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Número 385-386

Serie XXXIX

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Las XI Jornadas de la Unidad Católica de los Seglares Católicos Españoles

CRÓNICAS
la figura ejemplar, patrono de. los "Caballeros de la Ciudad
Católica".
Y
no puedo terminar sin deyar de copiar un párrafo de ese
libro de mi adolescencia, que estos días he releído, para que nos
siiva de meditación y estimulo, y cuando nos preguntemos por la
razón de nuestra acción contestemos como el entonces
niño a su
madre:
• .. .pienso que Cristo está dentro de mi, y cierro los ojos
para decir que
Él es mi rey y yo queremos ser su caballero. Quiero
sufrir trabajos por él en tierra
de infieles y que su Madre la
Gloriosa, es la mía Señora".
LAS XI JORNADAS DE LA UNIDAD CATÓLICA
DE LOS SEGLARES CATÓLICOS ESPAÑOLES
Se han celebrado en Zaragoza, los días 28, 29 y 30 de abril
de 2000. Están promovidas
y alimentadas por las Uniones Segla­
res
de toda España, y en especial por la de Navarra, aglutinada
por el M. l. Sr. don José Ignacio Dallo en tomo a la revista
Siempre P'Alante, que hace unos meses ha editado su número
cuatrocientos. Haber alcanzado estas Jornadas su edición undéci­
_ma invita a situar antes de su crónica estricta un breve comenta­
rio sobre el conjunto de las mismas.
En esta nación nuestra
de talante emocional e inestable, es
frecuente que algunos movimientos tengan cursos intermitentes,
como el Guadiana, con épocas de desaparición alternando con
otras
de desbordamiento. Ahora, este movimiento de reconquis­
ta de la Unidad Católica de España, que jalonan estas Jornadas,
está
en fase de exaltación.
Nació
en el Monasterio de La Oliva, en Navarra, el día de
Santiago de
1964. All! estaba un grupo de jefes de requetés, pre­
ocupados
por las amenazas que en el Concilio en curso se cer­
nían sobre la unidad católica
de España (1). Como remedio, pen-
(1) Entendiendo por tal una situación juñdica en la que coinciden la confe­
sionalidad católica del Estado y una interpretación restrictiva de la libertad para
las religiones falsas a tenor
de la redacción primitiva del artículo 6.º del Fuero de
los Españoles, durante tantos años bendecida por la Iglesia.
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saban en una Orden Militar apoyada en el Císter, como las de
Alcántara, Calatrava y otras.
Al fin, concretaron su anhelo y com­
promiso
en un juramento de defender la unidad católica, que
hlcieron solemnemente
en la iglesia del monasterio ante toda la
comunidad cisterciense (2). Después ... los vientos progresistas
triunfantes
en el Concilio a favor de la libertad religiosa lo arra­
saron todo; incluso
un repunte que sucedió en Madrid poco des­
pués de la muerte de Franco.
Al final de los años ochenta la descristianización de Espafta
se había hecho evidente y ya indisimulable. Había nacido en
Pamplona la revista Siempre P'Alante, y su fundador y director, el
padre Dallo, reunía y animaba a unos seglares que sabían lo
que
querian: salvar la religiosidad del pueblo español. Organiza
entonces estas Jornadas
que ya tienen tres señales de identidad,
a saber:
l.' La renovación del Juramento de defender la Unidad
Católica de España (3);
2.' Tenninar siempre con unas "Conclu­
siones" concretas, claras y comprometedoras;
3.' Contraponer al
planteamiento liberal sedicente católico,
de librar solamente bata­
llitas sueltas y aisladas
en el marco de un Estado laico, el tracli­
cionalista de presentarlas como partes de un todo, que es la con­
fesionalidad católica del Estado tradicional español.
En abril de 1999 la despenalización total del aborto se detu­
vo en las Cortes por un solo voto. Fue un gran aldabonazo más
en las conciencias católicas. Alguien susurró la famosa consig­
na pragmatista de Maurras, "Politique d'abord", y se reflotó el
interés porque los católicos sirvan a la Iglesia más en la políti­
ca. Este
es un género distinto de las múltiples actividades de los
intelectuales católicos,
que en seguida muestra varias especies:
una, peligrosamente teñida de liberalismo, organizó un con-
(2) Puede verse en MANuEL DE SANrA CRUZ, Apuntes y Documentos para la his­
toria del tradídonalismo español, 1939-1966, tomo 26 (1964), págs. 9 y sigs.
(3) La fórmula actual es: "En la presencia de la infinita majestad de Dios
Nuestro Señor,
de la Santísima V1f8en, Patrona de España, de Santiago Apóstol,
también su Patrono,
de todos los Santos Padres del III Concilio Tóledano, y de
todos los Santos Mártires de las Españas, JURO defender la doctrina de la UNIDAD
CATóuCA DE F.sP~A. y trabajar con todas mis fuerzas para su reconquista y restau­
ración con nuestra Patria".
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greso en octubre de 1999, desvaído, heterogéneo y sin conclu­
siones. A otra especie
pertenecen las Jornadas que vamos a
reseñar, que, evitando toda confrontación,
ha sido, sin embargo,
al decir de
uno de sus ponentes ( 4), una réplica al congreso de
octubre de
1999, por su carácter antiliberal y comprometido.
Vamos, pues, con la crónica de estas
XI Jornadas recientes.
Mucho entusiasmo, como siempre, y más asistentes, más hom­
bres, y más jóvenes. Con términos tautinos, diremos
que abrió
don Gil° de la Pisa Antolin, veterano de cien guerras, con una
referencia, con timbres de arenga, titulada "Los católicos en la
vida pública
no pactaremos con el liberalismo". Título bien
expresivo de la especie
de estas Jornadas. El liberalismo es el
problema, el centro de la batalla, el Enemigo, y más aún ahora
que el comunismo ya no cuenta con el apoyo de Rusia. Al fmal
recitó una larga letanía de textos pontificios antiliberales y exhor­
tó a todos a que les
den un repasito. No otra cosa que el estudio
de documentos religioso-políticos
ha sido el designio de los
Amigos de la Ciudad Católica, y su editorial Speiro ofrece casi
todos los documentos citados.
El enunciado de esta conferencia
de apertura pasó a las "Conclusiones", fue la tercera, remachan­
do que "el liberalismo es pecado", y que no dejaremos que caiga
en desuso el término "confesionalidad católica del Estado".
La conclusión primera fue de homenaje a la revista Siempre
P'Aiante
por su número cuatrocientos, a su director, M. l. Sr. don
José Ignacio Dallo y a su secretaria, srta. Pilar Dfaz Knórr, a los
colaboradores, suscriptores y mecenas. A propósito de los mece­
nas se habló mucho
en los pasillos de lo caro que sale la inter­
vención de los católicos
en la vida pública y de que es necesario
y urgente cambiar la mentalidad limosnera de los católicos,
en
sentido de dar más cauce a ese objetivo aun a costa de una parte
de la caridad material hacia el Tercer Mundo.
La conclusión segunda fue de adhesión al Glorioso Alzamiento
Nacional del
18 de Julio de 1936. La actualidad candente de deser­
ciones y de cobardfas
en este asunto le tiene en carne viva, y por
eso la lectura de esa conclusión arrancó una gran ovación.
( 4) Véase l~ revista Ahora-lnformaddn, de marzo-abril del 2000, pág. 38.
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El resto de las conferencias y de las conclusiones que inspi­
raron abraza
el gran tema del liberalismo en concreto, en la
España
de hoy. Se decia que "si" a las batallas para restablecer la
moralidad ambiental
(don Vicente Febrer Fores), para restringir
las actividades
de las religiones falsas y del falso ecumenismo
(don Carmelo López Arias Montenegro), para derogar las leyes
del divorcio, aborto, maricones y sus parejas
de hecho (don
Jaime Serrano de Quintana), y, finalmente, para abolir la Consti­
tución
de 1978 (don José Miguel Gambra Gutiérrez). Pero estas
batallas
no deben presentarse ni librarse ocultando que son con­
secuencias imparables
de un mal superior común, al estilo libe­
ral, sino indicando siempre
que confluyen en el más alto proble­
ma, el
de la entrega de la confesionalidad católica del Estado. Ahí
está la gran batalla del Ebro, decisiva de esta guerra; no sólo
en pequeñas acciones en tomo a cotas aisladas. Por eso, don
José Miguel Gambra postulaba la abolición de esta Constitución
apóstata, mal
de males. Todos los que intervinieron, en general,
además
de comentar el asunto concreto que les había tocado
desarrollar se remontaban a planteamientos globales y frontales.
En varias ocasiones,
en las conferencias, en los corros de los
descansos,
en las conclusiones, hubo reticencias y quejas con­
tra los liberales sedicentes católicos, la otra
especie del género
de la intervención de los católicos en la vida pública, y se les
pidió
que sin respetos humanos ni actitudes vergonzantes dejen
de emplear frases y palabras oscuras y equívocas (conclu­
sión 6.'), y
que no abusen de la doctrina del mal menor (con­
clusión
8. '). Se insistía en que los católicos, asesorados bien por
el clero, robustezcan a los grupos y partidos políticos que sean
y se proclamen explícita e inequívocamente católicos (conclu­
siones
7.' y 8.').
Epilogo
La existencia consolidada de estas Jornadas, que son un con­
trapunto de otras sobre la intervención
de los católicos en la vida
pública,
pero montadas y desarrolladas en liberal, nos llevan a
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CRÓNICAS
recordar la situación de los católicos durante la Segunda Repú­
blica y a compararlos
con los actuales: unos, aceptaban las esen­
cias malas y luego corrían como bomberos alocados de
un lado
a otro a apagar sus manifestaciones accidentales; estaban agru­
pados
en la Confederación Española de Derechas Autónomas
(CEDA) presidida por don José María Gil Robles. Otros, sin des­
cuidar las batallas sueltas, planteaban la reconquista del Estado y
el enderezamiento global de la España confesionalmente católi­
ca; sus polos de atracción
eran los tradicionalistas de Acción
Española y los carlistas de
don Manuel Pal Conde.
J. ULÍBARRI
111 PREMIO ELÍAS DE TEJADA
DE LA REAL ACADEMIA DE CIENCIAS MORALES
Y POLÍTICAS
La Real Academia de Ciencias Morales y Políticas viene con­
vocando
con carácter trienal un premio acogido al nombre cune­
ro de Francisco Elías de Tejada para distintos trabajos monográ­
ficos relativos a la historia del pensamiento político y
juridico
español anterior a 1800, esto es, circunscrito al ámbito geográfi­
co y cultural de lo que el eximio polígrafo que da nombre al pre­
mio gustaba denominar
"las Españas". Si el primero se centró en
la obra equívoca, variada y fecunda de Antonio de Capmany, a
caballo entre los siglos
XVIII y XIX, y el segundo del celoso anti­
maquiavelismo del jesuita francocomtés, e hispano por lo mismo,
del
XVII, Claudia Clemente, en su tercera edición se ha ocupado
-en el alborear del siglo XVI-de hecho tan complejo como las
Comunidades de Castilla. Por cierto que la satisfacción de esta
casa
no sólo se cumple con el hecho del premio, su temática y
patrocinio, sino
que -por el momento-ha de añadirse igual­
mente el discernimiento que
de los mismos ha hecho la docta
Corporación.
Ya que la primera edición recayó en el trabajo pre­
sentado
por Estanislao Cantero y Francisco José Fernández de la
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