Índice de contenidos
Número 245-246
Serie XXV
- Textos Pontificios
- In memoriam
-
Estudios
-
San Juan María Vianney o el poder de Dios. (En el segundo centenario de su nacimiento)
-
García Morente y el estilo de España
-
Doctrina de la Iglesia sobre libertad y liberación. A propósito de la Instrucción de la Congregación para la Doctrina de la Fe sobre libertad cristiana y liberación
-
Las «sugerencias» del Sínodo de 1985
-
El mal menor y las elecciones
-
La «Weltrevolution» y el «Weltoktober»
-
El sectarismo, fuente de errores políticos. (Las equivocadas opciones de la Institución Libre de Enseñanza)
-
-
Monográficos
-
El derecho colectivo de los católicos a defenderse de injustas agresiones. (Introducción, selección de textos y comentarios a un libro de Joaquín Torres Asensio)
-
Ilegitimidad del gobierno del Frente Popular de 1936. (Consideraciones de un eminente liberal)
-
Una reacción de la irreductible España
-
Apuntes sobre los Movimientos Católicos juveniles en la Cataluña de 1936-1939
-
El porqué de la Victoria
-
- Actas
- Homenajes
- Crónicas
-
Información bibliográfica
-
Manuel de Santa Cruz: Apuntes y documentos para la historia del tradicionalismo español 1939-1966. Tomo XIV (1952)
-
Vicente Marrero Suárez: Picasso y el monstruo
-
Gonzalo Fernández de la Mora: La envidia igualitaria
-
Martirián Brunsó Verdaguer: El amor que siempre gana
-
Agustín Basave Fernández del Valle: Filosofía del Derecho Internacional
-
Jaime Morales Carazo: ¡Mejor que Somoza, cualquier cosa!
-
Autores
1986
García Morente y el estilo de España
GARCIA MORENTE Y EL. ESTILO DE ESPilA
-l. Prolegóinenos.
POR
MIGUEL AYUSO
Un fenómeno curioso del presente. intelectual y. literario es
la
proliferación -uso,
abuso,-de
conmemoraciones.
En su
raíz· hay
algo de cronolatrla: los temas que merecen la
dedicación del escritor son los
· de actualidad, caracterizados in
cluso como «acuciantes»; apenas hay vigencias -qQe recordar, sinO
apresuradamente, y a través de las solicitaciones de los aniver
sarios.
Aunque quizá el factor determinante pueda encontrarse en
las seducciones que el periodismo ejerce sobre quienes se ocu
pan de temas de inteligencia. Ciertamente, lo
actual llama a lo
vigente para poner un punto de luz en la visión de los proble
mas y orden en la
comprensión de
la realidad. Pero esa llamada
queda, con demasiado frecuencia, inatendida, merced al griterío
impuesto por el
«pedagogismo» de· los
medios
de· información,
viniendo
sólo a
encontrar eco
a
través ·del resquiciQ
menciona
do de las efemérides.
* * *
En cualquier caso, el tema de que voy a tratar demanda re
flexión · por
razones que exceden del recuerdo piadoso de una
sefiera figura de nuestra tradición· en el centenario de su
naci
miento.
Que la comprensión -supuesto problema o enigma-de la
521
Fundaci\363n Speiro
MIGUEL AYUSO
ejecutoria de Espafia no es cuestión cerrada para nuestra inte
lectualidad lo muestra a la perfección el éxito de la
España in
teligible de Julián Marías (1).
En el terreno de los hechos, por otro lado, se hace cada vez
más
presente lo' ,que Alvaró D'Órs ha llamado aporía capital de
nuestro tiempo (2): la crisis
élel «Estado
nacional»
pennite con
jeturar
la superación de la actual estructura estatal
( ad extra
por organismos supranacionales, y ad intra por autonomías re
gionales); pero,
por una
parte, aquellos ,organismos se
han evi
denciado vacíos
de. toda
idea moral y, por la otra, el nuevo
auto
nomismo
revolucionario
no sirve
para hacer
,patria, sino
sólo
para deshacerla. Entre un europeísmo que cabalmente no es sino
encogimiento del
universalismo católico
;_fórmula secularizada
para
designar la
Cristiandad__:_ y
un autonomismo extraño a la
noción histórica de
libertad concreta, recupera urgencia conocer
y
amar el genio de España, Para este designio, el pensamiento
del óltimo Morente resulta aleccionador, hoy más
que .nunca,
tanto
por la hondura de su
meditación sobre
el estilo nacional
como por el acierto de su
simbolizaci6n en la figura del caba
llero cristiano.
II. El lugar intelectual de :Morente.
Pero, previamente, se hace preciso localizar a nuestro autor,
con la inayor concreción posible,
dentro de la historia del pen
samiento. ¿Cuál es el lugar intelectual de Morente?
De la .mano de Fernández de
la Mora se Ié puede adscribir
a la concepción tradicional del mundo y, más exactamente, a la
escuela. de Menéndez
Pelayo -el del Brindis. del- Retiro y el
Epilogo de los heterodoxos-y del Maeztu converso: «Moren
te,
al consagrar su madurez al tema de la hispanidad, no hizo
(1) JuLIÁN MA!ÚAS, Bspalfa inteligible. RJU.ón histórica de las Bspa-
ñas,
Alianza Editorial, Madrid, 1985. . .
(2) ALVARO D'ORS, «Tres aporías capitáles», en RJU.ón Bspafiola, nú
mero 2 (1983), pág. 213.
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Fundaci\363n Speiro
GARCIA MORENTE Y EL ESI'IW DE ESPAl'vA
otra cosa que ser fiel a su . vocación y atender al. asunto .que le
era
más
próximo en el espacio, en el tiempo y en. el amor. En
suma: la teoría · de España refleja al Moren te más consecuente
y auténtico, y es ella .la que, además, confirma la ubicación tta
dicional de su
pensamiento» ( 3 ). .
Su
anterior vinculación
al kantismo -que conoció y expuso
como
nadie
pero al que apenas aportó nada en cuanto que sis
tema-o su adhesión al vitalismo. orteguiano · --además de cor"
ta,
superficial-
. sólo
pueden entenderse como zonas de paso,
ttansitorias
y anecdóticas: por definición. El García Moren~ que
. interesa
al
pensamiento español es el de la etapa madura, subsi
guiente a su conversión
y ordenación sacerdotal. Y su aporta
ción más valiosa encuentra su sede en la Filosofía de la·
Historia,
a la que dedicó sus últimos afanes.
Rafael Gambra, en una maravillosa evocación del Garc/a Mo
rente t¡ue conoci6, se ha referido delicadainente al problema es
piritual
que hubo de presentarse al profesor coovertido a su
vuelta a
la Universidad. Fue el enfrentamiento del hombre nue
vo
con
la vieja tarea. Y ha imaginado lo que sería para él la sa
lida diaria desde
el Seminario a la Universidad: «Un hombre
que se había visto renovado interiormente
por una nueva fe, re
vitalizado
por ilusiones, afectos e imperativos. distintos a los que
conoció, que
hab.ía vuelto
a hacerse
nilío para
vivir dócilmente
una vida escolar de enttega
y ·olvldo; tertía ahora, por la misma
obediencia, que salir diariamente de aquel mundo
nuevo y zam
bullirse por unas horas
en el viejo mundo que abandonó .. ,» (4).
¿Cómo podría desempeñar en
él .el papel de viejo lnaestt"o?
¿Cómo sería el
reencuentro con los problemas
filosóficos anti
guos
.y con muchos de los antiguos alumnos que le escucharon?
(3) GONZALO FERNÁNDEZ. DE LA MORA, «El lugar lntelectual de Mo
rente», en La Estafeta Literaria, núm. 387 (1968), pág. 9; también en el libró Pensamiento español en 1969. · De Sanz del Rio a Morente, Rialp,
Madrid, 1971, pág. 99.
( 4) RAFAEL GAMBRA, «Estudio preliminar• al libro Ideas para una
filoso/fa de la historia de España, Rialp, Madrid, 1957, págs. 17-18. Este
estudio también se public6 bajo el titulo «El Garcla Moten te que. Y!> oo
nocí», en el núm. 32 (19,7) de Nuestro Tiempo.
523
Fundaci\363n Speiro
· MIGUEL AYUSO
En efecto, .admira contemplar la «extraordinaria irrupción
de la gracia», el modo de obrar del Señor. Porque el retorno a
la fe no se produce por una mera conjunción de circunstanéias
intelectuales -su racionalismo no
· le
alcanzó
la paz espiritual
sino
que,
al contrario, le fue sumiendo en un desasosiego cre
ciente- con otras de tipo histórico -ese momento de la guerra
civil en que los acontecimientos
· se
precipitan y la muerte
«ronda en torno nuestro, nos. ·acecha y cae sobre nosotros como
el trige sobre su presa» ( 5 )-; no fue sólo pura coincidencia de
convencimiento
espiritual y
vivencia histórica. El
hecho extraor
dinario ( 6) que tan abismalmente habla transformado su vida fue
«una luz bajada de lo alto, un inmenso consuelo». Pero, en cam'
bio, había dejado
subsistente su edificio conceptual anterior.
Nota que se resquebraja, que hace aguas por momentos. Pero
sigile
· 1evahtado, porque el Señor no· · precisa
de filosofías para
su llamada, y la efusión de su gracia sortea los muros de la in
comprensión/ o el prejuicio
intelectualés.
Una
vez
consumada la
obra de Dios
es cuando, al renovar
radicalmente la existencia, se muestra urgente
· la necesidad de
repensar·
las filosotías, las
ideas y las opiniones. En esta tarea
ocupó sus
últimos años, aunque .Ja labor no llegara a ser coro
nada por el éxito: no pudo alcanzar de modo trabado
la sínte
sis entre
.lo · más
sano de
su antiguo
pensamiento y la filosofía
tradicional de
Santo Tomás· el.e Aquino.
En
cambio, como ha subrayado
Gambra -y
me parece
de
una extraordinaria importancia recordado hoy.:.....:, llegó, por d
efecto de su nuevafe viva y cordialmente sentida, a una intui
ción clarísima, casi
· ·fulminante, sobre
la inspiración religiosa
que. entraña la historia de nuestra patria,
1~ misión histórica
que
ha guiado el proceder comunitario de los españoles. Resulta ins
tructivo -escribe-- ver cómo un hombre del ambiente
liberal
y europeizador, «por el hecho de recuperar la fe de Cristo, intu-
(5) MANUEL GARcfA MoRBNTE, Ideas para una filoso/la de la histo
ria de España, pág. 202.
(6) Cfr. en el libro de MAURICIO lruARTE, S. I., El profesor Garc/a
Morente, sacerdOte, Espasa. CaIÍ)e; Madrid, 1951.
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Fundaci\363n Speiro
GARCIA MORENTE Y EL ESTILO DE ESPANA
ye inmediatamente el alcance religioso de esa trágica ejecutoria
histórica que )lamamos España, y también
la intención profun
y '.antiespañola de la postura europeizado
ra liberal» (7).
III. España como estilo.
A este tema deditó, entre otras conferencias y discursos, los
titulados Idea de la Hispanidad (
1938) e Ideas para una filoso
fía de la historia de
España (194 3 ).
Sus aportaciones principales pueden resumirse en dos: la
primeta, positiva, es 1a
visión
del
estilo español
en clave católi
ca;
la segunda, negativa, el rechazo del ideal europeizador como
imposible
histórico.
El pensamiento morentiano se enfrenta con
la esencia de
la nacionalidad y, considerando inaptos los vínculos naturales
-raza,
sangre, territorio,
idioma-, para forjarla, viene a
defi~
nirla
como acto
espiritual'.
Pero
dentro de las construcciones espiritualistas cree insu
ficientes, tanto la que fundamenta la adhesión exclusivamente en
el pasado -al modo de Renan- como
la que pone por úni
co fundamento la proyección en el futuro -como Ortega y
Gasset-. No,
la explicación no puede hallarse en un roman
ticismo contemplativo,
ni menos aún en un voluntarismo sin
raíz.
Entonces, «¿por qué la nación rechaza ciertos proyectos que
se le proponen y aprueba y abraza ·otros? No hay más que
una
explicación posible: que esos proyectos de· empresa rechazados
no guarden con el presente y pasado del
país íntima
y profunda
afinidad u
homogeneidad»
(8).
(7) RAFAEL GAMBRA, Estudio preliminar, pág. 57.
(8) MANUEL GARcL MoRENTE, Idea de la Hispanidad, Espasa Calpe,
Buenos Aires, 1938, pág. 41.
525
Fundaci\363n Speiro
MIGUEL AYUSO
En cualquier caso, no se pueden poner al mismo nivel los
proyectos de
empresa con la convivencia histórica. España pre
cisa
una definición dinámica o genética, una empresa, una tatea
cuya
realización encienda
o haya encendido el entusiasmo de to
dos y sea o haya sido el norte de
la actuación pasada. Pero, para
encontrar esta empresa,
para localizar
esa tarea, no disponemos
de más criterio que
del pasado.
Al hallarse en
el pasado histórico espafiol diferentes épocas
-reflejadas en empresas distintas--, se hace necesario encon
trar, en
la diversidad
de fines, el que actúe en el fondo de los
demás,
el que los compendie. Esa reduoci6n a la unidad es la
que, en última instancia,
justifica y
da
razón de ser a la filoso
fía de la historia de
Espafia (
9).
La nación es, pues, un estilo -sello del
más auténtico
ser
moral-, susceptible
de evocación pero no de definición: «Ser
espafiol es actuar «a la
espafiofa», de
modo homogéneo a como
actuaron nuestros
padres y abuelos» (10). ·
Ello -se ha
,observado- implica un tradicionalismo funda
mental, un tradicionalismo que no significa «ni estancamiento
ni. reaoci6n», que · no representa «hostilidad al. progreso»
sino
que todo el progreso nacional «haya de llevar en cada uno de
sus moinentos y
elementos
el cufio y estilo que definen la esen
cia ¡le la nacionalidad» (11).
Ese estilo hispánico, ese esti:lo
propio de la hispanidad, lo
encuentra
simbolizado en
la figura -:-imagen intuitiva-del ca
ballero cristiano; protagonista de nuestra historia. De modo tal
que lo que descubre
el sentido profundo de ésta es la identificación
de
la patria con la religión: «La unidad católica de Espafia no
es, empero, un
hecho en la historia de Espafia, sino la defini
ción misma,
· la
idea de
la hispanidad, la esencia de fa historia
espafiola»; El
catolicismo es consustancial· con
la idea misma de
hispanidad: «Ya sé que ha habido y
quizá haya
algunos que
pretenden negarlo. Pero será por
efímero capricho
intelectual
o
526
(9) Idem, Idea, párd una filoso/fa ... , págs. 243-4.
(10) Idem, Mea _de la FfüpanÚad, p,ig. 43.
(11)
Idem, Idea de la Hispanidad, pág. 54.
Fundaci\363n Speiro
GARCIA MORENTE Y EL ESTILO DE ESPANA
porque. intenten· y deseen personalmente · la descristianización de
España
a sabiendas de que Jo que de esta descristianización
re
sultase
ya no
sería propiamente España,
sino
otra cosa, otro
ser, otra nación; o,
más probablemente
aún,
nada» (1_2).
Ciertamente --como se ha dicho--el Morente que así des
cribe la historia de España es un hombre que se ha encontrado
a
sí mismo
y que ha iniciado_ una carrera, quizá breve y entre
cortada,
no culminada o coronada, pero
estremecida _ de
inten
ción creadora. Encontramos en su
formulación maúces
muy brillantes.
La
lilosofía del estilo que esboza. con máno maestra rubrica la cri
sis --,enriquecedora-del racionalismo. Y le permite caracteri·.
zar
precisamente al espíritu revolucionarlo como
«el· pueúl -em
peño
de racionalizar de una vez para siempre las formas
irra
cionales de vida legadas por las generaciones anteriores» ( 13 ),
Su
obra, en
lucha contra el :i:acionalissno esquemáúco y fl!
volucionario, quiere despertar el senúdo de lo histórico. Y quie
re despertar y restaurar la piedad nacional. No cree que Espa'
ña
esté invertebrada,
no puede admiúr que sea un problema.
En su conferencia de juventud ÚI pedagogla social como pro
grama polltico (1910), Ortega sinteúza con su esúlo brillante la
tesis problemaúzante que volvió a poner de moda -algún . tiem
po
después
Laín: «España es un dolor enorme, difuso ... ». Di
ríase
que
es una inmensa polvareda que ha dejado un ejército
a su paso por la historia
(14).
Muchas veces he pensado en estas palabras, preguntándome:
¿De dónde trae origen esa polVáreda que impide discernir la
verdadera faz de España?. ¿Cuál es el origen de esas brumas?
El polvo que impide ver a un
obse,:vador tan sutil es
con
secuencia de su obra.· Trae causa de la demolición de todas
-las
iglesias y catedrales, de la destrucción de todos los monasterios.
Procede del intento de
. borrar
toda huella de la Iglesia
.. Es· con-
(12) Idem, Ideas para una fi/oso#a ... , págs, 262 y 261.
(13)
Idem, Ideas para una filoso#- ... , pág. 210.
(14) Josá ÜR1'EGA Y GASSET, «La pedagogía social como programa
político», en Discursos politlcos, Alianza F.ditorial, Madrid, 1974, pág. 42.
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Fundaci\363n Speiro
MIGUEL AYUSO
secuencia de la hoguera en que arden los libros de la cristiana
sabiduría. Ve sólo
polvo porque ha prescindido de la única luz
capaz de disipar las brumas, percibe sólo dolor porque ha pre
tendido
destruir la
esencia de España.
Menéndez Pelayo lo escribió en gruesos volúmenes y
la in
telectualidad krausista se burl6 displicente cuando no se encen dió de ira. Hoy, que nuestra patriá se diluye como unidad de
convivencia, estamos empezando a ver el cumplimiento de las
tesis del viejo polígrafo. No tenemos más grandeza y unidad
que las que nos da el catolicismo. García
Monente confirma
desde su excurso de
filosofía dé
la
historia
la gran lección menéridezpelayiana: «Otras naciones
se ha.n
hecho de
otros materiales. España está
·hecha de fe cris
tiana y de sangre ibérica. . . El· catolicismo en Francia es un am
biente, en el
cual se puede vivir; es 11Íl marco, un cauce, dentro
del cual puede discurrir
la vida; pero no es el nervio, no es el
eje
necesario de· la existencia nacional
...
En España, en
cambio,
la religión católica constituye la razón de ser de una nacionali
dad
que se
.ha ido realizando y manifestando
'en 'el tiempo, a la
vez,· como naci6n y cómq c.it61ica, nó por · superposición, · Sino
por identidad radical de ambas ·condiciones» ( 15). Sínteshr que,
a la fuerza de sus
razones, une
la
·evidencia de
ser la
úñii:á. Pues
to que los intentos de Menéndez Pida!, Américo
Castro o
Claudio
Sánchez
Albomóz se
quedaron· en
el· camino, . sin
lograr rematar
una definición.
Para la de Menéndez Pelayo
-que no
es otra que la de Mo
rente-'--no son· menores
garantlas los fracasos de otros inten-.
tos que su propio apoyo en
la larga historia que resume. Los
grandes autores del tradicionalismo no lo habrían dicho mejor
que el viejo profesor
de la Institución Libre de
Enseñanza.
'I'an
sólo
es dado
poner un
«pero» a las marivillosas pági
nas en que el converso ferviente va desgranando las
cuentas del
rosario
de la historia patria con conciencia clara y unción reli-
(15) MANuEL GARCÍA MoRENTE, Ideas para una /ilosofla ... , páginas
2#5.
528
Fundaci\363n Speiro
GARCIA MORENTE Y EL ESTILO DE ESPAlM
giosa. En esos escritos ---0bserva Gambra (16}-se nota un
abuso del concepto
«España» como
sustancia
cuasi personal.
Parece
sumarse así -y es explicable por la exaltación de
.la
postguerra
en que fue
escrito-a la sustantivación, propia de
nuestra época, de
las. naciones
(llámense Francia, España o Ale
mania), convertidas por lo mismo en sujetos agentes de
la his0
toria. Sin embargo, no es menos cierto, como añade Gambra, que el
contexto de su doctrina es, en su fondo, opuesto a una
sustanrivación de
la Patria o del Estado al modo totalitario. Y
hasta el punto de que
para la fundamentación de una idea di
námica, histórica
o tradicional de la patria se encuentran en
esto~
textos
materiales
de
excepcional valor:
«La patria, escribe
·por
ejemplo,
nos da
de continuo nuestro ser, y nosotros, de conti
nuo, merced a nuestra acción, damos vida histórica a
la pa
tria» ( 17).
No se trata, por tanto, sino de una deficiencia de expresión.
No encierra error de concepto
alguno. Morente
no se adhiere a
la
nación como
a una entidad
metafisica subsistente,
ni confunde
el amor a
la patria con el nacionalismo. ·
* * *
De su íntima aceptación del éstilo español deriva imediata
mente
el repudio de la «europeización».
Si la historia se hace mediante una actividad de invención
apoyada en la
tradición, es
decir, en
la transmisión depurada del
estilo nacional de una generación a otra (18), la continuidad his
tórica deviene imposible cuando el futuro es disconforme con ese estilo nacional. De ahí que el mayor. error que puede cometer un hombre público es
el proponer a su país lo que. denomina
imposible hist6rlco.
(16) RAFAEL GAMBRA, Estudio preliminar, pág. 58.
(17) MANUEL GARCÍA MoRENTE, Ideas para una /ilasofla .. ,, pág. 206.
(18) Idem, Idea de la Hispanidad, · pág. 53.
529
Fundaci\363n Speiro
MIGUEL AYUSO
En su conferencia sobre La estructura de ta historia ( 19) dis
tingue lo que en la historia es posible (lo que tenga rdación de
congruencia con d estilo nacional), imposible (lo que rompa esa
congruencia) y necesario (lo que, siendo posible, está encajado
totalmente en el . fondo del
alma nacional presente).
Y en Ideas para una filosof!a de la historia de España pre
cisa,
con base
en una distinción entre persona y sujeto,
d im
posible histórico, como la contradicción .entre persona y sujeto: «Cuando una nación
--o el gobierno de una nación- concibe
fines
y objetivos que son incompatibles con la definición pro
funda
de. la
persona colectiva nacional» (20).
Es para los designios europeizadores para los que destacada
mente reserva tal concepto Morente: «Si esos ideales
más o
me
nos
europeizantes, que. de vez en cuando, desde 1700, algunas
minorías
de refinada
cultura propusieron a España, han sido
siempre al fin
rechazados o
desatendidos por nuestro pueblo, es
porque en
d fondo
no eran
españoles, no estaban de acuerdo
wn la esencia y estilo de la personalidad nacional y representa
ban imposibles históricos» (21 ).
Estos grupos
de españoles que, desde
hace más de cien años,
venían desesperando del porvenir natjonal, eran hombres de poca
o ninguna
fe cristiana: « Y si sentían temores por el porvenir de
España, era porque,
asociando la nación española a la religión
cristiana, experimentaban
1a aprensión, más o menos consciente,
de que el catolicismo fuese ya algo
definitivamente pretérito, una'
especie
de
anacronismo hist6rico
en
el mundo, una forma de
pensamiento y de vida llamada a
desaparecer pronto»
(22).
El
aciert~ sólo
aéompañaba a estos españoles en
la asociación
del sentimiento religioso con
la esencia de la hispanidad. En todo
lo demás erraban. Principalmente en creer que Europa -y tras
(19) Idem, «La estructura de la historia»-, conferencia pronunciada en
Pamplona el 8 de abril de 1942. Incluida en Ideas para una filosofla ... ,
págs. 195-6. . .
(20) Idetn, Ideas. pr1ra una fi!-Oiofla.,.; pág. 283.
·· '(21) ·
Idem, Id!!as 'para una fiÍosofla.,.; · p6g. 283. ··
(22)
Idem,
Ideas para ·u11JJ filoso/la;:.; p,ig, 305.
530
Fundaci\363n Speiro
GARCIA MORENTE Y EL ESTIW DE ESPAJU
Europa el mundo- «se había definitivamente descristianizado
y que los días de la religión católica sobre el planeta estaban
ya
contados». «Esta falsa
convicció!l era
la que les
impelía a
procurar que
España se europeizara, lo cual,
con su terminología,
venía
a significar que
se
descristianizara».
También
en este punto se
alinea. Moren te
en el
tradicionalis
mo.
Europa -según una interpretación enriquecida desde
distintos
ángulos
por
Francisco
Elías de
Tejada, Rafael Gambra y
Alvaro
D'Ors
(23
)--es
un
medio secularizado, laico,·
en el que convi
ven grupos y confesiones que no aspiran a presidir la
coexis- .
tencia
general ni a prevalecer sobre los demás. Europa es la que
sustituyó a la Cristiandad cuando ésta
se escinde
por obra de
la
Reforma protestante ... Nuestra patria, en cambio, se mantuvo en unidad religiosa como una comunidad de fe y de sentimien
tos por todos compartidos. Y sostuvo el ideal de Cristiandad en
. cl suelo. político revolucionario de Europa y su mosaico de na
cionalidades laicas: quiste de
gemeinschaft en un cuerpo de mera
coexistencia, resto de armonía en una construcción equilibrista,.
de fuerzas paralelas . y de sentido contrario, reducto de jerarquía
y organización en el mundo -de lo que el filósofo belga Marce!
de Corte
ha llamado la disodedtld, ruina de sólido casti_llo en el
dominio de la pedriza o canchal
de las ideologías.
«Europeizarse»,
en
fin, significa para los españoles rendirse
pacífica, voluntariamente, después de más de
dos siglos de lucha.
Con otras palabras, supone renunciar
a su
fe
y liquidar su cul
tura. Es admitir · que en nuestra historia .«a lo divino» hay un
desviacionismo cuyo
cu±so sólo . puede
ser
corregido -y remon
tado-
mediante el
reconocimiento de que los españoles erramos
de
camino, mientras
que los que tenían razón eran los extran
jeros.
(2}) Cfr. FRANc,sco EL!As DE TEJADA, La monargulá tradicional, _Rialp,
Madrid, 1954, págs. 31-68, princip,llmente; RAFAEL GAMBRA, Eso que ll<1-
man Estado, Montejurra, Madrid, 1958, págs .. 2_15-229, principalmente;
AJ.VARO D'Ül!s, De la gueffa y de la paz, Rialp, Madrid, 1954, y también,
~ su «prólogo» al libro de ROMANÓ GU:ARDOO, El mesianismo -en ef-mito~
la revelación y la polltica, Rialp, Madrid, 1948, págs. 52-59, principalmente.
531
Fundaci\363n Speiro
MIGUEL AYUSO
Estas razones, en las que se comprende en toda· su amplitud
la afirmación laicista y europeista, exceden con mucho de la apro
ximación o integración
utilitaruis en
tales o cuales grupos econó
micos, militares,
técnicos en
fin, que abarquen otros pueblos
europeos. Lo que articulan es una
ideología mítica
que ve en
Europa no la
solución de
algunos problemas sino el fin del
pro
blema de España.
IV. Conclusión.
La «enentiga» desatada contra Morente por sus antiguos co
rreligionarios es, pues,
comprensible. Para
ellos su conversión no
pasa de ser un triste fenómeno
y -su obra posterior sencillamente
«no existe». Sin embargo, hay una idea que quiero apuntar
para
cerrar
estas páginas de homenaje. Morente, con su nueva
fe, ad
quírió, coino ha quedado
dicho, una
conciencia transparente del
carácter religioso de
la historia española. Quizá no fuera· ajeno
el proceso que culmina en la guerra de 1936, en que el reper
torio de valores elementales, arraigados en nuestro pueblo, salió
a
· ]a superficie desbaratando al maraña de los doctrinarismos de
que aquél se
reculJre en
la
bo,;anza. ¡ ' . - . .
Hoy, .en 1986, en el centenario del nacimiento de Morente
y en el cincuentenario de . la por el momento última guerra de
religión,
me pregunto si, de haberse producido en nuestros días
su
conversión,
habría aparejado
tan clara intuición sobre nuestra
patria
y •u historia. ¿No estará en trance de desarticulación ese
repertorio de valores íntimos al que
aludía líneas
atrás? ¿No se
estará perdiendo la conexión de la
fe con las. realidades tempo-.
rales?
¿No nos encontraremos ante una destrucción de
la piedad
y un renacer de la barbarie? ¿No estará muriendo nuestro genio
histórico? Si García Morente se hubiera
convertido hoy,
tal vez no
habría sido
el cantor de
la unidad católica, e, inspirado por los
nuevos vientos, quizá
habría considerado la actitud de la Iglesia
durante
la guerra como un grave error. O quizá, no se habría
con\'ertido.
¿Para
qué?
532
Fundaci\363n Speiro
-l. Prolegóinenos.
POR
MIGUEL AYUSO
Un fenómeno curioso del presente. intelectual y. literario es
la
proliferación -uso,
abuso,-de
conmemoraciones.
En su
raíz· hay
algo de cronolatrla: los temas que merecen la
dedicación del escritor son los
· de actualidad, caracterizados in
cluso como «acuciantes»; apenas hay vigencias -qQe recordar, sinO
apresuradamente, y a través de las solicitaciones de los aniver
sarios.
Aunque quizá el factor determinante pueda encontrarse en
las seducciones que el periodismo ejerce sobre quienes se ocu
pan de temas de inteligencia. Ciertamente, lo
actual llama a lo
vigente para poner un punto de luz en la visión de los proble
mas y orden en la
comprensión de
la realidad. Pero esa llamada
queda, con demasiado frecuencia, inatendida, merced al griterío
impuesto por el
«pedagogismo» de· los
medios
de· información,
viniendo
sólo a
encontrar eco
a
través ·del resquiciQ
menciona
do de las efemérides.
* * *
En cualquier caso, el tema de que voy a tratar demanda re
flexión · por
razones que exceden del recuerdo piadoso de una
sefiera figura de nuestra tradición· en el centenario de su
naci
miento.
Que la comprensión -supuesto problema o enigma-de la
521
Fundaci\363n Speiro
MIGUEL AYUSO
ejecutoria de Espafia no es cuestión cerrada para nuestra inte
lectualidad lo muestra a la perfección el éxito de la
España in
teligible de Julián Marías (1).
En el terreno de los hechos, por otro lado, se hace cada vez
más
presente lo' ,que Alvaró D'Órs ha llamado aporía capital de
nuestro tiempo (2): la crisis
élel «Estado
nacional»
pennite con
jeturar
la superación de la actual estructura estatal
( ad extra
por organismos supranacionales, y ad intra por autonomías re
gionales); pero,
por una
parte, aquellos ,organismos se
han evi
denciado vacíos
de. toda
idea moral y, por la otra, el nuevo
auto
nomismo
revolucionario
no sirve
para hacer
,patria, sino
sólo
para deshacerla. Entre un europeísmo que cabalmente no es sino
encogimiento del
universalismo católico
;_fórmula secularizada
para
designar la
Cristiandad__:_ y
un autonomismo extraño a la
noción histórica de
libertad concreta, recupera urgencia conocer
y
amar el genio de España, Para este designio, el pensamiento
del óltimo Morente resulta aleccionador, hoy más
que .nunca,
tanto
por la hondura de su
meditación sobre
el estilo nacional
como por el acierto de su
simbolizaci6n en la figura del caba
llero cristiano.
II. El lugar intelectual de :Morente.
Pero, previamente, se hace preciso localizar a nuestro autor,
con la inayor concreción posible,
dentro de la historia del pen
samiento. ¿Cuál es el lugar intelectual de Morente?
De la .mano de Fernández de
la Mora se Ié puede adscribir
a la concepción tradicional del mundo y, más exactamente, a la
escuela. de Menéndez
Pelayo -el del Brindis. del- Retiro y el
Epilogo de los heterodoxos-y del Maeztu converso: «Moren
te,
al consagrar su madurez al tema de la hispanidad, no hizo
(1) JuLIÁN MA!ÚAS, Bspalfa inteligible. RJU.ón histórica de las Bspa-
ñas,
Alianza Editorial, Madrid, 1985. . .
(2) ALVARO D'ORS, «Tres aporías capitáles», en RJU.ón Bspafiola, nú
mero 2 (1983), pág. 213.
522
Fundaci\363n Speiro
GARCIA MORENTE Y EL ESI'IW DE ESPAl'vA
otra cosa que ser fiel a su . vocación y atender al. asunto .que le
era
más
próximo en el espacio, en el tiempo y en. el amor. En
suma: la teoría · de España refleja al Moren te más consecuente
y auténtico, y es ella .la que, además, confirma la ubicación tta
dicional de su
pensamiento» ( 3 ). .
Su
anterior vinculación
al kantismo -que conoció y expuso
como
nadie
pero al que apenas aportó nada en cuanto que sis
tema-o su adhesión al vitalismo. orteguiano · --además de cor"
ta,
superficial-
. sólo
pueden entenderse como zonas de paso,
ttansitorias
y anecdóticas: por definición. El García Moren~ que
. interesa
al
pensamiento español es el de la etapa madura, subsi
guiente a su conversión
y ordenación sacerdotal. Y su aporta
ción más valiosa encuentra su sede en la Filosofía de la·
Historia,
a la que dedicó sus últimos afanes.
Rafael Gambra, en una maravillosa evocación del Garc/a Mo
rente t¡ue conoci6, se ha referido delicadainente al problema es
piritual
que hubo de presentarse al profesor coovertido a su
vuelta a
la Universidad. Fue el enfrentamiento del hombre nue
vo
con
la vieja tarea. Y ha imaginado lo que sería para él la sa
lida diaria desde
el Seminario a la Universidad: «Un hombre
que se había visto renovado interiormente
por una nueva fe, re
vitalizado
por ilusiones, afectos e imperativos. distintos a los que
conoció, que
hab.ía vuelto
a hacerse
nilío para
vivir dócilmente
una vida escolar de enttega
y ·olvldo; tertía ahora, por la misma
obediencia, que salir diariamente de aquel mundo
nuevo y zam
bullirse por unas horas
en el viejo mundo que abandonó .. ,» (4).
¿Cómo podría desempeñar en
él .el papel de viejo lnaestt"o?
¿Cómo sería el
reencuentro con los problemas
filosóficos anti
guos
.y con muchos de los antiguos alumnos que le escucharon?
(3) GONZALO FERNÁNDEZ. DE LA MORA, «El lugar lntelectual de Mo
rente», en La Estafeta Literaria, núm. 387 (1968), pág. 9; también en el libró Pensamiento español en 1969. · De Sanz del Rio a Morente, Rialp,
Madrid, 1971, pág. 99.
( 4) RAFAEL GAMBRA, «Estudio preliminar• al libro Ideas para una
filoso/fa de la historia de España, Rialp, Madrid, 1957, págs. 17-18. Este
estudio también se public6 bajo el titulo «El Garcla Moten te que. Y!> oo
nocí», en el núm. 32 (19,7) de Nuestro Tiempo.
523
Fundaci\363n Speiro
· MIGUEL AYUSO
En efecto, .admira contemplar la «extraordinaria irrupción
de la gracia», el modo de obrar del Señor. Porque el retorno a
la fe no se produce por una mera conjunción de circunstanéias
intelectuales -su racionalismo no
· le
alcanzó
la paz espiritual
sino
que,
al contrario, le fue sumiendo en un desasosiego cre
ciente- con otras de tipo histórico -ese momento de la guerra
civil en que los acontecimientos
· se
precipitan y la muerte
«ronda en torno nuestro, nos. ·acecha y cae sobre nosotros como
el trige sobre su presa» ( 5 )-; no fue sólo pura coincidencia de
convencimiento
espiritual y
vivencia histórica. El
hecho extraor
dinario ( 6) que tan abismalmente habla transformado su vida fue
«una luz bajada de lo alto, un inmenso consuelo». Pero, en cam'
bio, había dejado
subsistente su edificio conceptual anterior.
Nota que se resquebraja, que hace aguas por momentos. Pero
sigile
· 1evahtado, porque el Señor no· · precisa
de filosofías para
su llamada, y la efusión de su gracia sortea los muros de la in
comprensión/ o el prejuicio
intelectualés.
Una
vez
consumada la
obra de Dios
es cuando, al renovar
radicalmente la existencia, se muestra urgente
· la necesidad de
repensar·
las filosotías, las
ideas y las opiniones. En esta tarea
ocupó sus
últimos años, aunque .Ja labor no llegara a ser coro
nada por el éxito: no pudo alcanzar de modo trabado
la sínte
sis entre
.lo · más
sano de
su antiguo
pensamiento y la filosofía
tradicional de
Santo Tomás· el.e Aquino.
En
cambio, como ha subrayado
Gambra -y
me parece
de
una extraordinaria importancia recordado hoy.:.....:, llegó, por d
efecto de su nuevafe viva y cordialmente sentida, a una intui
ción clarísima, casi
· ·fulminante, sobre
la inspiración religiosa
que. entraña la historia de nuestra patria,
1~ misión histórica
que
ha guiado el proceder comunitario de los españoles. Resulta ins
tructivo -escribe-- ver cómo un hombre del ambiente
liberal
y europeizador, «por el hecho de recuperar la fe de Cristo, intu-
(5) MANUEL GARcfA MoRBNTE, Ideas para una filoso/la de la histo
ria de España, pág. 202.
(6) Cfr. en el libro de MAURICIO lruARTE, S. I., El profesor Garc/a
Morente, sacerdOte, Espasa. CaIÍ)e; Madrid, 1951.
524
Fundaci\363n Speiro
GARCIA MORENTE Y EL ESTILO DE ESPANA
ye inmediatamente el alcance religioso de esa trágica ejecutoria
histórica que )lamamos España, y también
la intención profun
y '.antiespañola de la postura europeizado
ra liberal» (7).
III. España como estilo.
A este tema deditó, entre otras conferencias y discursos, los
titulados Idea de la Hispanidad (
1938) e Ideas para una filoso
fía de la historia de
España (194 3 ).
Sus aportaciones principales pueden resumirse en dos: la
primeta, positiva, es 1a
visión
del
estilo español
en clave católi
ca;
la segunda, negativa, el rechazo del ideal europeizador como
imposible
histórico.
El pensamiento morentiano se enfrenta con
la esencia de
la nacionalidad y, considerando inaptos los vínculos naturales
-raza,
sangre, territorio,
idioma-, para forjarla, viene a
defi~
nirla
como acto
espiritual'.
Pero
dentro de las construcciones espiritualistas cree insu
ficientes, tanto la que fundamenta la adhesión exclusivamente en
el pasado -al modo de Renan- como
la que pone por úni
co fundamento la proyección en el futuro -como Ortega y
Gasset-. No,
la explicación no puede hallarse en un roman
ticismo contemplativo,
ni menos aún en un voluntarismo sin
raíz.
Entonces, «¿por qué la nación rechaza ciertos proyectos que
se le proponen y aprueba y abraza ·otros? No hay más que
una
explicación posible: que esos proyectos de· empresa rechazados
no guarden con el presente y pasado del
país íntima
y profunda
afinidad u
homogeneidad»
(8).
(7) RAFAEL GAMBRA, Estudio preliminar, pág. 57.
(8) MANUEL GARcL MoRENTE, Idea de la Hispanidad, Espasa Calpe,
Buenos Aires, 1938, pág. 41.
525
Fundaci\363n Speiro
MIGUEL AYUSO
En cualquier caso, no se pueden poner al mismo nivel los
proyectos de
empresa con la convivencia histórica. España pre
cisa
una definición dinámica o genética, una empresa, una tatea
cuya
realización encienda
o haya encendido el entusiasmo de to
dos y sea o haya sido el norte de
la actuación pasada. Pero, para
encontrar esta empresa,
para localizar
esa tarea, no disponemos
de más criterio que
del pasado.
Al hallarse en
el pasado histórico espafiol diferentes épocas
-reflejadas en empresas distintas--, se hace necesario encon
trar, en
la diversidad
de fines, el que actúe en el fondo de los
demás,
el que los compendie. Esa reduoci6n a la unidad es la
que, en última instancia,
justifica y
da
razón de ser a la filoso
fía de la historia de
Espafia (
9).
La nación es, pues, un estilo -sello del
más auténtico
ser
moral-, susceptible
de evocación pero no de definición: «Ser
espafiol es actuar «a la
espafiofa», de
modo homogéneo a como
actuaron nuestros
padres y abuelos» (10). ·
Ello -se ha
,observado- implica un tradicionalismo funda
mental, un tradicionalismo que no significa «ni estancamiento
ni. reaoci6n», que · no representa «hostilidad al. progreso»
sino
que todo el progreso nacional «haya de llevar en cada uno de
sus moinentos y
elementos
el cufio y estilo que definen la esen
cia ¡le la nacionalidad» (11).
Ese estilo hispánico, ese esti:lo
propio de la hispanidad, lo
encuentra
simbolizado en
la figura -:-imagen intuitiva-del ca
ballero cristiano; protagonista de nuestra historia. De modo tal
que lo que descubre
el sentido profundo de ésta es la identificación
de
la patria con la religión: «La unidad católica de Espafia no
es, empero, un
hecho en la historia de Espafia, sino la defini
ción misma,
· la
idea de
la hispanidad, la esencia de fa historia
espafiola»; El
catolicismo es consustancial· con
la idea misma de
hispanidad: «Ya sé que ha habido y
quizá haya
algunos que
pretenden negarlo. Pero será por
efímero capricho
intelectual
o
526
(9) Idem, Idea, párd una filoso/fa ... , págs. 243-4.
(10) Idem, Mea _de la FfüpanÚad, p,ig. 43.
(11)
Idem, Idea de la Hispanidad, pág. 54.
Fundaci\363n Speiro
GARCIA MORENTE Y EL ESTILO DE ESPANA
porque. intenten· y deseen personalmente · la descristianización de
España
a sabiendas de que Jo que de esta descristianización
re
sultase
ya no
sería propiamente España,
sino
otra cosa, otro
ser, otra nación; o,
más probablemente
aún,
nada» (1_2).
Ciertamente --como se ha dicho--el Morente que así des
cribe la historia de España es un hombre que se ha encontrado
a
sí mismo
y que ha iniciado_ una carrera, quizá breve y entre
cortada,
no culminada o coronada, pero
estremecida _ de
inten
ción creadora. Encontramos en su
formulación maúces
muy brillantes.
La
lilosofía del estilo que esboza. con máno maestra rubrica la cri
sis --,enriquecedora-del racionalismo. Y le permite caracteri·.
zar
precisamente al espíritu revolucionarlo como
«el· pueúl -em
peño
de racionalizar de una vez para siempre las formas
irra
cionales de vida legadas por las generaciones anteriores» ( 13 ),
Su
obra, en
lucha contra el :i:acionalissno esquemáúco y fl!
volucionario, quiere despertar el senúdo de lo histórico. Y quie
re despertar y restaurar la piedad nacional. No cree que Espa'
ña
esté invertebrada,
no puede admiúr que sea un problema.
En su conferencia de juventud ÚI pedagogla social como pro
grama polltico (1910), Ortega sinteúza con su esúlo brillante la
tesis problemaúzante que volvió a poner de moda -algún . tiem
po
después
Laín: «España es un dolor enorme, difuso ... ». Di
ríase
que
es una inmensa polvareda que ha dejado un ejército
a su paso por la historia
(14).
Muchas veces he pensado en estas palabras, preguntándome:
¿De dónde trae origen esa polVáreda que impide discernir la
verdadera faz de España?. ¿Cuál es el origen de esas brumas?
El polvo que impide ver a un
obse,:vador tan sutil es
con
secuencia de su obra.· Trae causa de la demolición de todas
-las
iglesias y catedrales, de la destrucción de todos los monasterios.
Procede del intento de
. borrar
toda huella de la Iglesia
.. Es· con-
(12) Idem, Ideas para una fi/oso#a ... , págs, 262 y 261.
(13)
Idem, Ideas para una filoso#- ... , pág. 210.
(14) Josá ÜR1'EGA Y GASSET, «La pedagogía social como programa
político», en Discursos politlcos, Alianza F.ditorial, Madrid, 1974, pág. 42.
527
Fundaci\363n Speiro
MIGUEL AYUSO
secuencia de la hoguera en que arden los libros de la cristiana
sabiduría. Ve sólo
polvo porque ha prescindido de la única luz
capaz de disipar las brumas, percibe sólo dolor porque ha pre
tendido
destruir la
esencia de España.
Menéndez Pelayo lo escribió en gruesos volúmenes y
la in
telectualidad krausista se burl6 displicente cuando no se encen dió de ira. Hoy, que nuestra patriá se diluye como unidad de
convivencia, estamos empezando a ver el cumplimiento de las
tesis del viejo polígrafo. No tenemos más grandeza y unidad
que las que nos da el catolicismo. García
Monente confirma
desde su excurso de
filosofía dé
la
historia
la gran lección menéridezpelayiana: «Otras naciones
se ha.n
hecho de
otros materiales. España está
·hecha de fe cris
tiana y de sangre ibérica. . . El· catolicismo en Francia es un am
biente, en el
cual se puede vivir; es 11Íl marco, un cauce, dentro
del cual puede discurrir
la vida; pero no es el nervio, no es el
eje
necesario de· la existencia nacional
...
En España, en
cambio,
la religión católica constituye la razón de ser de una nacionali
dad
que se
.ha ido realizando y manifestando
'en 'el tiempo, a la
vez,· como naci6n y cómq c.it61ica, nó por · superposición, · Sino
por identidad radical de ambas ·condiciones» ( 15). Sínteshr que,
a la fuerza de sus
razones, une
la
·evidencia de
ser la
úñii:á. Pues
to que los intentos de Menéndez Pida!, Américo
Castro o
Claudio
Sánchez
Albomóz se
quedaron· en
el· camino, . sin
lograr rematar
una definición.
Para la de Menéndez Pelayo
-que no
es otra que la de Mo
rente-'--no son· menores
garantlas los fracasos de otros inten-.
tos que su propio apoyo en
la larga historia que resume. Los
grandes autores del tradicionalismo no lo habrían dicho mejor
que el viejo profesor
de la Institución Libre de
Enseñanza.
'I'an
sólo
es dado
poner un
«pero» a las marivillosas pági
nas en que el converso ferviente va desgranando las
cuentas del
rosario
de la historia patria con conciencia clara y unción reli-
(15) MANuEL GARCÍA MoRENTE, Ideas para una /ilosofla ... , páginas
2#5.
528
Fundaci\363n Speiro
GARCIA MORENTE Y EL ESTILO DE ESPAlM
giosa. En esos escritos ---0bserva Gambra (16}-se nota un
abuso del concepto
«España» como
sustancia
cuasi personal.
Parece
sumarse así -y es explicable por la exaltación de
.la
postguerra
en que fue
escrito-a la sustantivación, propia de
nuestra época, de
las. naciones
(llámense Francia, España o Ale
mania), convertidas por lo mismo en sujetos agentes de
la his0
toria. Sin embargo, no es menos cierto, como añade Gambra, que el
contexto de su doctrina es, en su fondo, opuesto a una
sustanrivación de
la Patria o del Estado al modo totalitario. Y
hasta el punto de que
para la fundamentación de una idea di
námica, histórica
o tradicional de la patria se encuentran en
esto~
textos
materiales
de
excepcional valor:
«La patria, escribe
·por
ejemplo,
nos da
de continuo nuestro ser, y nosotros, de conti
nuo, merced a nuestra acción, damos vida histórica a
la pa
tria» ( 17).
No se trata, por tanto, sino de una deficiencia de expresión.
No encierra error de concepto
alguno. Morente
no se adhiere a
la
nación como
a una entidad
metafisica subsistente,
ni confunde
el amor a
la patria con el nacionalismo. ·
* * *
De su íntima aceptación del éstilo español deriva imediata
mente
el repudio de la «europeización».
Si la historia se hace mediante una actividad de invención
apoyada en la
tradición, es
decir, en
la transmisión depurada del
estilo nacional de una generación a otra (18), la continuidad his
tórica deviene imposible cuando el futuro es disconforme con ese estilo nacional. De ahí que el mayor. error que puede cometer un hombre público es
el proponer a su país lo que. denomina
imposible hist6rlco.
(16) RAFAEL GAMBRA, Estudio preliminar, pág. 58.
(17) MANUEL GARCÍA MoRENTE, Ideas para una /ilasofla .. ,, pág. 206.
(18) Idem, Idea de la Hispanidad, · pág. 53.
529
Fundaci\363n Speiro
MIGUEL AYUSO
En su conferencia sobre La estructura de ta historia ( 19) dis
tingue lo que en la historia es posible (lo que tenga rdación de
congruencia con d estilo nacional), imposible (lo que rompa esa
congruencia) y necesario (lo que, siendo posible, está encajado
totalmente en el . fondo del
alma nacional presente).
Y en Ideas para una filosof!a de la historia de España pre
cisa,
con base
en una distinción entre persona y sujeto,
d im
posible histórico, como la contradicción .entre persona y sujeto: «Cuando una nación
--o el gobierno de una nación- concibe
fines
y objetivos que son incompatibles con la definición pro
funda
de. la
persona colectiva nacional» (20).
Es para los designios europeizadores para los que destacada
mente reserva tal concepto Morente: «Si esos ideales
más o
me
nos
europeizantes, que. de vez en cuando, desde 1700, algunas
minorías
de refinada
cultura propusieron a España, han sido
siempre al fin
rechazados o
desatendidos por nuestro pueblo, es
porque en
d fondo
no eran
españoles, no estaban de acuerdo
wn la esencia y estilo de la personalidad nacional y representa
ban imposibles históricos» (21 ).
Estos grupos
de españoles que, desde
hace más de cien años,
venían desesperando del porvenir natjonal, eran hombres de poca
o ninguna
fe cristiana: « Y si sentían temores por el porvenir de
España, era porque,
asociando la nación española a la religión
cristiana, experimentaban
1a aprensión, más o menos consciente,
de que el catolicismo fuese ya algo
definitivamente pretérito, una'
especie
de
anacronismo hist6rico
en
el mundo, una forma de
pensamiento y de vida llamada a
desaparecer pronto»
(22).
El
aciert~ sólo
aéompañaba a estos españoles en
la asociación
del sentimiento religioso con
la esencia de la hispanidad. En todo
lo demás erraban. Principalmente en creer que Europa -y tras
(19) Idem, «La estructura de la historia»-, conferencia pronunciada en
Pamplona el 8 de abril de 1942. Incluida en Ideas para una filosofla ... ,
págs. 195-6. . .
(20) Idetn, Ideas. pr1ra una fi!-Oiofla.,.; pág. 283.
·· '(21) ·
Idem, Id!!as 'para una fiÍosofla.,.; · p6g. 283. ··
(22)
Idem,
Ideas para ·u11JJ filoso/la;:.; p,ig, 305.
530
Fundaci\363n Speiro
GARCIA MORENTE Y EL ESTIW DE ESPAJU
Europa el mundo- «se había definitivamente descristianizado
y que los días de la religión católica sobre el planeta estaban
ya
contados». «Esta falsa
convicció!l era
la que les
impelía a
procurar que
España se europeizara, lo cual,
con su terminología,
venía
a significar que
se
descristianizara».
También
en este punto se
alinea. Moren te
en el
tradicionalis
mo.
Europa -según una interpretación enriquecida desde
distintos
ángulos
por
Francisco
Elías de
Tejada, Rafael Gambra y
Alvaro
D'Ors
(23
)--es
un
medio secularizado, laico,·
en el que convi
ven grupos y confesiones que no aspiran a presidir la
coexis- .
tencia
general ni a prevalecer sobre los demás. Europa es la que
sustituyó a la Cristiandad cuando ésta
se escinde
por obra de
la
Reforma protestante ... Nuestra patria, en cambio, se mantuvo en unidad religiosa como una comunidad de fe y de sentimien
tos por todos compartidos. Y sostuvo el ideal de Cristiandad en
. cl suelo. político revolucionario de Europa y su mosaico de na
cionalidades laicas: quiste de
gemeinschaft en un cuerpo de mera
coexistencia, resto de armonía en una construcción equilibrista,.
de fuerzas paralelas . y de sentido contrario, reducto de jerarquía
y organización en el mundo -de lo que el filósofo belga Marce!
de Corte
ha llamado la disodedtld, ruina de sólido casti_llo en el
dominio de la pedriza o canchal
de las ideologías.
«Europeizarse»,
en
fin, significa para los españoles rendirse
pacífica, voluntariamente, después de más de
dos siglos de lucha.
Con otras palabras, supone renunciar
a su
fe
y liquidar su cul
tura. Es admitir · que en nuestra historia .«a lo divino» hay un
desviacionismo cuyo
cu±so sólo . puede
ser
corregido -y remon
tado-
mediante el
reconocimiento de que los españoles erramos
de
camino, mientras
que los que tenían razón eran los extran
jeros.
(2}) Cfr. FRANc,sco EL!As DE TEJADA, La monargulá tradicional, _Rialp,
Madrid, 1954, págs. 31-68, princip,llmente; RAFAEL GAMBRA, Eso que ll<1-
man Estado, Montejurra, Madrid, 1958, págs .. 2_15-229, principalmente;
AJ.VARO D'Ül!s, De la gueffa y de la paz, Rialp, Madrid, 1954, y también,
~ su «prólogo» al libro de ROMANÓ GU:ARDOO, El mesianismo -en ef-mito~
la revelación y la polltica, Rialp, Madrid, 1948, págs. 52-59, principalmente.
531
Fundaci\363n Speiro
MIGUEL AYUSO
Estas razones, en las que se comprende en toda· su amplitud
la afirmación laicista y europeista, exceden con mucho de la apro
ximación o integración
utilitaruis en
tales o cuales grupos econó
micos, militares,
técnicos en
fin, que abarquen otros pueblos
europeos. Lo que articulan es una
ideología mítica
que ve en
Europa no la
solución de
algunos problemas sino el fin del
pro
blema de España.
IV. Conclusión.
La «enentiga» desatada contra Morente por sus antiguos co
rreligionarios es, pues,
comprensible. Para
ellos su conversión no
pasa de ser un triste fenómeno
y -su obra posterior sencillamente
«no existe». Sin embargo, hay una idea que quiero apuntar
para
cerrar
estas páginas de homenaje. Morente, con su nueva
fe, ad
quírió, coino ha quedado
dicho, una
conciencia transparente del
carácter religioso de
la historia española. Quizá no fuera· ajeno
el proceso que culmina en la guerra de 1936, en que el reper
torio de valores elementales, arraigados en nuestro pueblo, salió
a
· ]a superficie desbaratando al maraña de los doctrinarismos de
que aquél se
reculJre en
la
bo,;anza. ¡ ' . - . .
Hoy, .en 1986, en el centenario del nacimiento de Morente
y en el cincuentenario de . la por el momento última guerra de
religión,
me pregunto si, de haberse producido en nuestros días
su
conversión,
habría aparejado
tan clara intuición sobre nuestra
patria
y •u historia. ¿No estará en trance de desarticulación ese
repertorio de valores íntimos al que
aludía líneas
atrás? ¿No se
estará perdiendo la conexión de la
fe con las. realidades tempo-.
rales?
¿No nos encontraremos ante una destrucción de
la piedad
y un renacer de la barbarie? ¿No estará muriendo nuestro genio
histórico? Si García Morente se hubiera
convertido hoy,
tal vez no
habría sido
el cantor de
la unidad católica, e, inspirado por los
nuevos vientos, quizá
habría considerado la actitud de la Iglesia
durante
la guerra como un grave error. O quizá, no se habría
con\'ertido.
¿Para
qué?
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