Índice de contenidos
Número 239-240
Serie XXIV
- Textos Pontificios
- Estudios
-
Monográficos
-
Homilía del señor cura párroco de la iglesia de la Concepción, don Demeterio Pérez Ocaña,en el funeral de Eugenio Vegas Latapie (23-9-85)
-
Religión
-
Doctrina y acción. Antología de textos de Eugenio Vegas Latapie
-
Otro mártir ignorado. Último artículo de Eugenio Vegas Latapie
-
Una trayectoria invariable. Nota biográfica de Eugenio Vegas
-
Obras publicadas por Eugenio Vegas
-
Lealtad, fidelidad, servicio en Eugenio Vegas
-
Fidelidad y Verdad. La lección de una muerte
-
El pensamiento político de Eugenio Vegas Latapie
-
«Romanticismo y democracia» vistos por Vegas Latapie
-
El «ralliement» en el pensamiento político de Vegas Latapie
-
Eugenio Vegas: Deber y servicio de la política
-
Acción Española: exigencia de un deber religioso
-
El apostolado político de un caballero cristiano y español
-
El realismo político de Vegas Latapie
-
Eugenio Vegas y «La Cité Catholique». Carta a los amigos de la Ciudad Católica
-
Eugenio Vegas y la Ciudad Católica
-
- Ilustraciones con recortes de periódicos
- Información bibliográfica
- Actas
- Verbo
Autores
1985
El «ralliement» en el pensamiento político de Vegas Latapie
EL "RALLIEMENT" EN EL PENSAMIENTO POLITICO DE EUGENIO VEGAS
A PROPOSITO DE SU LIBRO "CATOLICISMO Y REPUBLICA"
POR
ANDRÉS GAMBRA
Quienes han tenido el privilegio de conocer personalmente
a Eugenio Vegas saben de su extrao_rdianria inclinación por la
historia moderna y contemporánea de Francia. Fueron para él
aquellas materias algo más que un campo
ougestivo donde
ex
playar su afición innata
y devoradora por la historia: fueron
cantera inagotable de inspiraciones políticas aplicables con efica
cia
y fruto al acontecer español de su tiempo, en el que le cupo
desempeñar el papel honroso y brillante que todos conocemos
y glosan ahora, con motivo de su muerte, no sólo sus discípulos
y amigos sino, incluso, algunos de sus más caracterizados detrac
tores.
El propio Eugenio Vegas, en sus Memorias pol!ticas, nos
recuerda las circunstancias concretas que le movieron, por vez
primera, a estudiar metódicamente la historia del país vecino.
En 1923, cuando su precoz vocación
de pol!tico católico y tra
dicionalista era ya evidente, se enteró de la existencia de un
diario
titulado L' Action franraise, que capitaneaba Charles Mau
rras. En septiembre de ese año adquiría su primer ejemplar,
al
verlo casualmente en la librería de la estación ferroviaria de Oviedo
(1). Se hizo suscriptor y durante años lo leyó con pasión,
(1) E. Vegas Latapie, Memorias pollticas, Barcelona, 1983, pág. 25.
1116
Fundaci\363n Speiro
El, «RALLIEMENT» EN EL PENSAMIENTO DE EUGENIO VEGAS
dedicándole dos horas diarias, y «no había motivo -nos cuen
ta- que impidiera el enfrascarme en su lectura» (2).
En L'Ac
tion
franraise
reconocía Vegas, según testimonio propio, «una
reencarnación mejorada del tradicionalismo español», y de su
mano se inició en las grandes cuestiones de la historia política
de Francia de las que, con el paso del tiempo, adquirió una in
formación enciclopédica. Lee el periódico y se interesa por las publicaciones de los
intelectuales que gravitaban a su alrededor. Llamó
clpecialmente
su
atención un libro de Havard de la Montagne dedicado al
Ralliement de los franceses a la Tercera República, «donde se de
mostraba
eL pésimo
resultado que dieron las instrucciones po
líticas de
León XIII
a los
católicos de
Francia, aconsejándoles,
e incluso exigiéndoles, que se hicieran republicanos, con la me
jor intención en el orden teórico,
· pero
con las peores conse
cuencias en
el orden práctico». ( 3 ). El interés por aquel tema
capital en la historia del catolicismo de Francia, y por las
gra
vísimas cuestiones religiosas y políticas . que le subyacían, no
le abandonaría nunca desde entonces.
Durante su estancia en Melilla, en cuya Auditoría de Guerra
estuvo destinado como oficial
jurídico eritre 1926 y 1928, de
dicó buena parte de sus ocios a profundizar en la historia del
Ralliement, recurriendo a una bibliografía extensa, y especial
mente a los cinco tomos de la insustituible
Historie du Catho
licisme liberal et
du Catholicisme social en France depuis 1870
a 1914, del abate Barbiet. No tardaría la agitada política de
España en proporcionarle
la ocasión de dar una aplicación prác
tica a sus investigadones eruditas.
En abril de 19 31 se proclamaba la Segunda República, con
sumándose lo que Vegas calificó de «suicidio de un régimen».
Y en septiembre de ese año,
él y un puñado de amigos fun
daban la
Sociedad Cultural Acci6n Españda, con el propósito
de defender los grandes principios del derecho público cristia-
(2) Ibid., pág. 46.
(3)
Ibld., pág. 47.
1117
Fundaci\363n Speiro
ANDRES GAMBRA
no en ;un ambiente que era, para muchos cat6licos, de desorien~
tación y desánimo.
Eugenio Vegas había captado, desde el primer momento,
el carácter revolucionario
y la naturaleza anticristiana del nue
vo régimen.
«Me percaté
entonces -recuerda- de la imperiosa
necesidad de prevenir a los católicos contra
la campaña que de
seguro iba a iniciarse para exigirles, en nombre de su religión,
que aceptaran explícitamente
la forma republicana» ( 4 ). Sabía
que en España no faltaban católicos partidarios de
la adhesión
al nuevo régimen, hombres
c¡ue creían
en la posibilidad
de her
manar desde dentro, desde el acatamiento constitucional y la
legalidad, los principios del «derecho nuevo» y
el ctistianismo.
Emulos de Lammenais, de Dupanloup y Montalembert, o de Marc Sangnier,
estaban dispuestos
a producir una versión· es
pañola de los partidos católico-liberales y demóctata-cristianos franceses, y a favorecer un eventual
ralliement a la Segunda Re
pública.
Sus doctrinas y sus programas no encerraban misterio al
guno para Eugenio Vegas que habla
estudiado con
detenimiento
a sus· predecesores franceses.
Conocía bien
la trayectoria de Fe
licité de Lamennais, aquel sacerdote ultramontano y legitimista que, en virtud de una peripecia intelectual extraordinaria,
po
sible
sólo en el ambiente delicuescente del Romanticismo, había
terminado proclamando la identidad entre el cristianismo y el
mensaje de la
Revolución. Y
también a Dupanloup
y a Mon
talembert, los
prohombres del
catolicismo liberal francés; par
tidarios de un régimen liberal moderado que acogiese con
be
nevolencia a unos católicos sumisos, alejados de cualquier es tridencia reaccionaria, y cuyos disdpulos hicieron imposible la
restauración de la monarquía en Francia, cuando
pareda inmi
nente en 1871. Y a Marc Sangnier, fundador del Sillon, cuyos
ensueños de un renacimiento del cristianismo en el seno
~e una
democracia
laica
y socializante había cercenado de raíz San Pío X.
Eugenio
Vegas los conoda bien
y también su influencia en
(4) Ibid., pág. 131.
,1118
Fundaci\363n Speiro
EL «RALLIEMENT, EN EL PENSAMIENTO DE EUGENIO V~GAS
determinad~s ambientes del catolicismo español. Vegas sabía lo
que valían sus doctrinas porque había
analizado sus
frutQs en
la historia de Francia, había cotejado sus principios con los del
derecho público
cristiano, y
había estudiado a fondo el magis
terio pontificio sobre la materia. Había leído con detenimiento
la encíclica
Mirari vos de Gregorio XVI (1832), donde se éOn
denaba
la
doctrina lamennaisiana de la
«Razón General»; la
encíclica
Quanta Cura y el S,yllabus (1864 ), documentos capita
les, revestidos con la
máxima autoridad
del magisterio
.. ponti
ficio,
en los que
Pío IX
había condenado los principios del
«derecho nuevo» revolucionario y la hipótesis de un Estado que
fuera laico y no concediese a J?ios, en su constitución, en lugar
que le corresponde; y la encíclica Notre charge apostolique ( 1910),
de Pío X, que denunciaba, en términos claros y vigorosos, 1~
voluntad, característica de la democracia crisriana, de asimilar, a
través de las
· nociones
de evolución .
y · progresp, la democracia
moderna y el cristianismo.
Vegas, por otra parte, sabía que los católicos filorepublicanos,
los partidarios de la adhesión sin restricciones mentales, podían
aspirar a un eventual apoyo
de. las
más altas jerarquías. eclesiás
ticas. Quien lo dudara, sólo tenía, como él
,había hecho,
que in
formarse de lo ocurrido en Francia a finales del siglo xrx.
Imperaba entonoes
en el país vecino un régimen político· de
carácter netamente masónico, anticatólico. hasta
la médula y ca
pitaneado por hombres dispuestos a llevar hasta
el fin la obra
descristianizadora emprendida por la Revolución. de
1789; per
sonajes como Ferry, Clemenceau y Jaurés, republicanos puros y
duros, para quienes
la modernización de Francia exigía, como
conditio sine qua n_on, una· totail s_ecularización de sus institucio~
nes y de su cultura.
Del carácter de un régimen semejante tenían los católicos de
Francia pruebas abundantes en
1892: la supresión de los jesuitas
y de cuantas órdenes y congregacionés no se sometieran al con
trol del Estado,
la prohibición de la enseñanza religiosa y la
obligatoriedad de la estatal y laica, seguidas del cierre en pocos años de millares de· escuelas y colegios religiosos, la promulga-
1119
Fundaci\363n Speiro
ANDRES GAMBRA
ción de la ley del divorcio, la retirada de los crucifijos de las es
cuelas y un largo etcétera.
La ofensivá anticatólica había comenzado desde 1875, cuan
do se hizo evidente que la restauración de la
mortarqnía, posible
cinco
años antes, no tendría ya lugar, y pudo el nuevo régimen
desplegar sus verdaderas intenciones, coherentes con las tradi
ciones del republicanismo francés: un régimen «caracterizado en 1881, como en 1793 -diría Monseñor Freppel- por la guerra
a Dios, al cristianismo y a la Iglesia». Y, por cierto, que de aque
lla
situaci
la culpa en buena medida los católicos
libe
rales, quienes, con sus características vacilaciones y su invetera
da simpaúa por las instituciones postrevolucionarias, habían he
cho inviable la restauración de la
monarquía legítima.
No en
vano los había descrito
Pío IX
en estos términos: «un pie en la
verdad y
un pie
en el error, un pie en la Iglesia y
un pie .en el
espíritu
del mundo, un pie conmigo
y un pie con mis enemi
gos» (5).
Nada más natural qué; ante una situación semejante y a la
luz de una experiencia republicana de cien años, la mayoría de los católicos
se aferrasen
al recuerdo de la monarquía católica
de Francia. Era la propia República, con su feroz política anti
rreligiosa, quien ·«se encargaba de fabricar monárquicos», coíno
entonces se dijo.
Pues
bien, en contra de cualquier previsión,
León XIII
se
empeñó en constreñir
~ los católicos franceses, a partir de 1892
y
con su
encíclica Au
milieu des
sollicitudes,
a que
renunciasen
a sus tradiciones monárquicas y se adhiriesen
sin dobleces a la
Tercera
· República,
con el propósito de corregirla y mejorarla
desde dentro, desde la legalidad constitucional. El
hecho" resul
taba
es¡,ecialmente sorprendente
si se considera que León XIII
era el autor de un corpus de encíclicas de extraordinaria densi
dad, donde.
se· condenaba
sin paliativos los principios del libera-
(5) Cit., R. Aubert, Manual de historia de la Iglesia, dirigido por
H. Jedin, vol. VII, Barcelona, 1978, pág. 967.
1120
Fundaci\363n Speiro
EL «RALLIEMENT» EN EL PENSAMIENTO DE EUGENIO VEGAS
lismo y la. democracia moderna, aquellos precisamente que en
carnaba, mejor
que ningún otro,
el régimen francés.
Eugenio Vegas había estudiado a
fondo los
diferentes as
pectos de aquel escandaloso asunto, Y
sabía que
León XIII ha
bía muerto, once años
más tarde,
apesadumbrado por su
desa
fortunada
intromisión en los asuntos de Francia, y
que su
su
cesor, el santo Papa
Pío X,
había modificado por completo las
directrices de la Santa Sede en aquella espinosa materia
( 6
).
León XIII· se inclinó por una política semejante, y la impu
so con tesón a los católioos franceses, animado por un análisis
de su situación y un proyecto sobre su futuro, totalmente desen
focados y utópicos. Fueron multitud las voces autorizadas que
advirtieron al Papa de su error, pero
él, tan bien intencionado
oomo
mru informado,
se empeñó en seguir adelante. Creía since
ramente que el laicismo y el anticristianismo eran fenómenos ac
cidentales a la Tercera República, motivados en gran parte por
la adscripción monárquica de la mayoría de los católicos fran
ceses; si éstos se adherían sinceramente al régimen republicano,
el furor anticatólico remitiría y sería posible, desde dentro y no
desde
la oposición al régimen, enderezar el rumbo torcido; la
acción política de los católicos adquiriría, por otra parte, unidad
y una mayor eficacia, y sería posible hacer de la Repúbica fran
cesa «un régimen
aceptable para todos, moderado, liberal, esen
cialmente compatible con los principios del cristianismo»,
«una
República
cristiana, heredera de las tradiciones y continuadora
del papel de gran nación católica que era Francia».
El desenlace de aquella historia lamentable dio plena
razón
a
los detractores de León XIII. Por un lado,
la acción de los
católicos perdió el vigor que todavía conservaba: se dividieron
entre
ralliés y refractorios y, el sector liberru, que se consideró
triunfante y creía, no sin
razón, que
la Santa Sede
resprudaba
por
una
vez lo
esencial de su programa, impuso su criterio de
paños calientes
y prudencia a ultranza. La política de los cató-
(6) Sobre este puoto y la simpatía de Sao Pío X hacia la A.ction
Fran~aise, cfr. E. Vegas, Catolicismo y República, págs. 84 y sigs.
1121
Fundaci\363n Speiro
ANDRES GAMBRA
licos se hizo así perfectamente ineficaz. Por su parte, los suce
sivos gobiernos republicanos aprovecharon la
ocasión y
perseve
raron en sus proyectos sin tregua ni concesiones a la mano qu~
León XIII les tendía. Su programa de radical descristianización
de Francia
culminó entre
1904
y 1905, cuando ya el Pontífice
había
fallecido,
con
el total desmantelamiento de las institucio
nes docentes de la Iglesia,
la denuncia unilateral del Concordato
y
el decreto de separación entre la Iglesia y el Estado.
Para conjurar que un proceso semejante pudiera operarse en
España, en beneficio de un régimen que tantas semejanzas ofre
cía con el de la Tercera República francesa, Eugenio Vegas de
cidió publicar su
historia en
la revista Acción Española, con
una serie
de artículos
que se inici6 en marzo de 1932. Fueron
seis en total' y aparecieron, a
r8"6n de uno al mes, con el título
de
Historia de un fracaso: el ralliement de los católicos fran-
ceses a
la República.
.
Cat)saron gran efecto en los medios católicos y dieron re
nombre a su autor. El propio Vegas relata
la sorpresa de Inda
ledo Abril, destacada
figura del
campo
católico, cuando
lo cono
ció: creía que,
dada
la densidad de aquellos artículos en cuestio
nes de magisterio eclesiástico, su autor sería una especie de se
sudo monje y no un muchacho joven. Recibió numerosas mues
tras de
simpatía y la solicitud insistente de su reedici6n en for
ma de volumen
único. No tardó éste en
aparecer
-a mediados
de ese mismo año- con el titulo, esta vez, de
Catolicismo y
República. Un episodio de la Historia de Francia (7).
Y también suscitó las críticas y la aversión de otros; claro
está, los partidarios de la
adhesión al
poder constitucional, los
demócrata-cristianos de E/
Debate, quienes, desde el advenimien
to de la República, escamoteaban a su público
la verdadera doc
trina sobre aquella materia para, de ese modo, inclinarle al aca
tamiento incondicional.
Vegas recuerda en sus
Memorias que
don Angel Herrera, cuando
había aparecido el tercero de sus ~r-
(7) Su reseña exacta es: Eugenio Vegas Latapie, Catolicismo y Repú
blica. Un episodio de la historia de Francia, Madrid, Gráfica Universal,
1932, 175 págs.
1122
Fundaci\363n Speiro
EL «RALLIEMENT» EN EL PENSAMIENTO DE EUGENIO VEGAS
tículos, le rogó que no continuara su publicación; y que, tras la
aparición del libro,
«el correctísimo
e impasible
Herrera me
demosrró
su contrariedad negándome en un par de ocasiones el
saludo» (8).
No vamos a analizar en detalle el libro de Eugenio Vegas
porque es de esos que deben leerse. En sus páginas encontrará
el lector un
análisis detallado,
enriquecido con un aparato de
textos abundante, de los aspectos
más sobresalientes
del tema
y, sobre todo, una explicación lúcida del verdadero trasfondo de
la cuestión. Los precedentes del .ra/liement, las insinuaciones de
los republicanos moderados para comprometer al Papa en una
política
que. sabían
funesta para los intereses de la Iglesia, el
brindis. del
Cardenal Lavigerie en Argel, que
fue el
primer paso
de acercamiento a la República, las protestas
y lamentos del
episcopado
de Francia ante lo que se avecinaba, y la publicación
de la encíclica
Au milieu des so/licitudes con la declaración ofi
cial de las nuevas orientaciones pontificias, son algunos de los tema.s que estudia Vegas con el detenimiento que merecen.
Analiza detalladamente
el contenido de dicha encíclica
y la
distinción entre poder constituido
y legislación, que es su argu
mento central: deben los cátólicos, al primero,
acatamiento sin
restricciones
por razones de orden moral
y deben, a la vez, opo
nerse con decisión
y sin descanso a una legislación perversa, hos
til a la religión católica. Vegas demuestra que un argumento
semejante era legítimo
y correcto en teoría, pero funesto en la
práctica, puesto que desconocía u olvidaba, faltando a la pru
dencia, que
el régimen republicano de Francia había demostra
do suficientemente su incompatibilidad esencial con los princi
pios del bien común, que el propio León XIII reconocía en su
encíclica, eran la
medida de
los límites del acatamiento debido
a un régimen determinado. A través de una argumentación de
carácter abstracto, distante de
la realidad específica de Francia,
el
Pontífice llegaba
a conclusiones extraordinariamente específi
cas y comprometedoras.
(8) E. Vegas, Memorias politicas, pág. 166.
1123
Fundaci\363n Speiro
ANDRES GAMBRA
León XIII exigió, como medio orientado a un fin superior,
el sacrificio del partido monárquico, que se llevó a cabo sin ob
tener contrapartida alguna: «El sacrificio lo consumaron la ma
yoría de los monárquicos
y, sin embargo, la legislación cada día
ha sido peor, hasta llegar a la situación presente de laicismo ab soluto. El sacrificio fue estéril y, a mi modo de ver, perjudicial
para los intereses de Francia y también de la Iglesia» (9). El libro recoge también, entre otras muchas cosas, el testi
monio y la trayectoria personal de algunos prohombres notables
del bando católico, tales como Louis Veuillot
y Emile Keller: en
el primer momento se inclinaron por la tesis de la indiferencia
de las
formas de gobierno
y se sumaron al Ralliement; para ter
minar, más adelante, con la experiencia de sus resultados, en las
filas del
legitimismo monárquico.
El
fruto de
todo aquello fue el despojo, sin lucha
y con
deshonor, de la Iglesia de Francia. Eugenio Vegas, que conocía
bien la situación real en que se hallaba, manifiesta reiterada mente en las páginas del libro la exasperación que
le producía
el aserto, en boca de algunos católicos españoles acomodaticios,
de que la Iglesia de Francia gozaba de una paz envidiable: «En
efecto -replica-, todos sus bienes se los han quitado; todos
sus derechos han sido negados
y la única paz de que disfruta es
la aludida por
el poeta que decía: sólo en la paz de los sepulcros
creo» (10).
Bien miradas las cosas,
el libro de Eugenio Vegas encierra
una importante lección, de carácter general, que trasciende a la
historia que se narra en sus páginas y a la experiencia de la Re
pública española, que estuvo en la base de su publicación. Una
lección sencilla pero de capital importancia, válida para hoy lo mismo que
para 1892
y 1932. Es ésta: los programas de aper
turismo, de adecuación a las «exigencias» del mundo moderno,
de renuncia a maximalismos en aras de combates parciales y,
por ello, presuntamente eficaces, no son, en el fondo, otra cosa
(9) E. Vegas, Catolicismo y República, pág. 103.
(10)
Ibid., pág. 87.
1124
Fundaci\363n Speiro
EL «RALLIEMENT» EN EL PENSAMIENTO DE EUGENIO VEGAS
que políticas de «cobardismo», fruto del miedo y de la falta de
convicci6n que engendra complejo de inferioridad. Y, a la larga,
conducen inevitablemente al fracaso, puesto que fuerzan a los
cat6licos a medirse, con el bagaje mermado
y. en circunstancias
adversas, a un enemigo agresivo
y bien pertrechado, que se bene
ficia de su propia coherencia interna. Los cat61icos tienen que actuar
y luchar en las circunstancias
e11 que les haya tocado vivir,
sean éstas
las que fueren, siempre
con la debida prudencia, pero sin perder nunca de vista que una
sociedad que no se funde sobre el derecho natural y los
. princi
pios
del cristianismo es, a la larga, corrupta
y opuesta a la su
pervivencia de
la religi6n verdadera. No otro era el sentido del
axioma «politique d'abo~d» maurrasiano, al que Vegas se ad
hiere: cualquier acci6n de carácter religioso en el seno de la so ciedad moderna que no
,aspire, antes
y después, a la restauración
del orden social cristiano, es necesariamente estéril. A los cat6licos de Francia les cupo escuchar, en más de una
ocasi6n, las burlas de sus enemigos: no os quejéis-les argüían
puesto que no habéis tenido «el valor de erigir contra el pensa
miento de la Revoluci6n el pensamiento católico completo».
Eugenio Vegas quiso evitarle a su patria un destino semejante.
Fue el designio de toda su vida.
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A PROPOSITO DE SU LIBRO "CATOLICISMO Y REPUBLICA"
POR
ANDRÉS GAMBRA
Quienes han tenido el privilegio de conocer personalmente
a Eugenio Vegas saben de su extrao_rdianria inclinación por la
historia moderna y contemporánea de Francia. Fueron para él
aquellas materias algo más que un campo
ougestivo donde
ex
playar su afición innata
y devoradora por la historia: fueron
cantera inagotable de inspiraciones políticas aplicables con efica
cia
y fruto al acontecer español de su tiempo, en el que le cupo
desempeñar el papel honroso y brillante que todos conocemos
y glosan ahora, con motivo de su muerte, no sólo sus discípulos
y amigos sino, incluso, algunos de sus más caracterizados detrac
tores.
El propio Eugenio Vegas, en sus Memorias pol!ticas, nos
recuerda las circunstancias concretas que le movieron, por vez
primera, a estudiar metódicamente la historia del país vecino.
En 1923, cuando su precoz vocación
de pol!tico católico y tra
dicionalista era ya evidente, se enteró de la existencia de un
diario
titulado L' Action franraise, que capitaneaba Charles Mau
rras. En septiembre de ese año adquiría su primer ejemplar,
al
verlo casualmente en la librería de la estación ferroviaria de Oviedo
(1). Se hizo suscriptor y durante años lo leyó con pasión,
(1) E. Vegas Latapie, Memorias pollticas, Barcelona, 1983, pág. 25.
1116
Fundaci\363n Speiro
El, «RALLIEMENT» EN EL PENSAMIENTO DE EUGENIO VEGAS
dedicándole dos horas diarias, y «no había motivo -nos cuen
ta- que impidiera el enfrascarme en su lectura» (2).
En L'Ac
tion
franraise
reconocía Vegas, según testimonio propio, «una
reencarnación mejorada del tradicionalismo español», y de su
mano se inició en las grandes cuestiones de la historia política
de Francia de las que, con el paso del tiempo, adquirió una in
formación enciclopédica. Lee el periódico y se interesa por las publicaciones de los
intelectuales que gravitaban a su alrededor. Llamó
clpecialmente
su
atención un libro de Havard de la Montagne dedicado al
Ralliement de los franceses a la Tercera República, «donde se de
mostraba
eL pésimo
resultado que dieron las instrucciones po
líticas de
León XIII
a los
católicos de
Francia, aconsejándoles,
e incluso exigiéndoles, que se hicieran republicanos, con la me
jor intención en el orden teórico,
· pero
con las peores conse
cuencias en
el orden práctico». ( 3 ). El interés por aquel tema
capital en la historia del catolicismo de Francia, y por las
gra
vísimas cuestiones religiosas y políticas . que le subyacían, no
le abandonaría nunca desde entonces.
Durante su estancia en Melilla, en cuya Auditoría de Guerra
estuvo destinado como oficial
jurídico eritre 1926 y 1928, de
dicó buena parte de sus ocios a profundizar en la historia del
Ralliement, recurriendo a una bibliografía extensa, y especial
mente a los cinco tomos de la insustituible
Historie du Catho
licisme liberal et
du Catholicisme social en France depuis 1870
a 1914, del abate Barbiet. No tardaría la agitada política de
España en proporcionarle
la ocasión de dar una aplicación prác
tica a sus investigadones eruditas.
En abril de 19 31 se proclamaba la Segunda República, con
sumándose lo que Vegas calificó de «suicidio de un régimen».
Y en septiembre de ese año,
él y un puñado de amigos fun
daban la
Sociedad Cultural Acci6n Españda, con el propósito
de defender los grandes principios del derecho público cristia-
(2) Ibid., pág. 46.
(3)
Ibld., pág. 47.
1117
Fundaci\363n Speiro
ANDRES GAMBRA
no en ;un ambiente que era, para muchos cat6licos, de desorien~
tación y desánimo.
Eugenio Vegas había captado, desde el primer momento,
el carácter revolucionario
y la naturaleza anticristiana del nue
vo régimen.
«Me percaté
entonces -recuerda- de la imperiosa
necesidad de prevenir a los católicos contra
la campaña que de
seguro iba a iniciarse para exigirles, en nombre de su religión,
que aceptaran explícitamente
la forma republicana» ( 4 ). Sabía
que en España no faltaban católicos partidarios de
la adhesión
al nuevo régimen, hombres
c¡ue creían
en la posibilidad
de her
manar desde dentro, desde el acatamiento constitucional y la
legalidad, los principios del «derecho nuevo» y
el ctistianismo.
Emulos de Lammenais, de Dupanloup y Montalembert, o de Marc Sangnier,
estaban dispuestos
a producir una versión· es
pañola de los partidos católico-liberales y demóctata-cristianos franceses, y a favorecer un eventual
ralliement a la Segunda Re
pública.
Sus doctrinas y sus programas no encerraban misterio al
guno para Eugenio Vegas que habla
estudiado con
detenimiento
a sus· predecesores franceses.
Conocía bien
la trayectoria de Fe
licité de Lamennais, aquel sacerdote ultramontano y legitimista que, en virtud de una peripecia intelectual extraordinaria,
po
sible
sólo en el ambiente delicuescente del Romanticismo, había
terminado proclamando la identidad entre el cristianismo y el
mensaje de la
Revolución. Y
también a Dupanloup
y a Mon
talembert, los
prohombres del
catolicismo liberal francés; par
tidarios de un régimen liberal moderado que acogiese con
be
nevolencia a unos católicos sumisos, alejados de cualquier es tridencia reaccionaria, y cuyos disdpulos hicieron imposible la
restauración de la monarquía en Francia, cuando
pareda inmi
nente en 1871. Y a Marc Sangnier, fundador del Sillon, cuyos
ensueños de un renacimiento del cristianismo en el seno
~e una
democracia
laica
y socializante había cercenado de raíz San Pío X.
Eugenio
Vegas los conoda bien
y también su influencia en
(4) Ibid., pág. 131.
,1118
Fundaci\363n Speiro
EL «RALLIEMENT, EN EL PENSAMIENTO DE EUGENIO V~GAS
determinad~s ambientes del catolicismo español. Vegas sabía lo
que valían sus doctrinas porque había
analizado sus
frutQs en
la historia de Francia, había cotejado sus principios con los del
derecho público
cristiano, y
había estudiado a fondo el magis
terio pontificio sobre la materia. Había leído con detenimiento
la encíclica
Mirari vos de Gregorio XVI (1832), donde se éOn
denaba
la
doctrina lamennaisiana de la
«Razón General»; la
encíclica
Quanta Cura y el S,yllabus (1864 ), documentos capita
les, revestidos con la
máxima autoridad
del magisterio
.. ponti
ficio,
en los que
Pío IX
había condenado los principios del
«derecho nuevo» revolucionario y la hipótesis de un Estado que
fuera laico y no concediese a J?ios, en su constitución, en lugar
que le corresponde; y la encíclica Notre charge apostolique ( 1910),
de Pío X, que denunciaba, en términos claros y vigorosos, 1~
voluntad, característica de la democracia crisriana, de asimilar, a
través de las
· nociones
de evolución .
y · progresp, la democracia
moderna y el cristianismo.
Vegas, por otra parte, sabía que los católicos filorepublicanos,
los partidarios de la adhesión sin restricciones mentales, podían
aspirar a un eventual apoyo
de. las
más altas jerarquías. eclesiás
ticas. Quien lo dudara, sólo tenía, como él
,había hecho,
que in
formarse de lo ocurrido en Francia a finales del siglo xrx.
Imperaba entonoes
en el país vecino un régimen político· de
carácter netamente masónico, anticatólico. hasta
la médula y ca
pitaneado por hombres dispuestos a llevar hasta
el fin la obra
descristianizadora emprendida por la Revolución. de
1789; per
sonajes como Ferry, Clemenceau y Jaurés, republicanos puros y
duros, para quienes
la modernización de Francia exigía, como
conditio sine qua n_on, una· totail s_ecularización de sus institucio~
nes y de su cultura.
Del carácter de un régimen semejante tenían los católicos de
Francia pruebas abundantes en
1892: la supresión de los jesuitas
y de cuantas órdenes y congregacionés no se sometieran al con
trol del Estado,
la prohibición de la enseñanza religiosa y la
obligatoriedad de la estatal y laica, seguidas del cierre en pocos años de millares de· escuelas y colegios religiosos, la promulga-
1119
Fundaci\363n Speiro
ANDRES GAMBRA
ción de la ley del divorcio, la retirada de los crucifijos de las es
cuelas y un largo etcétera.
La ofensivá anticatólica había comenzado desde 1875, cuan
do se hizo evidente que la restauración de la
mortarqnía, posible
cinco
años antes, no tendría ya lugar, y pudo el nuevo régimen
desplegar sus verdaderas intenciones, coherentes con las tradi
ciones del republicanismo francés: un régimen «caracterizado en 1881, como en 1793 -diría Monseñor Freppel- por la guerra
a Dios, al cristianismo y a la Iglesia». Y, por cierto, que de aque
lla
situaci
la culpa en buena medida los católicos
libe
rales, quienes, con sus características vacilaciones y su invetera
da simpaúa por las instituciones postrevolucionarias, habían he
cho inviable la restauración de la
monarquía legítima.
No en
vano los había descrito
Pío IX
en estos términos: «un pie en la
verdad y
un pie
en el error, un pie en la Iglesia y
un pie .en el
espíritu
del mundo, un pie conmigo
y un pie con mis enemi
gos» (5).
Nada más natural qué; ante una situación semejante y a la
luz de una experiencia republicana de cien años, la mayoría de los católicos
se aferrasen
al recuerdo de la monarquía católica
de Francia. Era la propia República, con su feroz política anti
rreligiosa, quien ·«se encargaba de fabricar monárquicos», coíno
entonces se dijo.
Pues
bien, en contra de cualquier previsión,
León XIII
se
empeñó en constreñir
~ los católicos franceses, a partir de 1892
y
con su
encíclica Au
milieu des
sollicitudes,
a que
renunciasen
a sus tradiciones monárquicas y se adhiriesen
sin dobleces a la
Tercera
· República,
con el propósito de corregirla y mejorarla
desde dentro, desde la legalidad constitucional. El
hecho" resul
taba
es¡,ecialmente sorprendente
si se considera que León XIII
era el autor de un corpus de encíclicas de extraordinaria densi
dad, donde.
se· condenaba
sin paliativos los principios del libera-
(5) Cit., R. Aubert, Manual de historia de la Iglesia, dirigido por
H. Jedin, vol. VII, Barcelona, 1978, pág. 967.
1120
Fundaci\363n Speiro
EL «RALLIEMENT» EN EL PENSAMIENTO DE EUGENIO VEGAS
lismo y la. democracia moderna, aquellos precisamente que en
carnaba, mejor
que ningún otro,
el régimen francés.
Eugenio Vegas había estudiado a
fondo los
diferentes as
pectos de aquel escandaloso asunto, Y
sabía que
León XIII ha
bía muerto, once años
más tarde,
apesadumbrado por su
desa
fortunada
intromisión en los asuntos de Francia, y
que su
su
cesor, el santo Papa
Pío X,
había modificado por completo las
directrices de la Santa Sede en aquella espinosa materia
( 6
).
León XIII· se inclinó por una política semejante, y la impu
so con tesón a los católioos franceses, animado por un análisis
de su situación y un proyecto sobre su futuro, totalmente desen
focados y utópicos. Fueron multitud las voces autorizadas que
advirtieron al Papa de su error, pero
él, tan bien intencionado
oomo
mru informado,
se empeñó en seguir adelante. Creía since
ramente que el laicismo y el anticristianismo eran fenómenos ac
cidentales a la Tercera República, motivados en gran parte por
la adscripción monárquica de la mayoría de los católicos fran
ceses; si éstos se adherían sinceramente al régimen republicano,
el furor anticatólico remitiría y sería posible, desde dentro y no
desde
la oposición al régimen, enderezar el rumbo torcido; la
acción política de los católicos adquiriría, por otra parte, unidad
y una mayor eficacia, y sería posible hacer de la Repúbica fran
cesa «un régimen
aceptable para todos, moderado, liberal, esen
cialmente compatible con los principios del cristianismo»,
«una
República
cristiana, heredera de las tradiciones y continuadora
del papel de gran nación católica que era Francia».
El desenlace de aquella historia lamentable dio plena
razón
a
los detractores de León XIII. Por un lado,
la acción de los
católicos perdió el vigor que todavía conservaba: se dividieron
entre
ralliés y refractorios y, el sector liberru, que se consideró
triunfante y creía, no sin
razón, que
la Santa Sede
resprudaba
por
una
vez lo
esencial de su programa, impuso su criterio de
paños calientes
y prudencia a ultranza. La política de los cató-
(6) Sobre este puoto y la simpatía de Sao Pío X hacia la A.ction
Fran~aise, cfr. E. Vegas, Catolicismo y República, págs. 84 y sigs.
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ANDRES GAMBRA
licos se hizo así perfectamente ineficaz. Por su parte, los suce
sivos gobiernos republicanos aprovecharon la
ocasión y
perseve
raron en sus proyectos sin tregua ni concesiones a la mano qu~
León XIII les tendía. Su programa de radical descristianización
de Francia
culminó entre
1904
y 1905, cuando ya el Pontífice
había
fallecido,
con
el total desmantelamiento de las institucio
nes docentes de la Iglesia,
la denuncia unilateral del Concordato
y
el decreto de separación entre la Iglesia y el Estado.
Para conjurar que un proceso semejante pudiera operarse en
España, en beneficio de un régimen que tantas semejanzas ofre
cía con el de la Tercera República francesa, Eugenio Vegas de
cidió publicar su
historia en
la revista Acción Española, con
una serie
de artículos
que se inici6 en marzo de 1932. Fueron
seis en total' y aparecieron, a
r8"6n de uno al mes, con el título
de
Historia de un fracaso: el ralliement de los católicos fran-
ceses a
la República.
.
Cat)saron gran efecto en los medios católicos y dieron re
nombre a su autor. El propio Vegas relata
la sorpresa de Inda
ledo Abril, destacada
figura del
campo
católico, cuando
lo cono
ció: creía que,
dada
la densidad de aquellos artículos en cuestio
nes de magisterio eclesiástico, su autor sería una especie de se
sudo monje y no un muchacho joven. Recibió numerosas mues
tras de
simpatía y la solicitud insistente de su reedici6n en for
ma de volumen
único. No tardó éste en
aparecer
-a mediados
de ese mismo año- con el titulo, esta vez, de
Catolicismo y
República. Un episodio de la Historia de Francia (7).
Y también suscitó las críticas y la aversión de otros; claro
está, los partidarios de la
adhesión al
poder constitucional, los
demócrata-cristianos de E/
Debate, quienes, desde el advenimien
to de la República, escamoteaban a su público
la verdadera doc
trina sobre aquella materia para, de ese modo, inclinarle al aca
tamiento incondicional.
Vegas recuerda en sus
Memorias que
don Angel Herrera, cuando
había aparecido el tercero de sus ~r-
(7) Su reseña exacta es: Eugenio Vegas Latapie, Catolicismo y Repú
blica. Un episodio de la historia de Francia, Madrid, Gráfica Universal,
1932, 175 págs.
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EL «RALLIEMENT» EN EL PENSAMIENTO DE EUGENIO VEGAS
tículos, le rogó que no continuara su publicación; y que, tras la
aparición del libro,
«el correctísimo
e impasible
Herrera me
demosrró
su contrariedad negándome en un par de ocasiones el
saludo» (8).
No vamos a analizar en detalle el libro de Eugenio Vegas
porque es de esos que deben leerse. En sus páginas encontrará
el lector un
análisis detallado,
enriquecido con un aparato de
textos abundante, de los aspectos
más sobresalientes
del tema
y, sobre todo, una explicación lúcida del verdadero trasfondo de
la cuestión. Los precedentes del .ra/liement, las insinuaciones de
los republicanos moderados para comprometer al Papa en una
política
que. sabían
funesta para los intereses de la Iglesia, el
brindis. del
Cardenal Lavigerie en Argel, que
fue el
primer paso
de acercamiento a la República, las protestas
y lamentos del
episcopado
de Francia ante lo que se avecinaba, y la publicación
de la encíclica
Au milieu des so/licitudes con la declaración ofi
cial de las nuevas orientaciones pontificias, son algunos de los tema.s que estudia Vegas con el detenimiento que merecen.
Analiza detalladamente
el contenido de dicha encíclica
y la
distinción entre poder constituido
y legislación, que es su argu
mento central: deben los cátólicos, al primero,
acatamiento sin
restricciones
por razones de orden moral
y deben, a la vez, opo
nerse con decisión
y sin descanso a una legislación perversa, hos
til a la religión católica. Vegas demuestra que un argumento
semejante era legítimo
y correcto en teoría, pero funesto en la
práctica, puesto que desconocía u olvidaba, faltando a la pru
dencia, que
el régimen republicano de Francia había demostra
do suficientemente su incompatibilidad esencial con los princi
pios del bien común, que el propio León XIII reconocía en su
encíclica, eran la
medida de
los límites del acatamiento debido
a un régimen determinado. A través de una argumentación de
carácter abstracto, distante de
la realidad específica de Francia,
el
Pontífice llegaba
a conclusiones extraordinariamente específi
cas y comprometedoras.
(8) E. Vegas, Memorias politicas, pág. 166.
1123
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León XIII exigió, como medio orientado a un fin superior,
el sacrificio del partido monárquico, que se llevó a cabo sin ob
tener contrapartida alguna: «El sacrificio lo consumaron la ma
yoría de los monárquicos
y, sin embargo, la legislación cada día
ha sido peor, hasta llegar a la situación presente de laicismo ab soluto. El sacrificio fue estéril y, a mi modo de ver, perjudicial
para los intereses de Francia y también de la Iglesia» (9). El libro recoge también, entre otras muchas cosas, el testi
monio y la trayectoria personal de algunos prohombres notables
del bando católico, tales como Louis Veuillot
y Emile Keller: en
el primer momento se inclinaron por la tesis de la indiferencia
de las
formas de gobierno
y se sumaron al Ralliement; para ter
minar, más adelante, con la experiencia de sus resultados, en las
filas del
legitimismo monárquico.
El
fruto de
todo aquello fue el despojo, sin lucha
y con
deshonor, de la Iglesia de Francia. Eugenio Vegas, que conocía
bien la situación real en que se hallaba, manifiesta reiterada mente en las páginas del libro la exasperación que
le producía
el aserto, en boca de algunos católicos españoles acomodaticios,
de que la Iglesia de Francia gozaba de una paz envidiable: «En
efecto -replica-, todos sus bienes se los han quitado; todos
sus derechos han sido negados
y la única paz de que disfruta es
la aludida por
el poeta que decía: sólo en la paz de los sepulcros
creo» (10).
Bien miradas las cosas,
el libro de Eugenio Vegas encierra
una importante lección, de carácter general, que trasciende a la
historia que se narra en sus páginas y a la experiencia de la Re
pública española, que estuvo en la base de su publicación. Una
lección sencilla pero de capital importancia, válida para hoy lo mismo que
para 1892
y 1932. Es ésta: los programas de aper
turismo, de adecuación a las «exigencias» del mundo moderno,
de renuncia a maximalismos en aras de combates parciales y,
por ello, presuntamente eficaces, no son, en el fondo, otra cosa
(9) E. Vegas, Catolicismo y República, pág. 103.
(10)
Ibid., pág. 87.
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EL «RALLIEMENT» EN EL PENSAMIENTO DE EUGENIO VEGAS
que políticas de «cobardismo», fruto del miedo y de la falta de
convicci6n que engendra complejo de inferioridad. Y, a la larga,
conducen inevitablemente al fracaso, puesto que fuerzan a los
cat6licos a medirse, con el bagaje mermado
y. en circunstancias
adversas, a un enemigo agresivo
y bien pertrechado, que se bene
ficia de su propia coherencia interna. Los cat61icos tienen que actuar
y luchar en las circunstancias
e11 que les haya tocado vivir,
sean éstas
las que fueren, siempre
con la debida prudencia, pero sin perder nunca de vista que una
sociedad que no se funde sobre el derecho natural y los
. princi
pios
del cristianismo es, a la larga, corrupta
y opuesta a la su
pervivencia de
la religi6n verdadera. No otro era el sentido del
axioma «politique d'abo~d» maurrasiano, al que Vegas se ad
hiere: cualquier acci6n de carácter religioso en el seno de la so ciedad moderna que no
,aspire, antes
y después, a la restauración
del orden social cristiano, es necesariamente estéril. A los cat6licos de Francia les cupo escuchar, en más de una
ocasi6n, las burlas de sus enemigos: no os quejéis-les argüían
puesto que no habéis tenido «el valor de erigir contra el pensa
miento de la Revoluci6n el pensamiento católico completo».
Eugenio Vegas quiso evitarle a su patria un destino semejante.
Fue el designio de toda su vida.
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