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Número 385-386

Serie XXXIX

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Evangelización, cultura y sociedad

EVANGELIZACIÓN, CULTURA
Y SOCIEDAD
El mensaje social del Evangelio y de los Santos
de la Iglesia.
tPara realizar un discernimiento cristiano verdaderamente fecundo
"sobre los problemas de la sociedad, es necesario, en primer lugar, diri­
"gtr la mirada hacia el Evangelio y, por tanto, hada la actitud misma de
7esús; Cristo es el modelo de todo comportamiento humano. ~¡ mensé1Je
"social del Evangelio no debe considerarse una leorfa, sino, por encima
"de todo, un fundamento y un estímulo par la acción:1. {Centesimus
"annus, 57}. El Señor nos revela la verdad sobre el hombre y nos invita a
"estar atentos a
cada persona, sobre tocio a las más débiles y frágiles de
"nuestra sociedad. La Escritura y los Padres de la Iglesia invitan incesan­
"temente a los hombres a entablar reladones de caridad, fraternidad,
"solidaridad y justicia {cfr. Filemón, 16-17; Didaché; Carta a Bemabé;
"San Justino, Diálogos 11, 2). La vida de las primeras comunidades cris­
"tianas
y del periodo patrístico también es '!iemplar. Con este espíritu,
"convendría sin duda referirse a autores como San Ambrosio y San Juan
"Crisóstomo, que supieron poner de relieve las consecuencias sociales de
'1as exi.gencias evangélicas y responder a las diversas situadones nuevas
"que los cristianos debían afrontar entonces. Ya desde los primeros siglos,
"los cristianos se comprometieron en la vida social para responder a las
"necesidades
que surgían en su tiempo,.
JUAN PABLO II: Mensaje a los participantes en la LXXIV
Semana social de Francia celebrada en París del 25 al 28
de noviembre. L 'Osservatore Romano, edición semanal en
lengua española, año XXXI, núm. 52 (1617), 24 de diciem­
bre de 1999.
Verbo, núm. 385-386 (2000), 363-366. 363
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Evangelizar es también el encuentro con la cultura
de cada época.
"hombres de la cultura
y la ciencia, Esta es, asimismo, una de las Jmpor­
"tantes tareas evangelizadoras de la Iglesia, "encuentro con la cultura de
cada época,. (cfr. Cruzando el umbral de la
ésperanza, Plaza & Janés, 1 994, pág. 121). La buena nueva de Cristo,
"llevada al mundo, transforma su menta.Jidad, combatiendo en cierto
"sentido por el alma de este mundo. El Evangelio purifica, ennoblece y
"hace crecer hasta su plenimd las semíllas de bien y de verdad que se
"encuentran en él. Más aún, el Evangelio inspira a la cultura y procura
"encarnarse en ella. Así ha sucedido
ya desde el comienzo de la evange­
"lización, y así debe segult siendo, porque la huella que el Evangelio d,¡ja
"en la cultura es signo de una vitalidad que no conoce ocaso y de una
"fuerza capaz de conmover el corazón y la mente de todas las genera­
"
don~.
JUAN PABLO 11: Visita ªAd Limina". Discurso del Papa al
tercer grupo de obispos polacos, sábado 14 de febrero.
L 'Osservatore Romano, edición semanal en lengua españo­
la, año XXX, núm. 10 (1523), 6 de marzo ~ 1998.
Evangelizar la cultura.
dos hombres de denda, los ambientes dentfficos, universitarios, los
"literatos y los ambientes de creatividad cultural, al tener la experiencia
"de una trascendencia especffica de la verdad, de la belleza y del bien,
"se convierten en servidores naturales del misterio de Dios, que se les
"revela y al que deben ser fieles. Por esta exigencia de fidelidad, cada
"uno de ellos, como estudioso o artista, dndependientemente de sus con­
"vicciones personales, está llamado (. . .) a cwnplir una función de con­
" ciencia critica respecto a todo Jo que constituye un peligro para la hu­
"manidad o la disminuye, (Discurso con ocasión del VI centenario de la
Tacultad de teología de la Universidad Jaguellónica, 8 de junio de 199 7,
"núm. 5: L'Osservatore Romano, edición en lengua española, 27 de
'Junio de 1997, pág. 16). De ese modo, "se puede esperar de los hombres de ciencia y de cultura, se armoniza
"con el servicio que la Iglesia presta a la conciencia de los hombres. De
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"aquí se deduce que el diálogo de la Iglesia con los hombres de ciencia y
"los agentes de la cultura no es tanto. una exigenda del momento, cuan­
"to la expresión de una alianza especifica en favor el hombre, en nom­
"bre de la verdad, la bellezE y el bien, sin los cuales sobre la vida humana
"se cierne la amenaza del vacío y la falta de sentido. La res¡xmsabilidad
"de quienes representan la ciencia y la cultura es enorme, dado que
"'!}ercen una gran influencia en la opinión pública. En efeclD, de ellos
"depende
en gran parte que la ciencia sirva a la cultura del hombre y a
"su desarrollo, o que se vuelva contra el hombre y su dignidad o, inclu­
"so, contra su existencia. La Iglesia y la cultura se necesitan muiuamen­
"te, y deben colaborar para el bien de la conciencia de los polacos actua­
"Jes y de los futuros. Durante mi tercera pereginación a la patria, en
"1987, en el encuentro del 13 de junio, en la iglesia de la Santa Cruz de
"Varsovia, con las representantes de las ambientes creativos, dije que los
''hombres de la cultura· "han redescubierto, en una medida antes desco­
"nocida, el vinculo con la Iglesia"•.
JuAN PABLO 11: Visita "Ad LiIIllna". Discurso del Papa al
tercer grupo de obispos polacos, sábado 14 de febrero.
L 'Osservatore Romano, edición semanal en lengua españo­
la, año XXX, m1m. 10 (1523), 6 de marzo de 1998.
Se ha de devolver a la cultura la convicción de que los seres huma­
nos pueden comprender la verdad de las cosas y que al hacer­
lo pueden conocer sus deberes para con Dios, para consigo
mismo
y para con el prójimo.
"Estados Unidos, y la mayor contribución que puede dar, si es auténti­
"camente católica, a la cultura norteamericana, consiste en
devolver a
1a cultura la convicción de que los seres humanos pueden comprender
la verdad de las cosas y, al hacerlo, pueden conocer sus deberes para
"con Dios, para consigo mismo y para con su prójimo. Al akontar este
"desafio,
el educador católico tendrá presentes las palabras de Cristo:
",,Si os mantenéis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos,
)' conoceréis la verdad y la verdad os hará libres, ()n. 8, 31-32}. El
"mundo contemporáneo tiene urgente necesidad del servicio de inslitu­
"ciones educativas que apoyen y enseñen la verdad "valor fundamental
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"sin el cual desaparecen la libertad, la justida y la dignidad del hombre,
"(Ex corde Ecclesiae, 4).
,Educar en la verdad, en la libertad auténtica y en el amor evangé-
1ico
constituye la esenda de la misión de la Iglesia. En un clima cultu­
"ral el1 el que a menudo se considera que las normas morales son cues­
"tí.ones de preferenda personal, las escuelas católicas desempeñan un
"papel vital en la guta de las generadones más jóvenes, para que com­
"prendan que la libertad consiste sobre todo en ser capaces de responder
"a las exigencias de la verdad (cfr. Veritatis splendor, 84),.
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JUAN PABLO 11: Visita ªAd Limina". Discurso al sexto
grupo de obispos de F.stados Unidos, sábado 30 de mayo.
L 'Osservatore Romano, edición semanal en lengua españo­
la, año XXX, núm. 25 (1538), 19 de junio de 1998.
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