Índice de contenidos
Número 245-246
Serie XXV
- Textos Pontificios
- In memoriam
-
Estudios
-
San Juan María Vianney o el poder de Dios. (En el segundo centenario de su nacimiento)
-
García Morente y el estilo de España
-
Doctrina de la Iglesia sobre libertad y liberación. A propósito de la Instrucción de la Congregación para la Doctrina de la Fe sobre libertad cristiana y liberación
-
Las «sugerencias» del Sínodo de 1985
-
El mal menor y las elecciones
-
La «Weltrevolution» y el «Weltoktober»
-
El sectarismo, fuente de errores políticos. (Las equivocadas opciones de la Institución Libre de Enseñanza)
-
-
Monográficos
-
El derecho colectivo de los católicos a defenderse de injustas agresiones. (Introducción, selección de textos y comentarios a un libro de Joaquín Torres Asensio)
-
Ilegitimidad del gobierno del Frente Popular de 1936. (Consideraciones de un eminente liberal)
-
Una reacción de la irreductible España
-
Apuntes sobre los Movimientos Católicos juveniles en la Cataluña de 1936-1939
-
El porqué de la Victoria
-
- Actas
- Homenajes
- Crónicas
-
Información bibliográfica
-
Manuel de Santa Cruz: Apuntes y documentos para la historia del tradicionalismo español 1939-1966. Tomo XIV (1952)
-
Vicente Marrero Suárez: Picasso y el monstruo
-
Gonzalo Fernández de la Mora: La envidia igualitaria
-
Martirián Brunsó Verdaguer: El amor que siempre gana
-
Agustín Basave Fernández del Valle: Filosofía del Derecho Internacional
-
Jaime Morales Carazo: ¡Mejor que Somoza, cualquier cosa!
-
Autores
1986
Una reacción de la irreductible España
UNA REACCION DE LA IRREDUCTIBLE ESP MA
«Se trata de una. lucha a favor de la civi_li
zación
y en contra de la barbarie» (1)
Miguel de Unamuno
POR
FRANcISco DE GoMts· CA.sAs
El 18 de julio del presente año .se culriplen los cincuenta años
del inicio de una rebeldía heroica cjue agitó a España.entera, como
movida por un estremecimiento de supervivencia, con espasmos
( 1) Decloraciones de Miguel de Unamunó al periodista norteamerica
no Knickerborker publicadas
en
Le Petit Parisien, de Parls el 15 de sep
tiembre de 1936 (HuGH THOMAS, La Gume d'Espagne, ed. Lafont, 1961,
pág. 359; JAIME DEL BURGO, Conspiración :v Guerra civil, ed. Alfaguara,
1970, pág. 242).
Ya en la última
lección pronunciada
por Unamuno
el 30 de septiem
bre de 1934,
habla dicho: «¡Jóvenes, salvadnos!
Salvadnos por
Espafía,
por la Espafía de Dios, por Dios, por el Dios de Espafía, por la suprema
Palabra que crea y que conserva. Y en esta -Palabra que · es la Historia,
nosotros permaneceremos en paz y en unidad y en nuestra Espllfia uni
versal y eterna> (Revista Occident; Parfu, núm. 7, de 25 de enero de 1938).
Al
iniciarse el Alzamiento, Unamuno suscrihe un donativo de 150.000
pesetas, <..intidad extraordinaria Para un ~sto profesor· de universidad,
que representaría hoy unos seis millones de pesetas en: pésetas conmntes.
El
20 de septiembre
de 1936 dirige un Mensaje como Rector de la
Universidad de Salamanca a rodas las Uniyersidades y Academias del mun'
do a prop6sito de la guerra civil-espafíola en_ demanda de solidaridad,
«ante el choque espantoso -dice-producido en suelo espafiol por· el
ataque de una ideología oriental aniquiladora contra nuestra civilización
cristiana occidental que ha edificado Europa ... » (Revista Occident, París,
25 de octubre de 1937, pág. 8). Todavía el 1 de octubre de 1936, diez
rectores de _ universidades espafíolas «encabezados por el de Salamanca
don Miguel .de Unamuno -destituido por la República y restituido por un
Fundaci\363n Speiro
FRANCISCO DE GOMIS CASAS
de muerte y albores de perennidad. Para las generaciones que no
lo vivieron resultará
difícil . de captar el pálpito impetuoso de
aquel desbordamiento que, frente · a la desintegración violenta y
anáf:quica del cuerpo · social, iba a provocar el despertar de una
reacción popular, esperanzada, resuelta y combativa que enarboló
la bandera de nuestras tradiciones en defensa de
la identidad na
cional, orgullosa de nuestras glorias
pasadas y católica a macha
martillo.
Nuestra identid&d nacional.
Fue aquel enfrentamiento respecto la esencia misma de
,;mestra identidad
nacional. ¿Cuál era esta identidad?: la define
de maravilla un gran historiador y un gran español, Claudio Sán
chez Albornoz,
. que
goza de g<;neral
· aprecio
por su sabiduría e
integridad,
y q~e fue amigo e íntimo colaborador de .Azaña (Mi
nistro de Estado, Embajador) y miembro destacado de la opo
sición a
la España nacional
(Jefe de
Gobierno republicano en el
decreto de la Junta de defensa- envían telegramas a los represéntantes
iberoamerié:anos en apoyo de-. la Espafia nacional ... »: quienes represen·
tamos -gloriosa hispanidad, con su gesta y su espíritu, y haber sentido la
llamada de nuestra raza heroica, que encama la fe y la tradici6n, patri
monio · de nuestros heroicos defensores» (Vida de Franco, ed. A. B. C.,
pág. 318).
La reacci6n de Unamuno contra Milláti Asttay de que tanto se ha
hablado se produco en un acto académico del dfa de la Raza, el 12 de
octubre de 1936, a raíz de haber recibido una carra de la viuda de un
pastor . evangélico fusilado por la autoridad militar, por lo que su alegato
incrimina a los responsables de la . represión: «vencer no es convencer, y
hay que convencer sobre todo y no i:,uede convencer el odiQ que ·no deja
lugar para la compasión» (RAMÓN GARRIGA, La · Señora de El Pardo,
ed. PlaQetá, 9.• ed., pág. 96). Esto mismo pensarían muchos de los jóve
nes que morían en ·el f,rente «por la España" de Dios»; eso mismo pensaba
el Geoeral Yagiie que en su discurso de ·19 de abril de 1938 exclama:
«Hay que ser generosos, · camaradas. Hay qué: tener ei alma grande y sa
ber perdonar. Nosotros somo fuertes y nos _ podemos permitir este lujo»
(Vida de Franco, ed. A. B. C., p¡lg. 442).
656
Fundaci\363n Speiro
UNA REACCION DE LA }RREDUCTIBLE. ESPANA
exilio dur8llte varios años). Dice as{: «El gt8ll drama de la mul
tisecular y feroz batalla contra
el Islam en la piel de toro, ás
·pero
solar de
la contienda, forj6 el homo hispanicus. moderno,
de ásperas
aristas y t8ll insolidario
de sus
. hermanos
como
=
los primitivos peninsulares».
«Si no hubiéramos sido
como éramos al alborear
la . Moder
nidad,
¿habríamos conquistado
América y
habríamos combatido
por la unidad
católica de
Europa hasta caer exhaustos?
Napole6n
paseó
sus
triunfales ejé~citos por
todas las naciones del viejo
continente. ¿Por qué fuimos nosotros
los únicos que, como otro
ra contra Roma
. combatimos desesperadamente contra los inva
sores,
sin
dársenos un
ardite de
la superioridad bélica, táctica y
estratégica del ejército
.enemigo? Pugnas
intestinas
h"ll padecido
en
los dos
slg]os últimos
muchas veces los más de los pueblos
europeos. ¿ Ha habido .alguna de esas contiendas comparables en
pasi6n
y ferocidad a nuestra guerra civil de ayer?» (Sánchez Al
bornoz,
Mi •testamento politico, Ed. Planeta, pág. 96 ).
«¿Quién podrá negar, ni siquiera discutir -dice--la pro
yecci6n de nuestro ser histórico, de nuestras aventuras de Amé
rica y de Europa durante los
siglos XVI y XVIr? He examinado
otrora las proyecciones en
la psiquis
y en la vida de nuestros
abuelos, de
esas dos empresas
gigantescas, con el Altisimo c<>mo
celestial y misterioso protector o señor de vasallaje. ¿Quién po
drá dudar
del impacto en nuestro talante de la prolongación de
nuestra guerra diviual de reconquista en nuestras aventuras de
la temprana modernidad ... ? «Las gestas
a que
me refiero
~aña
de--
no
s6lo no pudieron resbalar sobre nuestra psiquis y nues
tro talante, sino que los
afumaron, como
si con un buril se
ahon'
daran
brutalmente nuestros
trazos que eran también; a veces,
heridas en la carne
misma del homo hispanicus» (op. cit., pági
na 97).
Este
historiador
contempla. el
pasado con orgullo:
«Fuimo& a
un
tiempo rodela
y maestra de Oocidente ... » (op. cit., pág. 146),
«Evitemos
hoy el bache depresivo. Ese
.mirar fuera
de España
como si fuéramos o hubiésemos sido una comunidad histórica
sólo capaz del heroico manejo de la espada; Sin esa batalla, o
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Fundaci\363n Speiro
FRANCISCO DE GOMIS CASAS
mejor, sin esas batallas, porque fueron muchas, el Occidente no
sería
como es.
Ottos pueblos habrían debido librarlas o
Europa
habría
sido piltrafa del Islam
y· no existir/a esta nueva maravilla
que es América. Pero hemos hecho mucho
más que
mantener a
raya el
islamismo del
solar hispano primero
y contra los turcos
después. Hemos hecho mucho más que descubrir, conquistar o
colonizar
América, Hicimos
la gran cultura española de la mo
dernidad ...
» (op. cit., pág. 148). «No reneguemos de núestro
ayer. Hemos
hecho maravillas por
obra de nuestro talante bimi
lenario» ( op.
cit., pág. 223 ).
Define Sánchez Albornoz el talante religioso y radical de nues
trá
historia: «Frente a la flexibilidad francesa,
a ese juego habi
lidoso entre
Dios y el diablo, España ha ¡ugado siempre a una
sola
carta, a
la de servicio
al Omnipotente hasta caer exhaustos»
(
op. cit., pág.
222) .. «De rodillas imploraban el auxilio divino
antes de las batallas aquellos hombres de hierro, prontos a mo
rir por Dios
y por su tierra» (op. cit., pág. 117).
Propone una meta
para nuestro
futuro, acorde con nuestro
pasado: «He aquí
nna misión quijoteS<;a de España: predicar, tra
bajar, luchar por la unidad de Europa, Antaño se dio por la uni
dad cat6lica del mundo. No haría sino prolongar una tradición.
No
sólo de
pan vive el hombre» (op. cit.,
pág. 231). Concreta así
esta
aspiración: «Acaso pueda
llegarse a
la unidad de una
Euro
pa liberada y vuelta al culto del Esplritu y de Dios» ( op. cit.,
pág.
232).
Y hace una explícita afumación de su alineamiento como in
vestigador: «Yo caeré siempre del lado de los grandes maestros:
Menéndez
Pelayo y Menéndez Pida!, magnos historiadores del
ayer español•
y nada dados al fantasear iluminado en procura de
deslumbrar el papanatismo literario de los
ignaros» ( op. cit., pá
gina 96).
Las dos Españas.
¿Por qué un pueblo de tal identidad católica tiene a partir
del
siglo XIX tan violentas convulsiones, enfrentamientos y reac-
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Fundaci\363n Speiro
UNA REACCION DE LA IRREDUCTIBLE ESPAAA
clones, a veces feroces, contra la· religión de sns mayores? ¿Por
qné el
problema de las dos
Españas?
Dice
Sánchez Albornoz a este
respecto: «Está
por hacer la
hlstoria de la gran
mndanza qne había de producir el gran des
garrón; la
hlstoria qne había .de llevar al enfrentamiento de la
España tradicional y de
la otra, de la que ha incendiado iglesias
y matado
curas y frailes. Yo, al menos, ignoro las cnrvas de este
proceso
-dice--» .
. . «repito
qne ignoro ,cómo se realiz6 la len
ta mundanza. Quizás nos
hallamos en presencia de un proceso
de
contaminaci6n con las ideas }qcobinas de la Revoluci6n fran
cesa, quizás
anterior, pero sin duda sincrónico con la
fráncesa
da
...
» «Por uno u otro camino estall6 la batalla entre las dos Es
pañas ... » (Sánchez Albornoz, Mi
testamento politico, Ed. Plane
ta, págs. 122-124 ).
Y precisa en otro lugar:
«Tras siglos
de señorío
de la Igle
sia en la vida española, el anticlericalismo estalló
violento y po
deroso, y la masoneria, potentísima y numeras/sima en las filas
republicanas, se
lanzó a la batalla contra la clerecía». « : .. Las 6r
denes r.eligiosas hablan sido disueltas
-grave error hist6rico--
cad¡J vez
que hablan· gobernado
en España
las izquierdas· radica
les» (Sánchez
Albornoz,
Azaña, recuerdos ,:v reflexiones, «La Van
guardia»,
21-VI-1980,
pág. 5).
La
revolución en 1936
creyó llegado el momento del holo
cansto definitivo
de la religión, y lo que sucedió en España con
conventos,
iglesias y religiosos fue, a
escala colosal, la repetición.
de
la quema de conventos y asesinatos de frailes en 1834 y s.u
nueva
versión
republicana de
1931, en los que la intervención
de las logias,
el planeamiento circunstanciado y la complicidad de
determinados militares adictos a
la masonería
está hoy fuera
de duda.
La Vanguardia del 15 de octubre de 1936 reivindica los mé
ritos de la
.masonería en
el triunfo de la revolución. Paco
Gira!,
el ministro de Azaña que propuso la dictadura republicana, «cre
yó asegurar la situación mediante una gran tenida masónica en
que algunos de los generales, luego rebeldes, prometieron lealtad
con
s.;s mandiles
puestos»
( Sánchez
Albornoz,
Anecdotario poll-
659
Fundaci\363n Speiro
FRANCISCO DE GOMIS CASAS
tíco, pág. 197). Y es sabido que los generales masólÚcos influye
ron
decisivamente en el triunfo de la revolución en
las grandes
pipitales. En
el último
parla.mento de
la república, según esti
mación de
Sánchez · Albomoz, había «más
de trescientos franc
masones» (
op. cit., pág. 153 ). Sin duda, era llegado el momento
de la gran revolución anticristiana que el pueblo católico de Es
paña
hizo fracasar.
La
Pasionaria
afirma que
«al
comien2o de
la
guerra impor
tantes
núcleos de
los. jefes
militares que se mantuvieron leales
a la República, muchos de los cuales eran masones ... »
Y «si en
los
primeros
.tiempos los
masones, militares o civiles... fueron
un factor de extraordinaria. importancia
en la lucha contra los su
blevados, al final, comprometidos
en las
intrigas y en
las maqui
naciones
tramadas desde fuera de nuestras fronteras, se convir
tieron
en un
freno que actuó de
forma negativa
sobre el destino
de la República» (Dolores
Ibarrur:i, El único camino, pág. 378).
Dice la Pasionaria que
el coronel Segismundo Casado, que ges
tionó la
capitu1a.ción era. masón,
jefe
del cuarto militar del Pre
sidente de la República (
op. cit., pág. 393 ), Y respecto a la ca
pitulación, que según Ricardo de la -Cierva
fue gestionada por
agentes de la
masonerla inglesa,
refiere la Pasionaria: «Nosotros
hacemos
lo que· manda Inglaterra, respondió el· General Miaja al
camarada Montoliu, que fue
a visitarle en su Estado Mayor des
pués de la constitución de la Junta de Casado» (
op. cit., pagi
na 396).
Lucha por la Fe.
Lo que se produjo en 1936 fue un episodio
más de esta lu
cha secular entre las dos Españas: la España «con el Altísimo
como celestial
y misterioso protector y Señor de Vasallaje» y la
España con las· ideas jacobinas de la Revolución
francesa», se
gún
los propios términos empleados por
Sánchez Albornoz an
tes
citados, es decir, la
España con Dios, o contra Dios.
Conviene recordar
aquí el hecho
de las guerras
cruel!simas
660
Fundaci\363n Speiro
UNA REACCION DE LA IRREDUCTIBLE ESPAAA
sostenidas por el pueblo espafiol a lo laJSgo de siglo y medio en
defensa de su religión y libertades; primero la de la
Independen
cia contra Francia, después las dolorosísímas guerras civiles,. y al
decir
de Menéndez y Pelayo, «quizá no la postrera, y no cierta
mente por interés dinástico, ni
por interés fuerista, ni siquiera
por amor muy
declarado y
fervoroso a este o
al otro sistema po
lítico, _sino por algo más hondo que todo eso; por la instintiva
reacción
del sentimiento católico,
brutalmente escarnecido, y por
la
generosa repugnancia a.
mewarse en la turba en que se in
famaron
los degolladores de los frailes
y los jueces de los · de
golladores,
los robadores y los incendiarios de las iglesias
y los
vendedores y compradores de sus bienes» (M.
y Pelayo, Historia
de los heterodoxos, Ed. BAC, t. II, pág. 831).
Un enfrentamiento inevitable.
Al extremo a que se había llegado en España en julio de 1936,
parece imposible· que
la explosión que se produjo hubiera podi
do evitarse. Sánchez Albornoz, al que recurro por su condición
de historiador y de hombre eminente de la Izquierda Republi
cana, partido que tanta responsabilidad tuvo en el desencadena-·
miento
de
la tragedia, reconoce que para evitarla hubiera sido.
indispensable recurrir a la dictadura republicana y que llegaron
para ello
a
un acuerdo con Azaña, Gira!, Maura y el propio Sán-.
chez Albornoz,
pero que
a Azaña le faltaron agallas para llevar
lo a término
(Sán.chez Albornoz, Temor al energumenismo, «La
Vanguardia», 2-II-1980,
pág. 5).
Al analizar en aquellos días cruciales con el Ministro de
la
Gobernación la situación de anarquía imperante semanas antes
del
Alzamiento, concluye: «Hoy me atrevo a pensar que en rea
lidad no babia Gobierno»
(S:fuchez Albornoz, Anecdotario polí
tico, pág. 204). Y dice también, que «en las negociaciones para
constituir el Frente Popular, Largo Caballero
afumó sin
rodeos:
después del triunfo yo me reservo el derecho de hacer la revolu
ción.
A estas palabras Sánchez. Román se apartó. de la aliamia,
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Fundaci\363n Speiro
FRANCISCO DE GOMIS CASAS
pero los otros ¡efes aceptaron y firmaron el acuerdo ... » ( op. cit.,
pág. 187 ). Es decir, las elecciones eran sólo un medio para im,.
poner la revolución anticristiana. En sus discursos electorales pro
clama
reiteradamente: «si ganan
las derechas tendremos que ir
a
la guerra civil» -reanudar la que perdieron en 19 34--. «El
pueblo sabe
que la revolución no se hace con papeletas en las
urnas,
y si este camino se le cierra, también sabe cuál ha de se
guir»
... «La burguesía ~afüma Largo
Caballero en el Teatro
Cervantes de Valencia el 2 de enero de
1936,-cumplió
su papel
e hizo su revolución.
Si no nos de¡an iremos a la guerra civil.
Cuando nos lancemos por segunda vez a la calle que no nos ha
blen
de generosidad
y que no nos culpen si los excesos de la
revolución se extreman hasta el punto de no respetar cosas ni
personas»
(Historia de la Cruzada Española, Ed. Españolas, 1940,
tomo
II, pág. 432). «Hay que ser marxista y serlo con todas
. sus
consecuencias» ... dice en
el cine Europa el 12 de enero de
1936 ... «la clase trabajadora no renuncia de ninguna manera a
la conquista del poder político. Está en su programa
y se halla
decidida a obtenerla de la manera que sea»
gina
419). Este era el adalid de las fuerzas socialistas fanatiza
dascy envenenadas,
con un sentimiento anticristiano radical, llenos
de odio y de resentimiento, Dice Amadeo Hurtado: «Son fero
ces los
odios.· Largo
Caballero ha hecho unas declaraciones
tre
mendas hablando de exterminio» (Sánchez Albornoz, Anecdotario
politit;o, pág. 221).
Ert tales circunstancias los moderados
y pacifistas no tenían
nada que hacer; el avasallamiento marxista de Largo Caballero forzaba a la intervención del pueblo
católico en
defensa
pro
pia.
La lucha era inevitable.
Se iba a producir el «plebiscito de
sangre».
Intentos responsables para evitarlo.
Se intenta evitar el desastre. Goded se ofrece á Azáña el 16
de junio (un mes antes del estallido) por medio del Marqués de
Carvajal
«para mantener
el orden en la calle
y el respeto a una
662
Fundaci\363n Speiro
UNA REACCION DE UI. IRREDUCTIBLE ESPAAA
religión que nos. es esencial» (Ricardo de la Ci~a, Historia de
la guerra civil, «Epoca», pág. 77). Por su lado, Franco acude a
Portela,
Jefe de Gobierno,
para que se declare el estado de gue
rra, poméndose a su servicio para llevarlo a efecto y evitar el
caos; pero Alcalá Zamora deja sin efecto lo que en principio se
había
acordado; dimite Portela
y se produce la avalancha y fal
sificación
de. las
actas electorales, cuya legitimidad quedaba así
viciada y nula. Todavía el 23 de jumo, Franoo ~ al nuevo
Presidente del Consejo,
Casares Quitoga,
sobre
las reaociones mi
litares que puedan producirse ante situación tan explosiva, reco
mendándole
prudencia en
el gobierno y rechaza varias veces la
invitación que se le hace por Sanjurjo para que se adhiera al Al
zamiento, que sólo oonfirma al día siguiente del asesinato del
jefe de la oposición, Calvo Sotelo ...
El estallido.
La reacción militar se produjo movida especialmente por los
elementos más jóvenes del ejército, que
se hallaban oonmociona
dos por la expectativa, que pareda inminente, del hundimiento
nacioñal en un caos anárquico que
diera paso a una dictadura
marxista del brazo de la URSS.
El pueblo católico se desbordó
entosiásticamente en apoyo de
esta ·reacción.
La situación al
comienw de la guerra pareda perdida para
los
nacionales. Prieto, en los días siguientes al Alzamiento, en
una alocución por
la radio, la describe así: «Con los recursos fi.
nancieros totalmente en manos del Gobierno; con los recursos
industriales
de la nación, también totalmente a favor del Go
bierno;
podr!a ascender hasta la esfera de lo legendario el valor
heroico
de quienes impetuosamente se han lanzado en armas coo
tra la República,. y aun así, aun cuando su hero!smo llegara a
grados
tales que
pudiera ser
cantado por
los poetas
que quisie
ran adornar
la historia de esta época triste, aun así, serían inevi'
table,
inexorable,
fatalmente vencidos» (Ricardo
de la Cierva,
Guerra civil, .en «Epoca», pág. 158).
663
Fundaci\363n Speiro
FRANCISCO DE GOMIS CASAS
Prieto no sabía que lo que acababa de despertar era el genio
profundo
de nuestra ancestral
españolíá en
defensa de
la Fe de
nuestros mayores, dispuestos a reverdecer nuestras
más. glorio
sas
y heroicas tradiciones. Hubo epopeya y voluntad de vencer
y hubo victoria
a· pesar
de
las afumaciones de
Prieto y
de una
realidad que en términos materiales no
podía ser
más pesimista
para los nacionales, incluso
el recuento de todos los efectivos. mi
litares.
En efecto: en aviaci6n, de 544 aviones existentes, 425 que
daron para la República y 119 para los nacionales. En
la mari
na,
de 65 unidades navales, 46 quedairon para la República, in
cluida
la totalidad de los 12 submarinos, y 19 para los naciona
les, unidad en general de menos cualificaci6n. En
el ejército de tierra, una vez realizadas las depuraciones
iniciales, quedaron al servicio de la zona republicana 22 genera les y 17 en zona nacional;
los jefes
militares resultaron mayori
tarios en zona republicana; de capitanes
para abajo lo fueron en
la zona nacional. Y los contingentes, a los tres meses de la con
tienda -incluidas
las fuerzas
territoriales y de Africa, insulares,
fuerzas de Orden Público y
milicias- fueron de
266 .000
com
batientes
para la República y 200.000 para los nacionales. Y .si
se tiene en cuenta
que de
estos combatientes, en los primeros
meses de guerra, las operaciones en los frentes Norte, Este y
Centro se realizaron mayoritariamente con milicias _voluntarias,
resulta que los nacionales -de zonas menos pobladas---- tenían
60.000 voluntarios, «de éstos 21.000 servían en el Centro, 30.000
en
el Norte {la · mayor parte requetés) y 9 .000 en el Este. Las
milicias republicanas en esta misma época eran 150.000 hombres,
de los que
servían 60.000
en el Centro, 60.000 en el Norte y
30 .000 en
el Este».
No obstante esta enorme superioridad de las
milicias rojas,
todo
intento de ofensiva de su parte resultó frenado y cancelado,
mientras las milicias. nacionales como fuerzas de vanguardia iban
rescatando sin reposo
una tras otra
todas las
regiones y
objeti
vos (Ricardo de la Cierva,
Guerra civil, en «Epoca», págs. 152-
158, recogiendo los trabajos de los generales
Ramón Salas
La-
664
Fundaci\363n Speiro
UN4 REACCION DE LA IRREDUCTIBLE ESPANA
rrazábal y Casas de la Vega en sus importantes estudios milita
res sobre nuestra guerra).
Los voluntarios nacionales repiten las gestas heroicas de la
Guerra de
la Independencia o. de las guerras· carlistas -funda
mentalm:ente guerras de religión- en que pequeños contingentes
derrotan a grandes ejércitos. La
expedición real, que en mayo de
1834
llegó a las
puert.:S de Madrid, fue· derrotando
a todos los
generales cristianos; el general carlista Miguel Gómez, con fuer
zas insignificantes, que en.su
mayor auge no
alcan1,aban los
5.000
hombres,
puso en
jaque a todos los
ejércitos que
le
perseguían
con
fuerzas diez
·veces superiores,
burlando sus
estratagemas e
infringiendo
terribles y sangrientas derrotas a
·sus oponentes; .
tomó
poblaciones importantes desde Santiago hasta
Ailbacete, Al
geciras, Córdoba,
llegando hasta
Vallecas, a las puertas de Ma
drid, y retirándose' indemne de todos los combates.
Esa misma epopeya se repite cien años más tarde en la gue
rra civil de 1936;
Los rojos intentan avanzat hacia Vitoria, en
Brunete, en Teruel, en
Codo, en Andalucía, en el Ebro, en Se
rós ... ; asedian Huesca, Oviedo, el
Alcázar de Totedo, Santa
Ma
ría de
la Cabeza... No conquistan ninguno de los reductos de
fendidos por los nacionales. Avanzan unos kilómetros por sor
presa en lugares abiertos, pero no
consolidan ninguno de tales
avances.
Cada intento se convierte en
una colosal derrota.
Lo
suyo no es avanzar, es defenderse. ¡No pasarán!, es su gloriosa
coosigoa, mientras
las tropas nacionales pasan y pasan, ocu,pan
y· liberan ... ¡Victoria! es el clamor iru;ontenible en el ejército
nacional.
Y los nombres
de miles de pueblos y lugares de España
repetirán por. siglos
y siglos el eco de aquellas victorias como
clarines de guerra que
·convoquen a ,nuevas
victorias, hasta que
se consolide definitivamente en nuestra
patri; una
convivencia
cristiana
y española. No importan los sacrificios y. la muerte; im
porta. sólo salvar nuestra identidad cristiana y nacional.
En esta última guerra, en
. la zona republiClllla, el espíritu
cristiano,
tiranizado por
los sicarios
de
la revolución, se encon
traba también
padeciendo por
la. España católica entre . las fuer-
665
Fundaci\363n Speiro
FRANCISCO DE GOMIS CASAS
zas_ rojas acaudilladas por la revolución anticristiana. Acerquémo
nos
a descubrirlo por medio de uno de esos
sufridos comba
tientes.
Dos ejércitos frente a frente.
Para acercarnos a la realidad del ejército rojo nos servire
mos de un testimonio de
excepción; el doctor Pedro Tarrés y
Claret, médico de profesión, _ordénado sacerdote en
f942 y
muer
to en olor de santidad en 1950. Fue médico de un batallón del
ejército
rojo desde
mayo de 1938 al 26 de eneto de 1939, día
de
la liberación
de Barcelona. Describe en su
Diari de guerra sus
experiencias
durante el expresado período en
dicha unidad. Es
un libro impresionante, de una autenticidad que conmueve. Nos
ofrece juicios realistas sobre la detestable
_ calidad moral y pési
ma eficacia
organizativa de aquel ejército, al mismo tiempo que
destaca los valores humanos que se encuentran en toda colecti
vidad, con
la que llega a fraternizar a pesar de las circunstan
cias ideológicas tan
adversas. As( dice: «la amistad es un gran
don
y una gracia extraordinaria cuand_o _ es practicada y vivida
sinceramente por los hombres.
_ Uno
de los consuelos
más gran
des
que tengo
aquí, en
el frente, es precisamente el producido
por esta
hermandad con los soldados, pero sobre todo con mis
ayudantes del puesto de socorro. Todo es de todos. Nos reparti
mos todas
fas cosas
buenas que tenemos como
extraordinario-
para
comer, obtenido
acá o allá. Todo
nos
hace ilusión; todo nos
hace
estar contentos. Somos
unos verdaderos niños»
(Dr. Tarrés,
Diari de
guerra, edit. Publicaciones de la Abadía de Montserrat,
pág. 259).
Y, en otro lugar, «mantenemos
unas buenísimas
rela
ciones con el comandante de _mi batall6n. Esto me da consuelo.
Me tiene la más absoluta confianza»
(op. cit., pág. 155).
Estos
juicios permiten ponderar la integración del médico a
la unidad a que pertenece. Ello hace más relevante su juicio
crítico sobre el entorno que les es común.
El libro trasciende una personalidad
excepcional. Médico
de
666
Fundaci\363n Speiro
UNA REACCION DE LA IRREDUCTIBLE ESPAIM
profesión, fue profesor de la Universidad Autónoma de Barcdo
no
antes
ele la guerra. Su inquietud intelectual se percibe a rra
vés
de este Diario, donde va dando cuenta,de los libros que lee
en los momentos de ocio,
precis.;,,ente para
dar contenido a
ese ocio. «Procuro no pasar ni un momento ocioso», dice
( op. cit.,
pág. 179).
Es, además, un
formidable estilista. Escribe en catalán en un
lenguaje
rico y
armonioso con giros que nacen de
la fuerza ex
presiva de un · talento superior 1 con prosa que a veces parece
poesía, hermana de la de San Juan de la Cruz. Nada más lejos
de ese catalán tabernario que con tanta frecuencia nos
brind•
la
televisión catalana.
Sus descripciones de ,Ja naturaleza son un
canto a
la Creación y una oración al Altísimo. Casi siempre sus
reflexiones culminan
en oración filial,
busoon la presencia
de
Dios, es un
roloquio ininterrumpido
de la criatura que alaba
y
quiere servir a su Creador.
¿Cuál es la actitud espiritual de este médico cuando cura a
los soldados?
«Hoy he curado las manos llenas de sarna infec
tada de un pobre soldado. Me ha ·desaparecido aquella repug
nancia que antes sentía.
Lo he hecho con gusto, y procuraré cu
rarlo yo cada
día, ofreciéndolo
todo al Amado
y viendo en sus
llagas las
manos clavadas
del Amor»
.. «Mientras
lo curaba, cuan
do le hacía daño, renegaba contra Dios
y la Virgen. Yo, inte
riormente, hada actos de
alabanza» ( op. cit., pág_-178).
La
santidad, que rranspira en todas las manifestaciones de
este médico es, a
veces, audaz,
con voluntad_ de apóstol: habla
a los miemhtos del «Mando» del batallón, en una sobremesa,
sobre
la existencia de Dios. Les habla de la grandeza inmensa del
· sufrimiento y de su valor redentor, les explica que, para salvarse,
era suficiente un acto de · contrición y al censurar la blasfemia
«les hizo ver que en cada blasfemia que decían era una afirma
ción de que Dios existía ... ». (op. cit., pág. 166).
Tal
es el excepcional testigo. A su juicio,
¿cuál es
el ambien
te espiritual de los mandos de ese ejército?: i
escuché una
conversación
en que algunos elementos · del «Mando» manifes-
667
Fundaci\363n Speiro
FRANCISCO DE GOMIS CASA$
taron de lleno el odio terrible que tienen contra los católicos.
Ignorantes
y llenos de prejuicios los pasarían a sangre y fuego.
Encontraban muy bien que fuese asesinada impunemente una
familia entera por el «delito» de tener un hijo sacerdote ... ».
«Sólo una
ignorancia masiva y un envenenamiento completo del
alma pueden hacer decir palabras con tanta saña» (
op. cit., pá
gina 254).
Die en el
Diario: «Nuestro ejército es el ejército de la blas
fernia ... ».
«El comandante
accidental del batallón que tenemos
ahora es algo horrible. Tiene una lengua infernal
... ».
Añade
nuestro autor: «¿Qué otra cosa puedo ver? Indisciplina, tiranía,
despotismo, cinismo, mucha
faltá · de cultura, insuficiencia de co
nocimientos militares y falta de corazón.
Me formo un poco la
idea de lo que debían ser los
eiércitos de
milicias de los prime
ros tiempos» (op. cit.,
pág. 231). «Allí todos renegaban ... con
tra Dios
y la Purísima Virgen. Verdaderamente parece la con
signa del ejército popular»
( op. cit., pág. 173 ).
En otro lugar: «Es el primer ataque al que asisto, sólo a po
cos pasos de
fa llnea de fuego. los· soldadós blasfeman contra
Dios
y
la Purísima Virgen. ¡Qué contraste! ;Con qué espíritu
van a atacar! ;Que Dios nos acompañe! ;Perdónales Sefior, que
no saben lo que hacen!»
(op. cit., pág. 64) .
. Opuestamente, eri la zona nacional, los soldados van a la
muerte invocando el santo nombre de Dios, como aquel
alférez·
proviiionai
de
un Tercio del requeté que en
la Batalla del Ebro,
corriendo a taponar una brecha roja, levanta
el crucifijo, alien
ta a sus requetés y clama: «;Por Ti muero, Sefior!», como así
sucedió a los pocos minutos, mientras quedaba taponada la bre
cho roja (1) .
. Era esa fe
la que
hizo decir a. Prieto,
con socarrona contra
riedad, al hablar del requeté,
'«animal con
cresta roja que des
pués de
comulgár ataca al hombre». Más que ataca, hubiera te
nido. que decir: que se inmola al servicio de un gran ideal; ese
(p-Testimonio de Jo'SÉ ANTONIO G. DE CoRTÁZAR, Teniente· Provi~
siomd de la 4.11 Bandera. .del Tercio.
668
Fundaci\363n Speiro
UNA REACCION DE LA IRREDUCTIBLE ESPMIA
ideal cristiano que las nuevas corrientes políticas están demo
liendo por todos
los medios
a su alcance para
acabar así
con
· la
raza .de héroes que forjan viétorias que puedan oponérseles.
T arrés se refiere a los
criminales que constituyen el
«Man
do»
del ejército
rojo: «Nuestra
brigada e· .incluso la división se
están
convirtiendo en
un feudo de
la FAI. Los más destacadoo
militantes y amigos del «Jefe» se están instalando en los mejo
res lugares.
Se da el caso de. individuos que tienen más de 15
acusaciones por delitoo cometidos, la mayoría merecedores de la
pena de muerte» ( ap_. cit., pág: 232).
«El capitán que
manda actualmente
el batallón es un
atra
cador de los más activos y furibundos de la FAI. El mismo nos lo
explicaba hoy, dando detalles de los atracos realizados a ,;liferen
tes
bancos del
norte de España y a particulares, entre ellos a
un
médico. Es
un individuo que
ha pasado su vida entera en la
prisión» (óp. cit., pág. 226). ·
El crimen es aquí el
que
gobierna .Y Íiene los
atributos del
«niando». Dice de un capitán
de su· batallón: «Ha •explicado,
como el hecho más natural,
la infinita cantidad de gente que él
había matado. Nos decía que había pertenecido a una rompa
nía
disciplinaria
donde había un teniente que
él quería hacer
desapareoer ... «Le
disparé por
encima del corazón. Se volvió
mirándome
-decía-y dijo: ¡mi capitán!, con una voz desma
yada y suplicante,·
y· entonces yo. -proseguía-le disparé a la
cabeza y le salió por un ojo y allí se quedó. Y como éstos, mu
chos». «Explicó los que había matado en
la pradera de San Isi
dro, en
Madrid, con motivo
de un bombardeo· hecho por la
aviación facciosa. Decía que
los. ponía en
un camión,
llegados
a la pradera los hacía bajar de uno en uno, los cogía por el
brazo y con dos disparos los liquidaba. Cuando habían dejado
all! UI1 montón
de cadáveres,
"¡Hála! -decía-, con el· camión
otra
vez para Madrid ...
". "Nuestro: comisario,
por toda respues
tá, le ha dicho «¡¡¡Eres un hacha!!!"» (op. cit., pág. 17.Q).
Hablando de crímenes se refiere al «trágicamente célebre
669
Fundaci\363n Speiro
FRANCISCO DE GOMIS CASAS
«Campesino», por lo visto caído en desgracia debido a la canti
dad
de gente que ha asesinado» ( op. cit., pág. 190).
He aquí
-un
punto de
rellexi6n a
considerar sobre las vícti
mas de la llamada represión roja. Cuando
.la «Causa
general» in
coada por el
Ministerio de
Justicia de la España naciónal, a par
tir de 1940, fija en unas 80.000 personas las víctimas de la re
presión en zona ioja, no incluye, _como_ -es natural, e_sos asesi
natos de soldados por sus propios jefes para obligarles a conse
guir las victorias que su incapacidad como jefes y la ausencia de
ideal
les impedían ak:anzar. ¿ Cuántas son las víctimas de esos
asesinatos de
Úster, del Ca!llpesino y
de otros pistoleros disfra-
zados de soldado?
__
_ A raíz del fracaso de la operaci6n en la cabeza de puente de
Serós, dice el
Diario: «He sabido que este célebre Manuel True
ba,
del PSUC, hoy jefe de una divisi6n y teniente coronel, es
uno de los hombres más inhumanos
qu~- ,1'l<Ísten. Ha
ordenado
fusilamientos en masa y en una de
-las · drcunstancias él mismo
fusilaba con una ametralladora desde un tanque
blind¡ulo. Se
le acusa de recibir
la única guía de Rusk, cosa que es cierta».
«El PSUC de Cataluña es Rusia soviética pura» (op. cit., pági
na 213).
Si se piensa que la trayectoria del ejército rojo ha sido una
sucesión
ininterrumpida de derrotas·-a lo largo de toda España,
¡cuántas de estas reptesalias
masivas, para
desahogo y exculpa
ci6n de jefes
--fracasados, · resentidos
y criminales, incapaces de
comprender la alta misión y el honor
indispensable para
poder
mandar
a un
soldado!
Estos llamados
«Mandos» no
tienen
alma ni
honor de sol
dado.
Di~e el Diario: «Voy con una colección de soldados que
van
a la Escuela Popular de Guerra para hacerse oficiales. Es
interesante
señalar el espíritu con que van
allí. No les interesa
ser oficiales; les interesa irse del frente y pasarse tres meses
tran
quilamente. Ellos mismos lo dicen e, irónicamente, añaden: no
nos engañemos, ¡de aquí a tres meses pueden haber pasado mu
chas cosas!»
(op. cit., pág. 144).
670
Fundaci\363n Speiro
UNA REACCION DE LA IRREDUCTIBLE ESPA.RA
Uno no puede dejar de. pensar en el espíritu tan distinto de
las Academias para Oficiales Provisionales
del lado nacional a
las que .acudían combatientes con seis me.ses como mínimo de
experiencia en el
frent<:. y
que fueran bachilleres, o sea, con una
adecuada base
cultural. Los cursos tenían dos meses de dura
ción y se intercalaban de mes
,en mes, de modb que al terminar
la
última promoción se tenía. ya nota ,en
la Academia
de los
muertos en combate, durante el último mes, de
· la promoción
anterior.
El número de muertos era siempre crecido y
la reac-,
ción
de los nuevos oficiales era pedir los puestos de
máximo pe
ligro, imbuidos por el sentimiento del honor y de responsabili-
. dad que
. debe
tener todo oficial, opuestamente a esos llamados
oficiales del ejército rojo a que se refiere el
Diario comentado.
De
ahí el constante fracaso de estos últimos.
Un político pragmático y de gran
talento, Francisco Cambó,
al
conmenzar el segundo año de guerra, que sigue atentamente,
hace la siguiente reflexión:
«En. la
guerra civil española se ve
constantemente
el mismo fenómeno: la inmensa superioridad de
las tropas
de. faanco sobre las tropas rojas, no es sólo, como. creen
muohos, problema
de
amiamento y
cuadros: es principalmente
que en las tropas de Franco predominan los que se baten por un
sentimiento
patriótico y
religioso; y en las rojas predominan las
masas proletarias a las cuales no se
les ha
predicado, como ideal,
más que mejoras
· materiales y
no se han sembrado en su corazo
nes otra
cosa que la envidia y el rencor. Y por envidia y rencor,
se quema ... peto no se lucha; y para obtener
me¡oras materiales
no
se ofrenda
la vida. La vida se da por un ideal afirmativo que
levanta el
alma por
encima de todas las cosas que nos atan a
a
la vida». -»Hay, además --
intensidad en.Jos dos
ejércitos: es el
sentimiento del
honor. Este
sentimiento es desconocido de las masas proletarias. y, en cambio,
se encuentra en
la hurgues/a,
en los
intelectuales y
en las clases
elevadas. Y en el ejército rojo,
la inmensa
mayoría de los que
tienen sentimiento del honor se encuentran allí contra su voluntad, teniendo todas las simpatías
para· los
nacionales ... o sintiendo
671
Fundaci\363n Speiro
FRANCISCO DE GOMIS CASAS
rina viva repugnancia por los rojos» (F. Cambó, Meditaciones
(Dietari, 1936-40, págs. 309-310).
Refiere
T
arrés en
su
«Diario» los
intentos de ataque de su
División en la Cabeza de puente
de Ser6s a partir del día 9 de
noviembre
de· 1938, donde tantearon su iiltima ofensiva después
del fracaso del
Ebro. Durante _páginas y
páginas se
refiere
a los
sucesivos
intentos para la conquista de una posición nacional,
clave en dicho sector.
«El día
8
--dice--se
intentó
el asalto
cuatro o cinco veces.
Resultado siempre infructuoso. Fracasaba
el tercer batallón
de
nuestrá Brigada... 126 heridos y 33 muertos... Otra Brigada
intenta
ir a la conquista de la posición, "lo han hecho cuestión
de amor propio". Es una situación dificilísima, la he contempla
do desde nuestras trincheras
y ciertamente es· muy dificil y en
último
término . costará
mucha sangre
y vidas. Pero esto, ¡qué
importa!». «Toda la mañana la artillería no cesa un instante. Pensamos
romper las alambradas
a cañonazos. Vetemos si
tendrán éxito.
Es incontable el número de obuses que
tiramos, uno
detrás de
otro sobre la posición enemiga». «A la una del mediodía,
la 19 Brigada ha fracasado rotunda
mente.
Los cuatro
batallones no han
podido. Han tenido muchas
bajas ...
». «Mientras ellos ---'los nacionales ---'COn la ametralla
dora
y como mofa, cadencian aquella tonáda: Otro toro-otro toro
otro toro-». La gente de aquí está indignada. Ahora, en este
momento,
han variado:
Nas de barraca, Sant Boi ( es un dicho
catalán). ¡Ya
tiehen, humor!» (op. cit., pág. 203).
El
dfa 12
recapitula que se
han hecho más de cuarenta ata
ques a
la posición infructuosamente. El dfa 15 se intenta un nue'
vo
ataque: «Ha sido un fracaso -dice--. Hemos perdido seis
tanques, no sé cuántas bajas, pero lo más sensible
del caso es
que
la fuerza que ha atacado se ha equivocado de posiciones y
en lugar de asaltar las trincheras enemigas han atacado las nues
tras,
precisamente las que ocupa nuestra primera compañia, cosa
que
ha ocasionado
Ulios cuantos
heridos.
¡Naturalmente han con
quistado
en seguida
/a posición! Las equivocaciones son frecuen-
672
Fundaci\363n Speiro
UNA REACCION DE el.A IRREDUCTIBLE ESPANA
tes como, por ejemplo, .que la artillería dirija los obuses a nuestras ·
líneas;
que
una ametralladora dispare sobre los nuestros, como
sucedió el
día que
nuestro batallón atacó; que los aviones ametra
llen nuestras posiciones; pero
;el caso de,,que nues.tras fuerzas
asalten
nuestras propias trincheras, esto, realmente, es
algo in
sólito ... ».
«En
uno de los últimos ataques que
hizo la Primera Brigada,
los soldados se
negaron; uno
de ellos mató al comandante del
batallón con
la bayoneta y al comisario lo hirieron de tres dis
paros de revólver».
.
. . «El
comisario asaltó
nuestras propias
trincheras seguido
de
la
fuerza y gritó: "¡Fascistas, rendíos al ejército ·de la re
pública!" Y los nuestros contestaron tranquilamente: "¡Sí, hom,
bre,
sí! Vaya, que en
ronjunto ¡todo
un
lío!» (op. cit., pág. 210).
Lo que cuenta de la ineficacia y desorganización del ejército
rojo explica
la trayectoria de fracaso que tuvo. No podía tener
otra.
Era la antítesis del Ejército Nacional, donde
. los mandós
eran
competentes y
ron gran
.sentido del honor, y donde lastro
pas
tenían Wi altísimo ideal y una seguridad invencible en la
propia victoria.
En la guerra se producen singulares actos de
humanidad que
no
podría romprender
quien no lo haya vivido: Una
detemii
nada unidad del
ejército
nacionál tenla la vigilancia nocturna
en la misma orilla del
río, algo más abajo
de la
cabeza de
puente
de
Seros y
allí se produjo una de tales escenas.·Hubo una
ron
versación
de lado a lado del
río. El oficial
rojo pidió si
podían
darle
noticias de su madre. Dio su dirección en Potes (Asturias).
Se envió un telegrama urgente y a las pocas horas se recibe una
satisfactoria contestación.
El oficial de la legión invita
al oficial
rojo para cenar; éste pasó el
río. Cena
y cordial acogida del
Comandante de la cuarta Bandera del Tercio. Se le
hizo entrega
del telegrama de respuesta materno, se le dio coñac y tabaco
para su tropa y
el !)ficial rojo volvió a cruzar el río. Algo aná
logo describe el Diario del doctor Tarrés desde el lado rojo:
«Previo un convenio con los soldados del
ejército de Franco,
han atravesado el río (los nuestros y ellos), : se han abrazado
673
Fundaci\363n Speiro
FRANCISCO DE GOMIS CASAS
censurando la guerra; han hecho intercambio de prensa; los
ljllestros les han
dado una botella
de dwnpán y ellos una de
coñac y cigarros.
Han· charlado
unos diez minutos
y todos han
vuelto a sn lugar» (op. cit., pág. 167). La misma Bandera del
Tercio tuvó otra experiencia parecida para
permitir la retirada
de
los muertos
y heridos rojos caídos entre dos . líneas en . un
ataque fracasado en
la Oudad lJniversitaria, lo que se realizó
con
el riesgo personal de
1a vida clel Comandante de la Bandera
para que los rojos creyeran que la tregua· ofrecida no era un
cepo (2).
Se habla aquí constantemente de ejército rojo, porque así
se autodenominaba con orgullo durante casi toda
la. contienda y
porque en . el ntlsmo sus mandos y objetivos llegaron. a ser n:ia•
yoritariamente comunistas,
y· hasta.Jos comisarios pol!ricos en
todas
las unidades
y los símbolos. y distintivos militares fueron
copiados de Rusia. Sólo al final de
la guerra, cuando el coronel
Casado y otros relevantes mandos de prestigio consiguen
elimi
nar
a los comunistas
y se arrancan aquellos símbolos y distinti
vos para volver a los propios del ejército español
y con un
empeño de buscar una honrosa trasacciéSn, sólo entonoes, des
graciadamente demasiado tarde, sólo entonces puede hablarse de
ejército
republicano.
Describe Tatrés, al final de su Diario, la descomposición del
ejército
rojo ante la ofensiva nacional de Cataluña hasta la libe
ración de Barcelona. Las
marchas extenuantes
a
que se
refiere
en
la campaña de Cataluña, las sufre y las provoca el ejército
nacional pata impedir que se organice una resistencia.
Se fija a
las unidades objetivos coordinados, autónomos
y a larga distan
cia. Puntos aislados de
resistencia. Suspense
y riesgos en
el avan
ce. Al anochecer
sólo se
ocupan· las alturas. En ocasiones hay
que acudir con ·una sección· a proteger un pueblo inmediato, más
allá de nuestras líneas, a petición de los vecinos, pata evitar
(2) -Teniente General CARLOS Imi::sTA CAN-o, Memorias y recuerdos,
Ed. Planeta, pág. 111.
674
Fundaci\363n Speiro
UNA REACCION DE LA IRREDUCTIBLE ESPANA
los asesinatos que se producen con la huida. Suspense y sorpre
sas de estas fuerzas de policía.
Miles de
rendiciones, hasta diez
· veces
el contingente de
la propia unidad en un solo día. _ Los
rendidos quedan libres, -¡a sus casas! Sólo se toman sus armas._
Los legionarios dan su propia comida a los
famélicos rendidos.
¡
Y canciones, canciones
entrañables de
camaradería y buen hu
mor, e
himnos de
gloria!
Se viven momentos de
gran emoción:
entra la
4.' Bandera
en
Barcelona en punta de vanguardia de la 13 División. Muy
pronto
la calle se inunda del pueblo que aclama a las tropas.
Entre
el público una voz: ¡Fill
tneu, fil!
meu! ( ¡Hijo mío, hijo
mío!), y un apretaclísimo abrazo entre
el Teniente provisional al
frente de su sección -cubierto de
cicatrices, de
gloria
y sacri
ficios-- y su padre, que los rojos han soltado momentos antes
del próximo
· Castillo de
Montjuicb, y se
-encuentran casualmente
en
este felicísimo momento. Como contrapunto a la deprimente descripción que nos hace
del ejército rojo el doctor
Tarrés en
su
Diario y con referencia
a los mismos frentes y acciones militares citados en dicho libro
y al espíritu de las respectivas tropas, el ejército nacional apa
rece movido por los
más altos
ideales, alegre, optimista, disci
plinado y seguro de su victoria. Esas juventudes voluntarias
que lo integran tienen una conciencia viva de estar luchando
contra el
internacicinálismo marxista,
anticatólico
y antiespañol, -
versión
moderna del
más tiránico despotismo,
con
el mismo en
tusiasmo
y ardor con que Cervantes pierde su brazo luchando
en Lepanto contra los otomanos
y lo recuerda_ luego como la más
alta ocasi6n que vieron los siglos. Y no que fuera agua de rosas
la
experiencia guerrera
del lado nacional. Para
limitarnos a al,
gunas
acciones citadas en este
Diario, la 13 División nacional
tuvo en el Ebro, en
el espacio de dos meses, 5.900 bajas, el
60 % de sus efectivos, y 226 oficiales, el 70 % de sus mandos.
Pero se luchaba con honor y con la
alegría y
el
estímulo de· los
grandes
ideales.
Se respiraba un ambiente_ heroico, contagioso.
El Teniente provisional que cae herido en el Ebro y no se deja evacuar
para mejor defender la dificil posición recién conquis,
Fundaci\363n Speiro
FRANCISCO DE GOMIS CASAS
tada, resulta casi" un acto banal si se compara con su capitán,
que al conquistar otra posición anterior
escribe a su comandan
te, en
un pequeño papel,
manchado con la sangre de su gravisi
ma herida,
este lacónico parte: «tomada la posición, sin nove
dad»; fallecía a la meilia hora (.3 ).
El vértice de San Pablo, citado en el Diario y ubicado en
la provincia
de Tarragona, punto
clave de
todo este frente, ver
dadero baluarte que parece como un muro
inaccesible, elevadí
simo,
dominando
toda la llanura, fue conquistado en audaz· gol
pe
de
mano siguiendo la iniciativa y la intuición de un presti
gioso oficial, Io que permitió atacar
la posición
por su retaguar
dia, en una
noche oscura,
cantando el
himno de la Legión to
dos los atacantes a pleno pulmón. Y también
<;!amando, mien
tras
se
subía penosamente
la cuesta
escarpada, «¡Viva
la muer
te!», coreado por cientos de voces. No es un grito nihilista.
Es
una afirmación de esperanza en el propio vencimiento. Cuando
llora el
alma, el
que sabe dominarse
y sonreír ·.vence al dolor,
porque es más fuerte su espffitn, su voluntad. Cuando un hom
bre joven que ama la vida
y está .en trance de perderla, si canta
y ríe, y grita «¡Viva la muerte!», vence a la misma muerte en
su espíritu que se vuelca
así en
sublime
ofrenda y oración. Tradi
ción de las Españas: «¡morir como un hidalgo español!». Y esa
tradición revivió
pujantemente.
Las
heridas_so11 el.más
alto honor; bautismo de
s_angre y ve
teranía de
dos, tres o más heridas. Testimonio
de supervivencia
y fidelidad a las tradiciones heroicas de nuestro pueblo. Unión
y afecto reciproco de los soldados con sus mandos. El ambiente
patriótico es tan poderoso que incluso
_ las ideologías de muchos
prisioneros movilizados quedan relegadas ante
el· atractivo de
dicho ambiente,
y se integran plenamente en sus unidades hasta
sobresalir
en el
heroísmo, como en
. el
caso del pnente de Esplu
gas de Llobregat, a la entrada de Barcelona, minado
y batido
por los
rojos con
el afán de volarlo
y que se salvó, en patte, por
(3) Testimonio del Comandante de la Bandera, hoy Teniente Geoeral,
Carlos Iniesta Cano.
676
Fundaci\363n Speiro
UNA REACCION DE LA IRREDUCTIBLE ESP.AIM
la actuación voluntaria de un minero a&turiano, especialista en
. explosivos, de
antecedentes muy
distantes, y
que ganó
allí la
Medalla Militar individual,· haciendo de la Legión
su nueva pro
fesión. ¡Tuya es
la vida, Señor! Los jóvenes la ofrecieron en el altar
delos
más altos
ideales y sacrificios. Frente
al esterilizanre «¡No
pasarán!» de
los tojos, un solo sentimiento
-,-«¡Victoria!»
está
en
todos los
co;azones de
los que atacan, llenos de humor
juvenil, pero
con voluntad de hierro; reconociendo después de
cada acción, con humildad ingenua y sin jactancia, el miedo pa sado, con aquella sutil distinción: «los que son valientes, y los
que .son como nosotros».
¡Señor! ¡Cuántas veces te ofrecieron su miedo y buena vo
luntad
al servicio de una causa justa! Los
combatientes naciona
les
luchaban todos por una causa justa, para que se preservase
en la
· sociedad
el bien que dimana del acatamiento a la
Ley de
Dios
y para defender la · ide¡itidad de nuestras tradiqones y la
libertad de amarlas y servirlas. !\To es suya la culpa
de las des
viaciones o de los
abusos· que se
hayan producido. Suya
es· la
gloria
del
sacrifici°, y
la victoria. Suya es también
la esperanza ...
¡Victoria!
El Diario del doctor Tatrés acaba con la entrada del ejérci
to
nacional en Barcelona el día 26 de enero.
Descn'Íie esta
rea
lidad desde su
vivencia emocionada: «Anoche
hablaron los
re
presentantes de las Juventudes Antifascistas, partidos comunis
tífs, sociiclistas, CNT,
recomendando la
resistencia, levantarbarri
cadas
... , palabras que caen en el
vacío como gótas heladas
en
un corazón ya muerto. Sin ardor, sin entusiasmo, sin
vibración,
convencido
del fracaso
--
es el 19 de julio de 1936.
¿Quiénes quieren
que se levanten, si
toda la juventud ha sido
asesitlada o
muerta en
la guerra?
¡ Quién puede levantarse a defender un tem'ble régimen de ti
ranla y de terror bajo la bandera roja y la roja y negra, del odio
a muerte y la
lucha de
clases!».
677
Fundaci\363n Speiro
FRANCISCO DE GOMIS CASAS
Y, añade: «Son las cuatro de la tarde. Vivimos· momentos
felices· y únicos. Momentos de emoci6n sublime. Saltarla de jú
. hilo.
Lloraría de alegría.
La radio de Zaragoza acaba de dar la
noticia de que Barcelona acaba de.set
totalmente rodeada y que
han comenzado
a entrar ... Barcelona liberada del infierno rojo ... »
(op. cit., pág. 317).
Sigue:
« ¡Dios
mío! ¿Es posible que llegue la hora de la
libe
raci6n? "Benedícite Omnia Opera Domini Domino". Cuando
todo
parecía hundido,
Vos habéis resurgido lleno de gloria. Se
ñor, es vuestra gloria la que me interesa, la
única cosa por
la
cual late mi coraz6n. Dios mío, Dios mío,
gracias ¡for haberme
permitido
presenciar tanto entusiasmo, la
alegria de
un pueblo
que resucita. ¡Dios mío! ¡Laud.ate Dominum!».
«A las cinco de la tarde, en medio de una emoci6n indescrip
tible, la Radio Asociaci6n de
Cataluña ha señalado la
entrada
del Ejército Nacional liberador de España en las Ramblas.
Ha
sido algo grande. Al grito de «Arriba España» y « Viva Franco»,
con voz fatigada,
casi sin . aliento,
han anunciado a los cuatro
vientos la conquista de Barcelona.
Las lágrimas
casi
ha venido
a
los ojos. La emoci6n
y el entusiasmo popular que se ha vol
cado a
la calle, ha sido fo~midable. No he podido resistir el jú
bilo, me he vestido de paisano
y he salido a la calle ... L,; gente
en
la oalle
aclal)laba a las tropas y a las columnas motorizadas
que iban
llegandci, y aclamando a Franco y a España, única, li
bre
y grande. Nos abrazamos por la calle. La gente te .paraba
con
felicitaciones
y gritos de júbilo; abrazos, besos, légimas, Dios
mio, ¡qné
admirable! ¡Cataluña
había sufrido
tanto! ¡Ha llegado
la hora de su. liberaci6n ... !
» ... Me he sentido profundame,:te español, y nunca romo hoy·
me
sale del
coraz6n un grito
bien alto de ¡Viva
España! ¡Viva
Cataluña
española! España está destinada a ser una gran fuer
za. Ella será el nuevo· hogar del
cristianismo» ( op. cit., páginas
318-319).
678
Fundaci\363n Speiro
UNA REACCION DE LA IRREDUCTIBLE ESPARA
La causa del mal y su único remedio. Sobre las causas de aquella tragedia
y sus remedios se en
cuentran
esparcidas abundantes
reflexiones a lo largo de este
Diario: «Esa fría religiosidad, seguida de ese indeferentismo que
mata, es el más terrible
fruto que
se recoge después de pasar
unos años en nuestras Facultades»
(Diario de guerra, pág. 98).
Es decir, la desviación de la Universidad en su función doc~te,
su
orgullo anti-teo, es una de las causas más
graves de
las apos
tasía y de los males de las. modernas sociedades.
Por ello, dice,
«sólo a
base de un ejemplo de santidad pue
de
volver el
inundo hacia Cristo»
(op. cit .. , pág. 161). Y añade:
«He aprendido
la necesidad imperiosa de hacer el apostolado de
la bondad, del e¡emplo
puro y cristiano, de la santidad. Ello es
indispensable, pues los hombres,
con. el orgullo de la raz6n, lu
chan
y trabajan frenéticamente . para destruir -desgraciados
al mismo Dios. Y reconozco que no
ha de ser ·con disCUl'Sos que
el
mundo
· ha de salvarse, ni con disquisiciones filosóficas -no
digo que no tenga que haber filósofos-.
S6lo con · el. eiemplo.
Este es una maza poderos/sima que destruye todos los argumen
tos en contra de
nuestra santa Religión.
¡Ojalá que todos los
búenos católicos
hubiesen obrado siempre con un
ejémplo digno
y santo!» (op. cit., pág. 180).
Guando se
considera fríamente
al extremo a que hemos lle
gado de alejamiento de los ideales que
dieron brío
impetuoso
y
victoria· a la España nacional; no se puede sino considerar que
son falsos todos Jos remedios que no. se
hallen cimentados
en
una
· fümísima voluntad
de
reconversión cristiana
de
los indivi'
duos, que opere
internamente
y transforme y sane desde sus raí
ces
individuales las estructuras
cristianas; devolviéndoles
el sen
tido de
la fraternidad y del amor que son la . única fuente vivi,
&:ante
del
orden social.
¡ Cuántas rectas intenciones se han que
dado sólo en palabras!,
y las palabras se las lleva el viento ... ;
o peor aún, pueden causar
escándalo si
no
son. fuente de
vida
verdadera.
679
Fundaci\363n Speiro
FRANCISCO DE GOMIS CASAS
La ,salvación ha de venir de los ,~póstoles y de los santos
más que
de las espadas
.. Estas
sólo son aptas para la defensa,
. peto
no para
1a reconquista espiritual. Ello explicarla, quizás, el
vaticinio de San Juan Bosco que aparece en la introducción ge
neral de
sus memorias editadas por la BAC en 1954. Consulta
a San
Juan Bosco, Pío IX, en 1870, que permanece en
·Roma
ante
la invasión' del Piamonte, siguiendo así su consejo, contra
el parecer mayoritario
de los cardenales que insistían· en su
marcha. También le consultan los
,eyes de
Nápoles
y Sicllia, a
los que dice que
«toda resistencia
setá inútil, pues
Dios les tdeja
· .
del
trono por
su tribieza en defender los
derechos divinos
y la
cai¡sa de las almas»; y, efectivamente, los tronos se perdieron.
Consultan, en fin,
el Conde de Chambord, pretendiente al trono
francés,
y
don Carlos VII pretendiente
al trono
de España;
«1es
aconseja no intente'n_ sus reivindicaciones por las armas, porque
sería inútil derramamiento de sangre; y como ellos le oponen
la fuerza de la opinión,
el apoyo de amigos extranjeros y la firme
voluntad de la
victoria,
les contesta
que todo eso es cietto, pero
que no es esa
la voluntad de Dios» y «les recomienda la santi
ficación por
la sumisión a la voluntacl divina y el ejerocio de
las
buenas obras»
{ op. cit., pág. 9}. El Conde de Chambord si
guió su consejo, y
don Carlos VII ganó muchas batallas, apo
yádo pot un pueblo enfetVorizado, pero ,perdió la guerra. Tal
era el fervor popular por don Carlos VII que, cuenta
Sánohez
Albornoz
que, siendo su abuelo alcalde
de Avila a la muerte
de la reina doña Mercedes, esposa de Alfonso XII, no
encontro
en
dicha capital; sede
tah numerosa de conventos de religiosos,
a sólo
cuatro curas
que quisieran
oficiar y hacér el sermón en los
funetales de la
reina: «todos eran carlistas», dice (Anecdotario
politico, Ed. Planeta, pág. 45).
Si· «esa '-'-1a guerra-'-no
era la .voluntad de Dios», según
San Juan Bosco, y la guerra efectivamente se
petdió, ¿cuál
se
ría entonces esa voluntad sino concentrar la lucha en el
área es
piritual,
oponiendo
al error el ardor de la caridad, el afán de
conquista
espiritual del misionero, que
ha sido la fuente fecun
da
de toda la obra verdaderamente civilizadora
de la Iglesia!
680
Fundaci\363n Speiro
UNA REACCION DE LA IRREDUCTIBLE ESPAl'U
Hubo victoria nacional completa. Los ejércitos nacionales se
nuttieron tnasivamente de un voluntariado
pop~ entusiasta,
mienttas los
rojos se vieron precisados a recurrir a sucesivas
mo
vilizaciones
que alcanzaron basta los cincuenta
años de edad
(Dia
rio de guerra, pág. 299). Pero, al final, conseguida la victoria, la ·
solución no podía ser sino la misionera, impulsada por la cari
dad, por el fuego de un Amor sobrenatural, como el que ani
tnaba al autor de nuestto Diario.
El 10 de octubre de 1938, escribe en el Diario lúcidamente:
«Confío que
una vez acabada la guerra, surgitán pot la gracia
de Dios
los auténticos salvadores de la Patria, los «santos» que,
con su ejemplo, su autoridad,
el. fuego
de su palabra, arrastta
rán a
las multitudes por los caminos de salváci6n. «Es la única
esperanza
de redenci6n en la que creo» ( op. dt., pág. 157).
Por eso, con perfecta consecuencia,
el día de la · liberaci6n
de Barcelona pone fin a su
Diario con esta imprecaci6n · final:
« Virgen María, Madre·
mía, contemplad
la gloria de vuestto
Hijo. Reina de España,
continuad velando
por nuestra Patria.
Reina nuestra, que muy pronto los templos canten vuestras ala
banzas». «Aumentad mi vocad6n, ¡incrementad/a mucho, 1pu
cho!
¡Hacedme un gran ap6stol de Vuestro
Hi;o y de vuestras
grandezas! Dios te salve, María, Madrecita mía, consolad a las
familias ...
» (op. dt., pág. 319).
Dios le concedi6 esa gran vocaci6n. Fue sacerdote y ap6stol.
Gran ap6stol. Vivi6
sólo hasta 1950.,
Su tumba, dentro de la
Iglesia parroquial de Sarriá (Batcelona ), donde ejerci6 su minis
terio, se halla siempre cubierta de llores por el
.fervor populat.
Su
fama de pureza
y santidad crece de día en día. Vivi6 poco
más que
Gatcia Morente,
el gran éonvertido, también sacerdote
..
¡Por
qué, Señor, ese misterio; por qué nos dejan tan pronto esas
personas que son testimonio vivo de Tu caridad, de tu
Amor
por
los hombres
y de Tu gran misericordia! Acaso al leer las pá
ginas de sus vidas, ¿surjan nuevos
ap6stoles que
sean maesttos
en el camino del Amor
y sean reflejo de Tu luz rutilante en esta
hora de confusión ...
?
«España está destinada a constituir una gran fuerza. Ella
681
Fundaci\363n Speiro
FRANCISCO DE GOMIS CASAS
será el nuevo hogar del cristianismo ... », decía en su Diario el
doctor Tarrés (op. cit., págs. 318-319), ¡Que así sea, Sefior!
¡Salva
a .España, y acepta la ofrenda por tu amor de tantos hl
jos tuyos, aunque esa ofrenda haya sido imperfecta y se hayan
cometido muchas
torpezas! ¡Acude
en nuestro auxilio! ¡Ayuda
a nuestra
debilidad! ¡Enséñanos
a. ser generosos y
fraternos con
las miserias espirituales
· y
materiales de
nuestros. compatriotas!
¡Que
una
fe común temple de nuevo el alma colectiva !""'ª
cantar Tu gloria y para servirla! ¡No permitas que se borre el
nombre de nuestra patria, España, de las legiones de tu amor
y del honor! ¡Que el recuerdo de nuestras tragedias sea acicate
de nuestra conversi6n!
No es
cuestión de
líderes. No
hay líderes que puedan traer
el orden y
la esperanza, si .no es por el retomo a los Principios
de que
· dimanan
las verdades
intangibles y
fundamentales en que
se asienta el bien común.
-Hoy hace de l!der cualquier titiritero.
Y los de
mayor fuste,
al
prescindir y
atropellar a los principios,
aparecen
como los
esperpentos
de la desintegración.
Cualquier hombre inteligente que adopte posturas
· de líder
pero
qúe actúe sin tener en cuenta tales Principios, quedará
como un payaso.
·- Sin Principios
verdaderos no hay camioo de
salvación, y sólo es
líder de
verdad
el que sea capaz de afirmar
con
penetración y humildad, y con audacia. esperanzada,
la pre
emioencia de tales Principios.
Cánovas tuvo
gran .talento. Diagnosticó profundamente la
crisis de principios de
la sociedad contemporánea,
pero no pudo
realizar la
restauración de
1a monarquía sobre principios ver
daderos de
integración por
los condicionamientos de Sagasta. A
pesar de su talento, sólo llegó a crear
una· obra muerta. De ahí,
seguramente, que a1 leer un secretario en el Congreso el artícu
lo de la Constitución de la monarquía restaurada que empezaba
así:
«Son. españoles ... » ---Cánovas apostilla amargamente, diri
giéndose al Ministro
de'Estado que
estaba junto a sí-:
« ... los
que no pueden ser otra cosa» (Sánchez Albornoz, Anecdotario po-
Utico, Ed. Planeta, pág. 46 ). · ·
El
sarcasmo de
Cánovas no debía referirse
al
«pueblo espa-
682
Fundaci\363n Speiro
UNA REACCION DE LA IRREDUCTIBLE ESPMA
ñol» que, como dijo Napoleón, sabe. reaccionar en defensa de la
identidad
nacional «como
.un hombre de honor».
El sarcasmo
debía aplicarse
a buena parte de ~us clases políticas dirigentes,
superficiales, egoístas,
mendaces, oon un sector muy activo
ene
migo de nuestra fe, · de nuestras trl!(liciones y de nuestra signi
ficación histórica.
El doctor Torres y Bagés, obispo de Vich
y
emioente pensador, a fas oligarquías de los partidos las deno
mina «aristocracias espúreas» ( «aristoctacies bordes»), que sólo
se
afanan en «pescar» y en esquilmar al pueblo y le «sorben la
sangre»
( «li xuclen el suc
vital») (Torres y Bagés, La tradici6
catalana, Ed. Ibérica, 1913, pág. 113).
Cambó dice que cuando
se iniciaron las actividades políticas
de
la Liga Regionalista, «los partidos turnantes eran ya _'una
btrria. No tenían ni ·programa, ni caudillos rú masas. Eran sin
dicatos de
concupiscencias para el disfrute. del poder. Nunca
nosotros llegamos a decir lo que dijo Maura de todo ello» (Fran
cisco Cambó,
Meditaci6ns, Ed. Alfha, pág. 296 ). «En las gran
des ciudades -dice en otro lugar:-especialmente desde la ins
talación del
sufragio universal que se prostituyó desde el primer
/Jla, · no
partidpaban las personas decentes»
(Francisco Cambó,
Memorias, Ed. Alpa, pág. 177).
Maura
y Cambó realizaron el derribo de tan estéril tramoya.
Y España,
una vez
más, se
encontró debatiéndose
en una lucha
a muerte por los Principios, que el cardenal Gomá
calific6 como
«plebisdto de sangre»,· y cuya significación y «mandato» que
dará perpetuamente unido· a su
memoria, bajo
el lema_ de aque
llos millares de esquelas que
les recordaban
en el momento
de
su muerte:
¡¡¡POR DIOS Y POR ESPA'L'ilA!!!
683
Fundaci\363n Speiro
«Se trata de una. lucha a favor de la civi_li
zación
y en contra de la barbarie» (1)
Miguel de Unamuno
POR
FRANcISco DE GoMts· CA.sAs
El 18 de julio del presente año .se culriplen los cincuenta años
del inicio de una rebeldía heroica cjue agitó a España.entera, como
movida por un estremecimiento de supervivencia, con espasmos
( 1) Decloraciones de Miguel de Unamunó al periodista norteamerica
no Knickerborker publicadas
en
Le Petit Parisien, de Parls el 15 de sep
tiembre de 1936 (HuGH THOMAS, La Gume d'Espagne, ed. Lafont, 1961,
pág. 359; JAIME DEL BURGO, Conspiración :v Guerra civil, ed. Alfaguara,
1970, pág. 242).
Ya en la última
lección pronunciada
por Unamuno
el 30 de septiem
bre de 1934,
habla dicho: «¡Jóvenes, salvadnos!
Salvadnos por
Espafía,
por la Espafía de Dios, por Dios, por el Dios de Espafía, por la suprema
Palabra que crea y que conserva. Y en esta -Palabra que · es la Historia,
nosotros permaneceremos en paz y en unidad y en nuestra Espllfia uni
versal y eterna> (Revista Occident; Parfu, núm. 7, de 25 de enero de 1938).
Al
iniciarse el Alzamiento, Unamuno suscrihe un donativo de 150.000
pesetas, <..intidad extraordinaria Para un ~sto profesor· de universidad,
que representaría hoy unos seis millones de pesetas en: pésetas conmntes.
El
20 de septiembre
de 1936 dirige un Mensaje como Rector de la
Universidad de Salamanca a rodas las Uniyersidades y Academias del mun'
do a prop6sito de la guerra civil-espafíola en_ demanda de solidaridad,
«ante el choque espantoso -dice-producido en suelo espafiol por· el
ataque de una ideología oriental aniquiladora contra nuestra civilización
cristiana occidental que ha edificado Europa ... » (Revista Occident, París,
25 de octubre de 1937, pág. 8). Todavía el 1 de octubre de 1936, diez
rectores de _ universidades espafíolas «encabezados por el de Salamanca
don Miguel .de Unamuno -destituido por la República y restituido por un
Fundaci\363n Speiro
FRANCISCO DE GOMIS CASAS
de muerte y albores de perennidad. Para las generaciones que no
lo vivieron resultará
difícil . de captar el pálpito impetuoso de
aquel desbordamiento que, frente · a la desintegración violenta y
anáf:quica del cuerpo · social, iba a provocar el despertar de una
reacción popular, esperanzada, resuelta y combativa que enarboló
la bandera de nuestras tradiciones en defensa de
la identidad na
cional, orgullosa de nuestras glorias
pasadas y católica a macha
martillo.
Nuestra identid&d nacional.
Fue aquel enfrentamiento respecto la esencia misma de
,;mestra identidad
nacional. ¿Cuál era esta identidad?: la define
de maravilla un gran historiador y un gran español, Claudio Sán
chez Albornoz,
. que
goza de g<;neral
· aprecio
por su sabiduría e
integridad,
y q~e fue amigo e íntimo colaborador de .Azaña (Mi
nistro de Estado, Embajador) y miembro destacado de la opo
sición a
la España nacional
(Jefe de
Gobierno republicano en el
decreto de la Junta de defensa- envían telegramas a los represéntantes
iberoamerié:anos en apoyo de-. la Espafia nacional ... »: quienes represen·
tamos -gloriosa hispanidad, con su gesta y su espíritu, y haber sentido la
llamada de nuestra raza heroica, que encama la fe y la tradici6n, patri
monio · de nuestros heroicos defensores» (Vida de Franco, ed. A. B. C.,
pág. 318).
La reacci6n de Unamuno contra Milláti Asttay de que tanto se ha
hablado se produco en un acto académico del dfa de la Raza, el 12 de
octubre de 1936, a raíz de haber recibido una carra de la viuda de un
pastor . evangélico fusilado por la autoridad militar, por lo que su alegato
incrimina a los responsables de la . represión: «vencer no es convencer, y
hay que convencer sobre todo y no i:,uede convencer el odiQ que ·no deja
lugar para la compasión» (RAMÓN GARRIGA, La · Señora de El Pardo,
ed. PlaQetá, 9.• ed., pág. 96). Esto mismo pensarían muchos de los jóve
nes que morían en ·el f,rente «por la España" de Dios»; eso mismo pensaba
el Geoeral Yagiie que en su discurso de ·19 de abril de 1938 exclama:
«Hay que ser generosos, · camaradas. Hay qué: tener ei alma grande y sa
ber perdonar. Nosotros somo fuertes y nos _ podemos permitir este lujo»
(Vida de Franco, ed. A. B. C., p¡lg. 442).
656
Fundaci\363n Speiro
UNA REACCION DE LA }RREDUCTIBLE. ESPANA
exilio dur8llte varios años). Dice as{: «El gt8ll drama de la mul
tisecular y feroz batalla contra
el Islam en la piel de toro, ás
·pero
solar de
la contienda, forj6 el homo hispanicus. moderno,
de ásperas
aristas y t8ll insolidario
de sus
. hermanos
como
=
los primitivos peninsulares».
«Si no hubiéramos sido
como éramos al alborear
la . Moder
nidad,
¿habríamos conquistado
América y
habríamos combatido
por la unidad
católica de
Europa hasta caer exhaustos?
Napole6n
paseó
sus
triunfales ejé~citos por
todas las naciones del viejo
continente. ¿Por qué fuimos nosotros
los únicos que, como otro
ra contra Roma
. combatimos desesperadamente contra los inva
sores,
sin
dársenos un
ardite de
la superioridad bélica, táctica y
estratégica del ejército
.enemigo? Pugnas
intestinas
h"ll padecido
en
los dos
slg]os últimos
muchas veces los más de los pueblos
europeos. ¿ Ha habido .alguna de esas contiendas comparables en
pasi6n
y ferocidad a nuestra guerra civil de ayer?» (Sánchez Al
bornoz,
Mi •testamento politico, Ed. Planeta, pág. 96 ).
«¿Quién podrá negar, ni siquiera discutir -dice--la pro
yecci6n de nuestro ser histórico, de nuestras aventuras de Amé
rica y de Europa durante los
siglos XVI y XVIr? He examinado
otrora las proyecciones en
la psiquis
y en la vida de nuestros
abuelos, de
esas dos empresas
gigantescas, con el Altisimo c<>mo
celestial y misterioso protector o señor de vasallaje. ¿Quién po
drá dudar
del impacto en nuestro talante de la prolongación de
nuestra guerra diviual de reconquista en nuestras aventuras de
la temprana modernidad ... ? «Las gestas
a que
me refiero
~aña
de--
no
s6lo no pudieron resbalar sobre nuestra psiquis y nues
tro talante, sino que los
afumaron, como
si con un buril se
ahon'
daran
brutalmente nuestros
trazos que eran también; a veces,
heridas en la carne
misma del homo hispanicus» (op. cit., pági
na 97).
Este
historiador
contempla. el
pasado con orgullo:
«Fuimo& a
un
tiempo rodela
y maestra de Oocidente ... » (op. cit., pág. 146),
«Evitemos
hoy el bache depresivo. Ese
.mirar fuera
de España
como si fuéramos o hubiésemos sido una comunidad histórica
sólo capaz del heroico manejo de la espada; Sin esa batalla, o
657
Fundaci\363n Speiro
FRANCISCO DE GOMIS CASAS
mejor, sin esas batallas, porque fueron muchas, el Occidente no
sería
como es.
Ottos pueblos habrían debido librarlas o
Europa
habría
sido piltrafa del Islam
y· no existir/a esta nueva maravilla
que es América. Pero hemos hecho mucho
más que
mantener a
raya el
islamismo del
solar hispano primero
y contra los turcos
después. Hemos hecho mucho más que descubrir, conquistar o
colonizar
América, Hicimos
la gran cultura española de la mo
dernidad ...
» (op. cit., pág. 148). «No reneguemos de núestro
ayer. Hemos
hecho maravillas por
obra de nuestro talante bimi
lenario» ( op.
cit., pág. 223 ).
Define Sánchez Albornoz el talante religioso y radical de nues
trá
historia: «Frente a la flexibilidad francesa,
a ese juego habi
lidoso entre
Dios y el diablo, España ha ¡ugado siempre a una
sola
carta, a
la de servicio
al Omnipotente hasta caer exhaustos»
(
op. cit., pág.
222) .. «De rodillas imploraban el auxilio divino
antes de las batallas aquellos hombres de hierro, prontos a mo
rir por Dios
y por su tierra» (op. cit., pág. 117).
Propone una meta
para nuestro
futuro, acorde con nuestro
pasado: «He aquí
nna misión quijoteS<;a de España: predicar, tra
bajar, luchar por la unidad de Europa, Antaño se dio por la uni
dad cat6lica del mundo. No haría sino prolongar una tradición.
No
sólo de
pan vive el hombre» (op. cit.,
pág. 231). Concreta así
esta
aspiración: «Acaso pueda
llegarse a
la unidad de una
Euro
pa liberada y vuelta al culto del Esplritu y de Dios» ( op. cit.,
pág.
232).
Y hace una explícita afumación de su alineamiento como in
vestigador: «Yo caeré siempre del lado de los grandes maestros:
Menéndez
Pelayo y Menéndez Pida!, magnos historiadores del
ayer español•
y nada dados al fantasear iluminado en procura de
deslumbrar el papanatismo literario de los
ignaros» ( op. cit., pá
gina 96).
Las dos Españas.
¿Por qué un pueblo de tal identidad católica tiene a partir
del
siglo XIX tan violentas convulsiones, enfrentamientos y reac-
658
Fundaci\363n Speiro
UNA REACCION DE LA IRREDUCTIBLE ESPAAA
clones, a veces feroces, contra la· religión de sns mayores? ¿Por
qné el
problema de las dos
Españas?
Dice
Sánchez Albornoz a este
respecto: «Está
por hacer la
hlstoria de la gran
mndanza qne había de producir el gran des
garrón; la
hlstoria qne había .de llevar al enfrentamiento de la
España tradicional y de
la otra, de la que ha incendiado iglesias
y matado
curas y frailes. Yo, al menos, ignoro las cnrvas de este
proceso
-dice--» .
. . «repito
qne ignoro ,cómo se realiz6 la len
ta mundanza. Quizás nos
hallamos en presencia de un proceso
de
contaminaci6n con las ideas }qcobinas de la Revoluci6n fran
cesa, quizás
anterior, pero sin duda sincrónico con la
fráncesa
da
...
» «Por uno u otro camino estall6 la batalla entre las dos Es
pañas ... » (Sánchez Albornoz, Mi
testamento politico, Ed. Plane
ta, págs. 122-124 ).
Y precisa en otro lugar:
«Tras siglos
de señorío
de la Igle
sia en la vida española, el anticlericalismo estalló
violento y po
deroso, y la masoneria, potentísima y numeras/sima en las filas
republicanas, se
lanzó a la batalla contra la clerecía». « : .. Las 6r
denes r.eligiosas hablan sido disueltas
-grave error hist6rico--
cad¡J vez
que hablan· gobernado
en España
las izquierdas· radica
les» (Sánchez
Albornoz,
Azaña, recuerdos ,:v reflexiones, «La Van
guardia»,
21-VI-1980,
pág. 5).
La
revolución en 1936
creyó llegado el momento del holo
cansto definitivo
de la religión, y lo que sucedió en España con
conventos,
iglesias y religiosos fue, a
escala colosal, la repetición.
de
la quema de conventos y asesinatos de frailes en 1834 y s.u
nueva
versión
republicana de
1931, en los que la intervención
de las logias,
el planeamiento circunstanciado y la complicidad de
determinados militares adictos a
la masonería
está hoy fuera
de duda.
La Vanguardia del 15 de octubre de 1936 reivindica los mé
ritos de la
.masonería en
el triunfo de la revolución. Paco
Gira!,
el ministro de Azaña que propuso la dictadura republicana, «cre
yó asegurar la situación mediante una gran tenida masónica en
que algunos de los generales, luego rebeldes, prometieron lealtad
con
s.;s mandiles
puestos»
( Sánchez
Albornoz,
Anecdotario poll-
659
Fundaci\363n Speiro
FRANCISCO DE GOMIS CASAS
tíco, pág. 197). Y es sabido que los generales masólÚcos influye
ron
decisivamente en el triunfo de la revolución en
las grandes
pipitales. En
el último
parla.mento de
la república, según esti
mación de
Sánchez · Albomoz, había «más
de trescientos franc
masones» (
op. cit., pág. 153 ). Sin duda, era llegado el momento
de la gran revolución anticristiana que el pueblo católico de Es
paña
hizo fracasar.
La
Pasionaria
afirma que
«al
comien2o de
la
guerra impor
tantes
núcleos de
los. jefes
militares que se mantuvieron leales
a la República, muchos de los cuales eran masones ... »
Y «si en
los
primeros
.tiempos los
masones, militares o civiles... fueron
un factor de extraordinaria. importancia
en la lucha contra los su
blevados, al final, comprometidos
en las
intrigas y en
las maqui
naciones
tramadas desde fuera de nuestras fronteras, se convir
tieron
en un
freno que actuó de
forma negativa
sobre el destino
de la República» (Dolores
Ibarrur:i, El único camino, pág. 378).
Dice la Pasionaria que
el coronel Segismundo Casado, que ges
tionó la
capitu1a.ción era. masón,
jefe
del cuarto militar del Pre
sidente de la República (
op. cit., pág. 393 ), Y respecto a la ca
pitulación, que según Ricardo de la -Cierva
fue gestionada por
agentes de la
masonerla inglesa,
refiere la Pasionaria: «Nosotros
hacemos
lo que· manda Inglaterra, respondió el· General Miaja al
camarada Montoliu, que fue
a visitarle en su Estado Mayor des
pués de la constitución de la Junta de Casado» (
op. cit., pagi
na 396).
Lucha por la Fe.
Lo que se produjo en 1936 fue un episodio
más de esta lu
cha secular entre las dos Españas: la España «con el Altísimo
como celestial
y misterioso protector y Señor de Vasallaje» y la
España con las· ideas jacobinas de la Revolución
francesa», se
gún
los propios términos empleados por
Sánchez Albornoz an
tes
citados, es decir, la
España con Dios, o contra Dios.
Conviene recordar
aquí el hecho
de las guerras
cruel!simas
660
Fundaci\363n Speiro
UNA REACCION DE LA IRREDUCTIBLE ESPAAA
sostenidas por el pueblo espafiol a lo laJSgo de siglo y medio en
defensa de su religión y libertades; primero la de la
Independen
cia contra Francia, después las dolorosísímas guerras civiles,. y al
decir
de Menéndez y Pelayo, «quizá no la postrera, y no cierta
mente por interés dinástico, ni
por interés fuerista, ni siquiera
por amor muy
declarado y
fervoroso a este o
al otro sistema po
lítico, _sino por algo más hondo que todo eso; por la instintiva
reacción
del sentimiento católico,
brutalmente escarnecido, y por
la
generosa repugnancia a.
mewarse en la turba en que se in
famaron
los degolladores de los frailes
y los jueces de los · de
golladores,
los robadores y los incendiarios de las iglesias
y los
vendedores y compradores de sus bienes» (M.
y Pelayo, Historia
de los heterodoxos, Ed. BAC, t. II, pág. 831).
Un enfrentamiento inevitable.
Al extremo a que se había llegado en España en julio de 1936,
parece imposible· que
la explosión que se produjo hubiera podi
do evitarse. Sánchez Albornoz, al que recurro por su condición
de historiador y de hombre eminente de la Izquierda Republi
cana, partido que tanta responsabilidad tuvo en el desencadena-·
miento
de
la tragedia, reconoce que para evitarla hubiera sido.
indispensable recurrir a la dictadura republicana y que llegaron
para ello
a
un acuerdo con Azaña, Gira!, Maura y el propio Sán-.
chez Albornoz,
pero que
a Azaña le faltaron agallas para llevar
lo a término
(Sán.chez Albornoz, Temor al energumenismo, «La
Vanguardia», 2-II-1980,
pág. 5).
Al analizar en aquellos días cruciales con el Ministro de
la
Gobernación la situación de anarquía imperante semanas antes
del
Alzamiento, concluye: «Hoy me atrevo a pensar que en rea
lidad no babia Gobierno»
(S:fuchez Albornoz, Anecdotario polí
tico, pág. 204). Y dice también, que «en las negociaciones para
constituir el Frente Popular, Largo Caballero
afumó sin
rodeos:
después del triunfo yo me reservo el derecho de hacer la revolu
ción.
A estas palabras Sánchez. Román se apartó. de la aliamia,
661
Fundaci\363n Speiro
FRANCISCO DE GOMIS CASAS
pero los otros ¡efes aceptaron y firmaron el acuerdo ... » ( op. cit.,
pág. 187 ). Es decir, las elecciones eran sólo un medio para im,.
poner la revolución anticristiana. En sus discursos electorales pro
clama
reiteradamente: «si ganan
las derechas tendremos que ir
a
la guerra civil» -reanudar la que perdieron en 19 34--. «El
pueblo sabe
que la revolución no se hace con papeletas en las
urnas,
y si este camino se le cierra, también sabe cuál ha de se
guir»
... «La burguesía ~afüma Largo
Caballero en el Teatro
Cervantes de Valencia el 2 de enero de
1936,-cumplió
su papel
e hizo su revolución.
Si no nos de¡an iremos a la guerra civil.
Cuando nos lancemos por segunda vez a la calle que no nos ha
blen
de generosidad
y que no nos culpen si los excesos de la
revolución se extreman hasta el punto de no respetar cosas ni
personas»
(Historia de la Cruzada Española, Ed. Españolas, 1940,
tomo
II, pág. 432). «Hay que ser marxista y serlo con todas
. sus
consecuencias» ... dice en
el cine Europa el 12 de enero de
1936 ... «la clase trabajadora no renuncia de ninguna manera a
la conquista del poder político. Está en su programa
y se halla
decidida a obtenerla de la manera que sea»
419). Este era el adalid de las fuerzas socialistas fanatiza
dascy envenenadas,
con un sentimiento anticristiano radical, llenos
de odio y de resentimiento, Dice Amadeo Hurtado: «Son fero
ces los
odios.· Largo
Caballero ha hecho unas declaraciones
tre
mendas hablando de exterminio» (Sánchez Albornoz, Anecdotario
politit;o, pág. 221).
Ert tales circunstancias los moderados
y pacifistas no tenían
nada que hacer; el avasallamiento marxista de Largo Caballero forzaba a la intervención del pueblo
católico en
defensa
pro
pia.
La lucha era inevitable.
Se iba a producir el «plebiscito de
sangre».
Intentos responsables para evitarlo.
Se intenta evitar el desastre. Goded se ofrece á Azáña el 16
de junio (un mes antes del estallido) por medio del Marqués de
Carvajal
«para mantener
el orden en la calle
y el respeto a una
662
Fundaci\363n Speiro
UNA REACCION DE UI. IRREDUCTIBLE ESPAAA
religión que nos. es esencial» (Ricardo de la Ci~a, Historia de
la guerra civil, «Epoca», pág. 77). Por su lado, Franco acude a
Portela,
Jefe de Gobierno,
para que se declare el estado de gue
rra, poméndose a su servicio para llevarlo a efecto y evitar el
caos; pero Alcalá Zamora deja sin efecto lo que en principio se
había
acordado; dimite Portela
y se produce la avalancha y fal
sificación
de. las
actas electorales, cuya legitimidad quedaba así
viciada y nula. Todavía el 23 de jumo, Franoo ~ al nuevo
Presidente del Consejo,
Casares Quitoga,
sobre
las reaociones mi
litares que puedan producirse ante situación tan explosiva, reco
mendándole
prudencia en
el gobierno y rechaza varias veces la
invitación que se le hace por Sanjurjo para que se adhiera al Al
zamiento, que sólo oonfirma al día siguiente del asesinato del
jefe de la oposición, Calvo Sotelo ...
El estallido.
La reacción militar se produjo movida especialmente por los
elementos más jóvenes del ejército, que
se hallaban oonmociona
dos por la expectativa, que pareda inminente, del hundimiento
nacioñal en un caos anárquico que
diera paso a una dictadura
marxista del brazo de la URSS.
El pueblo católico se desbordó
entosiásticamente en apoyo de
esta ·reacción.
La situación al
comienw de la guerra pareda perdida para
los
nacionales. Prieto, en los días siguientes al Alzamiento, en
una alocución por
la radio, la describe así: «Con los recursos fi.
nancieros totalmente en manos del Gobierno; con los recursos
industriales
de la nación, también totalmente a favor del Go
bierno;
podr!a ascender hasta la esfera de lo legendario el valor
heroico
de quienes impetuosamente se han lanzado en armas coo
tra la República,. y aun así, aun cuando su hero!smo llegara a
grados
tales que
pudiera ser
cantado por
los poetas
que quisie
ran adornar
la historia de esta época triste, aun así, serían inevi'
table,
inexorable,
fatalmente vencidos» (Ricardo
de la Cierva,
Guerra civil, .en «Epoca», pág. 158).
663
Fundaci\363n Speiro
FRANCISCO DE GOMIS CASAS
Prieto no sabía que lo que acababa de despertar era el genio
profundo
de nuestra ancestral
españolíá en
defensa de
la Fe de
nuestros mayores, dispuestos a reverdecer nuestras
más. glorio
sas
y heroicas tradiciones. Hubo epopeya y voluntad de vencer
y hubo victoria
a· pesar
de
las afumaciones de
Prieto y
de una
realidad que en términos materiales no
podía ser
más pesimista
para los nacionales, incluso
el recuento de todos los efectivos. mi
litares.
En efecto: en aviaci6n, de 544 aviones existentes, 425 que
daron para la República y 119 para los nacionales. En
la mari
na,
de 65 unidades navales, 46 quedairon para la República, in
cluida
la totalidad de los 12 submarinos, y 19 para los naciona
les, unidad en general de menos cualificaci6n. En
el ejército de tierra, una vez realizadas las depuraciones
iniciales, quedaron al servicio de la zona republicana 22 genera les y 17 en zona nacional;
los jefes
militares resultaron mayori
tarios en zona republicana; de capitanes
para abajo lo fueron en
la zona nacional. Y los contingentes, a los tres meses de la con
tienda -incluidas
las fuerzas
territoriales y de Africa, insulares,
fuerzas de Orden Público y
milicias- fueron de
266 .000
com
batientes
para la República y 200.000 para los nacionales. Y .si
se tiene en cuenta
que de
estos combatientes, en los primeros
meses de guerra, las operaciones en los frentes Norte, Este y
Centro se realizaron mayoritariamente con milicias _voluntarias,
resulta que los nacionales -de zonas menos pobladas---- tenían
60.000 voluntarios, «de éstos 21.000 servían en el Centro, 30.000
en
el Norte {la · mayor parte requetés) y 9 .000 en el Este. Las
milicias republicanas en esta misma época eran 150.000 hombres,
de los que
servían 60.000
en el Centro, 60.000 en el Norte y
30 .000 en
el Este».
No obstante esta enorme superioridad de las
milicias rojas,
todo
intento de ofensiva de su parte resultó frenado y cancelado,
mientras las milicias. nacionales como fuerzas de vanguardia iban
rescatando sin reposo
una tras otra
todas las
regiones y
objeti
vos (Ricardo de la Cierva,
Guerra civil, en «Epoca», págs. 152-
158, recogiendo los trabajos de los generales
Ramón Salas
La-
664
Fundaci\363n Speiro
UN4 REACCION DE LA IRREDUCTIBLE ESPANA
rrazábal y Casas de la Vega en sus importantes estudios milita
res sobre nuestra guerra).
Los voluntarios nacionales repiten las gestas heroicas de la
Guerra de
la Independencia o. de las guerras· carlistas -funda
mentalm:ente guerras de religión- en que pequeños contingentes
derrotan a grandes ejércitos. La
expedición real, que en mayo de
1834
llegó a las
puert.:S de Madrid, fue· derrotando
a todos los
generales cristianos; el general carlista Miguel Gómez, con fuer
zas insignificantes, que en.su
mayor auge no
alcan1,aban los
5.000
hombres,
puso en
jaque a todos los
ejércitos que
le
perseguían
con
fuerzas diez
·veces superiores,
burlando sus
estratagemas e
infringiendo
terribles y sangrientas derrotas a
·sus oponentes; .
tomó
poblaciones importantes desde Santiago hasta
Ailbacete, Al
geciras, Córdoba,
llegando hasta
Vallecas, a las puertas de Ma
drid, y retirándose' indemne de todos los combates.
Esa misma epopeya se repite cien años más tarde en la gue
rra civil de 1936;
Los rojos intentan avanzat hacia Vitoria, en
Brunete, en Teruel, en
Codo, en Andalucía, en el Ebro, en Se
rós ... ; asedian Huesca, Oviedo, el
Alcázar de Totedo, Santa
Ma
ría de
la Cabeza... No conquistan ninguno de los reductos de
fendidos por los nacionales. Avanzan unos kilómetros por sor
presa en lugares abiertos, pero no
consolidan ninguno de tales
avances.
Cada intento se convierte en
una colosal derrota.
Lo
suyo no es avanzar, es defenderse. ¡No pasarán!, es su gloriosa
coosigoa, mientras
las tropas nacionales pasan y pasan, ocu,pan
y· liberan ... ¡Victoria! es el clamor iru;ontenible en el ejército
nacional.
Y los nombres
de miles de pueblos y lugares de España
repetirán por. siglos
y siglos el eco de aquellas victorias como
clarines de guerra que
·convoquen a ,nuevas
victorias, hasta que
se consolide definitivamente en nuestra
patri; una
convivencia
cristiana
y española. No importan los sacrificios y. la muerte; im
porta. sólo salvar nuestra identidad cristiana y nacional.
En esta última guerra, en
. la zona republiClllla, el espíritu
cristiano,
tiranizado por
los sicarios
de
la revolución, se encon
traba también
padeciendo por
la. España católica entre . las fuer-
665
Fundaci\363n Speiro
FRANCISCO DE GOMIS CASAS
zas_ rojas acaudilladas por la revolución anticristiana. Acerquémo
nos
a descubrirlo por medio de uno de esos
sufridos comba
tientes.
Dos ejércitos frente a frente.
Para acercarnos a la realidad del ejército rojo nos servire
mos de un testimonio de
excepción; el doctor Pedro Tarrés y
Claret, médico de profesión, _ordénado sacerdote en
f942 y
muer
to en olor de santidad en 1950. Fue médico de un batallón del
ejército
rojo desde
mayo de 1938 al 26 de eneto de 1939, día
de
la liberación
de Barcelona. Describe en su
Diari de guerra sus
experiencias
durante el expresado período en
dicha unidad. Es
un libro impresionante, de una autenticidad que conmueve. Nos
ofrece juicios realistas sobre la detestable
_ calidad moral y pési
ma eficacia
organizativa de aquel ejército, al mismo tiempo que
destaca los valores humanos que se encuentran en toda colecti
vidad, con
la que llega a fraternizar a pesar de las circunstan
cias ideológicas tan
adversas. As( dice: «la amistad es un gran
don
y una gracia extraordinaria cuand_o _ es practicada y vivida
sinceramente por los hombres.
_ Uno
de los consuelos
más gran
des
que tengo
aquí, en
el frente, es precisamente el producido
por esta
hermandad con los soldados, pero sobre todo con mis
ayudantes del puesto de socorro. Todo es de todos. Nos reparti
mos todas
fas cosas
buenas que tenemos como
extraordinario-
para
comer, obtenido
acá o allá. Todo
nos
hace ilusión; todo nos
hace
estar contentos. Somos
unos verdaderos niños»
(Dr. Tarrés,
Diari de
guerra, edit. Publicaciones de la Abadía de Montserrat,
pág. 259).
Y, en otro lugar, «mantenemos
unas buenísimas
rela
ciones con el comandante de _mi batall6n. Esto me da consuelo.
Me tiene la más absoluta confianza»
(op. cit., pág. 155).
Estos
juicios permiten ponderar la integración del médico a
la unidad a que pertenece. Ello hace más relevante su juicio
crítico sobre el entorno que les es común.
El libro trasciende una personalidad
excepcional. Médico
de
666
Fundaci\363n Speiro
UNA REACCION DE LA IRREDUCTIBLE ESPAIM
profesión, fue profesor de la Universidad Autónoma de Barcdo
no
antes
ele la guerra. Su inquietud intelectual se percibe a rra
vés
de este Diario, donde va dando cuenta,de los libros que lee
en los momentos de ocio,
precis.;,,ente para
dar contenido a
ese ocio. «Procuro no pasar ni un momento ocioso», dice
( op. cit.,
pág. 179).
Es, además, un
formidable estilista. Escribe en catalán en un
lenguaje
rico y
armonioso con giros que nacen de
la fuerza ex
presiva de un · talento superior 1 con prosa que a veces parece
poesía, hermana de la de San Juan de la Cruz. Nada más lejos
de ese catalán tabernario que con tanta frecuencia nos
brind•
la
televisión catalana.
Sus descripciones de ,Ja naturaleza son un
canto a
la Creación y una oración al Altísimo. Casi siempre sus
reflexiones culminan
en oración filial,
busoon la presencia
de
Dios, es un
roloquio ininterrumpido
de la criatura que alaba
y
quiere servir a su Creador.
¿Cuál es la actitud espiritual de este médico cuando cura a
los soldados?
«Hoy he curado las manos llenas de sarna infec
tada de un pobre soldado. Me ha ·desaparecido aquella repug
nancia que antes sentía.
Lo he hecho con gusto, y procuraré cu
rarlo yo cada
día, ofreciéndolo
todo al Amado
y viendo en sus
llagas las
manos clavadas
del Amor»
.. «Mientras
lo curaba, cuan
do le hacía daño, renegaba contra Dios
y la Virgen. Yo, inte
riormente, hada actos de
alabanza» ( op. cit., pág_-178).
La
santidad, que rranspira en todas las manifestaciones de
este médico es, a
veces, audaz,
con voluntad_ de apóstol: habla
a los miemhtos del «Mando» del batallón, en una sobremesa,
sobre
la existencia de Dios. Les habla de la grandeza inmensa del
· sufrimiento y de su valor redentor, les explica que, para salvarse,
era suficiente un acto de · contrición y al censurar la blasfemia
«les hizo ver que en cada blasfemia que decían era una afirma
ción de que Dios existía ... ». (op. cit., pág. 166).
Tal
es el excepcional testigo. A su juicio,
¿cuál es
el ambien
te espiritual de los mandos de ese ejército?: i
conversación
en que algunos elementos · del «Mando» manifes-
667
Fundaci\363n Speiro
FRANCISCO DE GOMIS CASA$
taron de lleno el odio terrible que tienen contra los católicos.
Ignorantes
y llenos de prejuicios los pasarían a sangre y fuego.
Encontraban muy bien que fuese asesinada impunemente una
familia entera por el «delito» de tener un hijo sacerdote ... ».
«Sólo una
ignorancia masiva y un envenenamiento completo del
alma pueden hacer decir palabras con tanta saña» (
op. cit., pá
gina 254).
Die en el
Diario: «Nuestro ejército es el ejército de la blas
fernia ... ».
«El comandante
accidental del batallón que tenemos
ahora es algo horrible. Tiene una lengua infernal
... ».
Añade
nuestro autor: «¿Qué otra cosa puedo ver? Indisciplina, tiranía,
despotismo, cinismo, mucha
faltá · de cultura, insuficiencia de co
nocimientos militares y falta de corazón.
Me formo un poco la
idea de lo que debían ser los
eiércitos de
milicias de los prime
ros tiempos» (op. cit.,
pág. 231). «Allí todos renegaban ... con
tra Dios
y la Purísima Virgen. Verdaderamente parece la con
signa del ejército popular»
( op. cit., pág. 173 ).
En otro lugar: «Es el primer ataque al que asisto, sólo a po
cos pasos de
fa llnea de fuego. los· soldadós blasfeman contra
Dios
y
la Purísima Virgen. ¡Qué contraste! ;Con qué espíritu
van a atacar! ;Que Dios nos acompañe! ;Perdónales Sefior, que
no saben lo que hacen!»
(op. cit., pág. 64) .
. Opuestamente, eri la zona nacional, los soldados van a la
muerte invocando el santo nombre de Dios, como aquel
alférez·
proviiionai
de
un Tercio del requeté que en
la Batalla del Ebro,
corriendo a taponar una brecha roja, levanta
el crucifijo, alien
ta a sus requetés y clama: «;Por Ti muero, Sefior!», como así
sucedió a los pocos minutos, mientras quedaba taponada la bre
cho roja (1) .
. Era esa fe
la que
hizo decir a. Prieto,
con socarrona contra
riedad, al hablar del requeté,
'«animal con
cresta roja que des
pués de
comulgár ataca al hombre». Más que ataca, hubiera te
nido. que decir: que se inmola al servicio de un gran ideal; ese
(p-Testimonio de Jo'SÉ ANTONIO G. DE CoRTÁZAR, Teniente· Provi~
siomd de la 4.11 Bandera. .del Tercio.
668
Fundaci\363n Speiro
UNA REACCION DE LA IRREDUCTIBLE ESPMIA
ideal cristiano que las nuevas corrientes políticas están demo
liendo por todos
los medios
a su alcance para
acabar así
con
· la
raza .de héroes que forjan viétorias que puedan oponérseles.
T arrés se refiere a los
criminales que constituyen el
«Man
do»
del ejército
rojo: «Nuestra
brigada e· .incluso la división se
están
convirtiendo en
un feudo de
la FAI. Los más destacadoo
militantes y amigos del «Jefe» se están instalando en los mejo
res lugares.
Se da el caso de. individuos que tienen más de 15
acusaciones por delitoo cometidos, la mayoría merecedores de la
pena de muerte» ( ap_. cit., pág: 232).
«El capitán que
manda actualmente
el batallón es un
atra
cador de los más activos y furibundos de la FAI. El mismo nos lo
explicaba hoy, dando detalles de los atracos realizados a ,;liferen
tes
bancos del
norte de España y a particulares, entre ellos a
un
médico. Es
un individuo que
ha pasado su vida entera en la
prisión» (óp. cit., pág. 226). ·
El crimen es aquí el
que
gobierna .Y Íiene los
atributos del
«niando». Dice de un capitán
de su· batallón: «Ha •explicado,
como el hecho más natural,
la infinita cantidad de gente que él
había matado. Nos decía que había pertenecido a una rompa
nía
disciplinaria
donde había un teniente que
él quería hacer
desapareoer ... «Le
disparé por
encima del corazón. Se volvió
mirándome
-decía-y dijo: ¡mi capitán!, con una voz desma
yada y suplicante,·
y· entonces yo. -proseguía-le disparé a la
cabeza y le salió por un ojo y allí se quedó. Y como éstos, mu
chos». «Explicó los que había matado en
la pradera de San Isi
dro, en
Madrid, con motivo
de un bombardeo· hecho por la
aviación facciosa. Decía que
los. ponía en
un camión,
llegados
a la pradera los hacía bajar de uno en uno, los cogía por el
brazo y con dos disparos los liquidaba. Cuando habían dejado
all! UI1 montón
de cadáveres,
"¡Hála! -decía-, con el· camión
otra
vez para Madrid ...
". "Nuestro: comisario,
por toda respues
tá, le ha dicho «¡¡¡Eres un hacha!!!"» (op. cit., pág. 17.Q).
Hablando de crímenes se refiere al «trágicamente célebre
669
Fundaci\363n Speiro
FRANCISCO DE GOMIS CASAS
«Campesino», por lo visto caído en desgracia debido a la canti
dad
de gente que ha asesinado» ( op. cit., pág. 190).
He aquí
-un
punto de
rellexi6n a
considerar sobre las vícti
mas de la llamada represión roja. Cuando
.la «Causa
general» in
coada por el
Ministerio de
Justicia de la España naciónal, a par
tir de 1940, fija en unas 80.000 personas las víctimas de la re
presión en zona ioja, no incluye, _como_ -es natural, e_sos asesi
natos de soldados por sus propios jefes para obligarles a conse
guir las victorias que su incapacidad como jefes y la ausencia de
ideal
les impedían ak:anzar. ¿ Cuántas son las víctimas de esos
asesinatos de
Úster, del Ca!llpesino y
de otros pistoleros disfra-
zados de soldado?
__
_ A raíz del fracaso de la operaci6n en la cabeza de puente de
Serós, dice el
Diario: «He sabido que este célebre Manuel True
ba,
del PSUC, hoy jefe de una divisi6n y teniente coronel, es
uno de los hombres más inhumanos
qu~- ,1'l<Ísten. Ha
ordenado
fusilamientos en masa y en una de
-las · drcunstancias él mismo
fusilaba con una ametralladora desde un tanque
blind¡ulo. Se
le acusa de recibir
la única guía de Rusk, cosa que es cierta».
«El PSUC de Cataluña es Rusia soviética pura» (op. cit., pági
na 213).
Si se piensa que la trayectoria del ejército rojo ha sido una
sucesión
ininterrumpida de derrotas·-a lo largo de toda España,
¡cuántas de estas reptesalias
masivas, para
desahogo y exculpa
ci6n de jefes
--fracasados, · resentidos
y criminales, incapaces de
comprender la alta misión y el honor
indispensable para
poder
mandar
a un
soldado!
Estos llamados
«Mandos» no
tienen
alma ni
honor de sol
dado.
Di~e el Diario: «Voy con una colección de soldados que
van
a la Escuela Popular de Guerra para hacerse oficiales. Es
interesante
señalar el espíritu con que van
allí. No les interesa
ser oficiales; les interesa irse del frente y pasarse tres meses
tran
quilamente. Ellos mismos lo dicen e, irónicamente, añaden: no
nos engañemos, ¡de aquí a tres meses pueden haber pasado mu
chas cosas!»
(op. cit., pág. 144).
670
Fundaci\363n Speiro
UNA REACCION DE LA IRREDUCTIBLE ESPA.RA
Uno no puede dejar de. pensar en el espíritu tan distinto de
las Academias para Oficiales Provisionales
del lado nacional a
las que .acudían combatientes con seis me.ses como mínimo de
experiencia en el
frent<:. y
que fueran bachilleres, o sea, con una
adecuada base
cultural. Los cursos tenían dos meses de dura
ción y se intercalaban de mes
,en mes, de modb que al terminar
la
última promoción se tenía. ya nota ,en
la Academia
de los
muertos en combate, durante el último mes, de
· la promoción
anterior.
El número de muertos era siempre crecido y
la reac-,
ción
de los nuevos oficiales era pedir los puestos de
máximo pe
ligro, imbuidos por el sentimiento del honor y de responsabili-
. dad que
. debe
tener todo oficial, opuestamente a esos llamados
oficiales del ejército rojo a que se refiere el
Diario comentado.
De
ahí el constante fracaso de estos últimos.
Un político pragmático y de gran
talento, Francisco Cambó,
al
conmenzar el segundo año de guerra, que sigue atentamente,
hace la siguiente reflexión:
«En. la
guerra civil española se ve
constantemente
el mismo fenómeno: la inmensa superioridad de
las tropas
de. faanco sobre las tropas rojas, no es sólo, como. creen
muohos, problema
de
amiamento y
cuadros: es principalmente
que en las tropas de Franco predominan los que se baten por un
sentimiento
patriótico y
religioso; y en las rojas predominan las
masas proletarias a las cuales no se
les ha
predicado, como ideal,
más que mejoras
· materiales y
no se han sembrado en su corazo
nes otra
cosa que la envidia y el rencor. Y por envidia y rencor,
se quema ... peto no se lucha; y para obtener
me¡oras materiales
no
se ofrenda
la vida. La vida se da por un ideal afirmativo que
levanta el
alma por
encima de todas las cosas que nos atan a
a
la vida». -»Hay, además --
ejércitos: es el
sentimiento del
honor. Este
sentimiento es desconocido de las masas proletarias. y, en cambio,
se encuentra en
la hurgues/a,
en los
intelectuales y
en las clases
elevadas. Y en el ejército rojo,
la inmensa
mayoría de los que
tienen sentimiento del honor se encuentran allí contra su voluntad, teniendo todas las simpatías
para· los
nacionales ... o sintiendo
671
Fundaci\363n Speiro
FRANCISCO DE GOMIS CASAS
rina viva repugnancia por los rojos» (F. Cambó, Meditaciones
(Dietari, 1936-40, págs. 309-310).
Refiere
T
arrés en
su
«Diario» los
intentos de ataque de su
División en la Cabeza de puente
de Ser6s a partir del día 9 de
noviembre
de· 1938, donde tantearon su iiltima ofensiva después
del fracaso del
Ebro. Durante _páginas y
páginas se
refiere
a los
sucesivos
intentos para la conquista de una posición nacional,
clave en dicho sector.
«El día
8
--dice--se
intentó
el asalto
cuatro o cinco veces.
Resultado siempre infructuoso. Fracasaba
el tercer batallón
de
nuestrá Brigada... 126 heridos y 33 muertos... Otra Brigada
intenta
ir a la conquista de la posición, "lo han hecho cuestión
de amor propio". Es una situación dificilísima, la he contempla
do desde nuestras trincheras
y ciertamente es· muy dificil y en
último
término . costará
mucha sangre
y vidas. Pero esto, ¡qué
importa!». «Toda la mañana la artillería no cesa un instante. Pensamos
romper las alambradas
a cañonazos. Vetemos si
tendrán éxito.
Es incontable el número de obuses que
tiramos, uno
detrás de
otro sobre la posición enemiga». «A la una del mediodía,
la 19 Brigada ha fracasado rotunda
mente.
Los cuatro
batallones no han
podido. Han tenido muchas
bajas ...
». «Mientras ellos ---'los nacionales ---'COn la ametralla
dora
y como mofa, cadencian aquella tonáda: Otro toro-otro toro
otro toro-». La gente de aquí está indignada. Ahora, en este
momento,
han variado:
Nas de barraca, Sant Boi ( es un dicho
catalán). ¡Ya
tiehen, humor!» (op. cit., pág. 203).
El
dfa 12
recapitula que se
han hecho más de cuarenta ata
ques a
la posición infructuosamente. El dfa 15 se intenta un nue'
vo
ataque: «Ha sido un fracaso -dice--. Hemos perdido seis
tanques, no sé cuántas bajas, pero lo más sensible
del caso es
que
la fuerza que ha atacado se ha equivocado de posiciones y
en lugar de asaltar las trincheras enemigas han atacado las nues
tras,
precisamente las que ocupa nuestra primera compañia, cosa
que
ha ocasionado
Ulios cuantos
heridos.
¡Naturalmente han con
quistado
en seguida
/a posición! Las equivocaciones son frecuen-
672
Fundaci\363n Speiro
UNA REACCION DE el.A IRREDUCTIBLE ESPANA
tes como, por ejemplo, .que la artillería dirija los obuses a nuestras ·
líneas;
que
una ametralladora dispare sobre los nuestros, como
sucedió el
día que
nuestro batallón atacó; que los aviones ametra
llen nuestras posiciones; pero
;el caso de,,que nues.tras fuerzas
asalten
nuestras propias trincheras, esto, realmente, es
algo in
sólito ... ».
«En
uno de los últimos ataques que
hizo la Primera Brigada,
los soldados se
negaron; uno
de ellos mató al comandante del
batallón con
la bayoneta y al comisario lo hirieron de tres dis
paros de revólver».
.
. . «El
comisario asaltó
nuestras propias
trincheras seguido
de
la
fuerza y gritó: "¡Fascistas, rendíos al ejército ·de la re
pública!" Y los nuestros contestaron tranquilamente: "¡Sí, hom,
bre,
sí! Vaya, que en
ronjunto ¡todo
un
lío!» (op. cit., pág. 210).
Lo que cuenta de la ineficacia y desorganización del ejército
rojo explica
la trayectoria de fracaso que tuvo. No podía tener
otra.
Era la antítesis del Ejército Nacional, donde
. los mandós
eran
competentes y
ron gran
.sentido del honor, y donde lastro
pas
tenían Wi altísimo ideal y una seguridad invencible en la
propia victoria.
En la guerra se producen singulares actos de
humanidad que
no
podría romprender
quien no lo haya vivido: Una
detemii
nada unidad del
ejército
nacionál tenla la vigilancia nocturna
en la misma orilla del
río, algo más abajo
de la
cabeza de
puente
de
Seros y
allí se produjo una de tales escenas.·Hubo una
ron
versación
de lado a lado del
río. El oficial
rojo pidió si
podían
darle
noticias de su madre. Dio su dirección en Potes (Asturias).
Se envió un telegrama urgente y a las pocas horas se recibe una
satisfactoria contestación.
El oficial de la legión invita
al oficial
rojo para cenar; éste pasó el
río. Cena
y cordial acogida del
Comandante de la cuarta Bandera del Tercio. Se le
hizo entrega
del telegrama de respuesta materno, se le dio coñac y tabaco
para su tropa y
el !)ficial rojo volvió a cruzar el río. Algo aná
logo describe el Diario del doctor Tarrés desde el lado rojo:
«Previo un convenio con los soldados del
ejército de Franco,
han atravesado el río (los nuestros y ellos), : se han abrazado
673
Fundaci\363n Speiro
FRANCISCO DE GOMIS CASAS
censurando la guerra; han hecho intercambio de prensa; los
ljllestros les han
dado una botella
de dwnpán y ellos una de
coñac y cigarros.
Han· charlado
unos diez minutos
y todos han
vuelto a sn lugar» (op. cit., pág. 167). La misma Bandera del
Tercio tuvó otra experiencia parecida para
permitir la retirada
de
los muertos
y heridos rojos caídos entre dos . líneas en . un
ataque fracasado en
la Oudad lJniversitaria, lo que se realizó
con
el riesgo personal de
1a vida clel Comandante de la Bandera
para que los rojos creyeran que la tregua· ofrecida no era un
cepo (2).
Se habla aquí constantemente de ejército rojo, porque así
se autodenominaba con orgullo durante casi toda
la. contienda y
porque en . el ntlsmo sus mandos y objetivos llegaron. a ser n:ia•
yoritariamente comunistas,
y· hasta.Jos comisarios pol!ricos en
todas
las unidades
y los símbolos. y distintivos militares fueron
copiados de Rusia. Sólo al final de
la guerra, cuando el coronel
Casado y otros relevantes mandos de prestigio consiguen
elimi
nar
a los comunistas
y se arrancan aquellos símbolos y distinti
vos para volver a los propios del ejército español
y con un
empeño de buscar una honrosa trasacciéSn, sólo entonoes, des
graciadamente demasiado tarde, sólo entonces puede hablarse de
ejército
republicano.
Describe Tatrés, al final de su Diario, la descomposición del
ejército
rojo ante la ofensiva nacional de Cataluña hasta la libe
ración de Barcelona. Las
marchas extenuantes
a
que se
refiere
en
la campaña de Cataluña, las sufre y las provoca el ejército
nacional pata impedir que se organice una resistencia.
Se fija a
las unidades objetivos coordinados, autónomos
y a larga distan
cia. Puntos aislados de
resistencia. Suspense
y riesgos en
el avan
ce. Al anochecer
sólo se
ocupan· las alturas. En ocasiones hay
que acudir con ·una sección· a proteger un pueblo inmediato, más
allá de nuestras líneas, a petición de los vecinos, pata evitar
(2) -Teniente General CARLOS Imi::sTA CAN-o, Memorias y recuerdos,
Ed. Planeta, pág. 111.
674
Fundaci\363n Speiro
UNA REACCION DE LA IRREDUCTIBLE ESPANA
los asesinatos que se producen con la huida. Suspense y sorpre
sas de estas fuerzas de policía.
Miles de
rendiciones, hasta diez
· veces
el contingente de
la propia unidad en un solo día. _ Los
rendidos quedan libres, -¡a sus casas! Sólo se toman sus armas._
Los legionarios dan su propia comida a los
famélicos rendidos.
¡
Y canciones, canciones
entrañables de
camaradería y buen hu
mor, e
himnos de
gloria!
Se viven momentos de
gran emoción:
entra la
4.' Bandera
en
Barcelona en punta de vanguardia de la 13 División. Muy
pronto
la calle se inunda del pueblo que aclama a las tropas.
Entre
el público una voz: ¡Fill
tneu, fil!
meu! ( ¡Hijo mío, hijo
mío!), y un apretaclísimo abrazo entre
el Teniente provisional al
frente de su sección -cubierto de
cicatrices, de
gloria
y sacri
ficios-- y su padre, que los rojos han soltado momentos antes
del próximo
· Castillo de
Montjuicb, y se
-encuentran casualmente
en
este felicísimo momento. Como contrapunto a la deprimente descripción que nos hace
del ejército rojo el doctor
Tarrés en
su
Diario y con referencia
a los mismos frentes y acciones militares citados en dicho libro
y al espíritu de las respectivas tropas, el ejército nacional apa
rece movido por los
más altos
ideales, alegre, optimista, disci
plinado y seguro de su victoria. Esas juventudes voluntarias
que lo integran tienen una conciencia viva de estar luchando
contra el
internacicinálismo marxista,
anticatólico
y antiespañol, -
versión
moderna del
más tiránico despotismo,
con
el mismo en
tusiasmo
y ardor con que Cervantes pierde su brazo luchando
en Lepanto contra los otomanos
y lo recuerda_ luego como la más
alta ocasi6n que vieron los siglos. Y no que fuera agua de rosas
la
experiencia guerrera
del lado nacional. Para
limitarnos a al,
gunas
acciones citadas en este
Diario, la 13 División nacional
tuvo en el Ebro, en
el espacio de dos meses, 5.900 bajas, el
60 % de sus efectivos, y 226 oficiales, el 70 % de sus mandos.
Pero se luchaba con honor y con la
alegría y
el
estímulo de· los
grandes
ideales.
Se respiraba un ambiente_ heroico, contagioso.
El Teniente provisional que cae herido en el Ebro y no se deja evacuar
para mejor defender la dificil posición recién conquis,
Fundaci\363n Speiro
FRANCISCO DE GOMIS CASAS
tada, resulta casi" un acto banal si se compara con su capitán,
que al conquistar otra posición anterior
escribe a su comandan
te, en
un pequeño papel,
manchado con la sangre de su gravisi
ma herida,
este lacónico parte: «tomada la posición, sin nove
dad»; fallecía a la meilia hora (.3 ).
El vértice de San Pablo, citado en el Diario y ubicado en
la provincia
de Tarragona, punto
clave de
todo este frente, ver
dadero baluarte que parece como un muro
inaccesible, elevadí
simo,
dominando
toda la llanura, fue conquistado en audaz· gol
pe
de
mano siguiendo la iniciativa y la intuición de un presti
gioso oficial, Io que permitió atacar
la posición
por su retaguar
dia, en una
noche oscura,
cantando el
himno de la Legión to
dos los atacantes a pleno pulmón. Y también
<;!amando, mien
tras
se
subía penosamente
la cuesta
escarpada, «¡Viva
la muer
te!», coreado por cientos de voces. No es un grito nihilista.
Es
una afirmación de esperanza en el propio vencimiento. Cuando
llora el
alma, el
que sabe dominarse
y sonreír ·.vence al dolor,
porque es más fuerte su espffitn, su voluntad. Cuando un hom
bre joven que ama la vida
y está .en trance de perderla, si canta
y ríe, y grita «¡Viva la muerte!», vence a la misma muerte en
su espíritu que se vuelca
así en
sublime
ofrenda y oración. Tradi
ción de las Españas: «¡morir como un hidalgo español!». Y esa
tradición revivió
pujantemente.
Las
heridas_so11 el.más
alto honor; bautismo de
s_angre y ve
teranía de
dos, tres o más heridas. Testimonio
de supervivencia
y fidelidad a las tradiciones heroicas de nuestro pueblo. Unión
y afecto reciproco de los soldados con sus mandos. El ambiente
patriótico es tan poderoso que incluso
_ las ideologías de muchos
prisioneros movilizados quedan relegadas ante
el· atractivo de
dicho ambiente,
y se integran plenamente en sus unidades hasta
sobresalir
en el
heroísmo, como en
. el
caso del pnente de Esplu
gas de Llobregat, a la entrada de Barcelona, minado
y batido
por los
rojos con
el afán de volarlo
y que se salvó, en patte, por
(3) Testimonio del Comandante de la Bandera, hoy Teniente Geoeral,
Carlos Iniesta Cano.
676
Fundaci\363n Speiro
UNA REACCION DE LA IRREDUCTIBLE ESP.AIM
la actuación voluntaria de un minero a&turiano, especialista en
. explosivos, de
antecedentes muy
distantes, y
que ganó
allí la
Medalla Militar individual,· haciendo de la Legión
su nueva pro
fesión. ¡Tuya es
la vida, Señor! Los jóvenes la ofrecieron en el altar
delos
más altos
ideales y sacrificios. Frente
al esterilizanre «¡No
pasarán!» de
los tojos, un solo sentimiento
-,-«¡Victoria!»
está
en
todos los
co;azones de
los que atacan, llenos de humor
juvenil, pero
con voluntad de hierro; reconociendo después de
cada acción, con humildad ingenua y sin jactancia, el miedo pa sado, con aquella sutil distinción: «los que son valientes, y los
que .son como nosotros».
¡Señor! ¡Cuántas veces te ofrecieron su miedo y buena vo
luntad
al servicio de una causa justa! Los
combatientes naciona
les
luchaban todos por una causa justa, para que se preservase
en la
· sociedad
el bien que dimana del acatamiento a la
Ley de
Dios
y para defender la · ide¡itidad de nuestras tradiqones y la
libertad de amarlas y servirlas. !\To es suya la culpa
de las des
viaciones o de los
abusos· que se
hayan producido. Suya
es· la
gloria
del
sacrifici°, y
la victoria. Suya es también
la esperanza ...
¡Victoria!
El Diario del doctor Tatrés acaba con la entrada del ejérci
to
nacional en Barcelona el día 26 de enero.
Descn'Íie esta
rea
lidad desde su
vivencia emocionada: «Anoche
hablaron los
re
presentantes de las Juventudes Antifascistas, partidos comunis
tífs, sociiclistas, CNT,
recomendando la
resistencia, levantarbarri
cadas
... , palabras que caen en el
vacío como gótas heladas
en
un corazón ya muerto. Sin ardor, sin entusiasmo, sin
vibración,
convencido
del fracaso
--
¿Quiénes quieren
que se levanten, si
toda la juventud ha sido
asesitlada o
muerta en
la guerra?
¡ Quién puede levantarse a defender un tem'ble régimen de ti
ranla y de terror bajo la bandera roja y la roja y negra, del odio
a muerte y la
lucha de
clases!».
677
Fundaci\363n Speiro
FRANCISCO DE GOMIS CASAS
Y, añade: «Son las cuatro de la tarde. Vivimos· momentos
felices· y únicos. Momentos de emoci6n sublime. Saltarla de jú
. hilo.
Lloraría de alegría.
La radio de Zaragoza acaba de dar la
noticia de que Barcelona acaba de.set
totalmente rodeada y que
han comenzado
a entrar ... Barcelona liberada del infierno rojo ... »
(op. cit., pág. 317).
Sigue:
« ¡Dios
mío! ¿Es posible que llegue la hora de la
libe
raci6n? "Benedícite Omnia Opera Domini Domino". Cuando
todo
parecía hundido,
Vos habéis resurgido lleno de gloria. Se
ñor, es vuestra gloria la que me interesa, la
única cosa por
la
cual late mi coraz6n. Dios mío, Dios mío,
gracias ¡for haberme
permitido
presenciar tanto entusiasmo, la
alegria de
un pueblo
que resucita. ¡Dios mío! ¡Laud.ate Dominum!».
«A las cinco de la tarde, en medio de una emoci6n indescrip
tible, la Radio Asociaci6n de
Cataluña ha señalado la
entrada
del Ejército Nacional liberador de España en las Ramblas.
Ha
sido algo grande. Al grito de «Arriba España» y « Viva Franco»,
con voz fatigada,
casi sin . aliento,
han anunciado a los cuatro
vientos la conquista de Barcelona.
Las lágrimas
casi
ha venido
a
los ojos. La emoci6n
y el entusiasmo popular que se ha vol
cado a
la calle, ha sido fo~midable. No he podido resistir el jú
bilo, me he vestido de paisano
y he salido a la calle ... L,; gente
en
la oalle
aclal)laba a las tropas y a las columnas motorizadas
que iban
llegandci, y aclamando a Franco y a España, única, li
bre
y grande. Nos abrazamos por la calle. La gente te .paraba
con
felicitaciones
y gritos de júbilo; abrazos, besos, légimas, Dios
mio, ¡qné
admirable! ¡Cataluña
había sufrido
tanto! ¡Ha llegado
la hora de su. liberaci6n ... !
» ... Me he sentido profundame,:te español, y nunca romo hoy·
me
sale del
coraz6n un grito
bien alto de ¡Viva
España! ¡Viva
Cataluña
española! España está destinada a ser una gran fuer
za. Ella será el nuevo· hogar del
cristianismo» ( op. cit., páginas
318-319).
678
Fundaci\363n Speiro
UNA REACCION DE LA IRREDUCTIBLE ESPARA
La causa del mal y su único remedio. Sobre las causas de aquella tragedia
y sus remedios se en
cuentran
esparcidas abundantes
reflexiones a lo largo de este
Diario: «Esa fría religiosidad, seguida de ese indeferentismo que
mata, es el más terrible
fruto que
se recoge después de pasar
unos años en nuestras Facultades»
(Diario de guerra, pág. 98).
Es decir, la desviación de la Universidad en su función doc~te,
su
orgullo anti-teo, es una de las causas más
graves de
las apos
tasía y de los males de las. modernas sociedades.
Por ello, dice,
«sólo a
base de un ejemplo de santidad pue
de
volver el
inundo hacia Cristo»
(op. cit .. , pág. 161). Y añade:
«He aprendido
la necesidad imperiosa de hacer el apostolado de
la bondad, del e¡emplo
puro y cristiano, de la santidad. Ello es
indispensable, pues los hombres,
con. el orgullo de la raz6n, lu
chan
y trabajan frenéticamente . para destruir -desgraciados
al mismo Dios. Y reconozco que no
ha de ser ·con disCUl'Sos que
el
mundo
· ha de salvarse, ni con disquisiciones filosóficas -no
digo que no tenga que haber filósofos-.
S6lo con · el. eiemplo.
Este es una maza poderos/sima que destruye todos los argumen
tos en contra de
nuestra santa Religión.
¡Ojalá que todos los
búenos católicos
hubiesen obrado siempre con un
ejémplo digno
y santo!» (op. cit., pág. 180).
Guando se
considera fríamente
al extremo a que hemos lle
gado de alejamiento de los ideales que
dieron brío
impetuoso
y
victoria· a la España nacional; no se puede sino considerar que
son falsos todos Jos remedios que no. se
hallen cimentados
en
una
· fümísima voluntad
de
reconversión cristiana
de
los indivi'
duos, que opere
internamente
y transforme y sane desde sus raí
ces
individuales las estructuras
cristianas; devolviéndoles
el sen
tido de
la fraternidad y del amor que son la . única fuente vivi,
&:ante
del
orden social.
¡ Cuántas rectas intenciones se han que
dado sólo en palabras!,
y las palabras se las lleva el viento ... ;
o peor aún, pueden causar
escándalo si
no
son. fuente de
vida
verdadera.
679
Fundaci\363n Speiro
FRANCISCO DE GOMIS CASAS
La ,salvación ha de venir de los ,~póstoles y de los santos
más que
de las espadas
.. Estas
sólo son aptas para la defensa,
. peto
no para
1a reconquista espiritual. Ello explicarla, quizás, el
vaticinio de San Juan Bosco que aparece en la introducción ge
neral de
sus memorias editadas por la BAC en 1954. Consulta
a San
Juan Bosco, Pío IX, en 1870, que permanece en
·Roma
ante
la invasión' del Piamonte, siguiendo así su consejo, contra
el parecer mayoritario
de los cardenales que insistían· en su
marcha. También le consultan los
,eyes de
Nápoles
y Sicllia, a
los que dice que
«toda resistencia
setá inútil, pues
Dios les tdeja
· .
del
trono por
su tribieza en defender los
derechos divinos
y la
cai¡sa de las almas»; y, efectivamente, los tronos se perdieron.
Consultan, en fin,
el Conde de Chambord, pretendiente al trono
francés,
y
don Carlos VII pretendiente
al trono
de España;
«1es
aconseja no intente'n_ sus reivindicaciones por las armas, porque
sería inútil derramamiento de sangre; y como ellos le oponen
la fuerza de la opinión,
el apoyo de amigos extranjeros y la firme
voluntad de la
victoria,
les contesta
que todo eso es cietto, pero
que no es esa
la voluntad de Dios» y «les recomienda la santi
ficación por
la sumisión a la voluntacl divina y el ejerocio de
las
buenas obras»
{ op. cit., pág. 9}. El Conde de Chambord si
guió su consejo, y
don Carlos VII ganó muchas batallas, apo
yádo pot un pueblo enfetVorizado, pero ,perdió la guerra. Tal
era el fervor popular por don Carlos VII que, cuenta
Sánohez
Albornoz
que, siendo su abuelo alcalde
de Avila a la muerte
de la reina doña Mercedes, esposa de Alfonso XII, no
encontro
en
dicha capital; sede
tah numerosa de conventos de religiosos,
a sólo
cuatro curas
que quisieran
oficiar y hacér el sermón en los
funetales de la
reina: «todos eran carlistas», dice (Anecdotario
politico, Ed. Planeta, pág. 45).
Si· «esa '-'-1a guerra-'-no
era la .voluntad de Dios», según
San Juan Bosco, y la guerra efectivamente se
petdió, ¿cuál
se
ría entonces esa voluntad sino concentrar la lucha en el
área es
piritual,
oponiendo
al error el ardor de la caridad, el afán de
conquista
espiritual del misionero, que
ha sido la fuente fecun
da
de toda la obra verdaderamente civilizadora
de la Iglesia!
680
Fundaci\363n Speiro
UNA REACCION DE LA IRREDUCTIBLE ESPAl'U
Hubo victoria nacional completa. Los ejércitos nacionales se
nuttieron tnasivamente de un voluntariado
pop~ entusiasta,
mienttas los
rojos se vieron precisados a recurrir a sucesivas
mo
vilizaciones
que alcanzaron basta los cincuenta
años de edad
(Dia
rio de guerra, pág. 299). Pero, al final, conseguida la victoria, la ·
solución no podía ser sino la misionera, impulsada por la cari
dad, por el fuego de un Amor sobrenatural, como el que ani
tnaba al autor de nuestto Diario.
El 10 de octubre de 1938, escribe en el Diario lúcidamente:
«Confío que
una vez acabada la guerra, surgitán pot la gracia
de Dios
los auténticos salvadores de la Patria, los «santos» que,
con su ejemplo, su autoridad,
el. fuego
de su palabra, arrastta
rán a
las multitudes por los caminos de salváci6n. «Es la única
esperanza
de redenci6n en la que creo» ( op. dt., pág. 157).
Por eso, con perfecta consecuencia,
el día de la · liberaci6n
de Barcelona pone fin a su
Diario con esta imprecaci6n · final:
« Virgen María, Madre·
mía, contemplad
la gloria de vuestto
Hijo. Reina de España,
continuad velando
por nuestra Patria.
Reina nuestra, que muy pronto los templos canten vuestras ala
banzas». «Aumentad mi vocad6n, ¡incrementad/a mucho, 1pu
cho!
¡Hacedme un gran ap6stol de Vuestro
Hi;o y de vuestras
grandezas! Dios te salve, María, Madrecita mía, consolad a las
familias ...
» (op. dt., pág. 319).
Dios le concedi6 esa gran vocaci6n. Fue sacerdote y ap6stol.
Gran ap6stol. Vivi6
sólo hasta 1950.,
Su tumba, dentro de la
Iglesia parroquial de Sarriá (Batcelona ), donde ejerci6 su minis
terio, se halla siempre cubierta de llores por el
.fervor populat.
Su
fama de pureza
y santidad crece de día en día. Vivi6 poco
más que
Gatcia Morente,
el gran éonvertido, también sacerdote
..
¡Por
qué, Señor, ese misterio; por qué nos dejan tan pronto esas
personas que son testimonio vivo de Tu caridad, de tu
Amor
por
los hombres
y de Tu gran misericordia! Acaso al leer las pá
ginas de sus vidas, ¿surjan nuevos
ap6stoles que
sean maesttos
en el camino del Amor
y sean reflejo de Tu luz rutilante en esta
hora de confusión ...
?
«España está destinada a constituir una gran fuerza. Ella
681
Fundaci\363n Speiro
FRANCISCO DE GOMIS CASAS
será el nuevo hogar del cristianismo ... », decía en su Diario el
doctor Tarrés (op. cit., págs. 318-319), ¡Que así sea, Sefior!
¡Salva
a .España, y acepta la ofrenda por tu amor de tantos hl
jos tuyos, aunque esa ofrenda haya sido imperfecta y se hayan
cometido muchas
torpezas! ¡Acude
en nuestro auxilio! ¡Ayuda
a nuestra
debilidad! ¡Enséñanos
a. ser generosos y
fraternos con
las miserias espirituales
· y
materiales de
nuestros. compatriotas!
¡Que
una
fe común temple de nuevo el alma colectiva !""'ª
cantar Tu gloria y para servirla! ¡No permitas que se borre el
nombre de nuestra patria, España, de las legiones de tu amor
y del honor! ¡Que el recuerdo de nuestras tragedias sea acicate
de nuestra conversi6n!
No es
cuestión de
líderes. No
hay líderes que puedan traer
el orden y
la esperanza, si .no es por el retomo a los Principios
de que
· dimanan
las verdades
intangibles y
fundamentales en que
se asienta el bien común.
-Hoy hace de l!der cualquier titiritero.
Y los de
mayor fuste,
al
prescindir y
atropellar a los principios,
aparecen
como los
esperpentos
de la desintegración.
Cualquier hombre inteligente que adopte posturas
· de líder
pero
qúe actúe sin tener en cuenta tales Principios, quedará
como un payaso.
·- Sin Principios
verdaderos no hay camioo de
salvación, y sólo es
líder de
verdad
el que sea capaz de afirmar
con
penetración y humildad, y con audacia. esperanzada,
la pre
emioencia de tales Principios.
Cánovas tuvo
gran .talento. Diagnosticó profundamente la
crisis de principios de
la sociedad contemporánea,
pero no pudo
realizar la
restauración de
1a monarquía sobre principios ver
daderos de
integración por
los condicionamientos de Sagasta. A
pesar de su talento, sólo llegó a crear
una· obra muerta. De ahí,
seguramente, que a1 leer un secretario en el Congreso el artícu
lo de la Constitución de la monarquía restaurada que empezaba
así:
«Son. españoles ... » ---Cánovas apostilla amargamente, diri
giéndose al Ministro
de'Estado que
estaba junto a sí-:
« ... los
que no pueden ser otra cosa» (Sánchez Albornoz, Anecdotario po-
Utico, Ed. Planeta, pág. 46 ). · ·
El
sarcasmo de
Cánovas no debía referirse
al
«pueblo espa-
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Fundaci\363n Speiro
UNA REACCION DE LA IRREDUCTIBLE ESPMA
ñol» que, como dijo Napoleón, sabe. reaccionar en defensa de la
identidad
nacional «como
.un hombre de honor».
El sarcasmo
debía aplicarse
a buena parte de ~us clases políticas dirigentes,
superficiales, egoístas,
mendaces, oon un sector muy activo
ene
migo de nuestra fe, · de nuestras trl!(liciones y de nuestra signi
ficación histórica.
El doctor Torres y Bagés, obispo de Vich
y
emioente pensador, a fas oligarquías de los partidos las deno
mina «aristocracias espúreas» ( «aristoctacies bordes»), que sólo
se
afanan en «pescar» y en esquilmar al pueblo y le «sorben la
sangre»
( «li xuclen el suc
vital») (Torres y Bagés, La tradici6
catalana, Ed. Ibérica, 1913, pág. 113).
Cambó dice que cuando
se iniciaron las actividades políticas
de
la Liga Regionalista, «los partidos turnantes eran ya _'una
btrria. No tenían ni ·programa, ni caudillos rú masas. Eran sin
dicatos de
concupiscencias para el disfrute. del poder. Nunca
nosotros llegamos a decir lo que dijo Maura de todo ello» (Fran
cisco Cambó,
Meditaci6ns, Ed. Alfha, pág. 296 ). «En las gran
des ciudades -dice en otro lugar:-especialmente desde la ins
talación del
sufragio universal que se prostituyó desde el primer
/Jla, · no
partidpaban las personas decentes»
(Francisco Cambó,
Memorias, Ed. Alpa, pág. 177).
Maura
y Cambó realizaron el derribo de tan estéril tramoya.
Y España,
una vez
más, se
encontró debatiéndose
en una lucha
a muerte por los Principios, que el cardenal Gomá
calific6 como
«plebisdto de sangre»,· y cuya significación y «mandato» que
dará perpetuamente unido· a su
memoria, bajo
el lema_ de aque
llos millares de esquelas que
les recordaban
en el momento
de
su muerte:
¡¡¡POR DIOS Y POR ESPA'L'ilA!!!
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