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Número 305-306

Serie XXXI

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Francis Fukuyama: El fin de la historia y el último hombre

INFORMACION BlBLIOGR4FJC,A
se publicó en el número 301-302 de Verbo: «Tendencias hacia
la desconstrucción de la ciudad contemporánea», En tercer
tér­
mino, el metafísico chileno Juan Antonio Widow, quien afronta
la cuestión «Vida, Filosofía, Libertad y Trascendencia». También
amigos son el· escritor argentino Alberto Boixadós
-de algunos
de cuyos
libros hemos publicado reseñas, especialmente del cono­
cido Arte y subversión-, el filósofo mexicano Agustín Basave
Fernández del Valle y la profesora argentina de origen croata
María Liliana Lukac de Stier. Pero el resto de los textos no les
ceden en interés. Indudablemente que nadie suscribiría indiscri­
minadamente todas las
afirmatjones . aquí . y allá esparcidas en el
libro, pero no menos
duda. ofrece que, para la linea. de formación
cívica y
acción cultural según el derecho natural y cristiano que
seguimos,.
sóld puede. ser en extremo favorable y cordial la acogi­
da de este libro.
Se comprenderá, por lo demás, · que debamos abstenernos de
referirnos pormenorizadamente a cada
una de las intervenciones.
La diversidad temática
y la misma pluralidad de enfoques lo ha­
cen inviable. Por eso, quien. decida afrontar por sí mismo su lec-
tura nd ha de sentirse en. absoluto defraudado. · · · ·
' MÍGUEL AYUSO.
· Fukuyama, Francis: EL FIN DE LA HISTORIA
Y EL ULTIMO HOMBRE (*)
l>rólogo par¡¡ liberales y , progresistas.
' '
'L. T. HobhouS!' en la «Dedicatoria» de su T eoria Metaflsica
del Estado que dirige a su hijo, teniente de la RAF en 1917, es­
crita durante un bombardeo de Londres, le cuenta como interrum­
pió su lectura
de Hegel: «cuando volví a mi Hegel, mi primera
reacción fue de
autocrí!Lca ... Con .el bombardeo de Londres ha­
bía sido. testigo, precisamente, de la visible y tangible consecuen~
cia de una doctrina falsa e inicua cuyos fundamentos yacen, según
creo, en e[ libro que tenía ante mí (la Fenomenología del Bspíri~
tu, !,... S.). Combatir esa doctrina eficazmente equivale a participar
en la lucha». Setenta
afies después, un filósofo americano, Allan
Blc;,om ----«El cierre de la mente. moderna>>"-dirá que «cuando
los americanos hablamos seriamente
de polltica, estamos diciendo
(*) Planeta, 1992.
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INFORMACION BIBLIOGRAFICA
que nuestros principios de libertad e igualdad ... son racionales
y aplicables a todas partes . . .
·Pero la filosofía alemana posterior
a Hegel proyectó una duda sobre ellos y
no podemos olvidar la
relación que existió en Alemania entre
· política y pensamiento»
(pág. 157).
Bastan estas dos citas para mostrar el poco aprecio de la
dia­
léctiva hegeliana, culmen de las filosofías postcartesianas, en el
discuxso. anglosajón: el pragmatismo y empirismo de éstos, más
que filosofía, pretende recetas
de· comportamiento a corto plazo,
no algo supra espacial e intemporal. Por eso, los problemas que
se plantean
en «el cierte de la mente moderna» (Bloom) o en la
«teoría metafísica del Estado» (Hobhouse) no pueden tener
so­
lución con tan pobres premisas intelectuales: esto se ve clara­
mente en
el «paréntesis» japonés.
· El "paréntesis japonés".
En 1960, afio en que D. Bell publica El fin de la ideologia
contra el criptomarxismo de La élite del poder de C. W. Wills,
Shigeto Tsuru, que fue
Viceministro en el Gabinete de Katayama
( 1947),
dirige y publica un simposio titulado «¿A dónde va el
capitalismo?»
cuyd tema era: «¿cuál es el futuro del capitalis­
mo?
... (pues), una economía capitalista como la de Estados Uni­
dos
deberá encontrarse en el futuro en la situación recurrente de
conflict0 entre el interés nacional del pleno empleo y los principios
fundamentales de la economía del lucro, es indudable
que la pre­
gunta si ha habido o no un cambio en el capitalismo se transfor­
mará en la
pregunta de cómo puede cambiarse el capitalismo . , . , y,
en realidad, el problema de la estrategia del paso al socfalismo»
(pág. 165). . . .
El momento de la apertura del «paréntesis» era, justamente,
cuandd la «tentación irracionalista» (F. de la Mora) dominaba
la cultura occidental, encandilada
por el foco de atracción del mar­
xismo, y que cerraba los ojos a toda la evidencia· que mostraba
el modelo del «socialismo real» soviético. Treinta años después,
Fukuyama cierra el «paréntesis japonés» al hundirse la «praxis»
-tan amada en el discurso marxista-de la ¡,reteridida superio­
ridad teórica del «mercado centralizado», que ha sumido en la
miseria a los pueblos donde
ha dominado el «socialismo real»,
frente á la «anarquía» del mercado libre que, por ende, preserva
la libertad de las personas donde rigen sus normas: «la «astucia
de la
razón» que señala Hegel en sus Lecciones de Filoso/la de
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INFORMACION BIBLIOGRAFIC:A.
la Historia Universal, ha barrido los sueños idealistas y volunta­
ristas. de quienes
pretendieron una nueva «creación» del hombre,
hecho-por-sí-mismo, en un nuevo paraíso
en la tierra.
¿Qué nos espera? Esto
es lo que aborda Fukuyama en el
cierre del «paréntesis japonés», con una óptica diametralmente
opuesta a la de su apertura, desde una dialéctica de la Historia
que aunque
se intente ocultar es el nervio del discurso progresista
actual que ha decretado «la muerte de Dios» o, por lo menos,
prohíbe
a Diós• ruecdonar al hombre sobre el orden social y po­
lítico.
"Larga caravana" hacia el mundo al que vamos.
En el verano de 1989, el autor, «nisei» norteamericano, Doc­
tor en Filosofía por Harvard, empleado en el Departamento de
Estado USA, publicó en The National Interest un articulo titu­
lado «¿El fin de la Historia?» con ocasión del hundimiento de
los regímenes de «socialismo real». A la polémica levantada res­
pondió con otro articulo: --«Réplica· a mis críticos»-y ahora
con
el libro que nos ocupa.
La obra se inscribe en
el ciclo de el «fin» -D. Bell-o el
«ocaso»
-F. de la Mora-de las ideologías, pero las transciende,
pues tiene una carga de filosofía social y de
la· Historia que va
más allá del discurso político o socio-económico, estando conside­
rablemente
documentada y lógicamente argumentada, sin los re­
duccionismos usuales en estos temas: se esté --o no-de acuerdo
con su tesis cenrral, el prdceso histórico unificador del pensa­
miento humano por la
· tecnología . y el primado ideológico de la
democracia liberal . que ha desechado los. anteriores a prioris re­
ligiosos, patrióticos o ideológicos -fascismos y comunismo-, es
evidente la finura y complejidad de sus análisis del mundo ac­
tual, producto del triunfo del racionalismd liberal sobre los mo­
delos políticos antes habidos. Es de agradecer el tratamiento que
hace de tan
importante tema en médlo de la frívola simplifica­
ción usual pues,· cuando menos, sitve
para hace pensar al lector.
El «fin
. de la Historia» para Hegel llegará cuando se supere
toda la tensión dialéctica presente en el desarrollo del discurso
humano.
·Ahora, hundida en sus propias contradicciones la ideolo­
gía marxista, sólo queda como realidad la idedlogía democrática­
liberal,
ya imperante o en camino de establecerse. Es a ésta a la
que hay que
prestar atención. Fukuyama intenta uoa crítica de lo
que
·hoy tenemos y una prospección del futuro previsible. «No
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INFORMACION BIBLIOGRAFICA
puede extrañar que sus tesis disgusten a los marxistas y, en ge­
neral, a los enemigos de la democracia ilberal. Tampoco gustaron
a quienes, probablemente sin leerlo, interpretaron
que.no iba a
suceder nada»
(ABC Cultural). Y, añadimos aquí, menos ha gus­
tado a los que acríticamente
no aceptan otra posibilidad de con­
vivencia humana que tal democracia, pues aunque Fukuyama la
acepta como inevitable, en su
análisis muestra su roste humano
y el
límite de compatibilidad que tiene en relación con la natu·
raleza del hombre.
Es intento
del autor elevar. el rastrero planteamiento pragmá­
tico de las primitivas raíces del discurso democrático anglosaj6n
-Locke, Hobbes, los federalistas americanos, etc.-que reduce
al
hombre a mero deseo de interés y comodidad existencial. Fu­
kuyama intenta
«injertar» este discurso en el intelectualmente
m~ elevado pensamiento filosófico alemán -Kant, Hegel, Niets­
zche--, Así, el mero afán utilitario es sustituido por el autor por
el «thymos» platónico, el orgullo del. propio valer y la humana
necesidad de «reconocimiento»
por los demás, el ser alguien, que
Hegel expone en
la conocida dialéctica del amo y· el esclavo.
Para Fukuyama la
superaci6n está en la democracia liberal en la,
que ya
no existe el esclavo, pues todos son señores-de-sí-mismos.
Pero el «todos»
reclama un igualitarismo econ6mico -hoy al­
canzable por la técnica-, social, político, es decir, un marco cul­
tural único y pluralista regido únicamente por la raz6n y en el
que dejar de
·ver el valor de la tolerancia como simple medio para
alcanzar·
un fin y considerarld como la virtud definidora de la
democracia liberal»
(pág. 294), pues, superadas las anteriores eta­
pas, «como con el nacionalismo,
no hay conflicto inherente entre
la religi6n y la democracia liberal, a menos que se llegue a un
punto en que la
religión deje de ser tolerante e igualitaria» (pág.
295).
En el marco de la absoluta inmanencia humana la última
apelaci6n es
la «raz6n», no la «fe» y a estd se llega . tanto desde
el empirismo pragmático cuanto desde el idealismo crítico (Kant)
o
dialéctico (Hegel), por lo que es posible el «injerto» de ambos
modos de filosofar,
el racionalismd alémán y el pragmatismo an­
glosajón. De uno u otro modo, «para que funcione, los ciudada­
nos de los estados democráticos,
han de olvidar las razones ins­
trumentales de sus valores tradicionales»
(pág. 293 ).
Tras describir el iter hist6rico y el actual momento cultural y
político,
en la dos últimas partes de .la obra -las. más conflicti­
vas--pasa a su análisis y juicio crítico, ·a ver si bastan el «thy­
mos»,
el deseo utilitario y la raz6n para explicar la realidad hu­
mana. Su crítica tiene· dos moméntos:
a) ver si es alcanzable la
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INFORMACION BIBLIOGRAFICA.
«isothymia», el igual reconocimiento de todos o si, por el contra­
rio, hay
límit<:0s insnperables al igualitarismo; b) ver si es posible
a
la sociedad funcionar permanentemente en situación de «isothy­
mia»
o, por el contrario, si la «megalothymia» o superioridad en
el
reconocimiento· social es imprescindible· para el funcionamiento
social.humano.
Hay que considerar que «las formas irracionales
del thymos ---'religión,· nacionalismo, orgullo profesional-con­
tinúan influyendo en la conducta económica» (pág. 319), por lo
que el igualitarismo políticd y social no es
suficiente en una ge­
neralización absoluta y hay que contar con los organismos socia­
les intermedios, pues «eL propio thymosse relaciona no con un yo
individual
... i sino con la familia y Otros grupos a cuya reputa­
ción.
se da preferencia» (pág. :326). Por ello, «el triunfo del más
frío de los monstruos fríos ha sido incompleto» (pág. 332): el
Estado «literalmente universal y· homogéneo» no es un hogar có­
modo para el hombre. Y, mientras haya Estados particulares, las
tensiones entre ellos reclaman
cierta dosis de realismo político por
encima· de
afinidades ideológicas: no se puede eludir la realidad
humana
del mal, que tomará una y · otra forma en todo modelo
social o político.
· ·
La última parte la dedica al estudio de «el último hombre»
-préstamo que toma de Nietszche--, producto final del «reino de
la libertad» democrática una vez se instaure una paz universal
resultado
de la sociedad racional y democrática de ideología libe­
ral. Este será, justamente, el «experimentum crucis» de la tesis
de Fulmyama. Ahí aparecen las contradicciOnes insalvables que
se
dan entre el modelo «teórico» y la «realidad» humana: «Con­
cedamos,
por el momento, que la democracia liberal ha vencido ...
¿podrá sostenerse a sí misma indefinidamente o algún día · se de­
rrlmi.bará a , causa de alguna especie de podredumbre interna?»
(pág.'
388). Para contestar esto «necesitamos una medida trans­
histórica
con que medir la sociedad democrática, un concepto del
hombre-como-hombre» (lb.). Y como este'hombre es insaciable,
tanto su deseo;
su «thymos», cuanto la misma naturaleza de las
cosas establece una dialéctica de
la desigualdad, de modo que «la
productividad
de una economía moderna no puede conseguirse
sin: una división del trabajo y sin crear ganadores y perdedores»
(pág. 390).
Pára estos, los perdedores; nó hay ninguna justifica­
ción del orden social, pues «si bien
el capitalismo puede crear
énórmes masas de riqueza, seguirá siendo incapaz de satisfaéer el
deseo de igual
·reconocimiento o· isothymiá» (pág. 393), por lo
que
'«no hay garantía de que la gente continúe aceptando la exis­
tencia de formas naturales o residuales de desigualdad» (pág. 395).
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INFORMACION .-BIBLIOGRAFICA.
El problema es grave: «La íncoherencia de nuestro actual dis·
curso sóbre la ,naturaleza de . los · dered,os .humanos , surge de · una
crisis filooófica más honda, reforente ·• la posibilidad de .compren·
sión racional
del· ser humano ..• Si una creencia de esta compren­
sión es en principio imposible, entonces será, inútil cualquier in,
tento de , definir derechos o de impedir la creación de derechos
nuevos
y . posiblemente espúreos ... ·Consideremos la superuniver,
salización de los derechos, en que se pierde la 'distinción entre lo
humano
y lo no humano .. . La filosofía politica clásica sostenía
que el hombre posee una dignidad entre las bestias y los dioses , ..
Hoy todo el mundo habla de la dignidad humana, pero no hay
consenso
acerca de porqué el hombre la posee (pág. 398) .. , El
hombre moderno ve · que · existe una · continuidad . desde el lodo
viviente, ·qUe decía Nietszche, hasta llegar a él mismo; ,es diferen·
te
procede · . , . Ha quedado reducido a un· niito que se · autofelici·
ta
... La pasión igualitaria que niega Ja,.existencia de diferenciru,
significativas
entre . los humanos, puede extenderse a la negación
de diferencias significativas
entre el, hombre y los animales {pág.
399) .• ; La extensión del principió de igualdad para aplicarlo ·no
sólo
a los seres humanos, sino también a toda la creación no ·hu·
mana, puede parecernos extravagante, pero está implicita en nues'
tro modo de pensar .

. .
El concepto liberal de una humanidad
igual
y universal con una dignidad humana específica puede ata·
carse desde arriba
y desde abajo (pág. 400)' ,;; El callejón sin
salida intelectual en que nos
ha metido el relativismo moderno
no· nos permite responder definitivamente a ninguno de esos ata·
ques»' (pág. 401).
En esas circunstancias, «el problema con el actual movimien,
to de amor propio es que sus miembros, viviendo en una sociedad
democrática e igualitaria, raramente están dispuestos a decidir qué
es
lo que ha de ·estimarse» (pág. 405), c¡ué sea.·bueno y qué séa
malo, pue·s «para quienes vivan en sociedades democráticas se
hace
difícil tomar en· serio en la vida. pública las cuestiones de
verdadero contenido moral. La ,moral
entrafia. preguntas· sobre lo
mejor y lo peor, lo· bueno :.y, lo malo y esto parece violentar. el
principio democrático de tolerancia ..
, El último hombre se pre­
ocupa, porencinia de, todo, por su salud y seguridad personales,
pues esto no se
presta'ª controversias» (pág. 409 ):. la fórmula de
la «libertad negativa»
·que 'dijo Hegel, ,de «libertad hasta donde
llega
1a libertad ,de los demás»,. pero sin definir esos limites; ·lo
que produce so-n odios existenciales inextinguibles en la· práctica.
Ocurre porque «la educación moderna
·. . . estimula cierta tenden·
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INFORMACION BIBLIOGRAFJCA
cia al relativismo ... : el último hombre, al final de la Historia,
sabe que es mejor no arriesgar su vida por una causa, porque sabe
que la Historia está llena de fútiles cambios sin sentido» (pág.
410): los «últimos hombres» son, en palabras de Nietszche, «hom­
bres sin .pecho», sin corazón, pues, ,«al coincidir en sus objetivos,
los hombres no tendrán grandes
causas porque luchar . . • volve­
rán a ser animales, como lo eran antes del sangriento combate con
que
comenzó la Historia» (pág. 415).
Al final, Fukuyama, no llega a
ninguna conclusi6n, la deja al
lector,
solo en el gran viaje de la humanidad que es la Historia:
«El an.Uisis final y con tal que las carretas· lleguen a la misma
ciudad en su mayor parte, tampoco podemos saber aún si sus
ocupantes, después de echar una ojeada al nuevo paisaje no lo en­
contrarán a su gusto y posarán la mirada en otro nuevo. y más
distante». Son las últimas palabras del libro que recuerdan el
final de la
Fenomenolagla del Emiritu de .G. W. F. Hegel: «La
Historia concebida,
forma el reinado y el calvario del Espíritu
Absoluto y la certeza
de su trono, sin el cual el Espíritu Absoluto
sería la soledad sin vida ; . solamente del cáliz de este reino de los
espíritus rebosa para
él la infinitud». Kaufmann, comentando esto,
que califica de «viernes
santo especulativo» de la dialéctica hege­
liana, señala que a éste «no le sigue resurrecci6n alguna».
Epílogo para católicos.
La filosofía de la Historia de Fukuyama se mueve exclusiva­
mente en lo que Heidegger llama «mundo a
la mano» donde,
precisamente, se da el «olvido del ser» y, por ende, la misma
po­
sibilidad de un orden-del-ser que concilie las contrapuestas gra­
máticas 16gicas de los variados discursos con que se tiene que
abordar la compleja problemática humana personal y social. Ello
le ha llevado a ceñirse exclusivamente a
la inmanencia racionalista
y
empirista del mundo desacralizado actual. El tema religioso
lo toca· muy de pasada. No deja de sorprender que su indudable
cultura
. filos6fica pase por alto el desarrollo escolástico que fue
el crisol de la Civilizaci6n Occidental. Como no puede atribuirse
a ignorancia hay que pensar que fo elude conscientemente y que
deja al lector el desarrollo de este discurso tras el cierre que
echa
a la filosofía moderna. Y tal. vez esto es lo que quiere indicar
cuandd habla finalmente de otro «mundo nuevo
y más distante>
al no encontrar a su gusto el construido por la inmanencia filo­
sófica de los últimos tres siglos.
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INFORMACION BIBLIOGRAFICA
Un precursor, P. J. Proudhon, en el Prólogo de la Filoso/fa
de la miseria no duda en decir que «cuando para explicar la mar­
cha de las cosas humanas supongo, con todas las reservas imagi­
nables, la intervención de Dios, estoy seguro de sublevar la gra­
vedad científka y aun ofender los oídos severos ... Estudiando en
el silencio
de mi corazón y lejos de toda consideración humana,
el misterio de las revoluciones sociales,
ha venido Dios, el Gran
Desconocido, a ser para
mi una hipótesis, es decir, un instrumen­
to dialéctico necesario». En
otras palabras: el «thymos» o afán
de superación del corazón humano de los «hombres con
pecho»,
sólo se satisfará con Dios: «Nos hiciste Señor para Ti ;

y no
des­
canserames hasta que no descansemos en Ti» (Confesiones 1, 1)
dijo San Agustín.
Con esta superior perspectiva, aun concediendo con Fukuya­
ma que se lleguen a superar las inmediatas contradicciones socio­
políticas con el discurso liberal democrático, la próxima fase de
la Historia traerá el irreductible enfrentamiento dialéctico
·· entre
los que no creen en otro horizonte humano que el inmanente
al
hombre -guiado por una «moral débil» (Váttimo }-y los que
ven el desarrollo histórico como
un enfrentamiento del «bien» y
del «mal» regido por el Plan Transcendente de Dios. Esta será
una lucha sin cuartel,
sin posibles mediaciones consensuadas, por
haber hombres con valores transcendentes, superiores a
la propia
vida, por los que luchar y sacrificarse. Así, la sacralización del
«thymos» ennoblece cualquier tarea humana: en el «Gran Teatro
del Mundo», con
Dios como único y supremo Espectador, lo
importante no es representar el papel de «amo» o de «esclavo»,
de
Rey · o de Mendigo, sino representarlo bien.
Pero, mientras dure el mundo histórico, existencial, «se levan­
tará nación contra nación y reino contra reino . . . pero todo esto
sólo es
el comienzo de los dolores» (Mt. 24, 7-8) y no sólo por
motivos humanos: «¿Pensáis que he venido
a traer la paz a la
tierra? Os digo que no, sino la disensión. Porque en adelante
estarán en una casa cinco divididos, tres contra dos
y dos contra
tres»
(Luc. 12, 51:52). Pero el relato de esta historia, de esta filo­
sofía social, está contenido en un «best seller,. de hace veinte si­
glos: el «Apocalipsis» del Apóstol San Juan.
ANTONIO SEGURA FERNS.
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