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Número 297-298

Serie XXX

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La recepción de la «Rerum novarum» en Europa y en España

LA «RERUM NOVARUM» EN EUROPA Y EN ESPANA
De este modo, con la mirada puesta en el futuro e inspirado
en las mismas
promesas del Corazón de Jesús, manifiesta a toda
la cristiandad dónde .poner
su confianza para no verse defraudada
en su deseo de salvación: «Cuando la Iglesia estaba oprimida por
el yugo de los césares en sus tiempos primitivos, una cruz se ma­
nifestó en lo alto al joven emperador como auspicio y causa de la
victoria que luego alcanzó. He aqu( que hoy se ofrece a nuestros
ojos otro signo faust!simo y divin(simo: el Sacratísimo Corazón
de Jesús, con la cruz sobrepuesta, resplandeciente entre llamas
con muy brillante fulgor.
En El hay que colocar nuestra confian­
za; a El deben pedir, y de El deben esperar la salvación de los
hombres, su salud».
LA RECEPCION DE LA "RERUM NOVARUM"
EN EUROPA Y EN ESPAt~A
POR
JosB FERMÍN GARRALDA ARIZCUN(*)
SIGNIFICADO
La Rerum novarum (1891) de Le6n XIII es, a la vez, el pun­
to de llegada y
de partida del vasto movimiento social-católico que
une una cadena
de generaciones. M¡ttc6 -no creó-el punto de­
cisivo al centrar la discusión y las actuaciones de dicho movimien­
to
y al abrir nuevas perspectivas. Según Turman, es, a la vez, una
«conclusión doctrinal de largas
y fecundas controversias y un pró­
logo».
El movimiento
social-católico anterior y posterior a la encí­
clica
ha originado una pléyade de estudios ( 1 ), por lo que sólo in-
( * ) Historiador.
( 1) Citamos algunos autores ya clásicos de finales del siglo XIX y co­
mienzos del xx, cuyos estudios1 fuente bibliográfica y documental, son de
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JOSE FERMIN GARRALDA A.RIZCUN
dicaremos los datos mínimos indispensables. La valdración del
catolicismo-social ha quedado injustamente oscurecida, relegada y
aun ignorada, en parte debiclo al carácter espectacular del obre­
rismo revolucionario
y a las tensiones y estallidos producidos por
él, considerado este último en sí mismo, como precedente de las
revoluciones bolchevique y
de otras posteriores, d bien como ante­
cesor de las actuales organizaciones denominadas de izquierdas.
Los motivos ideológicos de dicho oscurecimiento y olvido son ma­
nifiestos.
PRECEDENTES
La actividad de los católicos-sociales previa a 1891 fue muy
considerable y variada conforme a las circunstancias religiosas,
po­
líticas, sociales y económicas de cada país. Demostraron aquéllos
r..o vivir aislados de los graves problemas sociales originados por
un liberalismo económico-social, desarrollado con trágicas conse­
cuencias al filo
de las dos primeras revoluciones industriales. Si
antes de 1850
la industria abarcaba a una población muy escasa
(
en Alemania la proporción era de 1 obrero industrial o proletario,
5 artesanos
y 57 campesinos, aunque el Reino Unido fuese el país
verdaderamente industrial),
en 1891 la población industrial habla
crecido de forma considerable. Los social-católicos tuvieron el
gran
acierto de abarcar todos. los campos vitales de la sociedad, no sólo
el trabajo y de éste no sólo el industrial. La inquietud social, laten-
obligada consulta: Arboleya Mart!nez, M.; Baratech Alíaro, F:; Civera i Sor·
maní, J.; De Gaspari, A.; Girard¡, Gregorie, L.; Greiffen.rath; Ibeas, B.;
Laguía Lliteras, J.; Monedero Martia, A.; Nevares, S.; Nitti; Noguer, N.;
O'Reilly, B.; Palau, G.; Pascal; Pfülf, O.; Vicent, A.; Sanz y Escartín, E.,
y Turmann, M.
Otros autores actuales son: Aubert, R.; Aldea Vaquero,
Q.; Andrés-Ga­
llego,
J.; Benavides, D.; Bendiscioli, M.; De Plinval, G.; Duroselle, J. B.;
Elorza, A.; Fogarty, M.; Gadille, J.; García Granda, J.; Garda Nieto, J.;
Gerard, E.; Hilaire, Y. M.; Jarlot, G.; Jutg]ar, A.; Latreille, A.; Mart!nez.
Hernández, E.; Mayeur, J. M.; Llorens, M.; Jedin, H.; KOhler, O.; Olaba­
barri Gortázar, I.; Régnier, J.; Remond, R.; Repgen, K.; Schmidlin, A. J.;
Tejedor, J. M.; Trezzi, L.; Tusell, J. Valle, F. del; Villain, J.
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LA «RERUM NOYARUM» EN EUROPA Y l!N BSPARA
te o manifiesta, se organizó paulatinamente, aunque con una pron­
titud, rapidez y eficacia desigual según el país. En Alemania,
Bél­
gica, España, Francia e Italia comienza entre 1830 y 1840; en los
dos primeros países su desarrollo fue rápido y muy notable, mien­
tras en los restantes fue
más lento, reactivándose tras 1891. En
España
se comprende esta lentitud dado que en 1887 dos tercios
de su población era rural; por ello, el duro juicio de Tusell sobre
el
retraso del movimiento social-católico nos parece desmedido. Los
católicos-sociales en Europa plantearon teórica y prácticamente
soluciones a la altura de la ciencia
y práctica asociativa contempo­
ránea. En esta tesitura, no pocos católicos recelosos acusaron a los
católicos-sociales de socialistas y revolucionarios, o bien de enemi­
gos de la economía y el desarrollo industrial, esto es, de antimo­
demos. Era
el precio a pagar en este tiempo. Esto nada tenia que
ver con el hecho de que, por lo general,
las iniciativas y el impulso
inicial del movimientd
social-católico fuesen, principalmente, de
los tradicionalistas por antiliberales y antirrevolucionarios, salvo
en Bélgica
ddnde los ultramontanos y no pocos católicos-liberales
hacían un frente común al respecto.
Seria prolijo
y reiterativo enumerar las actividades episcopa­
les (2), de numerosos sacerdotes (3), de laicos -aristócratas (4)
(2) Algunas de estas actividades son anteriores al manifiesto que la
«Liga de los comunistas» (fundada en 1847 y procedente de la «Liga de los
Justos») encarga a
Marx pocos días antes de la revolución parisina de febre­
ro de 1848, difundido aquél a gran escala sólo a partir de 1870. Son coetá­
neas a los socialismos ut6picos (Fourier y Owen) y proletarios (Blanc, Blan­
qui, Cabet, Flora Tristán, Proudhon, y los «científicos» Bakunin y Marx).
Dichas actividades se expresan en documentos y estudios; en la defensa prác­
tica del obrero desde 1838, en el ejercicio de la mediación entre patronos y
obreros, etc.
Las primeras voces episcopales corresponden a los obispos
de Annecy,
Cambray (1830, 1845-1846), Lyon (1831, 1834), París (1843), Rouen (1840),
Speir. Les suceden, con fuerza, W. Emmanuel von Kettder (1811-1877),
ob.
de Maguncia; Gibbons, ob. Baltimore; Manning, ob. Londres; Mermil­
lod, oh. Friburgo y Ginebra; Doutreloux, ob. Lieja; Lecot, oh. Burdeos;
Pecci, ob. Perusa (1877, futuro León XIII). También destacan los obispos
de Barcelona (1912), Córdoba (1876), Palencia, etc.; Cleveland (Ohio), Co-
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JÓSB 'FERMIN GA,RRALDA A.RIZCtJN:
y empresarios ( 5 }--, de las asociaciones de obreros industriales ( 6)
y de trabajadores del .campo, de Congresos, de peregrinaciones de
los Círculos Católicos. Obreros de Francia, España, etc., hasta
Jonia, Quigley (Buffalo), Luxemburgo, Nottingham (1885), Tréveris, Salford
(1890). (3) Es obligado-citar
a Frédéric Ozanam, verdadero iniciador del mo­
vimiento social-católico. -En 1833 funda las Conferencias de San Vicente de
Paúl
que, extendidas con rapidez por toda Europa, llegan a España en 1840.
{
4) Los más conOcidos son, en Francia: los legitimistas y antirrevolucio­
narios marqués de La Tour Du
·Pin y conde Alberto de Mún; barón de Mon­
tehac y Federico Le Play-{consejero de Esta.do de Napoleón III). En Aus­
tria: príncipes· Alfredo y Luis Liechtenstein; condes de Belcredi, Blome,
Leothon,
Kuefstcin ... ; barón Carlos Vogelsang (t 1890). Este núcleo adquie­
re una gran importancia co,mo pioneros del movimiento social-católico e ins~
piradores de la élites de otros países, · sobre todo Vogelsang. T odoS ellos son
legitimistas. En Alemania: príncipe de
Lowenstein; condes de Gallen y Loe~
barón· de Hertling. En Espa:fia: duques de Bailén, Ripalda y Sotomayor; mar­
queses de Comillas '(segundo) y Cubas; condes de Cedilla, Socorro y Torres­
Cabrera ... ; vizconde de
Eza, etc. Junto con los pensadores tradicionalistas
forman
el núcleo inicial en el CUal sólo una minoría estaba vinculada al
conservadurismo (Tusell).
(5)
El legitimista Le6n Harmel (1829-1915) y el sacerdote Alet fnodan
la «Union fraternelle du Commerce et de !'industrie» (1889). Harmd, que
organizó las peregrinaciones de obreros a Roma en 1887, 1889 y 1891, apli­
có los principios social-cristianos en Val des Bois (junto a Reims). Franz
Btandts ( 1834-1914) funda el «Arbeiterwohl• o «Federación de los industria­
les y de los amigos de los obreros• en München-Gladbach (Bajo Rbin). Am­
bos industriales procedían del sector textil.
(6) Citamos algunos ejemplos. En Francia, De Mun y La Tour du Pin
fundan los «Cercles catholiques d'ouvriers» en 1871. En 1880 tienen 40.000
afiliados y en 1906, tras el «ralliement» ascienden a 60.000 miembros agru­
pados en 418 asociaciones de trabajadores. Aunque, según KOhler, estas no
~n cifras elevadas, nos resultan altamente significativas por su considerable
volumen.
En realidad, en Francia el movimiento social se retrasó. En 1-913
el-obrerismo en general asciende a 100.000 obreros-cat6Iicos- en Francia (Hi­
laire).
En España, Antonio Vicent, S. J., funda su primer Círculo de Obreros
Católicos en Manresa (Barcelona), en 1864. Es
el pionero en España y Euro.
pa. En Jerez de la Frontera _se funda en 1872; en Alcoy, por Pastells, en
1872-1873 y
varios en Córdoba ·por el obispo Ceferino·González en 1877.
En·
las diócesis .de Valencia, los. Círculos tenían_,16,000 socios en 1893; en
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LA 11.RERUM NOV4Rl!M.».EN EUROJ:4 Y EN ESPARA,
Roma (7), de círculos de estudio creados en )as décadas de 1870
y 1880, de publicaciones de carácte¡ científico o divulgativo (8),
de prensa, y de no pocos diputados parlamentarios social-católicos.
REACCIONES
El contenido de la Rerum navarum tuvo como precedente irt'
mediato la «Escuela de Lieja» ( Congresos belgas de 1886 y 1890),
heredera ésta de las tesis del alemán Ketteler ( «nuestro predece­
sor», según León
XIII), y la «Unión de Friburgo» (Suiza) dirigida
por
el obispo Mermillod. También influyeron pensadores de Fran­
cia, Reino Unido y Estados Unidos. En este sentido, la encíclica
no fue del todo original. Su repercusión fue amplísima en el mundo
católico y fuera de
él. Así lo indica la prensa del momento (Figaro; .
St. James Gazette, Guardian, Times, Norddeutsche AJlegemeine ... )
y José Toniolo (9). Los principales periódicos comentaron la en­
cíclica y la reprodujeron total o parcialmente. Las reacciones fue­
ron muy variadas. La apoyaron gran parte de las fuerzas propia­
mente católicas
y, por ejemplo, recibió alabanzas del periódico
socialista
Vorwiirts y del liberal Berslauer Zeitung, así como de
1895 eran 36.00 afiliados en toda España con un total de 169 Orculos (Tu­
sell). En 1881 se funda una asociaci6n obrera en Valladolid y en 1883 otra
en Burgos. Son los comienzos. Por ejemplo, en I talla, la «Opera Dei Con­
gressi» fundada en 1874 reunía a 80.000 trabajadores en 1891.
(7) Por ejemplo, en Francia· se organizan el 23-11-1885 (patronos), y por
Harmel el 16-X-1887 (obreros), noviembre de 1889 (10.000 trabajadores) y
1891 (15.000 obreros); en 1897 se inaugura una nueva serie de peregrina­
ciones. El P. Vicent y d marqués de ·Comillas, que organizan varias movili­
zaciones, en 1894 mueven a 18 6 19 .000 obreros.
(8) Los primeros libros son los de VILLENEUVE-BARGEMONT, Libro de
los afliglidos (1828) y Economia politica y cristiana (1839). Unas de las pri­
meras revistas es la francesa Association catholique fundada por De Mun
en· 1875, Questions sociales ... (1882),· Corp.oration, La Reforme Sotiale, ·etcé­
tera. En 1835 un escrito social en Alemania se adelanta diez años a Marx.
(9) Por ejemplo, en la Revista internacio"nal de ciencias sOcip!es y disci~
plinas ·auxiliares, fundada por la: «Unión· católica para los estudios sociales»
en 1893 y dirigida por Mons. Talamo. Toniolo funda dicha Unión en 1889.
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/OSE FERMIN GARRALDA ARIZCUN
persdnalidades como Barrés y Paul Lafargue (socialistas) y Leroy­
Beaulieu (liberal) ( 10). Por el contrario, la mayoría de los espe­
cialistas, ciertos rígidos conservadores (católieo-liberales o no) y
revolucionarios, objetaron al Papa con razdnes diversas. En Espa­
ña fue mal acogida por El Sacialistá (PSOE) y El País (republica­
no) ; a Castelar
le causaba «pena hondísima» por ser impropia de
la autoridad religiosa y por contrariar la economía liberal (Schmid­
!in, Tusell); y el partido conservador de Cánovas, después de un
inicial titubeo, quiso apropiarse de su contenido ( 11 ).
REPERCUSIÓN
La Rerum novarum, oportunísima, contribuyó sobremanera a
los estudios sociales. Abundaron controversias interpretativas (so­
bre el salario justo, la intervención del Estado, la huelga, las aso­
ciaciones o sindicatos mixtos o sólo
de obreros, etc.), debido al
(10) Este último en su comentario titulado «La papauté, le socialisme et
la démocratie» (1892). Según Lafargue, la encíclica era el acto más impor­
tante de la catolicidad en este siglo, y un documento interesantísimo, muy
bien pensado
y escrito.
(11)
Según Augusto José Schmidlin: «En realidad, el grupo político que
de alguna manera podía encontrarse cercano a la doctrina papal era el tradi­
cionalista, desde siempre antiliberal, también en lo económico». Sin embar­
go, añade, por parte del partido conservador «era preciso aceptarlo [el do­
cumento pontificio). para no dejar que los carlistas detentasen en exclusiva
la bandera social dentro del campo conservador». Turman, sin citarlo nomi­
nalmente, retrata al Carlismo como propugnador
del catolicismo-social, la­
mentándose de que éste no hubiese sabido ser eficaz y práctico al respecto.
Vinculados al tradicionalismo
espafíol, destacamos oomo pensadores social­
católicos a los publicistas J. Balmes y J. Donoso Cortés, aunque les faltase
captar la realidad integral, oonectar con la problemática global y ofrecer solu­
ciones eficaces (Schmidlin). ScHMIDLIN, A. L., Historia de la Iglesia. El mun­
do secularizado, Valencia, Ed. EDICEP, 1985, vol. XXV, 650 págs. págs. 106,
110-111; TuRMAN, Ma.x, El desenvolvimiento del catolicismo social desde la
endclica
Rerum novamm. Ideas directrices y caracteres generales, Madrid
(1990), 446 + xxm págs., pág. XVIII. Según Tusell, «por entonces [los
conservadores] trataban de lngrar la aprobación en las C.Ortes de los primeros
proyectos de reforma
social».
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LA «RERUM NOYARUM» EN EUROP.A Y EN ESPANA
estilo algo abstracto de la encíclica y a sus conscientes ,ambigüe­
dades, Por otro lado, el Papa admiúa diferentes técnicas de ac­
ción práctica en las que dejaba a los católicos libertad para obrar
en conciencia
y con criterio propio según las circunstancias. Pro­
liferaron enseñanzas episcopales ( 12), catecismos, comentarios y
adaptaciones de la encíclica, estudios económicos ( 13 ), publicis­
tas
y hombres de acción ( 14 ), cátedras sociales ( 15), revistas cien­
tíficas ( 16
), publicaciones diversas, el periodismo, etc.
También se intensificó una actividad
social plasmada en nume­
rosas y variadísimas instituciones y creaciones sociales, dirigidas
por un elevado número de clérigos ( 17)
y seglares de indudable
categoría personal
y preparación social. Uno de los principales lo­
gros de León XIII fue promover las asociaciones del trabajo en
una sociedad individualista, tan combatidas por los liberales.
Se
(12) Maurice Rigaux registra 1.516 documentos episcopales hasta 1931,
entre los cuales 96 son una aportación española, «nada despreciable por cier­
to» (Quintín Aldea),
(13) Algunos economistas son: Catherin, Mayer, Medalogo, Mulvezzi,
Pascal, Pesch, Pottier, Toniolo, Scheicher y Weissa.
(14) Por ejemplo: Ariens, Ballerini, Bonomelli, Brunnetiére, Burri, Ce­
rutti, De Muo, Decurtis, Durand, Fonsegrive, Gayraud, Goyau, Hitze, Karo­
lyi, Lemire, Mellaerts, Murri, Taparelli, Van: den·Elzen y Weis.
En España destacan: M. Arboleya Martínez, S. Aznar, L. Chaves, Gafo,
Gerard,
B. lbeas, Navares, Noguer, G. Palau, Poveda, Salaberry, Sanz
Escartín (uno de los primeros difusores del pensamiento de León XIII);
A. Vicent, etc: Quintín Aldea y otros autores han efectuado la biografía de
numerosos españoles dirigentes, publicistas y hombres de
acción cat6lico-so­
cial; casi todos ellos son posteriores a 1891.
(15) Tales son: Brants, Deploige, Toniolo, etc.
En España: Castroviejo,
J or las ideas de la «Uni6n de Friburgo»-, Ruiz del Cast:mo ...
(16) En España: La Paz Soci~I (Azoar, 1907) es el órgano más impo>­
tante, La Revista Social, El Social, La Revista católica de las ciencias socia­
les ...
En Francia: XX siecle (Marsella), Démocratie Cbretienne, Sociologie
Catholique
(Montpellier), La Justice Sociale (Burdeos), La Vie Catholique
(París),
Peuple (Lille) y más de 30 revistas más.
(17) Por ejemplo, Alemania: Hertling, Hitze, Hohoff, Litzinger. Fran­
cia: Alet, Fontan. Italia: Cerutti, MurrL Polonia: Stojalowski. Reino Unido:
Gasquet.
Bélgica: Daens, Mellaerts, Pottier, Rutten.
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iOSE FERMIN GARRAL.ÓA AklZCUN
crearon asociaciones de propaganda (18),c: sociedades obreras de
socorros mutuos para enfermedad, etc. (desde 1840 en España
;..._sociedad de tejedores de Barcelona-, 1850 en Francia, 1850-
1860 en Bélgica e
·Italia, etc.), Montes de Piedad, Círculos de
Obreros de España(con fines, según este orden, religiosos, instruc­
tivos, económicos. y ·puramente recreativos, esto es, no reivindica­
tivos), escuelas para hijos de obreros, protección
de la vivienda,
cantinas y tiendas de abastecimiento para trabajadores, cocinas eco­
nómicas, conferencias sociales populares, corporaciones y escuelas
profesionales, bancos en apoyo de las corporaciones, cajas de aho­
rro, cooperativas de producción y crédito y consumo tanto agra­
rias como industriales, asociaciones de carácter sindicalista
capa­
ces de competir con los socialistas ( 19), arbitrajes de disensiones
sociales, oficinas de colocación, consejos de fábricas, etc. Es decir,
instituciones de ayuda mutua de tipo cooperativa y sindical.
LOs numerosos Congresos celebrados tuvieron un carácter in­
terdisciplinar, doctrinal y organizativo, quizás defensivo, algunos
no fueron lo debidamente eficaces
ni profundamente sociales, otros
fueron internacionales,
y todos se mostraron absolutamente distan­
ciados de los Estados laicistas
y del socialismo. Tanto en los Con-
(18) Además de la «Asociación general para el estudio y defensa de
los intereses de la clase obrera» fundada· por el marqués de Cotnillas tras
1891, que tenía 6.000 socios en 1897, sólo señalaremos la «Acción Social
Popular»
creada por Gabriel Palau en Cataluña en 1908, como el sindicato
más importante en
la España del momento. En 1912 tenía 15.200 socios y
en 1915 hasta 27.352 miembros. Esta Acción
Social supone la aplicación
del «Volksverein» (1890) alemán, de la Unión Popular Italiana y
la Acción
Popular de
Reims. La obra del P. Palau se disuelve en 1916 siendo susti­
tuida · por la «Acción Popular», cuyo empuje y funcionamiento fue mucho
menos brillante. Enmarcamos esta desaparición en
el conflicto entre las dos
corrientes asociacionistas existentes en
España.
( 19) En España, las agrupaciones formadas por el P. Vicent y el mar~
qués de Comillas se reunen en el Consejo Nacional de las Corporaciones
Católico-obreras (1893). Se crean
el Sindicato Ferroviario de Madrid ·(P. Gafo,
1914
); Sindicatos Libres católicos (Gerard, 1912); Federación Nacional dd
sindicatos católiOOs libres '(1916-1923) COmó sindíC1l.to·puro; Solidaridad de
obreros
·vascos (STV, i911); Confederación Nacional de sindicatos católicos
(CNSC, 1919); Sindicato libre regionru de Barcelona (1919, legitimisra ó
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LA «RERUNÍ NOVARllM» EN EUROPA Y EN. ESPARA
gresos como en las Ligas católicas y las Semanas Sociales (20) se
entrecruzan los aspectos religioso, politico y social.
En . realidad,
el empuje católico-social es simu áneo a una pléyade de manifes,
taciones y actividades católicas.
Las asociaciones abarcaron todos los sectores demográficos,
productores o no: obreros cualificados y
sin especializar (21), cam•
pesinos, clase media ( empresarios, comerciantes, maestros, oficia~
les artesanos), jóvenes, estudiantes, mujeres (como tales o en
~to madres), etc.
La intensidad de todos los logros citados varía conforme a la
fecha y el país. Francia se caracterizó por ser un «semillero» de
ideas; Bélgica por su pragmatismo
y por la creación de una red
de realizaciones e instituciones muy florecientes y fructíferas,
de­
bido a la inexistencia de conflictos entre Iglesia y Estado; Italia
por la gran importancia de la Iglesia institución (la parroquia) du­
rante
el siglo XIX ; Alemania por el rápido despertar doctrinal
jaimista); Confederación Nacional de Sindicatos Libres (CNSL, 1923 ). Lo,
sindicatos agrarios cobran gran auge tras 1905. En 1917 se crea la Confede­
ración Nacional Católico Agraria, que en 1919 poseía 500.000 socios qué
representaban a dos millones de ~sonas (Tusell); en 1920 alcanzaba los
600.000 socios (Olabarri); y en 1923 tenía 57 federaciones, 4.000 sindicatos
locales
y 600.000 familias asociadas (Quintín Aldea).
En Alemania los sindicatos comienzan ·en 1895 (sindicato minero), ·en
Francia en 1904 y en Italia en 1919. En Italia, en 1891, había 80.000 obre,
ros católico-sociales y en 1918 asciend~p. a 800.000 miembros, pues en 1905
se organiza
la «Unioni cattoliche» (política) y su paralela «Unioni economice
socialés»
(social) que supusieron un movimiento mucho .. más organizado que
la
«Opera Dei Congressi» de 1874. En Alen:irutla, a finales del siglo xrx la
social-democracia contaba con 1.100.000 afiliados
y el movimiento católico
nada menos que con 800.000 miembros (Repgen).
(20}
Como en otros países, en ·España hay numerosos Congresos: los
inicia el de 1889 (Madrid) y el de 1902 (Santiago) impulsa la cuestión social.
También destacan las
Semanas Sociales de Valencia (1907), Sevilla (1908)
y Santiago (1909); el Instituto de Reformas Sociales se funda en 1904. En
Alemania las Dietas comienzan en 1869, y en Francia y Bélgica las Semanas
Sociales
en 1904 y 1910, respectivamente:
(21}'
El movimiento social-cat6lico también se· desarrol16 en los centros
altamente industriales del mundo -católico -europeo: alta Silesia, valle del Po~
Milán y Turín, Bareelona, Bilbao y·Oviédo,-Y desde H:ainm hasta·Dunkerque.
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IO$E FERMIN GARRALDA. A.RIZCUN
( 1835) y práctico del movimiento social-católico, que ya en 1848
estaba muy desarrollado y cuya pujanza configuró un catolicismo
social de masas ; y España con una acción social temprana
-aun­
que limitada-nacida, en parte, como necesidad y respuesta a la
desarticulación de la beneficencia católica provocada
por las de­
samortizaciones. La encíclica fue acogida con fervor en los dife­
rentes
países, salvo en Alemania: en ésta el catolicismo social es­
taba muy desarrollado y la encíclica no abría nuevos caminos, ni
contenía
aspectos relativos a la política social del Zentrum, ni los
problemas tratados le resultaban actuales por
confirmar tan sólo
aspectos ya conocidos.
La
Rerum novarum influyó paulatinamente en los Estados y
las leyes. Lo
hizo indirectamente al consolidarse una opinión pú­
blica
católico-social con empuje; directamente, debido tanto a la
nueva orientación de
la política socio-económica efectuada discre­
tamente
por Parlamentos y Gobiernos en sentido diferente a las
pautas liberales en boga, como a la propuesta de importantes pro­
yectos-ley presentados por los parlamentarios católico-sociales y
generalmente rechazados
por unas Cámaras de predominio liberal.
Turman recoge numerosos programas, manifiestos y congresos
sociales, pertenecientes a una multitud de asociaciones y ligas, así
como la actividad parlamentaría en Francia, Bélgica y Suiza (22).
Su relación
es la siguiente: en Francia (1886-1896), De Mun y
su
grupd (23) presenta tres enmiendas, nueve propuestas de ley
y un contraproyecto, plenamente vanguardista para la época, res­
pecto al trabajo y a las condiciones sociales de los obreros indus­
triales.
En la Bélgica de finales de siglo, doce diputados del muy
(22) TuRMAN, op. cit. Además de las propuestas de ley y de las leyes
decretadas, véase los
programas, manifiestos y congresos en págs. 309-359,
y una rdación del catolicismo-social en Francia desde 1891, págs. 419437.
(23) Antes de 1900 este grupo parlamentario era reducido: conde Al­
bert de Mun, abate Lemire, abate Gayraud, Le Cour-Grandmaison, Morbi­
han, Hazebrouck, Dansette, Paul Roger ... Fueron muy activos, aunque les
faltó fuerza numérica parlamentaria .. Sus propuestas de ley son numerosas,
anticipándose a los socialistas, por ej.,
en el sistema de seguros obligatorios
{Morbihan). Estas propuestas
de ley son anteriores a la Acción Liberal Po­
pular (ALP), de 1901, surgida de dicha minoría parlamentaria.
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LA «RERUM NOVARUM~ "EN EUROPA l' EN ESPAR.4.
activo catolicismo-social, defienden una ley y seis propuestas de
ley de carácter progresista en difícil lucha contra el consetvaduris­
mo liberal. En Suiza, el cantón de Friburgo decreta una ley social
en 1895 y otra en 1899.
Sabemos que, en Francia, las primeras leyes sociales son de
1841 y 1874; en Bélgica
se inician en 1886; en Austria datan de
1883 y 1885, elaboradas por los círculos católico-sociales del
perió­
dico vienés Vaterland. En 1891 el Gobierno español declaraba que,
al presentar nuevas leyes, «no se apartaría de los principios socia­
les y políticos enseñados en la encíclica»; otra cosa será la realidad
debido al turnismo de partidos y a las oligarquías, etc. El conde
de Torres-Cabrera y
el obispo de Astorga, entre otros, presentaron
varios proyectos de ley, y el marqués de Comillas «propuso varias
medidas de carácter social ( sobre crédito agrícola, emigración, jor­
nada de trabajo, etc.), algunas de las cuales fueron adoptadas en
España y constituyeron los inicios de la legislación social en nues­
tro país» (Tusell). Eduardo
Dato y Silvela se hicieron eco del re­
generacionismo católico-social; respecto a las refortnas promovidas
por Dato en 1900, verdadero punto de partida de esta legislación,
Seco Serraoo indica que «no resulta del todo exacto atribuir a la
influencia directa de la
Rerum novarum [aunque] esa influencia
existió, sin duda».
En las décadas de 1880 y 1890 la legislación
social todavía era escasísima en Europa, a excepción de Alemania.
Si completásemos este recordatorio y se contabilizase las masas
movidas en los actos públicos y asociaciones,
·podríamos esbozar el
auge y la actividad de los católico-sociales que, en número de afi­
liados e influencia social, disputaron al socialismo su incidencia en
el mundo laboral, y le sobrepasaron en realizaciones verdaderamen­
te sociales.
La Rerum novarum también repercutió en el tratado interna­
cional de Versalles (29-VI-1919), apartado
XIII, artículo 417, al
establecer los principios que debían regular las relaciones labora­
les en unos
tértninos similares a dicho texto pontificio.
La encíclica supuso un aldabonazo en la conciencia de los
ca­
tólicos transigentes con el liberalismo. El legitimista De Mun,
galvanizaba así a su auditorio: «Recordareis
la sotpresa, la emo-
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JOSE FERMIN GARRALDA ARlZCl/N ·
ción y luego después la aclamación universal con que fue recibida
[la encíclica]; sorpresa profunda en todos los que no acertaban a
ver en la Iglesia sino una especie de guardia civil o de polizonte
de la sociedad burguesa y
en toda esa multitud de satisfechos, es­
candalizados de oír a la más alta autoridad del mundo sancionar
ideas y doctrinas que ayer creían subversivas y funestas
(. , . )»
(Discurso, 6-Vl-1898; Turman, pág. 244 ).
EVOLUCIÓN
El mov1m1ento social-católico experimenta modificaciones en
~u compleja andadura, independientes de la Rerum novarum .. La
inflexión más importante, observaba claramente en todos
los paf'.
ses a comienzos del siglo xx, conllevaba un pugilato· entre dos
grandes tendencias católicas, e implica los cambios siguientes: en
el estímulo y dirección del movimiento obrero católico, las élites
sociales
-nobleza, obispos, clero, etc., no obreros--- son sustitui­
das. por los propios trabajadores católicos. No en vano, en 1911
De Mun reconocía no haber podido llegar a la compleja y global:
mente considerada clase obrera francesa. De potenciar hasta enton­
ces los objetivos espirituales e instructivos, económicos y puramen­
te_ recreativos --,;egún este orden-, el sacerdote Franz Hitze hizo
ver que «el factor de
la formación religiosa debía ser central, que
las cuestiones profesionales tenían consistencia material propia y,
finalmente, que la lucha por el trabajo es parte esencial de una ver­
dadera organización de trabajadores».
Es decir, los sindicatos se
«definían por su papel económico y social, sin poner en primer pla­
no su finalidad moral
y religiosa» (R. Aubert). De esta manera, los
factores religiosos pasan a
un segundo término respecto a los eco­
nómicos y organizativos. Del corporativismo (se discutía si volun­
tario u obligatorio) defendido
por De Mun, Ketteler, Toniolo, Vi­
cent, etc., s~ originarán las asociaciones profesionales de obreros."
El carácter mixto del movimiento ( patronos y obreros) pasa a ser
exclusivamente obrero (24
). La vinculación a la jerarqu!a ede-
(24.) La· primera-orgllnización católica: exClusivamente· obrera ·To funda
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LA «RERUM NOVARUM» EN EUROPA Y EN ESPA&A,
síástica deja paso a una relativa autonomía. Se mantuvo la con­
fesionalidad católica (25) y la influencia eclesiástica, pues además
que en
sí mismas no originaban problema alguno se consideraban
necesarias.
De propugnar el absentismo político debido al carácter sólo
social del movimientd,
se llega a una paulatina vinculación polí­
tica (en Bélgica se reclama antes de 1914). De carecer de un espi­
ritu propiamente cambativo
se llega a poseerlo. También se pro­
duce el caso inverso, pues los católico-sociales hicieron que los
partidos confesionales ampliasen sus ternas a los sociales. Tras las
divergencias internas sobre
la conveniencia y el grado de interven•
ción subsidiaria del Estado en la cuestión social, se opta por de­
fenderla sin reparos. De la defensa del sufragio universal tradi­
cional
-organizado y orgánico-, se pasa a la paulatina acepta­
ción, en ciertos Estados,
.del individualismo político liberal.
Como en otros países, en España
se enfrentarán dos tendencias
no liberales en tomo a 1907. Una había iniciado
el catolicismo­
social y la otra distinguía rigurosamente
la cuestión religiosa de
la labor social. Según esta 6ltima, las agrupaciones debían de tener
un contenido
más económico y social, ser libres y no mixtas (ho­
rizontales y no verricales, profesionales y sólo de obreros) y optar
por la lucha reivindicativa. El jesuita Palau, los dominicos, Arbo­
)eya, etc., preferían esta última posición, frente a los jesuitas, el
marqués de Comillas y al final también la jerarquía, que optaban
por la primera. Poco
después llegaron a convivir dos organizacio­
nes paralelas: los sindicatos dependientes de la jerarquía (CNSC,
el P. Alfonso Ariens en Holanda (1889). Dos años después se constituye el
primer sindicato católico de obreros industriales,
(25} Aunque Pío X fue, en general, contrario al reduccionismo confesio­
nal de los sindicatos, en Alemania se planteará reducir la confesionalidad ca­
tólica ~ la-cristkna por motivos de _ eficacia; ya iniciado el siglo xx. El «Par­
tito Popolare Italiano», surgido· en 1919, no será confesional, aunque, de
hecho, en ciertos aspectos, se inspire en la. doctrina católica. En · 1920 se
funda la Confederaci6n Internacional de Sindicatos c·ristianos, cuyo progta­
~a de 1922 es cristiano al. apoyarse. e inspirarse ~ la doctrina y D?l:)tal d.€:
Jesucristo. En 19_68 ésta ha. Sido sustituida ·por la ya -·aéonfesional Confedera­
ción Mundial del Trabajo,· a mi parecer fruto d.. la séculMiz•ción de lá época;
899'
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/OSE FERMIN GARRALDA ARIZCUN
1919) y otros independientes de corte tradicionalista ( CN de sin­
rucatos libres, 1923 ). Todos ellos eran confesionales católicos.
Las bases organizativas del sindicalismo católico o movimiento
obrero de trabajadores católicos iniciado en Europa en 1889,
se
establecieron antes de 1880 en países como Alemania, Bélgica,
Francia, Holanda, Tras la
Rerum novarum se intensificaron los
esfuerzos en
el campo social y, como consecuencia, el sindicalis­
mo, que era und de los aspectos
más relevantes -aunque no el
único--de la cuestión social, además de potenciarse en dichos
países, comenzó su desarrollo en Austria, España, Italia, Por­
tugal ...
CONSIDERACIONES FINALES
Es erróneo identificar el movimiento obrero con el obrerismo
revolucionario. Incluso socialistas como Henri de Man, Indalecio
Prieto, Koulischer,
Albert Thomas, Emilio Vandervelde, etc., así
lo han reconocido. La Iglesia se adelantó en el tiempo al mar,ds­
mo en la lucha por la redención de los trabajadores, pues tras 1838
los obispos de Rouen
y Annecy, entre otros, condenaban el tra­
bajo de los niños,
el· excesivo horario laboral, la explotación de
los trabajadores manuales, etc. No todo quedó en palabras, sino
que
se pasó a una acción cada vez más consolidada y eficaz. Por
eso es improcedente el complejo de inferioridad de no pocos
ca­
tólicos al respectd, quizás por ignorancia, repetición de tesis erró­
neas, mala conciencia personal, etc. Sabemos que dirigentes revo­
lucionarios admiraron públicamente la doctrina social católica;
otros
se alarmaron de la importante influencia de la Iglesia en el
1Lundo del trabajo, desde Marx respecto al cardenal Ketteler hasta
el canciller Bismarck.
Aunque un núcled de seglares, sacerdotes
y obispos abande­
rasen, con éxito, un movimiento social y después provocasen su
expansión tras 1891, los social-católicos no pudieron desarrollar
plenamente sus planteamientos iniciales, debido a que
la Iglesia
invirtió buena parte de sus energías en defender su propia
liber­
tad de los ataques de los Estados liberales, a las iniciales limita-
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L..4. «RERUM NOYARUM» EN EUROPA Y EN ESPARA
dones organizativas superadas paulatinamente, .a la oposición de
C:ertos católicos conformistas en materia social y de otros inconse,
cuentes por liberales. A ello se añade que los sindicatos reivindi­
cativos
socialistas fueron anteriores a los católicos y que tras 1919
aquéllos adquirieron una mayor organización
y protagonismo, qui­
zás al ofrecer una vía rápida y expeditiva aunque violenta. Sin em­
bargo, la ocasión era propicia para la acción católica, pues Mgr. Ire­
land declaraba la necesidad del catolicismo-social al proclamar:
«Los poderosos empujes de
la historia impondrán, tarde o tempra­
no, esta solución,
ya tras de trastornos terribles, ya por medio de
reformas generales» (Turman, pág. 251). Los católicos-sociales op­
taron por
lo último, como sujetos agentes de su historia.
Nd debemos subestimar la eficacia del catolicismo-social, aun­
que es cierto que en el siglo
XIX hubo una limitada militancia obre­
ra católica (y militancia en general); no se influyó en Ia globalidad
de este complejo sector demográfico,
ni se impidió su paulatina
descristianización. Por ejemplo, en España este movimiento «aso­
ciaba al menos a tantos trabajadores como el socialismo y el anar­
quismo» (Olabarri), a la vez que de 1870 a 1930 había muchos
trabajadores
al margen de cualquier organización. El sucesivo ale­
jamiento de los obreros industriales respecto de la Iglesia Cató­
lica (en Alemania no es tal antes de 1914), no sólo se pudo deber
al mal ejemplo de aquellos católicos que admitían o se conforma­
ban con el capitalismo-liberal (ideológico o práctico), sino especial­
mente a la descristianización global de la sociedad, según lo mues­
tra el que también otras confesiones cristianas perdiesen su influen­
cia en dicho sector. Esta secularización fue, en buena parte, con­
trarrestada con fiermeza por la Iglesia jerárquica, por los católicos­
sociales y por quienes centraban la lucha contra
el sistema liberal
en un terreno estrictamente político que, a su vez, influía en los
restantes aspectos de la vida social. A diferencia
de todas las con­
fesiones cristianas, la Iglesia Católica se preocupó de la cuestión
social: fue la
más coherente con el Evangelio. Los obreros la sin­
tieron a su lado. Decir esto no es triunfalismo o falta de ecume­
nismo, sino honor a la verdad.
La importancia de los católicos
nd se manifestó en hechos es-
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!OSE FBRMIN-GARRALDA ARIZCUN·
pectaculares como lo es una revoluci6n o revueltas y amenazas
continuas.
Sus métodos no fueron violentos o radicales, superficia.
les o demagógicos. No se trataba de hacer una revolución ni de
originar
males mayores, ni de destruir el orden económico moder­
no, sino de transformarlo, de combatir
los vicios del liberalis1110
y del socialismo de Estado, de reformar gradualmente el mundo
laboral desde dentro de
la misma sociedad. Los cat6licos optaron
por una vía propia en su camino hada la industrialización.
La lgle'
sía contrapuso a

la concepción burguesa-liberal una
concepción glo­
bal social-católica, de manera que el vasto mundo laboral ( campe­
sinos, artesanos, obreros
... ) y la miseria del obrero industrial no
era el todo, sino un elemento de gran importancia en la crisis
glo­
bal de la sociedad. Más que proponerse el imposible de influir en
la sociedad desde las alturas de aquellos Estados imbuidos en el
liberalismo, los católicos efectuaron una potente labor de recons­
trucción, desde abajo, de
la vida social. La eficacia de este medio
fue considerable. Tras 1900 también se optará por una vía polí­
tica. En España, el
catolicismo-social, más tardío que en otros paí­
ses, posee
un balance positivo, a diferencia del supuesto fracaso
en el que insisten ciertos autores.
La encíclica fue un motivo de unión al agrupar a todos los
bautizados en torno a la cuestión social, de manera que, a este res­
pecto, en la lucha social a los tradicionalistas ( antiliberales) se les
unieron los católicos-liberales. En Francia esto supuso uu corte o
cambio en la idea de contrarrevolución; no
así en España al man­
tenerse el litigio de legitimidad monárquica.
Los movimientos católico-sociales de los diferentes países no
formaron una «internacional». Aunque todos
se inspiraron en la
Rerum novarum y en las enseñanzas pontificias anteriores y pos'":
teriores a esta encíclica, formaban directivas, instituciones, orien­
taciones y formas de acción muy diferentes que se observan entre
los diferentes países y del)tro de cada uno de ellos. Estas ense.
ñanzas
han llegado a ser -al menos en parte--fermento y pa­
trimonio .de la humanidad, aunque la primera y principal misión
de
la Iglesia sea la vida eterna y para ello deba iluminar las rea­
lidades temporales desde una visión sobrenatural.
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