGENIO VEGAS
LATAPIE
POR
ESTANISLAO CANTERO
SUMARIO: l. Aproximacióri general a su obra.-II. Los fundamentos de
una doctrina.-111.
·1a crítica a la democracia.-lV. La no accidenta·
lidad de las formas de gobiemo.-V. De la causa del mal a la politique
d'abord.-VI. La resistencia al poder.-VII. La Monarquía Tradicio­
nal.-VIII. Los fascismos y el remedio de las dictaduras.-IX. Conw
clusi6n.
l. Aproximacrón general a su obra.
La importancia y significación del pensamiento político de
Eugenio Vegas es, sin duda alguna, de
la mayor trascendencia
para
la Historia de España y pa.ra el pensamiento político tra­
dicional y contrarrevolucionario de nuestra patria. Su
principal
y

más couocida obra ha sido. Acción
Española. Decir
Acción
Española es

decir Eugenio Vegas, como decir Acción Francesa
es decir Charles
Maurras. Pero

su
fabor no se agotó ahí, pues
Verbo y Speiro,
ta:tnbién son,

aunque
en menor medida, obra
suya. Y sus
Consideraciones sobre la. democra<;ia (

1) son de
1965.
Cuando comienza la andadura
intelectuail y política de Ac­
ción
Española, Eugenio

Vegas
re encuentra

con que es preciso
comenzar casi desde cero. El derecho público ctistiano y
el pen­
samiento

político tradicional, aun sin haber perdido
nad.a de
su
vigencia por la
perennidad de sus fund001entos, carecían de toda
(1) Consideraciones sobre la democracia, Real Academia de Ciencias
Morales y Políticas, Madrid, 1965. Hay otra edición de Afrodisio Aguado,
Madrid, 1965, y otra mexicana con el título de Democracia, ¿ilusi6n his­
t6rica?, Promesa, México, 1983. Citaré por la primera.
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Fundaci\363n Speiro

EST ANISLAO. CANTERO
actualidad. Los principios políticos y socirues contenidos en las
encíclicas de

Pío IX, León XIII, San Pío X y Pío XI, los prin­
cipios de la política natural recogidos en la doctrina social
y
política de la Iglesia; eran prácticamente desconocidos o igna­
rados. La Monarquía
.se encontraba
desprestigiada, hasta el
pun­
to de carecer de- una auténtica doctrina que justificase su razón
de ser. Se había convertido en el ánimo de casi todos en una
República coronada, a la que
tan sólo faltaba zafarse del mo­
narca
para encontrar

la pureza de la aohelada democracia. Esta
apareció después como un hecho consumado; y para la mayoría
de
la intelectualidad que entonces se presentaba como la única
que
podía alumbrar los futuros caminos del progreso de la pa­
tria,
felizmente consumado.
Vegas Latapie se propuso
actualizar una

doctrina que a mu­
chos ]es parecía caduca e indefectiblemente superada. Reunió
un grupo considerable de intelectuales que, bajo su impulso, co­
menzó una tarea ciclópea, dada la magnitud de la catástrofe,
y que podría parecer imposible, pues era preciso no sólo co­
menzar desde los cimientos, sino
además, al

mismo
tiempo,
reelaborar las reglas del arte con las que debería ser realizada,
que se encontraban deformadas o abandonadas. Y, así, én me­
nos de cinco años, logró que una doctrina aparentemente peri­
clitada, vdlviera a florecer y a brillar, tras muchos
años de
lan­
guidez y de penumbra,
~an sólo

iluminada por hombres como
Donoso, Balmes, Aparisi,
Nocedal, Menéndez

y Pelayo
y V áz­
quez de Mella, que con su labor enlazaban con los contrarrevo­
lucionarios
· de
fines del
XVIII y ·comienzos del XIX. Y si gracias
a ellos esa doctrina no
había caído

en un olvido completo, gra­
ci11s a Eugenio

Vegas se convirtió en una
escuela donde
la his­
toria, la razón, la tradición, la patria y la religión católica con­
vergíao, de nuevo,
para intentar propagar unas verdades lar­
gamente ignoradas e impulsar un movimiento de renovación
intelectual y moral que creará las élites necesarias para estable­
cer una
sociedad confo!l!Ile a las leyes

de Dios.
Tarea de Eugenio Vegas, en la que al hilo de las necesida­
des actuales,
iba desarrollando

una doctrina en
las páginas
de
1078
Fundaci\363n Speiro

EL PENSAMIENTO POLITICO DE VEGAS LATAPIE
Acción Española y de La Epoca. Nuevo parruelismo con Maurras,
que

no
puede sorprendernos, . pues
ambos vivieron situaciones
similares en sus respectivas patrias.
M igual que Maurras, y sin
realizar en absoluto una mera labor
de copia o traducción, con­
sigue revitalizar una doctrina dándole nuevo impulso, incorpo­
rando
al pensamiento español los razonamientos esgrimidos por
Maurras,
pero
sin abdicar por ello de las enseñanzas de los maes­
tros españoles
y en especial de la sólida base católica.
Así,

realizó una nueva presentación de la
. doctrina tradicional
y
Jo hizo con

un rigor y un vigor verdaderamente sorprendente
dada
su juventud.
Su
formación precoz
asombra
por el
conocimiento del
pen­
samiento político y de la historia de Ios tres últimos siglos, es­
pecialmente
de Francia, de cuya Revolución fue una verdadera
autoridad.
De su formación, según ha manifestado en sus Me­
moriar, sabemos que, a[ menos, a los quínre años había leído la
polémica sobre el mal menor de Nocedal
(2), a Donoso Cor­
tés
(3) y a Menéndez y Pelayo (4). A los dieciséis descubre, y a
partir de
ahí lee asiduamente, la Acción Francesa (5). A los dieci­
nueve ha leído
ya a V ázquez de Mella, Balmes y Donoso ( 6 ),
Enrique Gil Robles (7), Mateos Gago, Louís Veuillot (8), los
maestros que
escribían en Acción Francesa y sobre todo a Mau­
rras
(9). Después, los innumerables autores de que da fe su mag­
nilica biblioteca

y las anotaciones y acotaciones que pueden verse
en
sus libros.
De
todos ellos, quienes más influyeron fueron los maestros
españoles: el Donoso del
Ensayo y 1os tres famosos Discursos, el
Nocedal

del mal menor, el Balmes del
Catolicismo comparado
(2) Memorias políticas. El suicidio de la Monarquia y la Segunda Re-
pt!blica, Planeta, Barcelona, 1983, p,ig. 20.
(3) Memorias ... , pág. 21.
(4) Memorias ... , pág. 192; Consideraciones ... , pág. 10.
(5) Memorias ...
, págs. 25, 34.
(6)
Memorias ... , pág. 36.
(7)
Memorias ... , pág. 43.
(8) Memorias ... , pág. 46.
(9) Memorias ...
, p,igs. 47, 61, 259.
1079
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ESTANISLAO CANTERO
con el protestantismo. Y, sobre todo, Menéndez y Pe;layo en
su
Historia de

los
. heterodoxos
españoles
-cuyo epílogo le gus.
taba. recitar- y
que, como él. mismo confiesa, le marcó para toda
la vida (10). Junto
a ellos, natmahnente, Charles Mauttas. Pero
la

influencia de
éste fue, respecto a las. ideas,

más de forma que
de fondo. En la
maneta de

argumentar y presentar
la doctrina;
en el modo de
reatl.iz,ir la

crítica
a la democrax:ia. La

mayor
in­
fluencia de Maurras, la influencia que podríamos considerar de­
cisiva,

fue
en. la
forma en que
había que
lograr el
fin pretendi­
do, es decir, en la acción, en la organización para conseguirlo,
La revista Acción Española, la sociedad cultural del mismo
nom­
bre,

la editorial, los actos públicos, los homenajes, incluso la Ju·
ventud Monárquica que, salvando las
distancias, Eugenio Vegas
le

hubiera gustado que fueran como los Camelots du
Roí, todo
iba

dirigido a rescatar
una doctrina

casi en el olvido,
a presen­
tarla en

forma actual que
·suscitara las

adhesiones de los intelec­
tuales, a realizar
una labor doct;irutl y

formativa para crear una
élite
dirigente que

instaurase el Estado nuevo que era
la Mo­
narquía
tradicional

católica,
si fueta preciso mediante un golpe
de fuerza que la trajera. Era
el método de Maumis ( 11 ).
II. Los fundamentos de una doctrina.
El primer fundamento de su pensamiento político se encuen­
tra en
la religión. Profundamente católico, el catolicismo impreg­
na

toda
·su vida

y
su obra.

En
e!! deseo de. encontrar .el lugar más
a propósito donde contribuir «de manera más eficaz a
la gloria
de Dios» (12), se consagró a «dar. a conocer las verdaderas doc­
trinas

políticas y
sociales» (
13 ), haciendo efectivo
el programa
maurrasiano

de
politique d' abord, mediante

la «difusión y defen.
(10) Consideraciones ... , pág. 10.
( 11)
Cfr. Charles Maurras, Au signe de Flore, Les Oeuvres représen­
tatives, París, 1931; La contre-révolution spontanée, Lardanchet, -¡943¡ Le
bienheureux Pie X Sauveur de la France, Pion, París, 1953.
(12) Memorias ... , pág. 20.
(13) Memorias ... , pág. 20.
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Fundaci\363n Speiro

EL PENSAMIENTO POLITICO DE VEGAS LATAPIE
sa de fos principios del Dereoho Público Cristiano» (14). Y hay
que
destacar su fidelidad a la integridad de las enseñanzas de la
Iglesia, que exigen, también, poner en
práctica su
doctrina
so­
cial
y política.
En sus escritos, desde
el primer libro acerca del fracaso de
la política del ralliement (15), hasta el primer tomo de sus Me­
morias
-ejemplo de la expresión de unas ideas nunca abando­
nadas y nuevamente
expresadas--encontramos
reflejado con cla­
ridad el pensamiento político de quien se propuso luchar para
lograr restaurar e instaurar una sociedad católica fundamentada
en el derecho público cristiano y en
el dereoho

narural
y cuya
· .

ccronación
fa consriruía la monarquía católica . tradicional.
Para Eugenio

Vengas
como para Donoso

o Menéndez Pelayo,
la religión católica constituye el primer y más importante funda'
mento

de
la sociedad. Por eso, en 1965, reafirmando lo que en
otras ocasiones había señalado,
rechaz<1ba el «derecho nuevo»
-según

expresión de
León XIII-
«nacido de
los principios
divulgados

por los
pseudofil6sofos del
siglo
XIII», que había
sustituido a «la filosofía
política católica» y, por ello, .. r «Dere­
cho Público Cristiano, que en el
terreno de

los .principios per­
manece intacto, y ·en el que sé contiene la· única solución par.a sal­
var al mundo de los terribles malés que le <>menazan» (16). Por
eso insistirá en
que «lo
más
necesario· y fundamental es
estudiar
la Verdad católica y luego propagarla incansablemente» (17). Ya
en
el primero de sus escritos, inédito hasta 1959, explicaba que
el origen de la crisis mundial es «la irreligión» (18), y con Do­
noso
Cortés que no había
más alternativa que

«catolicismo o
muerte» (19).

En
contraste con el primer tercio del siglo xi<;
(14) Memorias ... , pág. 20.
(15)
Catolicismo y República, Gráfica Universal, Madrid, 1932.
(16) Consideraciones ... , pág. 67; cf. EsCritOs pO!itiC~~, CÚltura Es-
pañola, Madrid, 1940, pág. 20. . "'·
(17) _Escritos .políticos, tomo I, Círculo, ·ZaraSoza, 1959~ pág. 10._ Éste
tom~ ~()
~ una seguD.da ·ediéi6n dcl citado ~ la nota anteriol'. Se ~cli:iyen
otros mfcu1~· difere~tes ad~ de l'eproducir otros,' y faltar alguno del
anterior.
(18) . Op. últ. cit., pág. 16.
(19)
Op. ált. cit., pág. 16.
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Fundaci\363n Speiro

ESTANISLAO CANTERO
evocando el Siglo de Oro español, recordaba que su grandeza
surgió «de
la Religión, inspiradora de sus actos y pensamientos
todos» (20). No se
trataba tan

sólo de una comprobación histó­
rica que,

como tal, pertenecía al
pasado. Al
acudir a
la historia
lo hacía tanto
por amor a su patria, para la que quería e!l mayor
bien, como por
amor a

Dios, cuyas leyes quería que rigieran
la
sociedad. Al evocar Ia historia pasada, señalaba la razón de su
prosperidad y grandezá, que al haber
desapa:recido, sumía
a Es­
paña en el desastre. Por eso había que retomar a
la Causa que
sería, nuevamente, el fundamento de la prosperidad. Había que
volver a Dios. Y para quienes considerasen imposible que en el siglo xx pudiera volver aquella sociedad teocéntrica, indicaba que
·
«es

un camino angosto y lleno de espinas; pero siempre que haya
fo en los cristianos será posible ese gobierno y estado social cris­
tiano» (21 ). Y apoyaba su afirmación en el ejemplo de García
Moreno, «el Felipe II de la Edad Contemporánea» (22). Claro que, para ello, era necesario que
los católicos

estuvie­
ran convencidos de ello y se esforzasen en toda su vida, incluida
su vida política, por hacerlo
realidad. De aihí su insistencia en
la necesidad
del estudio del

Detecho Póblico
Cristfano (23
), pues
«es verdad inconcusa para los católicos que
todas las actividades
del

hombre, incluso las más indiferentes y
nimias, deben
estar
dirigidas
al servicio y gloria de Dios, y, por lo tanto, a ese fin
también

deben estar forzosamente referidas
las actividades
po­
líticas» (24).
Y

es que, a su juicio, era incontrovertible que «fuera de la
concepción cristiana del
Estado, existe

sólo un constante movi­
miento pendular de
1a democracia al despotismo y de éste a
aquélla» (25). Y que
«el verdadero progreso de los pueblos se fra-
(20) Op. últ. cit., pilg. 19.
(21) Op. tllt. cit., polg. 21.
(22)
Op. últ. cit., pilg. 21.
(23) Passim. en toda su obra. Prácticamente es en lo que más insiste.
(24) «Importancia de la política», en Verbo, núm. 53-54 (1967), pá-
gina 249. ·
(25)

Carta-prólogn
al estudio de Gabriel de Armas, «La esencia de la
libertad y los caminos de la represión según Donoso C.Ortés». en el h1,ro
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Fundaci\363n Speiro

EL PENSAMIENTO POLITICO DE VEGAS LATAPIE
gua en su mondidad y religiosidad, que lleva a sus individuos a
realizar toda clase de grandes empresas; para ser un
gran rey no
basta con acrecentar sus estados y mejorarlos
materialmente ---es­
cribe

refiriéndose a Luis
XV-, preciso es también impedir que
por la corrupci6n de las inteligencias se preparen catástrofes,
in­
cluso

materiales» (26). Por eso, Eugenio Vegas reproducía el
verso del poeta: «El Rey es el
.:lférez de Dios sobre la tie­
rra

...
» (27).
En

el pensamiento político de Vegas Latapie ocupa un lugar
primordial la idea de orden. Pero no se trata tan sólo
de una
l6gica
consecuencia de

su profesi6n de fe católica. Es fruto,
tam­
bién,

de un razonamiento fundamentado en la observaci6n de la
naturaleza y

en el estudio de la historia. Para
él, como para todo
el pensamiento tradicional, la naturaleza tiene una existencia
objetiva
y no es una creaci6n
del hombre; por el contrario, es
independiente de
nuestra voluntad

y tiene
unas leyes
que el
hom­
bre

tiene que descubrir y a las que
ha de acomodar sus acros.
Cuando
se ignoran

o se
rechazan esas ,leyes, se
producen toda
clase de
males y

de excesos en
la sociedad: «la negaci6n de la
existencia objetiva de los principios
fundamentrues del
orden
jurídico priva a las
-leyes

de toda
justilicaci6n raciona:!
y por el
subjetivismo jurídico arrastra a
las naciones

a la anarquía» (28).
Por eso rechaza el historicismo y el
formalismo jurídico

para los
que «el contenido de la
ley no interesa para nada, ni nada sig­
nifica».

Y, afia de: «la doctrina jurídica moderna ignora
la exis­
tencia

del orden natural de los seres y de las cosas y reconoce
al Estado
el derecho a hacer el mwl: 1a injusticia legal» (29).
«No admitimos ---escribía en 1933 al hablar del sufragio
del citado autor, Donoso Cortés, editorial E. T., colección Cálamo, Ma­
drid, 1953, pág. 206;. o en kbor (Madrid), núm. 85 (1953), pág. 57, con
el título «Autoridad y libertad segón Donoso Cortés». (26) Comentario al libro de
Pierte Gaxotte, Le siecle de Loois -XV,
en Acci6n Española, núm. 28 (1933), págs. 349-440.
(27) Escritos
pollticos, Cultura E.pañola, Madrid,

1940,
pág. 161.
(28)
Romanticismo y· democracia; Cultura Espafiola, Santander, 1938,
pág. 61. (29) Romanticismo .... , pág. 67.
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Fundaci\363n Speiro

EST:ANISLAO CANTERO
universal~ que la fuente del Derecho sfü la voluntad del pue­
blo o de su mayoría»,
«por encima de la voluntad del legislador
( uno solo, varios o
aun todos

los connacionales por medio de los
plebiscitos
.y referendums) ha.y toda una serie de normas -le­
yes de
la naturaleza, derecho natural, idea de Justicia, según los
autores- a las que aquél
delx, conformar
sus mandatos» (30).
Rechaza, pues, todo voluntarismo jurídico. Y observemos que lo
hace con independencia de la forma
jurídica política

de
la que
proceda la ley. Lo
redhaza tanto

se trate de monarquía, de aris­
tocracia o de democracia._ Y es que, como reitera.en otro lugar,
Eugenio Vegas afirma «la existencia de una verdad objetiva, de
una religión verdadera, de un
derecho verdadero».
Y, añade: «lo
verdadero y lo falso, lo justo y lo injusto, son
valores indepen­
dientes

de
la voluntad de los hombres» (31). Y es que «la «ver­
dad existe por sí misma, con independencia del número, de las
masas y de las voluntades» (32). Por
ello, «el

legislador humano
carece de poder para crear leyes a su volnntad. Su altísima mi­
sión se

reduce a indagar y buscar lo que Dios quiere que se
haga en un caso determinado» (33).
Pero si existe un orden natural con sus leyes propias, para
Eugenio
· Vegas

no
significa que
el mismo se cumpla
inexorable'
mente

en las sociedades, pues lejos de todo determinismo es cons­
ciente de que la historia
ila hacen los hombres (34). Tampoco se
trata

de un orden
del cual
algunos
han hecho su caricatuta pre­
sentándolo

con unos caracteres inmutables que, por hist6ricos,
no son esenciales, sino producto de
las circunstancias de tiem­
po y
-lugar. Por

ello, repetirá que no se trata de
volver a institu­
ciones
que

aunque
demostraton su bondad en épocas determina­
das,

no es posible restablecer, sino de aplicar unos principios a
las circunstancias
actuales (35).

No hay, pues, determinismo al-
(30) Escritos pollticos, Cultura Española, Madrid, 1940, pág. 30.
(31)
bp. úli. cit., pág. 181. ·
(32) Romanticismo ... , pág. 170 .
. (33) Consideraciones ... , pág. 149.
(34) Cfr. «El mito del igualitarismo», en 'Verbo, núm. 75-76 '(1969),
pág. 381; Consideraciones ... , pág. 246.
(35) Cfr. Escritos pollticos, Círculo, Zaragoza 1959, pág. 123.
Fundaci\363n Speiro

EL PENSAMIENTO POLITICO DE VEGAS LATAPIE
guno ni petrificación de ningún tipo en' el orden político que
propugna.
Se

comprende, pues, perfectamente, que Vegas haga suyo
el concepto de ley de Santo Tomás (36) y el papel importantísi­
mo que desempeña la razón en su determinación. Y ello porque
al crear Dios todas las cosas, «quedaron sometidas
a un

orden
mediante una

serie de leyes que
se cumplen _de manera
inexo­
rable en

el orden físico, mientras
que en
el terreno
mora:! pue­
den

ser violadas por las criaturas inteligentes, como desgraciada
consecuencia de la libertad de que gozan» (37). Para evitar ese
peligro contamos con la razón. Así, señalará que «las leyes no son producto de la voluntad humana, sino reflejo de la ley na­
tural, cuyas aplicaciones concretas
han de

ser descubiertas por
, el

legislador mediante la razón» (38). Pero consciente también
de
la fragilidad de la naturaleza humana, indicará que «para no
caer, pues, en
el desorden y dejarse arrastrar por las pasiones,
necesita la
frágil naturaleza

humana la asistencia de la gracia,
completada con insti_tuciones que ayuden
al hombre

a actuar
conforme a los dictados de la recta razón» (39). Por ello, uno de los mayores reproches que Eugenio Vegas
hace a la
menta:lidad y

a
la democracia moderna es su idealismo
y su racionalismo

que, desconociendo la realidad de la natura­
leza, pretende
ordenada conforme

a
. sus
modelos imaginados.
Así, escribirá: «los racionalistas, forjadores
d" . un

Estado
pdlí­
tico

fundado en los que ellos pretendían principios puros de la
razón, . han introducido y penpetuado durante más de un siglo
el desorden en los pueblos» ( 40). Y, en otro lugar, criticando a
la democracia moderna, señalará que, «en lugar_ de acudir a la
experiencia
del presente y del pasado, se apela a un idealismo
desprovisto de
toda realidad» (41).
(36) Escritos pol/ticos, Cultura Española, Madrid, 1940, pág. 30.
(37) Consideraciones ...
, pág. 150.
(38)
Op. últ. cit., pág. 153.
(39)
Op. últ. cit., pág. 273.
( 40)
Romanticismo ... , pág. 23; ·e&. «Et mito del igµ~tatismo», en
Verbo,
núm. 75-76 (1969), pág. 394.
(41) Consideraciones ... , pág. Z72.
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Fundaci\363n Speiro

ESTANISLAO CANTERO
Se comprende, también, que la ley, para serlo reailmente, ten­
ga
que ser conforme
a· Derecho
( 42) y que. tenga que elaborarse
de acuerdo con
la experiencia y la tealidad actual de los pue­
blos: «no pueden ser consideradas las
foyes como
mera:s obras
humanas», «el legislador está obligado a estudiar esas "relacio­
nes naturales", para adaptarlas a las
circunstancias de

un momen­
to determinado» ( 4 3). Las sociedades, por consiguiente, han de fundamentarse en
el orden natural. Por ello, no es verdadero orden
el que

lo
vul­
nera. Esa es la razón de que legalidad y orden verdadero pue­dan no coincidir o de que
legafildad y
legitimidad sean en deter­
minados momentos realidades opuestas,
lo que le llevará a afir­
mar la licitud de la resistencia ail poder constituido y hasta a la
obligación ele
la rebeldía de forma activa frente a un poder
ilegítimo, de

lo que más
adeilante nos
ocuparemos.
La referencia en su obra
al Derecho Público Cristiano es
constante. Pero no especificó
cuáles eran
sus principios o su
contenido. Se encuentra disperso por toda su obra
y está cons­
tituido por
el Estado católico, lo que incluye la doctrina del
origen del poder que procede de Dios, el concepto cristiano de
la libertad y de la igullldad, el principio del bien común, la su­
jeción de la
política a

la morro
cat6lica y en general la sumisión
de
la sociedad y del Estado a la ley de Dios.
Para
conduir este

apartado es
necesario referirse
a una frase
de Goetbe que a Eugenio Vegas le gustaba repetir: «Prefiero
la injusticia al desorden» ( 44 ). De cuanto
llevamos dicho,

aparen­
temente esta frase encierra una contradicción con su pensamien­
to, pues está claro que sin justicia
~o puede haber

orden. Pero
la antinomia no es real.
Bl significado

de dicha expresión, que
al referirnos a
la democracia moderna quedará más claro, consis­
te, para Eugenio Vegas, en que lo que se denomina o se expresa
con
la palabra injusticia es la ausencia de fo que la mentalidad
(42) Romanticismo ... , págs. 67-76.
(
43)
Consideraciones ... , pág. 151.
(44)
Romanticismo ... , p&g. 43.
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Fundaci\363n Speiro

EL PENSAMIENTO POUTICO DE VEGAS LATAPIE
moderna considera derechos imprescriptil:Jles de los hombres,
cuyo respeto a
ultranza era
una de las causas del desorden en
las
sociedades.
III.
La crítica a la democracia.
Eugenio Vegas no fue un tratadista de dereoho político, sino
un
intelectual que quiso
hacer comprender
a sus contemporáneos
las verdades más elementales necesarias para la salvación nacio­
nal. Si se decidió a escribir y
lo que escribió, fue motivado por
la necesidad de difundir una
doclltina casi ignorada por todos.
Y pese a hacerlo. casi siempre acuciado por
la perentoriedad de
la salida de la revista o del
periódico, sin

embargo, demostró
el
mru de la democracia moderna, a través de una labor siste­
matizadora en la que se
conjugaban los argumentos de
razón
con los de autoridad.
Esto se ve claramente, no sólo en sus dos
obras doctrinales
más sistemáticas, Romanticismo y democracia
y Consideraciones sobre la democracia,
sino también en sus Es­
critos políticos
y en Catolicismo y República, donde analiza la
historia del
ralliement. En ellas queda puesta de relieve la apo­
díctica afirmación de Maurras que le gustaba repetir:
la demo­
cracia es el mal, la democracia es
da muerte.
Lo primero que hay que señalar respecto a su crítica a la
democracia,

es que Vegas Latapie no critica una forma de go­
bierno tan sólo
porque sea

menos apta que otra -la monar­
quía-para obtener la finalidad perseguida: fa prosperidad de
la nación, el bien común. Esta también lo hará, considerando a
la monarquía como superior a la democracia ( 45). Pero el fondo
de
la cuestión no está en una mera preferencia -lícita, por con­
siguiente, como también lo serfa la contraria-, ni siquiera en
una superioridad cuantitativa. El fondo de la cuestión se halla
en una
cualidad que es esencial: la democracia no es una forma
de

gobierno, sino
fo contrario: el desgobierno ( 46 ).
(45) Por ejemplo, Consideraciones .•. , págs. 100-110 y 175 y sigs.
(46) Romanticismo ... , MI· 128.
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Fundaci\363n Speiro

ESTANISLAO CANTERO
Para Eugenio Vegas, con el nombre de democracia hay que
designar «el sistema de gobierno del.
pueblo por el

pueblo, el
sistema de gobierno que se funda en
la idea de que la· soberanía
reside en el pueblo» (47); es «el gobierno del número» (48), del que el sufragio universal
en su manifestad6n más común ( 49),
salvo referendums o plebiscitos. Se trata de
mm soberanía
que
no admite
el origen divino del poder (50), de forma tal que no
hay autoridad superior a ella que limite su voluntad, ni orden
natural que tenga que reconocer y, por consiguiente, no pueda
transgredir. La soberanía popular es absoluta y, por tanto, su voluntad, la voluntad populru¡¡,o la de sus representantes
lo pue­
de

todo (51).
Eugenio Vegas se esforzará en hacer comprender que este
es un hecho nuevo, propio de
Ia modernidad, aparecido con la
Revolución francesa (51 bis), por lo que los jnicios emitidos
acerca de
ht democracia anteriores a la aparición de esta nueva
democracia

no son aplicables a ella (52).
De alú que disringa
claramente dos democracias, la antigua
y fa moderna, y que las
considere «antagónicas» (53 ).
En
la clásica clasificación de las formas de gobierno, la de­
mocrada era
un de las posibles, junto a la monarquía
y a la
aristocracia. Aquella democracia se caracterizaba, frente a la mo­
derna, por dos notas formales (54) y una esencial o doctrinal (55).
(47) Escritos polfticos, Cultura Espafiola, Madrid, 1940, pág. 18; con­
fróntese Consideraciones ... , pág. 27.
(48) Escritos pol/ticos, Cultura Espafíola, Madrid, 1940, pág. 20.
(49) Cfr.
Romanticismo ... 1 pág. 122; Escritos políticos, Cultura Espa­
ñola, pág. 29.
(50)
Clr. «Origen y fundamento del poder», en Verbo, núm. 85-86
(1970),
págs. 405-417.
(51)
CTr. Romanticismo ... , pág. 122.
(51
bis)
Op. últ. cit., pág. 120.
(52) Catolicismo ... , pág. 134.
(53) Consideracion,s ... , págs. 95 y sigs.; Romanticismo ... , págs. 120-
121.
(54) Consi&eraciones ... , págs. 'Y7 y sigs.
(55) Op, últ. cit., págs. 99, 142 y sigs.
1088
Fundaci\363n Speiro

EL PENSAMIENTO POLITICO DE VEGAS LATAPIE
Las dos primeras constituidas por la escasa .dimensión territorial
en
que se aplicaba
y la exigua participación de quienes tenían
derecho a ello respecto al total de la población (56 ). Por eso
consideta que

en realidad eran «amplias aristocracias» (57). La
nota esencial que
Ja caracterizaba, sobre todo en la Cristiandad,
era que presuponía una
naturaleza objetiva
o un orden natural
o una autoridad
superior que,

además de delimitar
el campo de
acción
de la política,
limitaba la voluntad del gobierno. Así, por
ejemplo, lo
señal11 expresamente respecto

a la democracia en
Suizá (58).
La democracia moderna, la verdadera democracia, puesto que
desde su aparición prácticamente es
la única que existe, además
de
vari,ar. por completo sus

dos
aspectos formales
respecto a la
antigua
---extensión territorial

a los Estados actuales
y todos
sus habitantes mayores de edad- se
diferencia sustancialmente
en

que se ha
convertido en una filosofía

de
la vida (59), en una
ideología (60), en una religión (61). Así,
~ribe: «con la gene­
ralidad de los autores,
reconozco que la. democracia antigua no
era más que
una forma

de gobierno, nn
mndo de designar a
los
gobernantes, aun

cuando de ello se derivasen a la larga ciertas
consecuencias de orden sociológico. No suponía, sin embargo,
una
concepción del hombre distinta de la que fundamentaba los
regímenes monárquicos, aristocráticos y oligárquicos, ni entra~
ñaba peculiares concepciones filosóficos y rdigiosas.
Por
el
contrario, la democracia moderna,
·además de
atribuir
en teorla
el ejercicio del poder a todos los ciudadanos y de
aplicarse a Estados de cualquier amplitud territorial, se basa en
una filosofía
totalmente nueva

-falsos
do¡,¡tnas en

frase de
Le
Play-, en 11bierta pugna con las anteriores. El resultado de esta
nueva filosofía fue
el trastrueque de todas las creencias e insti-
(56) Consideraciones ... , pág. 98.
(57) Consideraciones ... , pág. 141; Romanticismo .. ,, pág. 000.
(58) Consideraciones ... , págs. 127-131.
(59) Romanticismo ... , pág. 53.
(60)
Escritos pollticos, Cultura Espafiola, 1940, pág. 115.
(61)
Consideraciones ... ; pág. 142; Romanticismo ... , págs. 53, 55, 37.
1089
Fundaci\363n Speiro

ESTANISLAO CANTERO
tuciones sociales. De ahí que muchos autores hableu de una re­
ligión democrática» (62).
¿Cuál eta esta nueva Hlosofía? ¿Cuál fue su proceso de for-·
mación
y

de
asimilación? ¿Cuáles
eran sus dogmas? Es la filo­
sofía del tenebroso
siglo de

las
luces, del
enciclopedismo, «for­
midable movimieuto impío y ateo» ( 63 ), que dio lugar a «los
falsos
dogmas de la Revolución francesa» ( 64 ).
Su desarrollo, amplitud y cousecueucias las pone
de relieve
al
escribir: «El

Reuacimiento primero y la Reforma protestante
enseguida, fueron
las primeras brechas abier1'1S eu el edificio de
la civilización cristiana que había moldeado el antiguo régimeu.
Más tarde, el galicanismo y el jansenismo,
y, como consecuencia
de todo esto, ya eu pleno siglo xvm,
el deísmo, el filosofismo
y el enciclopedismo, van matando en la sociedad francesa, y en
las
de los pueblos por Francia influidos, tlas energías espirituales,
las raíces

de la fe religiosa y las razones justificativas del orden
social existente» (
65 ). Así, «al socavar el filosofismo los dogmas.
religiosos,
provocaba uo

vacío que con facilidad había de llenar
otros dogmas
anticatólicos y falsos» (66). Y esta nueva filosofía
que fundamenta a la democracia moderna, tiene los caracteres
siguientes: deísmo o ateísmo, escepticismo, subjetivismo, enemis­
tad a todas las jerarquías, divinización del pueblo, desprecio del
pasado, culto al buen salvaje (67), creencia en la bondad natu­
ral del hombre a quien
la sociedad corrompe y rechazo del pe­
cado original ( 68 ). En cuanto a los falsos dogmas, son, pricipalmente,
los de
libertad

e igualdad, el de la soberanía
popular y
su corolario
del
suftiagio universal y el de la bondad naturd del hombre. Este
último,
unido a
su consecuencia de la· negación
del pecado origi-
(62) Consider,ciones ... , pág. 142.
(63) Escritos politicos, Cultura Española, Madrid, 1940, pág. %.
(64) Op. últ. cit., pág. 44.
(65) Romanticismo ... , pág. 20.
(66) Romanticismo ... , pág. 21.
(67) Romanticismo ... , pág. 36.
(68) Romanticismo ... , pág. 21.
1090
Fundaci\363n Speiro

EL PENSAMIENTO POLITICO DE VEGAS LATAPIE
nal, siendo la sociedad quien pervierte al hombre, lleva a la de­
nuncia
y posterior rechazo de las leyes narurales o de las insti­
tuciones fruto de la historia, incompatibles con fa libertad ab­
soluta

del individuo. Esta doctrina de Rousseau es duramente
combatida por Eugenio Vegas, que
observa: «si

el individuo es
bueno,
·¿para qué

frenar,
dirigir y ordenar conforme a principios
establecidos por una civilización
<:orruptora, sus
arrebatos espon­
táneos?»
(69). Por

eso, esctibe: «De
la creencia en la bondad
natural del
hombre y la maleficencia de toda culrura, brota es­
pontáneamente
otro de

los grandes principios románticos que
también lo es de
la Revolución: la libertad. Libertad plena, ab­
soluta,

sin
límites ...

No hay normas,
ni reglas, ni potestades que
puedan imponerse
al hombre y limitar su libertad. Sólo el mis­
mo
hombre puede limitarse, convirtiéndose
en soberano,
por
lo
que no hay más poder legítimo que la voluntad popular, en cuya
formación toman parte todos los individuos, voluntad
expresa­
da

por medio del sufragio» (70). Esta concepción de
la libertad es incompatible con los fun.
e
incompatible también
con la
doctrina católica.
Vegas, siguiendo
a León XIII
considera que

la libertad como·«facultad que perfec­
ciona
al hombre,

debe aplicarse oousivamente a la verdad
y al
bien» ( 71). Y en la libertad moderna ve «una nueva encarna­
ción del pecado de soberbia» (72 ). Indica, por otra parte, la
necesidad de la misma democracia
de. desvirtuar

ese principio,
sustituyéndolo por
el sometimiento al principio de las mayo­
rías (73) y observa que «el principio de la libertad abstracta,
cuando se respetan sus consecuencias, produce
la muerte de las
libertades

concretas» (74).
Respecto a
la igualdad, recoge las enseñanzas de la Iglesia
(69) Romanticismo ... , pág. 25.
(70) Romanticismo ... , pág. 22;· Consideraciones ... , págs. 67 y sigs.
(71) Consi&eraciones ... , pág. 67.
(72) Consideraciones ... , pág. 68.
(73)
Rnmanticismo ... , pág. 59; Consideraciones ... , pág. 69.
(74)
Consideraciones .... , pág. 71.
1091
Fundaci\363n Speiro

EST ANISLAO. CANTERO
sobre esta cuestión ( 7 5 ), señala la incompatil?hlidad de la igual­
dad política con toda jerarquía (76) e
indica que, eu todo caso,
la
hlpotética igualdad

sólo
podría conseguirse nivelando por "bajo,
es decir, «en la miseria» (77). Sin embargo, observa que, de he­
cho,

la igualdad no ha dejado nunca de
ser una

ficción, pues
siempre ha

habido
y seguirá habiendo desigualdades de todo
tipo,
incluso en las sociedades
que la
han proclamado com9 meta;
en

las que siempre
hace su

aparición una nueva
clase (78). Por
ello habla del «mito
del iguali

tarismo»
y de que la envidia ( 79)
late en el fondo
de quienes se dejan seducir por esta doctrina.
Por otra
parte, esa

pretendida igualdad absoluta haría imposible
toda acción de
gobierno (

80 ).
Eugenio Vegas,
convencido del

origen divino del poder
y de
la sociabilidad natural del hombre ( 81 ), rechazaba la tesis del
contrato
social de
Rousseau
y de la atribución del poder o so­
beranía al pueblo (82). Y al exponer la doctrina católica del
origen
y fundamento del poder, se mostraba parúdario de la
teoría de la designación enseñada por León XIII y San Pío X.
«El poder viene de Dios»; «no
Vil al pueblo en ningún caso, ni
tampoco
ningún gobernante

es designado de derecho divino o
natural; sino que
la comunidad, la sociedad polítioa, designa por
un medio u otro quién es el titular
y, una vez que la sociedad
le
ha designado, entonces el poder va directamente de Dios a
ese gobernante» (83).
(75) Consideraciones ... , págs. 7475 y 2h9-Z72; «El mito del igualita­
rismo»,

en
Verbo, núm. 75-76 (1969).
(76) Consideraciones ... , pág. 78.
' (77) Escritos pol!ticos, Cultura Espaliolll, Madrid, 1940, pág. 21; Con­
sideraciones ... , pág. 81.
(78) Consideraciones ... , págs. 259-272; «El mito del igualitarismo», en
Verbo, núm. 75-76.
(79) Escritos pollticos, Cultura Espaliolll, Madrid, 1940, pág. 21.
(80)
Consideraciones ... , págs. 270, 78-80.
(81).
Consideraciones ... , págs. 164165.
(82) Romanticismo ... , pág. 85.
(83) «Origen y fundamento del poder>, en Verbo, núm. 85-86 (1970),
pág.
407.
1092
Fundaci\363n Speiro

EL PENSAMIENTO POLITlCO DE VEGAS LATAPIE
Fácilmente se ve la incompatibilidad del pensamiento cató­
lico·

con el moderno concepto de soberanía
popular y el conse­
cuente rechazo de

éste por parte de Eugenio Vegas. Este no
rechaza la posibilidad

de que los gobernantes puedan ser elegi­
dos: «Puede ser designado de distintos
modós: pero ellos no
confieren el

mando, sino que designan la
persona del

gobernan­
te; después, recibe éste el poder directamente de Dios» ( 84 ).
Esta cuestión
era decisiva, porque significaba que el poder .co,
rrespondía al gobernante · o gobernantes una vez designados, y
no al pueblo, que de esa forma no podía_ revocarlo a su anto­
jo (85).
Pero el sufragio universal, la voluntad
generail, no

se
recha­
zaba

sólo por
una cuestión
de principios, sino
también por
sus
malos resultados. El triunfo de la cantidad
sobre la calidad (86);
la falta de competencia (87),
la ausencia de continuidad (88),
la incertidumbre ante los cambios procedentes de los resultados electorales (89),
la subordinación del interés de la patria y del
bien común a los intereses de los
partidos (

90 ), la confusión de
gobiemo
y representación (91), y la ausencia de una auténtica
representación

nacional (92)
eran también
males a los que la
de­
mocracia
moderna

no podía sustraerse.
Por otra parte, no dejó de señalar que la democracia no era
de derecho
natural (

9 3}
y que desde luego, la moderna se oponía
a
él, así como que la doctrina pontificia había condenado la de­
mocracia

modema
al condenar sus falsos dogmas (94).
Tampoco dejó de observar que democracia
y escepticismo se
(84) Op. últ cit., pág. 407.
(85) Op. últ. cit., pág. 411.
(86)
Escritos pollticos, Cultura Espafiola, Madrid, 1940, pág. 33.
(87)
Op. últ. cit., pág. 31; Romanticismo ... , págs. 129-153'159.
(88) Romanticismo ... , págs. 147-152.
(89) Consideraciones ... , págs. 183-212.
(90)
Romanticismo ... , págs. 159-163.
(91)
Romanticismo ... , pág. 146.
(92)
Romanticismo ... , págs. 138-146.
(93)
Consideraciones ... , págs, 156-161.
(94)
Consideraciones ... , págs. 213-235.
1093
Fundaci\363n Speiro

ESTANISLAO CANTERO
atraían mutuamente: «La indiferencia ante d bien y d mal, ante
la verdad y el =or, coustituye la base de los Estados moder­
nos»
(95); «La democracia sólo se_ justifica por la desesperación.
La verdad no existe y, por tanto, nadie tiene derecl:,o a imponer­
la ... , la democracia es el escepticismo» (96). Al no creen en la
verdad, tan sólo caben «verdades rdativas, parciales y efíme­
ras» (97), fruto de transacciones y compromisos impuestos por
la mayoría.
Por todo ello,
'entre los apodícticos juicios
que le mereció,
pueden
citarse estos

dos:
«Admitir que la democracia está en
crisis equivale a suponer que antes de este momento
había exis­
tido

una democracia diferente, siendo así
que la democracia autén­
tica, nacida por primera
vez en la historia con la Revolución
francesa, no ha sido jamás otra cosa que
un sistema político con­
tra natura»
(98). «La democracia moderna constituye, en efecto,
un arquetipo de institución corruptora» (99).
De ahí su empeño en rechazar la expresión «democracia or­
gánica» (100),

pues consideraba contradictorios ambos
concep­
tos,

ya que la democracia significaba todo lo
contmrio de
lo que
eiopresa la

organización. De ahí también su oposición al empleo
de
la palabra democracia para designar algo difere_nte dd go­
hletno en e1 que el pueblo ejerce o pretende ejercer la sobera­
nía» (101), así como su empeño en qÚe se renunciase «a la es­
téril tentativa
de engañar al adversario con la adopción de su
léxico» (102).
IV. La no accidentalidad de las formas de gobierno.
La Iglesia siempre ha mantenido doctrinalmente la licitud de
las tres

clásicas formas de gobierno, sin pronunciarse en cuanto
(95) Consideraciones ... , pág. 85.
(96) Romanticismo ... , pág. 176.
(97) Consideraciones ... , pág. 88.
(98) Romanticismo ... , pág. 135.
(99) Consideraciones ... , pág. 273.
(100) Consideraciones ... , págs. 161-171.
(101) Consideraciones ... , pág. 35.
(102)
Escritos pol/ticos, Cultura Espafiola, Madrid, 1940, pág. 27.
1094
Fundaci\363n Speiro

EL PENSAMIENTO POLITICO DE VEGAS LATAPIB
tales en favor de ninguru¡ de ellas, aunque en concreto condene
detelJlninados regímenes políticos en los que históricamente se
da una u otra forma.
Y permite

a los
oatalicos preferir
una u
otra forma política. Eugenio Vegas no sólo no desconoce esta doctrina, sino que además la
ha enseñado ( 103 ). El, sin embargo,
creía en la superioridad de la forma monárquica sobre la
demo·
crática,

porque
la experiencia y la historia acreditaban un valor
superior a la monarquía hereditaria.
Lo que en el caso de Es­
paña, con las dos e"P"riencias de 1a I y la II Repúblicas cons­
tituían

una verdad irrefutable para quien no
cerrase su
inteli·
gencia a la
raz6n y a la expetiencia. lústótica.
Para

Eugenio Vegas, sin embargo,
y sin que exls,ta antinomia
alguru¡ con lo anterior, no era _admisible la doctrina que afirmaba
la

accidentalidad de las formas
de gobierno; tal creencia «es un
error notorio» ( 104 ). Por ello, se
sumaría a
la
crítica de Víctor
Pradera contra la expresión de Alfonso XIII que
había afirma.
do:

«Monarquía o República da lo mismo, lo que importa es
Es­
paña» (105). No

sólo porque
la Corona no era algo particular
del rey, a lo que luego aludiremos, sino porque encerraba un
grave error conceptual: considerar como lícita a la democracia
moderna. As!, cnando
afirma que es errónea la doctrina de la accidenta·
lidad

de las formas de gobierno, lo hace_ refiriéndose a un régimen
político concreto que solamente tiene
la apariencia de tal. La
democracia que combate no es una ·entelequia, sino la II
Repú­
blica,

que no es una forma de gobierno, sino que
es la demo­
cracia

moderna,
es decir,

como ya vimos, una filosofía de la vida
con
todo lo que ello entraña.
Por ello, al tratar
del ralliement de los cat$licos a la Repú­
blica

francesa, recordará la perenne doctrina de la Iglesia: «los
católicos, como los
demás ciudadanos,

pueden lícitamente
ser
republicanos

o monárquicos,
pero siempre deben admitir los
(103) ConsUeraciones .. . , pág. 215.
(104)
Escritos pollticos, Có:culo, Zaragoza, 1959, pág. 155.
(105)
El pensamiento polltico de Calvo Sote/o, Cultura Espafiola, Ma­
drid,

1941,
pág. 49; cfr. Memorias ... , págs. 73-74.
1095
Fundaci\363n Speiro

ESTANISLAO CANTERO
principios que sobre el origen y ejercicio de la autoridad ha sen­
tado
la Iglesia católica. Por ello, la Iglesia, aunque permite a sus
fieles ser republicanos o monárquicos, les prohíbe ser liberales
y
demócratas en la acepción rousseaunialla y moderna del término
"democracia"» (106). Y queda puesto de relieve con toda claridad
que no se refiere a la
lícita forma

de
gobierno democrática ,--a
la democracia antigua- cuando añade, «La condenación del libe­
ralismo y de la creencia en
la absoluta sdberanfa popular . san­
cionaba
a estas ideas, ya se practicaran en regímenes monárqui­
cos o

republicanos» (107). Con
toda seguridad,
si la II Repú­
blica hubiera tenido un rey en su
cabeza, la

hubiera combatido
con igual fuerza, manteniendo que
conotituiría un

error admitir­
la, alegando la accidentalidad de Ias formas de Gobierno.
Que
el régimen político fuera algo accidental no
podía mante­
nerse

si se
hacía extensivo
a lo
,que era
más que un régimen
polí­
tico una filosofía. El ejemplo de Francia no dejaba duda alguna.
Eugenio
Vegas recoge las

afirmaciones de los más conspicuos
demócratas
y republicanos, como el Presidente de la República
Loubet (108),
el Presdiente del Consejo y Ministro René Vi­
viani (109), o Clemen~eau. Este había afumado, «la lucha es
posible entre

los derechos del Hombre
y los llamados derechos
de Dios. La alianza no lo es» (110). Afirmación realizada des­
pués de que León XIII ordenara
el rallíe,,,ent.
(106) Catolidsmo .. ., pág. 10.
(107)
Catolicismo ... , págs. 10-11; cfr. Comiderado,r,,s ... , págs. 213
y sigs.
(108) Loubet habla dicho respecto a la República: «Los principios
que le sirven de base son intangibles. Constituyen su raz6n de ser, su
misma esencia», Catolicismo ... , pág. 62.
(109) Viviani, por su parte: «Todos juntos, nos hemos dedicado a
una obra de anticlericalismo, a una
obrá de
irreligi6n... Hemos apagado
en
el Ciclo luminarias que rio se volverán· a encender; hemos enseñado
al trabajador, al miserable, que el Cielo no encerraba sino quimeras», CaM
to/idsmo ... , pág.73.
(110) Cato/idsmo ... , pág. 51. Y Clemenceau afiadla: «En todo caso,
el combate está emprendido y ei:; preciso que prosiga ... , los dos eletnenM
tos que pretendéis reunir son -inconciliables y contradictorios; en una pa­
labra se excluyen».págs. 51 y 52.
1096
Fundaci\363n Speiro

EL PENSAMIENTO POUTICO DE VEGAS LATAPIE
La historia de la I República y la experencia que se estaba
viviendo
de la II
República en

España, tampoco permiten
pen­
sar que aquella democnicia fuera cosa distinta. Por eso, a la
vista de los desmanes consentidos
y de las · leyes promulgadas,
es

decir, de la política practicada, desde las páginas de
Acción
Española y de La Epoca, se esforzaba en hacer comprender que
la doctrina de la accidentalidad de las formas de
gobierno no
era
aplicable al caso español. Su razonada afirmación
de que no hay
buena república si no
se renuncia

a los principios de 1789 ( 111)
iba seguida de la exhortación a
la supresi6n del sistema si lle­
gaban a vencer en las urnas las derechas que, por su filosofía,
no debían de poder comulgar con la
democracia moderna:

«vo­
temos para dejar de votar
algún día» (112).
Su

crltica, pues, a esta doctrina a que nos estamos refirien­
do no se fundamentaba en un monarquismo
avant la lettre, sino
en· el bien común, fin de la comunidad política que el gobierno
debe procurar (113): Por ello, no dejará de criticar
a reyes
como
Luis XV

(114) o Carlos III (115), entre otros, ni de alabar a
un Presidente de República, que fue
Gal'CÍa Moreno,

al que de­
nominó
«el Felipe II de la Edad Contemporánea» (116). Porque,
como él mismo lo señaló sin dejar duda alguna, «no combatimos,
pues, al combatit
el régimen republicano, una mera forma, ino­
cua como tal forma, sino
al medio
-que se
oculta en
ella- de
destruir la religión y de hacer tabla rasa de una civilización en­
tera» (117).
(111) Escritos pollticos, Cultura Española, Mll (112)
Op. últ. cit., pág. 166.
(113) Op. últ. cit., pág. 108; Consideraciones ..• , pág. 62.
(114)
En Acci6n Española, núm. 28 (1933), pág. 439.
(115)
Escritos pol/ticos, Cultura Española, Madsid, 1940, págs. 41,
97,
98 ...
(116)
Escritos pol/ticos, C!rculo Zaragoza, 1959, pág. 21.
(117) Escritos pollticos, Cultura Española, Madrid, 1940, pág. 164.
1097
Fundaci\363n Speiro

ESTANISLAO CANTERO
V. De la causa del 111al a la politique ,r abord.
«España agoniza de ignorancia desde que olvidó los verdac
cleros

principios religiosos,
socia[es y políticos. Hace dos siglos
que sus clases
directoras, las

que en toda sociedad digna de
tal
nombre hacen el oficio de cabeza, han venido abdicando lenta­
mente sus funciones, con
fo que dejaron a la multitud, sin pas­
tores
ni maestros, en el mayor abandono y la más tremenda con­
fusión».
«El mal

de España no es otro que la creencia de
mi­
norías directoras dignas de ,tal nombre» ( 118).
Esta era la tesis desarrollada
por Eugenio Vegas en el últi­
mo editorial de
Acción Española, «La causa del mal», que me­
reció
el premio Luca de Tena de 1937. Lentamente se había pro­
ducido
un .proceso de asimilación de
la falsa filosofía importada
de Francia, y si bien «hasta
el último cuarto del siglo XIX tuvo,
sin embargo,
la causa de la verdad, ya que no una pléyade de
maestros, un crecido número de sacerdotes y prelados que, a
riesgo de rigores, repetía sin descanso
las condenaciones

que,
reiteradamente, había lanzado Roma contra los principios funda­
mentales del entonces llamado Estado nuevo» (119), «llegó un
momento en que se pretendió conciliar los ¡principios de la Re­
volución con
el interés egoísta de los católicos» ( 120 ). Y, pese
a las voces aisladas de Menéndez
Pe'layo, pronunciadas
con
· mo­
tivo

del centenario de Balmes, y de Vázquez de Mella, se siguió
ignorando
«las enseñanzas

de
la Iglesia en orden a la actuación
en la
vida pública» (121), sin que el período de la dictadura de
Primo de Rivera, «un dictador sin doctrina» (122) permitiera, por
tal razón, «que llegara a constituir nada estable» ( 123 ).
Asf, «el
14

de abril no fue sino la consecuencia lógica de los principios
(118) Op. últ. cit., pág. 199.
(119)
Op. últ. cit., pág. 201.
(120)
Op, últ. cit., pág. 201.
(121) Op.
últ. cit., pág. 205.
(122) Op.
últ. cit., pág. 206.
(123)
Op. últ. cit., pág. 206.
1098
Fundaci\363n Speiro

EL PENSAMIENTO POLITICO DE VEGAS LATAPIE
dootrinales · en <:¡ue se bas6 la Restauración canovista; y los in­
cendios del 11 de mayo, como las tiránicas y persecutorias leyes
posteriores, no eran más que la consecuencia inevitable de las
propagandas que durante largos años gozaron del consentimiento y aun de la protecci6n de los ministros de la Monarquía libe­
ral» ( 124 ). ¡Cómo se podía salir de esa
siruaci6n? A

su juicio,
sc,Slo era
posible
a través de unas clases directoras que, conscientes nueva­
mente de su deber, volvieran a «los
dogmas fundamentales
de
la verdad política y los postulados
del derecho público cristiano,
fuera de los cuales es
imposible hallar
la
saJud e
inútil perse­
guirla» (125). Consciente de que
las ideas

gobiernan a los pue­
blos ( 126) y de que los errores más que los vicios son los que
corrompen a los pueblos (127), se
,propuso dar a conocer esa
doctrina, hacerla
,sugestiva y viva para lograr «la creación de un
nuevo orden de ideas, de un ambiente
intelecturu que
permita re­
solver de un modo definitivo nuestra
11rágica situaci6n» (128).
Consideraba

esencial
el conocimiento previo de los principios de
la política
natural, por
lo que
tras la
cita de unas palabras de
Monseñor Delassus,
afumaba «la

esterilidad
de todo esfuerzo que
intenten para salvarse de
[a ruina los pueblos afectados por la
democracia, sin que previamente las clases directoras estén- en
posesi6n de oi:ra doctrina fundada en la verdad política» (129).
Por ello la labor de siembra
doctrinal a la que tanta importancia
daba, pues «de esta labor saldrá
fa unión verdadera, o no saldrá
de ninguna parte» (1,30), s6lo por ese camino se llegaría a «la
uni6n en
la verdad» ( 131). ·
Diagnosticada la causa del mal y su remedio, ¿cuál iba a ser
la forma de realizaci6n o de aplicaci6n? Para Eugenio Vegas no
(124) Op. últ. cit., pág. 206.
(125)
Op. últ. cit., pág. 207.
(126)
Op. últ. cit., pág. 233; cfr. RDmanticismo ... , pág. 167.
(127)
Escritos pollticos, Cultura Espafiola, Madrid, i940, págs. 39, 236.
(128) Op. últ. cit., pág. 47.
(129) Op. últ. cit., pág. 43.
(130)
Op. últ. cit., pág. 182.
(131)
Op. últ. cit., pág. 179.
1099
Fundaci\363n Speiro

ESTANISLA.O CANTERO
tenía duda: politique d'.abord, ante todo política. Absolutamen­
te convencido de que las ideas gobiernan a los pueblos, lo esta­
ba también de que la forma de conseguir el retorno de la doc­
trina salvadora con cuya aplicación se
obtendría el

bien de
la
patria, era por medio de la política. La concordancia con Maurras
en este punto era completa. La prioridad correspondía a
la po­
lítica, a una política dirigida contra el sistema establecido, contra
la democracia moderna, porque ésta era la que constituiría el ver­
dadero obstáculo para
el restablecimiento
de
una sociedad fun­
dada en las leyes de Dios. Política dirigida a cambiar el régi­
men existente, pues conseguido esto, los fines religiosos y so­
ciales serían su consecuencia lógica. No había, pues, preterición
alguna de la religión ante
la política.

Tan sólo prioridad de ésta
en· la ejecución de una acción al servicio de la primera.
Eugenio Vegas lo ha explicado con toda claridad al señalar
que «mientras se abandonaba
la política. . . la piedad católica se
enfervorizaba y se levantaban monumentos costosos, templos mag­
níficos y colegios soberbiamente instalados. Los mismos de que
hoy, por disposiciones legales... se incautó el Estado nue­
vo» (

132), es decir, la República. Mientras el régimen no se
cambiase, toda acción parcial para intentar mejorar, mantener o
crear instituciones sociales,
podía en

cualquier momento ser des­
truida, prohibida o incautadas por el régimen político, sin
más
que

promulgar
la legislación correspondiente. De esa forma se­
ría preciso. rehacer constantemente una obra que se destruía, tam­
bién continuamente desde el poder. Habría que rehacer perma­ nentemente
lo que

Ia Revolución destruía. El artículo de Mau­
rras, incluido como apéndice a su
Catolicismo y rept1blica, es
concluyente (133).
·
Para

Eugenio Vegas con el ante todo política, «no se trata
de discutir
la prioridad que sobre todos los fines del hombre
tienen los fines religiosos, sino de poner una vez más de
relie­
ve la sentencia de Santo Tomás: Finis est prior in intentione sed
(132) Op. últ. cit., pág. 76.
(133)
Cfr. Catolicismo ... , págs. 135-139.
1100
Fundaci\363n Speiro

EL PENSAMIENTO POUTICO DE VEGAS LATAPIE
est posterior in executione» (134). Y es que las palabras pronun­
ciadas
por San Pío
X recordando el bautismo de Clodoveo, «los
pueblos son tales como los quiere su
gobierno», no significan
otra

cosa «a quien entienda rectamente, que
para conducir
los
pueblos
a los caminos de Dios -aspiración suprema que es pre­
ciso

perseguir sin descanso- hay que llevar
al gobierno de los
pueblos hombres que conozcan a Dios y que sirvan a Dios» (
135).
De ahí que, consecuentemente, escribiera: «luchemos ante todo
por conseguir el poder; y, luego, desde el poder, hagamos cier-
·
ta, una vez más, la frase de Pío X» ... «¡Religión! ¡Patria! ¡Fami­
lia! Estos son los fines a que se dirige la Íllitención. Sed est pos­
terior in executione:
porque no se alcanzarán ciertamente sino
por una intensa acción política que permita apoyar
la planta
del misionero en la sólida
roca de las instituciones tradiciona­
les» (
136 ).
Establecida

la causa del
mal, encontrado su remedio en la
unión en la verdad de unas clases directoras convencidas de la
excelencia de
la doctrina, había, pues, que tratar de cambiar el
sistema político como prioridad
en-la acción para

lograr los fines
propuestos por la doctrina.
VI. La resistencia al
poder.
Eugenio Vegas se esforzó siempre por hacer comprender que
el acatamiento al poder constituido en cualquier caso, y su co­
rolario de la ilicitud de la resistencia al poder era una idea falsa
y un error táctico. Su libro Catolicismo y república es prueba de
ello. Al
estudiar la historia del ralliement recordaba los límites
de. la doctrina católica al respecto: «los católicos deben acatar
al poder constituido conforme
ha enseñado siempre la Iglesia,
pero con una condición, y es que el poder
constituido persiga
el
(134) Escritos poUticos, Cultura Espafiola, Madrid, 1940, pág. 77;
Cfr. Memorias ... , pág. 20.
(135) Escritos poUticos, Cultura &pañola, Madrid, 1940, pág. 77.
(136)
Op. últ. cit. pág. 78.
1101
Fundaci\363n Speiro

ESTANISLAO CANTERO
bien común ... en cuanto este poder vaya contra el bien común,
no
sólo existe
el
derecho, sino
que se está en
la obligación de
resistirlo y,
si hay fuerzas suficientes para ello, debe derrocársele
y
sustituírsele por otro» (137).
T
runpoco este aspecto de

su pensamiento político se funda­
mentaba en un monarquismo a ultranza, sino, precisamente, en
la propia naturaleza del poder político, cuyo fin es el bien co­
mún. Quien no comprende esto, no comprenderá en absoluto su
pensamiento. Si
la República, si la democracia moderna fuera
capaz de

someterse· al derecho natural, a los principios
del de­
recho público
cristiano y

actuase de esa forma, aunque lo hu­
biese mantenido como principio te6rico, no habría sostenido en
la situación concreta de España, la 'licitud de la resistencia al po­
der y de la sublevación armada. Pero, como vimos, no se tra­
taba de una forma de gobierno, sino de una ideología. Por ello,
señalaba
la imposibilidad de corregirla y de suavizar sus efec­
tos ( 138), el error de quienes «anhelan orden, jerarquía,
disci­
plina, competencia, justicia, etc.; pero también quieren o tran­
sigen con
la República sin saber, desgraciadamente, que esta es
la causa de todos los males que corroen aquella serie
de princi­
pios fundamentales de la sociedad» (139). Y es que la realidad
le mostraba que, mientras no se abandonasen los principios del
89
·-y el

problema era que no se renunciaba a ellos- «no hay
una buena república» (140). Por ello, quienes «al querer esta­
bilizar la.República, por

la que
no pueden

sentir ningún entusias­
mo, estabilizan el desorden y, de esa manera, colaboran con los
enemigos jurados de cuanto ellos aman y significan» (141). El
ejemplo de Francia era concluyente: «Por obedecer al Papa,
la
mayor parte de los monárquicos se hicieron republicanos y, sin embargo, la persecución religiosa no ces6,
cuhninando la
misma
(137) Catolicismo ... , ~-99.
(138) Escritos
pollticos, Cultura Espafiola, Madrid, 1940, pág. 117.
(139) Escritos pollticos, Círculo, Zaragoza, 1959, pág. 188.
(140) Escritos pol/ticos,
Cultura Espafiola, Madrid, 1940, pág. 115.
(141) Escritos pollticos, Círculo, Zaragoza, 1959, pág. 189.
1102
Fundaci\363n Speiro

EL PENSAMIENTO POUTICO DE VEGAS LATAPIE
con la ley de la separación de· la Iglesia y el Estado, en el año
1905, y la expropiación de todos los bienes de
la Iglesia y ex­
pulsión de todas las órdenes religiosas del territorio de la Re­
pública francesa» (142).
No
podía, pues, aplicarse a la democracia la teoría del mal
menor, pues, a su juicio, «para que un mal merezca la consi~
deración de mal menor convirtiéndose en bien posible, es inde­
pendiente que su admisión sea
el único medio de evitar un mal
mayor»; «para que
el mal abstracto se convierta ocasionalmente
en

bien es preciso concurran una serie de circunstancias que le
hagan indispensable» (143). La democracia moderna, bajo
nin­
gún punto de vista, podía ser considerada como un mal menor,
cuando, como hemos visto, era «el mal y
la muerte»; no podía
ser un bien, puesto que era
el mal mayor. No sólo en teo­
ría, sino

en concreto, tanto respecto al ejemplo de Francia como
al de España, pues en
definitiva, como

escribiera José María
Gil Robles, no fue posible la paz.
¿.Cómo había de

verificarse esa resistencia al
poder hasta lo­
grat su

sustitución? Empleando «todos los medios
legítimos, in­
cluso
los legales»

(144) (frase muy
similar a
otra de Maurras,
al que le fue duramente criticada tachándole de inmoral)
.. Esto
significaba emplear

todos los medios moralmente buenos, todos
los medios
lícitos (145),

incluidos los legales, es decir, los que
la legislación democtática permitía. Recogía, para fundamentar­
lo, la exhortación de
Pío XI a

los católicos españoles en su en­
cíclica
Dilectissima nobis, en

la que indicaba su esperanza de que
los católicos españoles «se valdrán de todos los medios
legítimos
que

por
derecho natural y por disposiciones legales quedan a
su alcance a fin de
inducir a
los mismos legisladores a reformar
disposiciones tan contrarias a los derechos de todo ciudadano
y
(142) Catolicismo ... , lffll!. 9.
(143)
Carta-prólogo ... , obra citada en nota (25), págs. 201-202; o en
Arbor allí citado, pág. 54.
(144) Escritos pollticos, Cultura Espafiola, Madrid, 1940, pág. 124.
(145)
Romanticismo ... , pág. 75.
1103
Fundaci\363n Speiro

EST ANISLAO CANTERO
tan hostiles a la Iglesia; sustituyéndolas .con ottas que sean con­
ciliables con
la conciencia católica» ( 146 }.
Entre

los medios legales se enconttaba, evidentemente, el su­
fragio, que debería set empleado como un arma pata eliminarlo en caso de triunfo en las urnas. «Quienes pretendan
ha= de

ella
. un

instrumento de una buena causa, acabarán por
ser sus
víc­
timas» ( 147), «porque si ttas el ttiunfo no se
suprimiera radical-
mente

el
régimen electivo, la siguiente contienda electoral ttae­
ría irremediablemente la amargura de la derrota» ( 148 ). (Palabras
que, por otta parte, resultaron proféticas ttas las elecciones de
febrero de
1936).
Entte

los medios legítimos,
lícitos, permitidos por

el de­
recho natural, aunque no legales, se encontraba, sin duda, el
golpe militar, la fuerza. Eugenio Vegas no confiaba
demasiado
en

la posibilidad de un cambio de régimen mediante
la legali­
dad. Cuando triunfaron las derechas en las elecciones, saludó su
triunfo reproduciendo unos párrafos del discurso de Gil Ro­
bles en el que se indicaba
la necesidad de un Estado nuevo ( 149 ),
peto, indicaba Vegas, que para ello eta necesario suprimir el ré­ gimen electivo y
ttaet la

monarquía
ttadicionrl. La
carencia de
una doctrina verdadera
sin la cual los buenos propósitos «se
ahogan en la corriente ideológica de una falsa filosofía» ( 150),
hizo imposible el cambio de régimen. Y ttas el fracaso del bienio
derechista, escribía: «confiar los destinos de la pattia al capri­ cho de las multitudes es cosa absurda, impropia de hombres do­
tados de un
mínimo de

sensatez ... ,
ni a los pueblos ni a los in­
dividuos se les puede permitir que griten: "viva
mi muerte", me­
nos aún que hagan del
gtito lema

de su vida» ( 151 ).
Podía
y debía cambiarse el régimen político, porque «la ver-
(146) Véase el texto completo en Doctrina Pontificia, Documentos
Politicos,
BAC, Madrid, 1959, pág. 639.
(147)
Escritos políticos, Cultura Espafíola, Madrid, 1940, pág. 164.
(148)
Op. últ. cit., pág. 165.
(149) Op. ú/t. cit., págs. 169-171.
(150)
Op. ú/t. cit., pág. 180.
(151) Op. últ. cit., pág. 195.
1104
Fundaci\363n Speiro

EL PENSAMIENTO POUTICO DE VEGAS LAl'APIE
dad puede imponerse por la fuerza» (152). Al ejemplo de las
guerras carlistas ( 153) y el comportamiento de Dolffus en Aus­ ttia ( 154 ), siguió
la clara invitación al golpe de fuerza en el
ptólogo a
,Ja novela Héctor (155), sobre la .sublevación de los
cristeros.
Ahora_ bien, el golpe de fuerza debía .tener un fin específi­
co. El golpe de Estado sin
poseer una doctrina fundada en la
verdad política era absurdo { 156 ). Por ello, al igual que Mau­
rras, se esforzará en difundir
la doctrina a la espera de que lle­
gase el hombre o los hombres que la hicieran realidad, eliminan­
do el régimen existente -la democracia moderna- y
sustitu,
yéndolo

por
la Monarquía tradicional. Este era el fin perseguido,
capaz de conseguirse cuando se hubiera asimilado la doctrina,
donde el posible caudillo o dictador o jefe no seria sino el me­
dio de
realizarlo.
VII. La monarquía tradicional.
El

remate de todo su
pensamiento político
lo constituye la
Monarquía ttadicional. Sus características esenciales son el ser representativa, hereditaria y católica, amén de reinar y
goibernar
el monarca. Lo que excluye la centralización, el parlamentaris­
mo, la democracia
y el laicismo.
«La razón de ser y existir de cualquier
gobierno es el servicio
del pueblo, el bien común» (157). Por ello, no, considera a
la
monarquía como · un fin, sino como un medio para eliminar los
(152) Op. últ. cit. p,lg. 124; Escritos pollticos, Círculo, Zaragoza,
1959, p,lg. 158.
(153)
Escritos po/iticos, Cultura Espafiola, Madrid, 1940, págs. 66-
67, 106.
(154)
Escritos po//ticos, Cfrculo, Zaragoza, 1959, p,lgs. 158-160.
(155)
Escritos pollticos, Cultura Espafiola, p,lgs. 214-215; Escritos p<>­
liticos, Círculo, pág. 14.
(156)
Escritos pol/ticos, Cultura Espafiola, pág. 43.
(157)
Consideraciones ... , p,lg. 62.
1105
Fundaci\363n Speiro

ESTANISLAO CANTERO
falsos principios en que se fundamenta la democracia· {158).
«La Monarquía, para nosotros, no es un fin,
sino un medio, el
único medio adecuado para desarraigar aquellos principios» (159).
No podía ser de otro modo, puesto que la democracia moderna, como vimos, no permite otra salida.
Sólo así podría

restablecerse
un régimen político acorde con la tradición patria.
Pero, de
ningún modo, se trataría de retornar a la situación
anterior

a la República. Su «restauración, no»; «instauración,
sí», unido a los intentos por lograr la abdicación de Alfonso
XIII en favor de don Juan (160), en quien veía, entonces,
un
príncipe que podría hacer realidad el Estado católico (161), son
suficientemente eilocuentes. No se trataba de una restauración, porque «hablar de restau­
rar la Monarquía,
sin más

aclaraciones, equivaldría a continuar
entregados a las instituciones democráticas y parlamentarias que
nos han arrastrado a la situación actual» (162). Con
el régimen a
instaurar
había que

evitar tanto «la vuelta al pasado del que na­
ció el

presente actual», como «poner en acción de nuevo las cau­
sas cuyos efectos padecemos hoy» ( 163 ).
De ahí sus duras crí­
ticas

a Carlos
III, a la monarquía constitucional, liberal y par­
lamentaria y a
la «repú!Jlica coronada» anterior al 14 de abril,
fecha en la que «cayó
una Monarquía democrática» ( 164 ).
Son la instauración se trataba de «dar al país una nueva or­
ganización social y política de
acuero.o con nuestras tradiciones,
aproveohando

todas las instituciones cuya bondad demuestran la
. razón

y la experiencia
secular, adaptadas a las necesidades de la
hora presente». Y, afiade: «Hacet que sdbre estas organizaciones
(158) Escritos po/iticos, Círculo, Zaragoza, 1959, págs. 186-187.
(159) Op. últ. cit., pág. 165.
(160)
Memorias ... , págs. 239, 242, 247, 248.
(161)
Escritos polt/cicos, Cultura Española, Madrid, 1940, pág. 108:
«Debemos procurar ciña la Corona aquél que, teniendo por herencia de­
recho a

ello,
garantice el cumplimiento de un programa-contrarrevolucio­
nario -que eS lo esencial».
(162) Escritos políticos, Círculo, Zaragoza, 1959, pág. 177.
(163)
Op. últ. cit., pág. 122.
(164)
Op. últ. cit., págs. 162 y 190.
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Fundaci\363n Speiro

EL PENSAMIENTO POLITICO DE VEGAS LATAPIE
formaJes -no accidentales, pero si adjetivas-- planee d resud­
to propósito de reconquistar para
d pueblo
la esencia religiosa,
de identificado nuevamente con la
Religión Católica,

que a la
vez
que

salva a los individuos engrandece
y hace felices a las. nacio­
nes» (165).
El moddo

de referencia, del que no se trataba de
hacer una
mera imitación ni un trasplante de sus instituciones a nuestros
días, sino de asimilar sus principios y de adecuar sus institucio­
nes, era la monarquía de Felipe II, «meta aún no superada» ( 166 ). La
finalidad perseguida queda puesta de rdieve cuando es­
cribe: «Defendemos un Estado en que queden garantizados de
un modo
estable los

principios de
Religión, Justicia,
Moral, Fa­
milia, Orden ... y en que la competencia, la continuidad y la res­
posabilidad
@stén al

servicio de
ésos ideales
fundamentales» ( 16 7 ).
No se trata de la monarquía absoluta, propia del
despotismo ilus­
trado,

ampliamente
criticada en
Catlos III, sino de una «Monar­
quía templada por unas Cortes que representan a las clases
so­
ciales»

como defendía el tradicionalismo español (168). En esa
monrquía católica, cuyo modelo
proponía, el

Rey «cuando juraba
respetar la
Religión Católica y los usos del reino, reconocía a
sus facultades un límite que rechazarían escandalizadas cualquier
Asamblea legislativa de nuestros días» (169).
Aboga, pues, por «los principios tradicionales
dd gobierno
de

España, con las necesarias adaptaciones a los tiempos moder­
nos, con sus Cortes corporativas, con su organizaci6n social en
que se armonizaban, a través. de los gremios que la Revolución
destruyó,
fos derechos dd capital

con los
del trabajo,
con unos
Consejos técnicos que garanticen
la competencia del Poder públi­
co;
y, como remate de. todo este edificio, el poder depositado en
manos de uno solo, predetertninado
,por la herencia y por la his­
toria, que encuentra limitada su autoridad,
adem~s de
por las
(165) Op. últ. cit., pág. 123.
(166)
Romanticismo ... , pág. 179.
(167) Romanticismo ... , pág. 189.
(168) Romanticismo ... , pág. 185.
(169)
Romanticismo ... , pág. 32.
1107
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ESTANISLAO CANTERO
instituciones políticas de control, por los preceptos de la moral católica
y del derecho natural» ( 170 ).
Nada, pues, de absolutismo ni de
patrimonialismo, pues
la
Corona «no es patrimonio personal de nadie» sino
«garantía de
la

tranquilidad
y progreso de la Patria» ( 171 ); y el poder sólo
se justifica en el hecho dé ser necesario para el bien del pueblo y
éste, de ningún modo, es propiedad particular de nadie, del que
pueda servirse

a su antojo (172).
Mando de uno al que se accede por herencia, Consejos ase­
sores técnicos y competentes, Cortes verdaderamente represen­
tativas con mandato imperativo, en las que se verifica la par­
ticipación del pueblo, usos y costumbres del reino y política ca­
tólica son las características principales de la Monarquía propug­
nada (173). En sus memorias lo ha vuelto
.a recordar

al seña­
lar que «era,
pues, partidario

de un sistema político en que la
función de gobierno fuera una,
perpetua y

limitada. Una, en la
persona del rey, que ejercería
ull mando

responsable; perpetua,
en la
transmisión hereditaria

dentro de la
familia del
monar­
ca, para evitar los enfreotamieotos derivados de toda elección;
y limitada, por la serie eocadeoáda de cortapisas y resistencias
sociales que impidieran el despotismo» ( 17 4 ). En
p,;.,as palabras,
«la

Monarquía que es mando de uno solo, y continuidad,
y tra­
dición. Que es Religión
y es Historia» ( 175).
VIII. Los fascismos y el remedio de las dictaduras.
La monarquía que había que conseguir era muy superior a
los fascismos eotonces imperantes. Y si hizo elogios de los mis-
(170) Escritos politicos, Citltura Española, Madrid, 1940, ¡mg. 107;
cfr. Romanticismo ... , pág. 184.
171)
Escritos politicos, Círculo, Zaragoza, 1959, pág. 168.
(172) Cfr. Escritos pollticos, Cultura Espafiola, Madrid, 1940 pági-
na 129.
(173)
Cfr. Escritos politicos, C!rculo, Zaragoza, 1959, págs. 179-184.
(174)
Memorias ... , pág. 201.
(175)
Escritos pollticos, Circulo, Zaragoza, .1959, pág. 163.
1108
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EL PENSAMIENTO POUTICO DE VEGAS LATAPIE
mos, siempre los hizo a beneficio de . inventario, refiriéndose a
la similitud que veía con la monarquía tradicional
--«mando de
uno, representación profesional, organización corporativa de la
producción» (176}-, pero señalando que «la Monarquía here­
ditaria, puesta al servicio del
ideal católico,

supera a todos
Íos
demás regímenes» (

177). Y al comparar a los fascismos con
la
monarquía de Felipe II señalaba la superioridad de ésta por «la
comunión colectiva en unos
~ismos ideales
religiosos», mientras
que
aquéllos «la

persiguen en nombre de ideales patrióticos siem·
pre inferiores a aquéllos» ( 178 ).
Y es que su nacionalismo estaba subordinado a la moral ca­
tólica, por lo que
la Patria no podía convertirse en el bien su­
premo.
Así, refiriéndose
a los «movimientos nacionalistas
y fas­
cistas de la postguerra» (179), indica que «los ideales naciona­
listas, considerados como ideales supremos y separados de toda subordinación a la Moral
y a la Religión son falsos ... , el amor
que de justicia debemos a nuestra Patria no nos autoriza a en­
grandeC"ernoS injustamente a costa de patrias ajenas, ni a ence­
rrarnos en un nacionalismo agresivo» ( 180). Nacionalismo que,
por otra parte,
excluía todo
separatismo, ya que el amor a lapa­
tria es un deber religioso. Por ello se mostrará contrario al na­
cionalismo basado en el principio de las nacionalidades, que tien­
de a separar de un Estado una de sus regiones ( 181) y al que
pretende «subordinar al triunfo de una
pobre idea

de patriotis­
mo regional los intereses, en cualquier caso superiores, de la Re­
ligión» (182).
Eugenio Vegas no rechazó·
la posilbilidad de un caudillo o de
una dictadura para lograr
el cambio de régimen que haría reali­
dad
la monarquía
anhelada. Pero para Vegas
esa situación, que
(176) Romanticismo, .. , pág. 184.
(177) Romanticismo ... , pág. 185.
(178) Romanticismo ... , pág. 180.
(179)
Romanticismo ... , pág. 178.
(180) Romanticismo ... , pág. 179.
(181) Escritos pollticos, Cultura Española, Madrid, 1940, pág. 80.
(182) Op. últ. cit., pág. 81.
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ESTANISLAO. CANTERO
podía tornarse en necesaria, debfa de ser transitoria, poseer una
doctrina política acorde con los principios del derecho público
cristiano y
dirigida a

establecer la
Monarquía tradicional,
garan­
tía de una política católica. De
a:bí sus críticas a la Dictadura de Primo de Rivera por­
que no intentó «crear un Estado contrarrevolucionario del que
quedase desterrado cuanto supusiera liberalismo y sufragio
uni'
versal» ( 183 ), sino que, «a los quince días del golpe de Estado,
tampoco vislumbra siquiera
la necesidad de construir un Esta­
do nuevo;
piensa retomar

al pasado» ( 184 ). Su libro El
pen­
samiento

pol!tico de
Calvo Sotelo es

bien ilustrativo al respecto,
así como
.. en

relación al Calvo
Sotelo de
ese período.
Después del
Alzamiento Nacional,

en
marzo de
1937
escri­
bía
que

«de nada sirven el patriotismo y
la buena voluntad de
un gobernante, aunque sea un
dictador, si

desconoce
la verdad
política, a cuyo dictado es preciso gobernar» ( 185). Y, con ante­
rioridad, en mayo de 1933: «Si nuevamente surge un caudillo
inteligente y patriota y no pusiera su talento y su fuerza al ser­
vicio de
la verdad social y política ... , tarde o temprano caería­
mos, quizá por conducto del
sufragio, en
el comunismo fatal e
irtesistible que
prededa Cánovas»

(186). La
labor del
dictador
sería la de «restaurar la monarquía hereditaria. Las dictaduras son remedios pasajeros que acaban, al
poco tiempo, entregando
de nuevo
el país a sus agentes destructores» (187).
Si propugnó el golpe de Estado, siempre lo
hizo indicando
que era necesario, previamente, la doctrina que lo dirigiera a
buen puerto, sin
recatarse en

señalar
la inutilidad y el fracaso
de Jos golpes de
Estado carentes

de ella (188). De Eugenio Ve­
gas puede decirse lo
'111Ís111o que

Maurras
deda de


mismo: que
(183) El pensamiento polltico de Calvo Sote/o, Cultura Espafíola,
Madrid, 1941,
pág. 40.
(184) El pensamiento po/ltico de Calvo Sote/o, pág. 62.
(185)
Escritos po//ticos, Cultura Espafíola, Madrid, 1940, pág. 233.
(186)
Op. últ. cit., pág. 45.
(187) Op. últ. cit,, pág. 176.
(188)
Op. últ. cit., pág. 38.
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EL PENSAMIENTO POUTICO DE VEGAS LATAPIE
era partidario del golpe de Estado, pero sólo de uno, del nece­
sario, que
arrumba,,a para siempre la

democracia
y estableciera
la Monarquía tradicioual, sin posibilidad de retorno, a corto o
a largo plazo, a
la democracia, a «la vuelta a la nol.'!lllalidad».
IX. Conclusión.
He procurado señalar lo que, a mi juicio, es más caracterís­
tico en el pensamiento político de Eugenio Vegas. ¿Hay mucha
originalidad? No podía haberla en quien representó
la continui­
dad con el pensamiento tradicional. Pero desempolvó gran parte
de ese pensamiento, presentándolo de modo
convincente y
su­
gestivo. No fue utópico.
ni se aferró a una corriente de pensa­
miento definitivamente caduca. No fue un «empeño
imposible
de

construir
la base ideológica y conferir la dimensión cultural
en
contra de la democracia; en contra del liberalismo; en con­
tra de

una corriente manchada de sangre y de barro, pero que es
la corriente real de la historia moderna», como se ha escrito re­
cientemente.
Quien piense
así, no ha comprendido en absoluto
el
pensamiento de

Eugenio Vegas ni tampoco
la realidad de la
modernidad y parece desconocer
la doctrina de la Iglesia. Por­
que
la democracia moderna y el liberalismo, «la corriente man­
chada de sangre y de
barro», además
de no ser compatible con
1, doctrina católica y con la razón, en cuyo nombre Eugenio V e­
gas
la combatió, no constituye «Ja corriente real de la historia
moderna». Porque la historia no es sino
el fruto
de la labor
de los hombres; son éstos quienes la
hacen y no cabe un deter­
minismo histórico al que haya que rendirse. Cabe, se puede
y
hasta se debe luchar contra corriente. Esto lo comprendió per­
fectamente Eugenio Vegas. Pero es que, además, la realidad de
los hechos históricos demuestra lo
contrario y corrobora lo que
Eugenio Vegas pretendía. No sólo la bomba de Orsíní puede
varías el curso de los acontecimientos, demostrando
la capacidad
del hombre resuelto a hacer realidad una
doctrina o
una idea
-tal como Eugenio sefialaba (189)-, sino que el propio Euge-
(189) Op. últ. cit., págs. 215-216.
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EST ANISLAO CANTERO
nio Vegas realizó esa labor. Si pretender que la obra de Acci6n
Española
fuera determinante en la ejecución del Alzamiento Na­
cional es exocesivo, no cabe duda de que
ififluyó de
forma im­
portante en él. Pero lo que no tiene duda es que la Monarquía,
sin la doctrina defendida por Eugenio y su
Acci6n Española, hu­
biera sido en 1936 algo tan desacreditado que nadie se hubiera atrevido ni siquiera a pensar en
ella. El le devolvió prestigio y
adhesiones. Sin
él, quizá, hubiera habido
Alzamiento, pero no
habría habido, después, Monarquía. Cuarenta años más tarde, la que existe, no
es la que él deseaba.
Por ello, no era «un empeño
imposible» dada la «corriente
real de
la historia moderna». La historia la hacen los hombres
y éstos pueden hacer
variar su
curso. No sólo un Orsini o un
Vegas
Latapie. También

la historia de la transición política es­
pañola lo muestra fehacientemente. Esta fue obra de unos hom­
bres con nombre y
apellidos que

se propusieron una meta de­
terminada. Otros hombres, incluso ellos mismos, podrían haber
hecho otra cosa.
·
Hijo fiel de la Iglesia, Eugenio Vegas se esforzó por cono­
cer, difundir y, en lo posible, hacer realidad en la sociedad
la
doctrina de fa Iglesia.· Así fue durante toda su vida. Si Pemán
pudo decir de él que era el
«.novio de
la
Monarquía» (190),
sin
embargo, su verdadero amor fue la Verdad. En su obra es ésta,
es Cristo quien sobresale y
resplandece. Aparece,

así,
en toda
su
dimensión la
figura de

Eugenio Vegas. La fidelidad a la Verdad
le
confiere la

mayor grandeza. A él le son de aplicación estos
versos de Santa Teresa de Jesús, a quien tanto
admiraba:
V u'estra soy) para vos nací,
¿qué mandáis hacer de mi?
Después, encontrada su vocaci6n:
Y o toda me entregué y di,
y

de tal suerte he trocado,
que
es mi Amado para mi
y

yo soy
para mi
Amado.
(190 Memorias ... , pág. 229.
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