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Número 245-246

Serie XXV

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Agustín Basave Fernández del Valle: Filosofía del Derecho Internacional

INFORMAG_ION BIBLIOGRAFICA
rendas a los místicos San Juan de la Cruz y Santa Teresa de
Jesús. Cierra el libro el
· apéndice ya

indicado conteniendo
la carta
de Juan Pablo II a los. jóvenes,. que aporta
claridad. a

la profun­
da y peculiar exposición del
¡ru:tor. ·
GABRIEL ALFÉREZ.
Basave Fernández del Valle, Agustín: FILOSOFIA DEL
DERECHO INTERNACIONAL

(IUSFILOSOFIA Y
POLITOSOFIA DE LA
SOCIEDAD MUNDIAL) (*)
El distinguido profesor mexicano de Filosofía del Derecho,
nos presenta en este documentado libro un estudio que se abor'. da por primera vez en América
Latina y que está dirigido a la
edificación del hombre
y de la sociedad mundial dentro del mar-­
co del derecho natural y basado en una concepción existencial
-no
existencialist¡¡-de la filosofía, entendida ésta -'-como sos­
tenía
San Agustín- como una preparación para
la salvación a
base de un saber formativo
y terriblemente comprometedor. Nos
· define la Filosofía del Derecho Internacional como el conoci­
miento
científico de

la necesaria proporción en
.las relaciones
esenciales

a la convivencia en la sociedad
. mUll(lial, mediante

la
previa atribución
.de lo

que corresponde a hombres, Estados
y
organismos internacionales .. En principio, este orden debe estar
provisto de jurisdicción
pbligatoria y
de sanciones para
asegurar
su

efectividad.
· · . .
El

autor fundamenta
toda su cónstrúcción doctrinal
sobre 1o
que él
llama la «habencia», entendida como unidad trabada y
dinámicamente
interrelacionada de
la
· totalidad de lPs entes y de
las posibilidades en sus mutuos condicionamientos. Hace hinca­ pié
en que

el norte del derecho. internacional es la supresión de
la guerra para la solución de los. conflictos interestatales, insfau­
rando

el arbitraje de jurisdicción obligatoria.
Y configura este
derecho

como la objetivación de la justicia internacional, pre­
sentando
uha. estructura invariable y pe~anente que se refleja
en constantes históricas __ aunque lo social sea eminenteni.ente va­
riable .. Es por esta razón que la comunidad internacional no tie­
ne un fundamento contractual, ni es una personalidad colectiva
compleja, sino una institución natural, anterior y superior a toda
sociedad de naciones.·
Aquí se inspir~ en la

doctrina
de Ftancis,-
(º) México, Universidad Nacional Autónoma, 1985, pág; 3%. 1
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co de Vitoria, a quien considera el verdadero padre de la cien-
cia del derecho internacional.
.
Considera

qne nna vez desechado
d mito dd «derecho
de
la
fnerza», procede exMilÍllar la

«fnerza
dd derecho», fnerza

qne
puede estar al servicio
de la arbitrariedad, · o de la seguridad, o
de la justicia y del bien común, y que se caracteriza porque siem­
pre constituye un valor instrumental cuando tutela el derecho,
repara las violaciones a
la norma jurídica y restablece el orden
de jnsticia violado
· por la arbitrariedad de gobernantes o Esta­
dos sin escrúpulos.
Oaro es
que esta
fnerza en su posici6n
no
tiene la· relevancia

que presenta en el positivismo,. ya que aca­
tando la doctrina tradicional acoge que d derecho no · es esen­
cialmente coactivo, sino que tiene
la propiedad de ser coercible,
pues
antes que . vis flsica es vis directiva. Esto no es 6bice para
que advierta que el derecho internacional carece de legislador,
en sentido punitivo, si bien no carece de principios
fnndatnenta­
le.s · intrínsecamente justos,

aun cuando
el. principio
de seguridad
jurídica está en la conciencia ética de todas las naciones civili­
zadas. De todas formas, por estas características especiales que
presenta al

no contar el derecho internacional con una jurisdic­
ci6n forzosa en caso
de ·conflicto entre los Estados, estamos en
presencia de nna sociedad internacional
imperfecta, a
pesar
de.
que existan una

Corte Internacional
de Justicia y una Coite Per­
manente de
Arbitraje.
Precisamente

por sostener nna concepci6n institucional del
derecho, rechaza que el derecho internacional
se apoye

en la
norma pacta sunt servanda, sin que con esto niegue que el res­
peto de los tratados es condici6n
de, la existencia de nn orden in­
ternacional. Su fnndamento
'radica,· no
obstante, en el hombre
socialmente considerado, dotado de raz6n y
axiotropism.o, con
vocaci6n

para la
socio'-Síntesis paclfica y

amorosa y no para el
caos. Es lo
que· él llama la dimensi6n jurídico-ecuménica del
hombre, puesto que aspiramos a una comunidad humana
sin ba-·
rteras,.
libre

del nacionalismo chauvinista
y xen6fobo, que es uno
de los
. más graves obstáculos

a
la solidaridad universal y a la
justicia
.de la comunidad intereátatal, . para lo cual hay que re­
formar al hombre antes de reformar el orden internacional, ins-
pirándonos en

los principios del cristianismo.
·
El

doctor Agustín Basave se opone
·a nn
Estado
mnndial
nnitario -«superestado»--, porque

dice puede ser fácil· presa
de una dictadura mnndial, desde el momento que una naci6n,
nn
. partido

político o nn grupo podrían apoderarse del aparato
del poder ejecutivo. Por eso
·se inclina

por nna uni6n
federal de ..
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Estados como mejor · medio de proteger las libertades humanas
existenciales; si bien considera que en el Estado mundial fede­
ral también se da la centralización, por cuanto que
las normas
de su orden jurídico se
extenderÚl!l a

todos los
países de
la
tie­
rra,

y aunque los pueblos conservatían cierto grado de autono­
mía, perderían la nacionalidac y sólo subsistiría la nacionalidad
del Estado mundial federal. A
nnestro modo
de ver, la forma
más acertada de resolver
el problema de la centralización es a
base de estimular la participación popular «de abajo
arriba»
para

que los pueblos se vayan dando su legislación
más adecua­
da

a su idiosincrasia sin
atentat a_ la unidad

nacional, conci­
biendo al Estado como
una «comunidad de comunidades» den-
tro del orden internacional.
·
De

todas maneras, el autor se pronuncia por una
judicatura
universal

obligatoria como medio
de asegurar la paz internacio­
nal, con lo cual no habría necesidad de constituir un Estado
mundial federal con una administración y
lln poder legislativo
mundiales,
ya que al someterse
todos los

miembros de la comua
nidad internacional a los fallos de esa suprema corte mundial, se
daría un paso importante pata asegurar la paz en la tierra.
Pues esta es la instrumentación que necesitamos para superar
el
nacionalismo hipertrofiado en que vivimos sumergidos, que alien­ ta
el choque de los egotismos, nacionales y al cual hay que opo­
ner una regla de oro que
forrtmla en
estos términos: «Que cada
Estado
trate a

los otros Estados como
quiera que
lo traten».
Porque hoy vivimos
bajo. la

égida de la «diplomacia antidemo­
crática» de las
grandes potencias,

que -hace difícil el respeto
a
los

principios comunes que rigen la vida
internacional. .
Consciente,

pues, de que la sociedad mundial es esencial­
mente un sistema
de Estados,

considera que es preciso
arribar a
valores universales,
_ a

cuyo fin
la política

de poder tiene que
ser sustituida por la política de cooperación: Ya sabemos que
conseguir este estadio no es
nada· fácil

desde
el momento que
el hombre de hoy no·
está-educado

para la
paz, ya que por todas
partes se habla
de violencia'

y
de guerra, fabricando armas cada
vez más numerosas·, i:nás potentes-'Y· máS ·sofisticadas1 ruando se
debiera pensar, por el contrario, en multiplicar las escuelas para
establecer las condiciones de
paz, crear organismos

más inteli­
gentes. para promover el desa_rrollo y liquidar las mismas posi­
bilidades de provocación de la guerta. Todo ello,
culmina el
autor, fomentando la democracia y el aspecto institucional del
bien común para que el
progteso social pueda

alcanzarse en con­
sonancia con las fuerzas morales de los hombres a través· del
res-
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peto de ,sus libertades, que son el instrumento para. la creación
histórica.
·
A,;f, pues, estimamos que esra síntesis que ofrecemos al lec­
tor
de este sugerente y documentado libro del Rector de la Uni­
versidad Regiomontana de Monterrey (México), es suficiente para
su valoración, estando convencidos que viene a ocupar un lugar
destacado en

la
bibliografía de esra especialidad.
, LINo RonRÍGUEZ-ARIAS BusTAMANTE.
Ja.ime Morales Carozo: ¡MEJOR QUE SOMOZA,
CUALQUIER COSA! (*)
Si quisiéramos sintetizar en unas lineas el mensaje de la
obra,
habría de resumirse en

que en la revolución que derrocó a
Anastasia Somoza del «trono» de Nicaragua no fue sólo obra
del
Frente Sand!nista de Liberación Nacional, que después de la vic­
toria del 19 de julio de 1979 la monopolizó, sino de otras mu-,
chas fuerzas sociales, hartas del régimen tiránico que «manejó»
el
país centroamericano
durante medio siglo: empresarios, profe­
sionales, sacerdotes, medios de comunicación, etc. El hbro, del que es autor el empresario nicaragüense
Jaime
Morales

, Carazo,
está bien
estructurado y de forma esquemática
va contando los pasos por los que
se ha

desarrollado la historia
próxima de esta parte de la
tierra -que

es la «Cintura de
Amé­
rica»-
en

su tránsito de
estar sojuzgado, del, Coh 45 al Ka-
lashnikov 74. . ,
A

dos semanas de barco, o catorce horas de avión, es
difícil
hacerse

idea
--si no se tiene una vasta cultura sobre la zona-,
de
la importancia. estratégica· de esa franja de tierra que separa
las aguas del Océano Atlántico de las del Pacifico, origen del
problema que empezó a tomar , verdadera importancia en el siglo
pasatlo, con

la
«fiebre del oro» surgida . con
mayor fuerza en
California, y que obligó a
buscar una

alternativa de viaje
que
no llevase por tierra a

las caravanas de la costa Este a la Oeste
de los Estados Unidos, por caminos inexistentes y continuamente
amenazados por las tribus indias celosas de proteger sus terri­
torios.
Tuvo, pues, el «coloso del Norte» buen cuidado desde su
independencia de tener mecanismos
eficaces para manejar a los
países del

istmo; de acuerdo con sus intereses, interviniendo una
(•) CECSA, México, 305 págs., 1985.
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