Festividad de San Fernando 2000

CRÓNICAS
FESTIVIDAD DE SAN FERNANDO 2000
El pasado día 30 de mayo los amigos de la Ciudad Católica
conmemoramos
la festividad de nuestro patrono San Femando
con
una Misa celebrada por el padre Arredondo en la Iglesia de
Santa Bárbara de Braganza, más conocida como
de las Salesas
Reales, y con
un banquete servido en el Centro Riojano de
Madrid, a cuyos postres hicieron
uso de la palabra Maria José
Femández de la Cigoña y Antonio Muñoz Junguito.
·
En el primero de ellos, se nos propuso pensar en los motivos
que nosostros, los católicos, tenemos para celebrar a San Feman­
do, los cuales son, fundamentalmente, dos: que nos sirva de ejem­
plo de vida y para que, poniéndonos bajo su protección, sea
mediador nuestro allá
en el Cielo y, así, nos dé la fuerza y la espe­
ranza necesarias para perseverar
en la lucha, cumplir con nuestros
deberes y ser fieles a la vocación que a cada
uno Dios le haya con­
cedido. No debemos olvidar
que todos estamos aquí para servir a
Dios, buscando su gloria, no nuestra propia grandeza, de
alú que
nuestra fuerte vocación de influencia social
no deba quedarse en
la pura teoria, sino que debe llevarnos, ante todo, a una auténtica
disponibilidad para la acción, para el trabajo.
Es necesario vivificar
en nosotros el amor por la obra que tenemos entre las manos y
amor significa dedicación, compromiso.
Ya, por último, la oradora
también nos recordó
que otro motivo para celebrar a San Femando
es el cumpleaños de
la Iglesia: 2000 años de Redención, de Iglesia
y de Cristiandad,
por eso es especialmente adecuado venerar en
esta fiesta a un Santo medieval, ya que ello significa -en las siem­
pre repetidas palabras de San Pío
X-que "la civilización no está
por inventar ni la nueva ciudad por construir en las nubes. Ha exis­
tido y existe: es la civilización cristiana, la ciudad católica".
En la segunda intervención se nos ofreció la imagen de San
Fernando, Caballero de Santa Maria, imagen de santidad vestida
Verbo, núm. 385-386 (2000), 479-496. 479
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CRóNICAS
de cota de mallas, en incansable actividad y con una sincera
devoción a la Madre
de Dios durante toda su existencia, la cual
está llena de hechos íntimamente relacionados
con advocaciones
marianas. Santo niño
que conoce una fe a la cual es fiel hasta su
muerte, que aprende unas devociones a las cuales nunca deja de
invocar; guerrero que
tras cruzar Sierra Morena en 1224 no des­
cansa al servicio
de la Cruz hasta alcanzar la desembocadura del
Guadalquivir, hombre cuyo batallar le va desgastando y que, al
llegarle
el momento de su muerte, a pesar de los dolores, se arro­
ja
de la cama para postrarse ante el viático que el sacerdote le
lleva: hasta el final el rey
es ejemplar. Es el campeón de nuestra
fe, en nuestra España, toda su vida la llena, la agota ese servir a
la mejor causa, el Reino
de Cristo. San Femando, espejo de caba­
lleros, venerable santo y ejemplar gobernante cristiano
"ad maio­
rem Dei gloriam".
Digamos nosotros también con él: "Pienso que
Cristo está dentro de
mí, y cierro los ojos para decir que Él es mi
rey y yo queremos ser su caballero. Quiero sufrir trabajos por él
en tierra de infieles y que su madre, la Gloriosa, es la mía Señora".
EvA MARlA SANCHEZ RODRÍGUEZ
HOMILÍA DEL P. AGUSTÍN ARREDONDO, S. J.
Al hablar Cristo a los suyos de la irrupdón futura del Espirttu
en la vida de la
Iglesia, llega a aflrmar nada menos que la con­
veniencia para ellos de
que Él se vaya y los deje (lo. 16. 7). ¿Será
posible? ¿Qué será entonces el Espfrftu prometido para que la
desaparición de
Cristo les traiga cuenta?
Tal pregunta
es que así entraba en los eternos planes de la
divinidad, cuyo amor entre el Padre y el
Hijo, procedente de
ambos, es
Jo que nos explica la existencia del Espíritu. Así proce­
dente de ambos tenía la Trinidad dispuesta la sobreabundante
venida del Espíritu
al mundo una vez glorillcado Cristo, y una
vez iniciada por Cristo nuestra glorillcación, como complemento
de
su obra y defensa permanente de los hombres.
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