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Número 245-246

Serie XXV

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Liberación contra solidaridad

LIBERACION CONTRA SOLIDARIDAD
POR.
MARIA EUGENIA ARGERICH
«Liberación contra solidaridad» no es simplemente la oposi­
ción existente entre un movimiento ideológico revolucionario
que propugna
la lucha de clases y un sindicato católico que
reivindica la dignidad de los trabajadores en uno de los países
bajo dictadura comunista. «Liberación contra solidaridad» es, además, la disyuntiva en­
tre dos formas de entender la vida,
fundadas,fa una

en
el egoís­
mo y la otra en la caridad.
, Mientras

el egoísmo destruye la esencia y valores del hom­
bre, reduciéndolo· a su facéta animal,
la caridad y el amor lo
perfeccionan y enriquecen a imagen y semejanza
de Dios.
«Quizás una

de
. las más vistosas debilidades de la civiliza­
ción

actual esté en una inadecuada visión del homBre. La nues­
tra es, sin duda, la época. en que más se ha escrito y hablado
sobre el hombre, la época
de los humanismos y del antropo­
centrismo. Sin embargo, paradójicamente, es
también la época
de las más hondas angustias del hombre a niveles antes insos­
pechados, época

de valores humanos conculcados como jamás
lo fueron antes» ( 1 ).
Ciertas son estas palabras
de Juan Pablo Ü y no menos
cierto es
que la

época actual se distingue por un claro contraste
entre el inmenso progreso realizado por las ciencias y la técnica
y el asombroso retroceso que ha experimentado
· el

sentido de
la dignidad humana.
(1) JuAN PABLO II, Discurso en Puebla de los Angeles, 28 de enero
de 1979.
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Son muchos los individuos que no encuentran sentido a su
existencia; es el drama del hombre amputado de una dimensión
esencial
de. su

ser, que es creer en la verdad; es el drama del
hombre privado de una proyección hacia lo trascedente, es de­
cir, hacia Dios.
El hombre se encuentra solo porque no existen ideales de
verdad compartidos, cada hombre
tiene/«su verdad»,

de modo
que sólo encuentra en
sú 1'>ropio yo

un interlocutor válido.
Es la comunicación entre los espíritus la que salva al hom­
bre de la soledad y esta comunicación es capaz de otorgar al hombre, a su vida,
· el

sentido que ni su mera existencia, ni el
mundo circundante le
ofrecen.
A

esta
situación de
angustiosa incomunicación se
ha llegado
poco a poco y paso a paso de la mano de numerosas
liberacio­
nes,

que han ido despojando al hombré de los lazos
que lo
vinculaban

a su razón de ser y existir.
· Con

un marcado carácter destructivo, estas liberaciones han
ido privando al hombre de sus
raíces. De

modo que la persona
ya no se siente miembro
· de · la · sociedad,

sino que, fomentando
sobre todo el
espíritu crítico, pretende

analizarla desde fuera
como algo completamente ajeno a s! mismo. Nos encontramos entonces con un hombre
h1,erado, sí,

pero
completamente desarraigado e indiferente ante las cosas
· y la
vida que le rodean, por no haber podido construir un mundo
interior mediante el amor, el esfuerzo y la entrega, por no
poseer un mundo circundante
eµ el que las · cosas y personas
adquieren un sentido propio. Y es que esta liberación es contraria a la naturaleza esencial
del ser humano ya que «el arraigo es tal vez la
más importante
y

la más desconocida necesidad del alma humana. Un ser hu­
mano tiene una
raíz por

su participación real, activa y natural
en la existencia de una colectividad que conserva vivos ciertos
tesoros- del pasados y ciertos presentimiento del porvenir... cada
ser humano tiene necesidad de tener múltiples
raíces ... » (2).
_ (2) . WE1L, S., citadO por VALLET DE GoYT1s0Lo en Sociedad de
Masas-y Derecho, Te.uros, Madrid, 1969, pág. 110.
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Liberar al hombre será, en consecuencia, romper su depen­
dencia de: leyes, costumbres,
pocleres, creencias,
etc. Liberar al
hombre para romper
las. estructuras,

para que el nuevo hom­
bre sincronice al ritmo de la historia
·y

de la revolución.
Son
muy variadas

y numerosas las
liberaciones que
han fruc­
tificado en la
España de

las dos últimas décadas: liberación
de
la mujer, liberación. de la juventud, liberación sexual, cultural,
política,
ecológica, liberación del pasado, liberación de la His­
toria, liberación económica, liberación generacional, liberación
sindical, liberación religiosa, etc. Algunas más notorias que otras,
pero todas ellas, sin duda alguna, con
·. unas

consecuencias
· nefas­
tas

,para el individuo y para toda la sociedad.
Veamos ahora, sucintamente, algunas de estas liberaciones
que sin
ningún disimulo están triunfado en nuestra Patria.
La liberación de
la familia.
En primer lugar, creo que todos estarán de acuerdo en afir­
mar. que
uoa de las· liberaciones
más trabajada
ha sido la de la
familia. Así, contemplamos que en la
«célula» más importante ·de la
sociedad tradicional y cristiana se ha · ido perdiendo. el poder
vinculador entre los esposos. Con
la legalización del divorcio
se ha devaluado el sentido
de la fidelidad a la palabra dada, y
el hombre y la mujer se han
liberado ante

el matrimonio. pero
al precio
de perder una ocasión preciosa para afirmarse moral­
mente
y comprometerse de por vida. Y se valorarán más
pri­
maria y sustancialmente los impulsos afectivos y espontáneos que el propio amor humano, sin .tener en cuenta que con esta
permisividad se está
. contribuyendo

a socavar
las bases en que
descansa todo orden social estable: «la misma posibilidad de
divorciarse ayuda a que el matrimonio fracase», pues éste, «como
cuál.quier otra cosa valiosa, pide fuertes esfuerzos y resistencias;
quien sabe que el matrimonio es indisoluble superará toda di­
ficultad; quien va al matrimonio sobiendo que existe posibilidad
m
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de divorcio, no hará ningún esfuerzo para vencer el más mínimo
obstáculo que se presente en
la vida matrimonial o familiar>> (3 ).
Finalmente, huelga
señalar que
el auge divorcista tiene efec­
tos nefastos sobre la psicología
familiar y en los hijos de los
divorciados. Pata
confir¡nar estos

extremos, únicamente debe­
mos acudir a las estadísticas de delincuencia juvenil y suicidio
infantil. En resumen, esta
liberaci6n es

desastrosa para la
familia .en
particular

y para el bien común de la sociedad.
La liberación de la familia está muy estrechamente ligada
al fenómeno de la liberación de la mujer, que supone la libera­
ción de
qnas leyes

y unas situaciones injustas de opresión. Pero
conseguidos ya en España el derecho al divorcio,
la despenali­
zación del
aditlterio, etc.,

esta liberación
de la mujer .sólo puede
implicar la liberación de su propia condición femenina. Y esto es lo más gtave, mucho más que el abandono del hogar para
desempeñar un trabajo. Es la «liberación de nuestro propio ser,
de nuestra propia entidad, de nuestra propia realidad ontoló­
gica, pues queremos dejar
de ser lo que somos, ya que quere­
mos liberarnos de lo más
inserto en

nuestra personalidad: la ma­
ternidad» ( 4 ). Se ,plantea aquí claramente da
.dicotomía que

existe en todas
las liberaciones:
el egoísmo contra el amor. Así, se reivindicó
primero el suministro gratuito de anticonceptivos y
a continua­
ción

el derecho al aborto. A cambio
de la comodidad y el pla­
cer nos hemos liberado, sí, pero de
la felicidad.
Todo ello es sinónimo de un egoísmo que reclama el
dere­
cho

al propio cuerpo· como objeto de placer, con lo cual, la
mujer
se. convierte

en cosa. Y reclama para sí el derecho a des­
truir
.. una vida ajena

que no
le· pertenece.
La

destrucción
de nuestra propia entidad femenina, el de­
jar de asumir nuestra más íntima realidad lleva consigo la des-
(_3) ALVARO DE SILVA, «El Divorcio como agujero», en Nuestro Tiem­
po, 274, abril de 1m; pág, 37.
(4)
EusA RAMÍREZ1 «La liberación de la mujer», en el ·volumen, La
familia y sus problemas actuales, Speiro, Madrid, 1980, pág. 129.
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LIBERACION CONTRA SOLIDARIDAD
trucción de la sociedad, El aborto conduce faltamente a la
eugenesia y a la eutanasia, con lo que llegaremos a una sociedad
demencial, rota en pedazos, donde
la vida de la mujer se habrá
desintegrado y
la sociedad morirá porque «una sociedad en quo
la mujer no sea transmisora de vida sino enviada de la muerte
ha fallecido»
(5).
La liberación del pasado.
También hoy nos liberamos del pasado, se produce· un dis­
tanciamiento expreso
de nuestra historia. Esta toma de distan'
cia

es favorecida por el tan de moda espíritu crítico que obliga
a ver las cosas desde fuera,.siguiendo las
pautas de1

racionalismo.
Este contemplar nuestra historia y nuestras tradiciones ex­
trínsecamente, hace que todos los hombres y
· hechos ilustres
sean

mirados a distancia, con reparo y recelo, con indulgente
prevención, como frutos de
una opresiva mistificación.
De aquí la creciente crítica que se hace. de la historia de
España so pretexto de un mayor rigor científico. Y esto es lo
que está ocutriendo en nuestra Patria: se intenta una depura­
ción de

su historia, que niega sucesivamente toda su ejecutoria
y su espíritu en temas clave como
la Reconquista, la Contrarre-:
forma, la Conquista y Evangelización de América. Todo es vitu­
perable; hay que pedir perdón a moros
y protestantes; nos aver­
go02amos de

nuestro pasado; los aciertos se valoran como
errores.
La liberación de la patria.
Y no sólo nos estamos liberando de la esencia y alma de
la Historia de España sino de la esencia de España como pue­
blo y nación: «Así, asistimos en los últimos veinte años a
la
defección -separación- súbita de grandes grupos humanos res­
pecto a cuanto habían creído y respetado durante milenios; a
(5) ELISA RAMlREZ, «La liberación de ... », en el volumen, La fami­
lia ... , pág. 133.
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,.

MARIA EUGENIA ARGERICH
lavados inconscientes de cetebro, a 1lll colectiva, a una universal insolidaridad entre padres e hijos, a
la desmembración de nacionalidades forjadas en siglos de his­
toria» (

6 ).
Y es que «ninguna realidad histórica se sostiene a lo largo
del tiempo sin una mínima panicipaci6n de· sus
miembros en
aquello

que la cre6 y le dio
razón de

ser».
Son muchos los españoles, y no precisamente entre los jó­
venes, que no participan y desconocen por completo los ideales
que sirvieron de aglutinante a nuestra unidad nacional; por ello
no tiene que extrañarnos que a estas alturas la unidad de Es­
paña se cuestione
y que zonas muy concretas del territorio na­
cional aspiren a liberarse plenamente, es decir, a lograr su in­
dependencia como nacionés soberanas. Esta es la postura tremendamente egoísta
y cerrada de al­
gunos grupos separatistas que, por pura demagogia, se pueden
declarar solidarios con otros países, pero que intentan por todos
los medios marcar
las distancias

con el resto de
España.
Así,

se potencian todos los fenómenos diferenciales, cultura­
les o socio-políticos intentando resucitar viejos y ancestrales mo­
tivos, dejando de lado aquellas realidades más cetcanas en
el
tiempo y que más podrían indentificarlas con el sentir nacional
que dio lugar a su unidad. Vemos, por lo tanto, que se. utilizan aquellas peculiaridades
de cada región en concreto, no con un empefio de enriquecer
para «exaltar
la rica multiplicidad» de las regiones de España,
sino que son un intento por separar, dividir y desmembrar: en
resumen, empobrecer y destruir.
Con lo cual esta liberación lleva al desasimiento
anificial del
¡:,ropio ser.
Desde está perspectiva

se sitúa a España
tomo algo
lejano

y objetivo, de lo que
no se
es partícipe, perdiéndose en
consecuencia esa virtud del patriotismo que nos obliga a con­ templar a nuestra tierra sintiéndose
pane .

de ella con una vi­
vencia íntima
y profunda.
(6) RAFAEL GAMBRA, El Lengua¡e y los mitos, Speiro, Madrid, 1983,
pág. 95.
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LIBERACION CONTRA SOUDARIDAD
La liberación cultural y educativa.
Enlazando muy directamente con lo anterior, podríamos ha­
blar de
la compleja liberaci6n cultural.
¿ Quién no ha observado el desarraigo engendrado por los
mass-media, creando fuertes servidumbres ideológicas o econ6-
micas de marcado carácter
marxista?
Al

vaciarse casi por completo el contenido de nuestra civi­
lización occidental, de su sentid.o y finalidad, tal como ha obser-
·
vado Rafael Gambra,

será preciso buscar su razón de ser en
ap­
titudes

remotas, por vía de
evolución o
pervivencia en el sub­
consciente. «Diríase que nuestra cultura actual constituye un
esfuerzo titánico por ver a los otros ( especialmente a los primi­
tivos e incluso a los animales)
desde dentro y a nosotros mis­
mos
desde fuera como extraños» (7).
La cultura ya no será enriquecimiento del espíritu sino des­
trucci6n de contenidos y de raíces para obtener
la liberaci6n
del hombre.
Sed como

una gran empresa erradicadora de cuanto
de hist6rico y religioso habita en la mente de los individuos.
La liberaci6n cultural da como resultado un hombre para
el cual las nociones de bien o verdad absolutos no existen. El
espíritu se vacía de todo género de referencias y principios.
Esta actitud de liberaci6n ·ha tenido especial incidencia en
la
moderna pedagogía,

que no prevé. el aprendizaje de unos
contenidos ni de valores objetivos, sino que antepone la creati­ vidad,
que debidamente

motivada surgirá en el niño como fru­
to de una evolución psicobiológica. En este mismo proceso educativo se
inicia. al · niño

en
la
llamada concientización, en la que se empieza · por convencer
al alumno de su situaci6n de marginación u opresi6n, adquirien­
do ya conciencia de clase. A partir de aquí todas las relaciones
de la vida delhombre son presentadas como sistemas de opresión.
Como resultado

de este proceso se consigue un ciudadano
(7) RAFAEL GAMBRA, op. cit., pág. 91.
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MARIA EUGENIA ARGERICH
liberado de toda alienación, dogmas, conocimientos, emociones
e instituciones del pasado. Paradójicamente, el ciudadano Hberado, el hombre
concien­
ciado parece ser que se autorrealiza plenamente. Y lo cierto es
que proclamada
la· supresión
de todas las alienaciones, concluye
esta liberación con la alienación total· y suprema del hombre.
La liberación económica.
También somos testigos de la Hberación económica. El fun.
cionamiento actual de las esttucturas económicas pone
clara­
mente

en peligro
la dignidad humana del ttabajador, debilitando
el sentido de su responsabilidad, impidiendo en numerosas
oca­
siones

la expresión de su
iniciativa propia.
El provecho propio
es el

motor esencial de
la economía, la propiedad privada de
los medios de producción, como un derecho absoluto, sin
lími­
tres ni obligaciones sociales correspondientes.
En el terreno del desarrollo industrial,. priva
el egolsmo, se
intenta sacar el mayor beneficio, sin detenerse ante el abuso, sin
tener en cuenta que la
e.conomía y

la industria deben estar al
servicio del hombre y no al revés. Esta liberación
sin freno conduce a una sociedad insolidaria,
donde se entiende que el dinero se puede ganar de cualquier
manera, sin moral ni freno, enfrentando al patrono y al obrero en una lucha desigual, lo que .lleva a situaciones injustas, de
explotación y violencia, de carencia
de leyes sociales y por reac­
ción

al odio y enfrentamiento entte1 las clases so~es.
En

esta misma
linea podrlamos inttoducir

las liberación de
los sindicalismos, que en lugar de desempeñar su
papel se
prestan

a la
polltica estatista

por pura manipulación, permitiendo
que se pierdan conquistas sociales,. guardando silencio, por
ejem­
plo,

cuando nuestra Seguridad Social se libera también de los
compromisos adquiridos, prestando cada vez menos servicios. y
-más defectuosos:
La

liberación también
ha llegado hasta el campo. Pueblos
y comarcas se ven hoy
abandonadas o

en trance de abandono,
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UBERACION CONTRA SOUDARIDAD
porque no se puede ir en contra de los nuevos. tiempos. Sus
actuales moradores están convencidos del carácter irreversible
del proceso industrializador
que hará

que sus tierras no sean
rentables. El hombre del campo ha prescindido del sentido de
su propia vida y de
la . capacidad de enfrentarse con el destino.
Las generaciones anteriores se
. agarraban
y defendían con
valen­
tía
lo

que les era propio: su casa·, campos y hacienda, prescin­
diendo casi por .completo de la realidad exterior a su aldea. Hoy
en día, el
hombre del campo, gracias

a los medios de
comunicación,
vive algo ajeno

a
su entorno
más cercano,
:desinteresándose por
lo

propio y dispuesto a venderlo todo a cambio de
un salario
en
la ciudad.
La liberación
políticL
La liberación ha llegado también al plano político. Práctica­
mente la totalidad de las clase política españo1a vive de espal­
das a su patria, carece de esa vivencia interior o patriotismo, y
eo su lugar eocontramos un desligamiento total respecto a las realidades concretas. Actualmente estos
hombres-son

capaces,
en virtud de un reformismo inmoderado, de anular nuestra reali­
dad histórica y conseguir una efectiva disolución de nuéstras
estructuras profundas. No
existe «ortodoxia

póblica»: la verdad
se ha

sustituido por
la opinión, la razón por el su&agio.
La liberación de la juventud. Naturalmente no podemos dejar de citar
la liberación de la
juventud. El cambio constante que se experimenta en la socie­
dad actual es tan vertiginoso, que padres e hijos no encuentran
un mundo espiritual
ni de valores que compartir. La juventud
se interpreta como una cualidad de
la persona y se utiliza como
bandera y como instrumento de lucha. Mediante la demagogia se halaga sin cesar a la juventud, como «generación oprimida»
y se llega a creer en cierto mesianismo de la juventud. Lo joven
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MARIA. EUGENIA ARGERICH
y lo nuevo, se erigen como valor supremo. Ante este «conflicto
generacional»,
algunos padres estiman

la superioridad de la ju­
ventud y se
empeñan ridículamente

en mantenerse al día, pro­
curando hacerse perdonar
k edad

y
la paternidad.
Y
en este

sentido
podríamos ir

descubriendo sucesivas
libe­
raciones,

moral, ideológica, de
clase, religiosa,
etc., es decir, libe­
ración en todos los
ámbitos de

la vida del hombre.
La solidaridad restaUl"adora.
Frente a todas las liberaciones que destruyen nuestra socie­
dad -,ya que
se fundamentan en la envidia, la soberbia,
el odio,
la pereza, el egoísmo, la avaricia, la lujuria y la codicia-, hay que
oponer la

caridad y
el amor; es decir, la solidaridad, encaminada
· sobre

todo a crear vínculos entre los hombres. Estos
lazos de
amor

invisibles y
que enriquecen
al individuo uinéndolo con
los demás:
«-:Porque el

hombre
--cada hombre--
es esa serie
de lazos.

que
él mismo -en buena parte-- ha trabado con las
cosas: todo aquello que considera como suyo y sin lo cual su
vida carecería para el mismo de sentido hasta reconocerla como
impensable. Su ser no es pura naturaleza potencial,
ni consiste
sólo en su meras disposiciones nativas o hereditarias aunque
sea también eso. En tanto que hombre individualizado, actual,
írrepatible, se
ha forjado en una misteriosa relación con cuanto
le

ha redeado en
cuyo círculo
ha ejercido su capacidad de
entre­
ga

y apropiación» ( 8
).
El . ser

humano está continúamente llamado a vincularse res­
ponsablemente a otras cosas en su dinamismo perfectivo; esta
tendencia hacia la perfección no tiene término
ni cortapisas, y
en la medida que aumenta
la vinculación del hombre con Dios,
éste hombre se
reallia libre y plenamente en la verdad; ·
Porque

«hacer libre a un hombre no consiste en desasirle
de su propia labor
--de los lazos de

su
mundo-, sino
de conseguir
que trabaje en
lo que ama, o que ame aquello que realiza. Los
(8) RAFAEL GAMBRA, op. cit., pág. 132.
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LIBERACION CONTRA SOLIDARIDAD
hombres libres no son aquellos que flotan indiferentes o desa­
sidos de cuanto les reodea, sino
)os que
logran construir un
mundo suyo, aunque no trascienda de su
vida interior...

El
hombre más dueño de si y de su mundo y con
mayal.' persona­
lidad

es también el más ligado y
· obligado
a ese mundo propio,
porque los lazos
. que

con
él le unen son más firmes · y exigen­
tes»
(9).
Y es que frente a este hombre liberado y ego!sra, incapaz
del compromiso, existe el hombre solidario, sin
miedo a
la
liber­
tad

y responsabilidad, que hace
de su libertad un servicio y que
desea ante todo comprometerse, que sale
ele sí
para
entregarse.
a una obra en común.
La Solidaridad pretende unir y dar coherencia a las piezas
de

ese rompecabezas que· es la sociedad actual acos.ada por las
liberaciones. El mundo de hoy tiene una gran necesidad de hombres, ins­
tituciones y estructuras solidarias, que con su caridad y respon­
sabilidad permitan
al hombre vivir en una sociedad armónica,
en la cual debe
· exi,stir
ante todo una comunión profunda de
fe de anhelos y emociones. Por ello todos tenemos
el compromiso
de trabajar en esa
gran tarea que espera a los hombres y mujeres solidarios. Asumiendo el
espíritu de

esta hermosa oración:
«Hazme, Señor, instrumento
de tu paz:
Que donde haya odio, ponga
yo el
amor.
Donde haya ofensa, ponga el perdón.
Donde hay discordia, ponga la unión.
Donde haya error, ponga la verdad. Donde haya duda, ponga la fe».
Y que bien podríamos
finilizar con

lo
. siguiente:
Donde

se ha destruido con liberación,
Restauremos con solidaridad.
(9) RAFAEL GAMBRA, op. cit., pág. 133,
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