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Número 245-246

Serie XXV

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Discurso de Antonio Segura Ferns. [San Fernando 1986]

FESTIVIDAD . DE SAN FERNANDO 1986
catribuir económicamente al sostenimiento de la edÍtorial y la revista.
núcleo

.que al.imenta doctrina/mente la Ciudad Católica.
Perdonadme esta franqueza
excesiva, pero la muerte de Eugenio
debería servirnos, debe servirnos, como resulsivo para relanzar n11estro
interés activo indjvidual por la buena ·marcha de Speiro y de Verbo.
Y para esto, obras son amores y no buenos conse;os. Dejadme que in­
sista por última vez:· el mantenimiento holgado de Speiro y de Verbo
es una necesidad indiscutible para el conjunto_ de la obra de la Ciudad
Cat6lica, pero, ademds, cada uni> ·Je· nosotros

tiene, creo
yo; un
deber
de piedad para . con .. ellos, siempre que los comideremos como madres
nutricias («alma mater») de nuestro pensamWnto soc::ial cat6lico.
• • •
Concluyo ya; mis reflexiones de. esta noche me htJn. llevado a d08
conclusiones de tipo práctico:
-De -una -parte comprometerse sin fal.ta hacia afuera en acctones
de reconquista concretas.
- De
otr'a parte, comprometerse más con

nuestro
n-úcleo inspira­
dor, que confiadamente es_pera ayuda
sin

atreverse
a solicitarla, por­
que
lo .que no ·hagamos sus propios amigos se quedar6 eternamente sin
hacer.
Y no
hay en estas do-s conclusione$,. centrffuga y centrípeta, :ni pa­
radoja ni oposici6n, sino una profunda armonía, como nos enseña
Nuestro Señor Jesucristo: «Conviene_ hacer unas cosas y no oniitir las
otras»
(Mt. 23,23; Le 11,42).
DISCURSO DE ANTONIO SEGURA FERNS
Queridos amigos:
Muchas cosas han ocurrido en ef cuarto
de siglo transcurrido desde
que .los q.migos de

la
Ciudad Católica estamos oficialmente trabaiando
en

España
paro ·«instaurar
todas las
COSO$ en Cristo» y, entre estas co­
sas, el

concepto social _de
·un ordén público

cristiano. Mas el panorama.
doctrinal

e
ideol6gico actual es· muy

diferente· del que habfa
entonces,
no sQlo a causa del inevitable cambio hist6rico sino, principalmente,
por
la «introducci6n en
la Iglesia del humo de Satanás» en frase;- ¡"tantas
veces

recordada!, de Su Santidad Pablo VI.
·uno de
nuesiros amigos,
Rafael Gambra, atinó
con· la frase justa:_ han sido ·estos (os tiempos
del
«1>,iencio de

Dios». no
sólo en la «bafea de
Pedro», sino en toda
la Humanidad que ha sido,
y es; zarandeada sin misericordiiz por

la
más furiosa tempestad satánica que pueda recordarse,
m·ientras «el
Señnr callaba» (Mt 27,14; Me 15,5; Jn 19,9).
En efecto,. en el largo catálogo· de errores y maldades que com~
nen

la historia del hombre sobre la tierra, -nMrados tan completa y mis­
teriosamente

en el Apocalipsis de San
Juan, todos.

ellos
hasta ahora
se

había
asentado en·

el
plano metaffsico de

la
«transcendencia>; es
decir,

en el supuesto radical de que el hombre
no es el

ápice de
toda
la Rc>alidad, sino Una pieza, todo

lo importante que se quiera, pero
s6lo una
pieza, de tal Realidad que excede

ampllamente al individuo
humano. Tenía que

llegar
riuestra moderna civilización occidental para
sufrir ,'o que

l._ Kant denominó la «revolución copernicana»
que, ha­
dendo
real e'l sueño del viejO sOffsta Protágoras, constituye al hombre
en «medida de
todas las cosaY»; de

manera que
«si antes era nuestro
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conocimiento el que tenía que acoplarse a las cosas, ahora son ~stas las
que tienen que . acoplarse a nuestro

conocimiento», como dice Kant -
en
el

prol6go de
la seguda . edici6n de

la «Crítica
de la razón pura». Un
paro, sólo
un

paso
más, y e$tamOS _con Marx en la XI tesis sobre
Feuerbach: «Hasta
ahora·.

el filósofo
se había
dedicado a contempla,
el mundo,· ahora vamos a transformarlo».
No hay, pu~. otro «orden del ser» que el que crea_ el hombre, ser
aut6nomo~
que

no admite ni la _Idea de Dios
por encima de él, pues
«el mundo es

mientras que
·el dasien_ (el hombre) es», como nos dijo el
primer Heidegger

el de
«Ser y Tiempo», aunque luego, en sus últimos
tiempos,_ venga a denunciar

en
«Sendas- perdidas» que

ahora
vivimolS~
«la ·época de la imagen· de mundo», en que , sólo im[JOrta «to mathe­
matha»,

lo
calculable, es decir; no yá el

Bien
y lo bueno, sino lo útil,
como·

señala el hegela-marxista
Kai,eve en · su «lntroducci6n a la lec­
tura

de He gel» cuando aborda el
análisis hegeliano de la «aufkliifung»,
la ilustración racionalista_ post-cariesiana.
A este mundo de la inmanencia _antropocéntrica, forzoso negador de
Dios en obligada
coherencia con sus - propias bases especulativas meta·
físicas,.
es

al que· se
abrió al diálogo ·la lglesüt post-conciliar, general.
mente

más con
la actitud de · la clásica paloma que con la precavida
astucia de la serpiete, por

lo
menos en parte, muy significativas

de
ella. Como

no podía
menos de

ocurrir, se produjo
·ta_ «infecci6n inma­
nente», una relee

tura o reinterpretación del M esaje
Revelado, del De"­
pósito
de

la Fe,
de Id Palabra de Dios, en clave del «principio de in­
manencia de
la conciencia», de poner el

«pensar», el pensar humano,
antes que el
«se'r», e¡ ser dado por Dios a la Creación como marco de
·un orden-d_el.ser
.omnicomprensivo

de todas
las creaturtM, contingentes

e
indigentes ante el

Unico Ser Necesario, Dios:
es decit,
abandonar
las
basea
del

«principio de
real:idad» de la transcendencia. metafís~a -que
como
«preambula fidei» es

el que posibilita _el misino.
acto de·
Fe, la
adecuada
rece¡x:i6n del «don» divino que es

la Fe y que es
la exacta
negación
de la pretedida -. autonomía del hombre de las _ filos<>fU1S post-
cartesianas. -
Los pasos y ~ultados de la «relectura» inmanente de la Palabra
de
Dios están ante la vista : El «non-agenuvillement», el ·no arrodillar­
se_
que señala J. Maritain en «Le PaySan de la Garoniie» es púbüca ac­
titud en el culto postconciliar. Igualmente~ la traducción del oficial
canon
latino de la Misa a su versión «ojici{!l» castellana, transforma el
original griego
«pollion» -muchos-
en un
_«p,anthion» --todos-
que
no aparece

en ningún
c6dice griego
o
copto, en
la
misma -fórmula
de
la Consagraci6n del

Cáliz de la
Sangre de Cristo, ·en abierta. oposición
a
la que _al

respecto dice
· el
«Catecismo para
Párroé.os» de
San·
Pi6 V,
oficitd del

ConciUo de-
Trento, Pero es ·más: incluso en la fórmula cas­
tellana

del
Credo de la Misa, se hace al Hijo «de la misma naturaleza
que

el
Padre», verdad

de fe en cuanto Dios, y error
.monofisita en
cuan­
to hombre
(1). Y así podrla seguirse el catálogo de inexactitudes _y aun
desviaciones
litúrgi,cas, no
sólo
permitidas7 sino aut_oritariamente im­
puestas al

Pueblo de
Dios. No

menos grave
es la situación en Jo doctrinal: Ha habido- una trans­
formación
de

los estudios teológicos en sociológicos y,. lo que
es ·peor
de mala sociología, ignorando la sabia advertencia de Santo ·Tomás
(1) El simholo atanasiano nos dice: «Igual que el Padre según la
divinidad, menor que el Padre según la · humanidad>.
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de Aquino -hoy tan ignorado a pesar de la constante ivitaci6n del
Magist.erio, del mimno Concili.o ViJticano II-,

cuando
dice: «Notoria­
mente falsa es la opini6n de aquellos que dicen que es indiferente, res­
pecto a la verdad de la fe, lo que se piense de la Creación, siempre
que se tenga- una. opinión certera ·sobre Dios: un error sobre la Crea­
ción produce una idea fa'lsa de Dios» (Contra gentil~, cap. 3). ¡Qué
evidentes nos son ciertas ·
rupturas con -la

Iglesia que han
nacido no de
áreru dogmátictis específicas, sino de sociologfas ideológicamente defor­
madas!
Y así entramos· en el tenía tan actual de. las teologfas m·arxisti­
zadas
de

la
liberat:ión que

pretenden
institucicmalizar en los sistemas so­
citJeeoiiómi:cos el «milagro de los panes y los peces», presentando unas
reclamaciones de «justicia», inscritas en «la dignidad de· lo persona»,
pero olvidando aquello que señala J. "Pieper, «la determinabilidad de la
moral por
la_ real{dad» (2), ó Siea, que no pueden ser «exigencim de
justicia»
aquf
y ahora aquellos que movilicen recursos económicos -por
ello
«ltmitadas»- por encima de las posibilidades «real,es» existentes
en
cada tiempo
y lugar. Los triles manco-teólogos de la liberQCión lo que en resumen pro­
ponen es
lá «rehictura» de la Palabrti de Dios en clave de la inmanencia
marxista, ,es ·decir, que los «pobn!s de Yavéh» son los proletarios, los
pobres en riquezas materiales, no existiendo, pues, los «pobres de co­
razón», como supon,e,mos eran José de Arimatea, Nicode~, Juana
«mujer

de
Cusa, administrador de Herodes», o Tabita, aquella viuda
rica de
que habla San [,ucas y que mereció ser resucitada para que
siguiera haciendo caridades,
no reforma
social. Como
tampoco .erigió
tal

cosa
-y :podía hacerlo-a Filem6n, cuyo esclavo Onésimo le rein­
tegra. Estos marr muy
nui_rristamente ·una «praria» de lo material, pues a la pobreza ma­
terial
se refieren, en primer lugar, «praria» para la que el clérigo li­
berador ni está especialmente dotado ni tienen «munus» . es¡,edfico.
Pero,

ya en este camino de
la inmanencia, viene otra _ exigencia en la
«:relectura» del. Mensaje: · 1a «democrat.izaci6n» de la IgleJia, una in­
versión por la que i!l «rebaño», el «pueblo de Dios» seria el que ten­
dría que «guiar»· a los Pmtores, a los Obispos y el mismo Papa. Pro­
poniendo, verbigracia,
tan· graves

errores
morales como la aceptación de
la regulaci6n (/,e la natalidad, el d(vurcio, el -aborto y la eutanasia que
ya se anuncia. Y,. por supuesto,. no s6lo la abolici6n del celibato ecle­
siástico, sino el sac,erdocio femenino.
Todo

ello
no ew más qÚe el paso de la «religatio», la re-ligaci6n o
atadura,
cordialmente
aceptada, pero atadura en fi:n del. hombre con su
Creador, Dios

que
también es su /t.edentor y su Padre, a

la inmanen­
cia en
que la re,-ligaci6n, la «religión», ~ degradada a simple «religio­
sidad»; es decir, un

mero·
«sentimiento» humano
que
hay que SUtisfacer
para goZo del

hombre, ya sea con alguna logo_maquia oriental,
ya sea
en la «igle,ia» (?) de bases_ comunit1JTias, de fundamentos más estétic08
que_
morales

o dogmáticos.
Todo esto
tenia que acabar, por

lo menos
«empezar a· acabQQ:
Dios aprieta, pero

no
ahoga, siempre salva al «pequeño rebaño» -«pu­
silla
grex»-al. «resto de Israel» al que no permite que sea tentado por
encima de sus fuert,as. Fue precisamente
aqui, en España, donde -se inici6 el cambio de
01.ientación. Aqui en ~uropa· -::-50/ar de la civilización ~ristiana prime-
(2) Cf. J. PIEPER, J,/ descubrimiento de la realidad, Rialp, pág. 94.
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ro, de la revolucin
luego--es_
donde primero tiene que
-producirse
el
cambio, ahora, la vuelta a las rc4ces. Son profdticas las palabras de
Juan Pablo 11 en el acto europeista de S(Jntiago de· Compostela, durante
su virita pastoral a España en 1982: «Vuelve a encuntrarte a ti misma,
Europa; Revive aq_uellos ·valores ·auténticos que te hicieron gloriosa en
tu · hlatoria y benéfica tu pre,encia en los demás continente$». ¡ Después
de tantos años de
devaluación del concepto

de «Cristiandad»,
.tan que­
rido

por la Ciudad Católica,
las palabras d,e/. Papa sonaban· como los
primeros

compases de un
himno de

gloria!
Pero no paró
ahf la cosa: el 5 de octubre de 1982, Su Santidad el
Papa, en la alocución a los participantes del V Simposio del Consejo
de Conferencias Epfsco¡iales de Europa, insiste: «La Iglesia )! Europa
son dos realidades íntimamente ligadas en su ser y en _su, destino ...• se
han
enriti.uecido de
1valores que no sólo
han llegado a -ser el alma de la
civilizaci6n europea,

sino
·también patrimonio
de
toda la
humanidad ...
Europa no podrta abandonar el cristianismo como
.un compañero de
viaje
"que se

ha convertido en un extraño ... Por esto las
transforma­
ciones

de
la conciencia europea dirigida hpcia las más radicales. nega­
ciones
de la herencia
cristiana s6lo
son
plenamente· comprensjbles en
referencia

al
cristianismo. Las · crisis det hombre europeo son las crisis
del hombre cristiano ... Es sumamente signif~a.tlvo qaminar la meta­
morfo,sis
sufrida

por el
espfrltu europeo en· esté último .n"glo, .. ; destm;ar
c6mo,

partiendo de
sistemas y de elecciones que pretendúm. .absoluti"'
zar
al hombre y a sus conquistas teirenas~ se, ha llegado hoy'_ q. poner
en

tela
de· juicio precisamente

al mismo hombre,
a su dignidad y a sus
valorea intrínsecos ... ¿D6nde están

hoy las
esperanVJS de

que .el hom­
bre,
proclamada la

muerte de
Dios, ~ habría colocado finalmente en
el puesto de Dios en' el mundo. y en la historia, inicillndo unti .nueva
era en la que habría vencido por sf solo todos los _mal.es... El atefsmo
europeo es un reto que se encierra _en __ 81 horizonte de una conciencia
cristiana;, es más una rebeli6n a Dios y Una infid_elidad a Dios que .una
simple negación de

Dios».
Después· de estos profundos
y realistas, al par· que_ minuciosos aná­
lisis de la actual situai:i6n de Europa, y por ende la civilizaci6n occi­
dental
toda,
el Papa propon:,e la ~olución: 41La misma Iglesia debe en­
tonces
autoevangelizarse para responder a los restos del hombrt: de hoy ...
Si ·el
atefsmo es uná tentaci6n
de
fe,. será
con
la. profundización y la
pllrificación de la fe Como Será vencido». No me resisto a señalar aquí
que es el Propio -Papa qukn habla de la necesidad de «auto-evangeliza-.
ción de la Ig_lesh>. lo cual, crtio ju9tiflca las duras criticas de _la, pri­
m11ra parte de
estas palabras, dichas en este acto de hermandad. Pero,
además, también señala .que es con la purificaci6n de profundizaci6Íi
de

la fe,
y ·no con pseudo recetas sociológicas e ideológicas como se ha
de tratar el momento, el
diffcil momento
actual en la
Jgleáia Y, ·a la
par, en

la
ci;vi/ización occidental.

Pero
sigamos con las palabrcis del
Papa:

«Si· el
seculari$mo pone--en teld da juicio la concepci6n del hom­
bre
en 'el ~undo y la utilizaci6n del universo, la evangelización deberá
volver a proponer aquella
teología y es'piritualidad c6smica que, fun­
dada
bíblicamente y presente en la liturgia, ha recibido perspectivas
iluminadorm del Concilio Váticano JI (cfr. Gaudium et spes,_ 37)>. Sólt;,
señalar aquí una palabra utilizada ·por el .Pápa: «volver a reponer», y
ea.
un :«Volver». recurso ' a la «tradición», porque este camino hab_fa
sido olvidado o,

lo
que es peor, meno1preciado en la!.. -pretendldam_entti
autoproc.almada «renovación» o «vta» postconciliar que

ha
tenicfo 4ue
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rectificar el recién acabado Sínodo Extraordinario, conmemorativo de
los veinte años1 del Concilio Vaticano 11.
Sigamos con las palabras del Papa: «Recurrir a la 'fe y a la santidad
de
la ,Iglesia para :res[Jonder a estos problemas y a estos desafios no
es
una voluntad de conquista o de restauración; sino
que es
el
camino
obligado

que
vá hasta

el
fondo d.e

los
desafíes y de los_ problemas». Es,
pues,"· lo

que Verbo
en sus primeras páginas pre-temáticas ha Venido
años y" años -años de confusi6n, -por

otra
parte-recordando
con
ter-·
tos

de
la auténtica doctrina de los Pontifices -desde San Pfo X hasta
el
actual Juan Pablo

11-
ptira évitar lo que Pablo VI denunció como
«el mal llamado espíritu del Concilio» que,-en lugar de -atraer al mun­
do a Cristo, pretendió
que éste

fuera
et que atra;era a la Santa Ma­
dre Iglesia.
No hace todavfa un año., el 11 de octubre dé_ 1985, y en _el último
Simposio ·de los Obispos europeos •.. Su ·santidad el Papa vuelve a in­
sistir sobre ·el tema:
«¿C6mo se

presenta
la imagen del hombre éuro­
'P80 "secularizadd'?» Podemos decir que es u'n ,hombre tan compro­
metido en la tarea de_ construir la
«ciudad · terrena» que
ha perdido de
vista a exclu"idd expresamente la «ciudad de

Dios».
Dios permanece
fuera de su 'horizonte de 1vida. Pero el ateísmo teQrico o práctico, se
refle;a
n·ecesariamente en la concepción ántropolqgiéa. Si

el hombre· no
es imagen

de
Dios y iio~ hace referéncia nada mds que a si mismo,
¿qui
valor tiene, pdr qué actúa y vive? De hecho; la Europa que en el
Oesté, en

la
filosof:fa Y· en

la
vrti:riS ha
declarado a veces
za· «muerte
de DidS», y en

el
Este ha llegado a -imponerla ideológica. y política­
m'ente, _ es "tambiln la
Europa

en
la que ha sido proclama.da_ la «muerte
del
hombl'e» como · persona y

valor
transcedente. En

el Oeste la per­
sona
ha sido

inmolada
al bienestar; en el Este ha sido sacrificada a
la _
es~ructura, .. · Eh Occidente resulta

de ello una _
lociedad .comple;a,
plurtilista
y

polivalente en
lá que · el individuo quiere · 'recibir -sólo de la
propia raz6n autónoma los

fines, los valores y
lós significados· de

su
vida y de
su actitud,

pero se encuentra a menudo
~ando a ciegas en
la _oscuridad de las certezas metá/lsicas, de los fines últimos y de los
puntos seguros

de referencia
ltica. Este
hombre que se
querrfa tan
adulto, maduro,

libre, es también el hombre que huye de la
libertad
para .arrellanarse en

el conformismo, un hombre que sufre de soledad
está
amenazado por

varios· malestares del alma, trata de aleiar la muer­
te
y-está en 'pavorosa pérdida dt; esperanza ... · ESta eS la Europa y este
es el

hombre que estamos llamados a evangelizar hoy... Para esta mi­
sión Sublime

de hacer florecer una edad nueva de
evangelización en
Europa
se requieren

hoy
evangelizadores especialmente
preparados. Se
. necesitan heraldos

del Evangelio expertos en
humf6lidad ... · Para
esto
se. necesitan nuevos· santos.
Los grandes- evangelizadores de Europa han sido los santos:,. •' ·
Hasta ··aquí las palabr.as dét Papa. Parece superfl,io Intentar expli­
carlas,

pues hablan clarfsimamente por sí mismas, o añadir algo.
Sólo
nos· i¡ueda el

llevarlas a la práctica.
Y tal-" intentamos nosotros, o por
lo men(?s eso es lo que constituye el fin· de nuestras peri6diccis. · reunio­
nes en las que, por

medio del
estudio de
la doctrina del Magisterio
intentamos constituirnos en
«expertos en humqnidád» y e «luz sobre el
candelabro» y no oculta
«bajo el celemín». De

igual modo
qUe .lo
brin­
damos a_

los
demáJ con

el
ben.emérito esfuerzo continuado de Verbo,
ulia de las pocas revistas intelectuales serias hoy eristentes eh castella­
no, así como las publicaciones de Speiro, cuya rentabilidad econ6mica
ya
nos
conte'ntarftimos que fue·ra· nula, pero

cuyas rentas
espirituales
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son innegables y copio tales es seguro que quedan 'apuntadas en e_l
«haber» del «libro d'e la vidrJ» que, en definitiva es el importante.
Pero aún nos pide otra cosa el Papa: ~ «llamada universal a la
santidad» es, sin duda, el fruto más valioso del Concilio Vaticano Il
-<:fr.
LUJllffl Gentium, V-. Hay· quien ha dicho qu,, «estas crisis
mµndialieis son crisis de santos (3), Ahora et el mismo Vicario de Cris-­
to quien nos recuerda que «los grandes evangelizadores de Európa han
sido los santos». En efecto, tras las sangrientar persecuciones , de

los
si­
glos paganos, en el inicio de la Europa cristiana, Agus(m de Hipona
e Isidoro de Sevilla. empiezan la andadura de lina . .E4ropa cristiana que
no se limita a las «Apología» de loa Padres primitivos. Sobre lps que
de bueno, de bello y de· verdadero tenfan las fomias culturales ariterio­
res, la Iglesia que· resu1n¡e en .sí todo Bien, venga de donde venga,
elabora un «corpus» propio q™ 1uuá nacer ·a Europa por la acción
no revolucionarla, sino constan.te y cal.lada, humilde de Benito· de Nur­
sia, Cirilo y Metodio, Beda el Venerable y tantos otros anónimos que
reparan el florecimiento de la Europa d:e las reyes, santos: Enrique,
Emperador;
Eduardo

de Inglaterra,
Estanislao, Esteban,
Luis
y su
pri­
mo, nuestro San Fernando, cuya festividad celebramos hoy.
Reyes
sanl"os cuyo pod,er :«venido de lo _Alto» -por otra vía que
el

poder religioso- que supieron con
la santidatf de sus vidas ejem~
piares, con¡ugar «las dos espodas» dé la .controversia mediev.al, pues
sabían, como dijo Hncmaro de Reim:s, que «no serian _ _juzgadas par la
ley sálica o la gundova.dia, sino por la Ley de Dioa»_. Esta proposid6n
suena

en la
deicristianizada Europa

actual como
Oigo no s6lo sin sen­
tido sino
francamente como una loC:Ura -en realidad la «locura de la
cruz»--, pera realmente ea el único argumento, la «última ratio» de la
política, definida explicación por la que un hombre. ,tiene que someterse
a otro,
igual por

naturaleza,
sf; pero diferente en lo existencial: igual
en
el
«ser» dado por Dio~, pero diferente

en
el «estar» también por
voluntad divina. Claro que esta visión del tema del poder, invalida
la
pretensión de ·entregar el
poder «como
mandtUo» -tal como

pre­
tende, por ejemplo,
la actual ConstitUción española-, con lo que se
pretende liberar de
responsabilidad moral f:ll mandatario
democrático,
lo cual
es algo expresamente rechazado por León_ XIII· en la encfclica
Diutumum illud, en cuyo -parágrafo 4, al hablar de los sisiemas-ekcti­
vru, dice: «Con esta elección se
tl,e.rigna el gobernpnte, pero .no se con­
fieren

los derechos· del poder.
Ni se _entrega el podttr como mandato,
sino

que
e.stahkce la pers0'1UI

que lo ha
de e;ercer». Tal

como ocu­
rre -y señala Walter Lipmann en «La crisis de la Democraciá»- en
la designación del' Sumo Pontífice en los c6nclaves. -Y es · a las perso­
nas -Papás, reyu, gobernantes e investidos de cualqUier tipo de po­
der político, social o económico-a los que va dirigida, de forma más
especial la «llamada universa/, a la ._santidad» que hace el_ Concilio Va­
ticano 11 y ahora nos recuerda Su Santidad el Papa: «personas> que
tienen
una alma q"ue salvar, precisamente en el «ejercicio del ·poder» y
que
serdn juzgados no

según
leyes humanas

sino según la
Ley dii,vina.
Igual

que todos nosotros,. a _quien_es la Providencia' nos ha confiado
la
misión, sagrada misión, de

extender
y promover _el mensaje de la
·
«Ciudad Católica» q~ en este momen,o t,:ent! un, claro objetivo se­
ñalado nada menos que por el. Vicario de Cristo: La re-evangelizaci6n
de Europa.
Vamos,
pues. a ello.
(3) Cfr. Camino, punto 301.
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