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Número 297-298

Serie XXX

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Una nueva política para un mundo nuevo

DOCTRINA. SOCIAL Y «NUEVO ORDEN MUNDIAL»
cuál es la . correcta interpretaci6n que los cristianos deben hacer
de las palabras del Pontífice, o añorando la buena época de los
Papas inmediatamente anteriores en los que la Iglesia, supuesta­
mente. supo limitar su papel a aquel que se situaba en consonan­
cia con los tiempos.
Con ser importante y agresiva,
la opción que describimos no
es
la que entraña mayor peligro. Como siempre, son las tentacio­
nes internas a la vida de la Iglesia las que pueden producir
ma­
yores males. Los cristianos que participan activamente en la vida
pública, encuentran en la indefinición y enmascaramiento de
la
Doctrina Social una buena coartada para una doble vida, para lo
que algunos han definido con acierto como esquizofrenia. Según
esta actitud tan extendida, una cosa
es el político como hombre
particular o como
cristiano y otra es su actuaci6n en la. vida pú­
blica, especialmente cuando está
inscrito en un partido. Pero no
es s6lo el cristiano activo en la vida pública el que está sometido
a tentaciones en el tema tratado. También
la Iglesia, inc6moda en
un papel de permanente oposici6n, de denuncia profética, puede
verse tentada a suavizar su acción, a reducir su
labor, buscando
una acomodaci6n a las circunstancias que la desvíe de su misi6n.
La tentación, justificada en una pretendida caridad hacia el mundo
no cristiano, tiene
su contrapeso en la evidencia de que es la Ver­
dad quien
nos hará libres.
UNA NUEVA POLITICA PARA UN MUNDO NUEVO
POR
TH OMAS MoLNAR (*)
En la víspera misma del centenatio de Rerum novarum la en­
señanza social y política de la Iglesia ha recibido nueva confirma-
(*) City Universit¡' of New York (Estados Unidos); Universidad de Bu­
dapest.
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Fundaci\363n Speiro

THOMAS MOLNAR
ción. 1990 vio el colapso definitivo y repentino del sistema comu­
nista en la Unión Soviética y por doquier. Este vacío inesperado
está ahora rellenándose con
e] sistema liberal, pero hay señales
evidentes de que este último
.no alcanzará validez universal, ni si­
quiera a ojos de la legión de intelectuales marxistas que hoy están
reciclándose en entusiastas
del capitalismo americano y de. su cos­
movisión y métodos. Después de haber sido entusiastas partidarios
de Moscú, se encontrarán con alguna dificultad para presentarse
como celosos defensores de Washington.
El vacío dejado por el
marxismo absorbe ahora también al liberalismo.
Se hace evidente en
la Europa del Este, y también en otras
partes del planeta, que las dos ideologías lideres del siglo no han
constituido sino efímeras aventuras del espíritu, huérfano desde
que la enseñanza católica
fue· eliminada del foro público. Esta en­
señanza, afirmada y reafirmada por encíclicas y otros documentos,
ha superado
la prueba del tiempo con su moderación, realismo e
insistencia en
la naturaleza total del hombre (y, por tanto, no de­
pendiente exclusivamente de la economía o la politica). Nuestras
«sociedades abiertas» nos permiten evaluar de acuerdo con su
im­
portancia real fenómenos tales como el trabajo, los salarios adecua­
dos, las asociaciones de trabajadores, la función del Estado en el
conjunto del mercado y
el papel de la familia como núcleo vitaliza­
dor de
la sociedad. En los últimos setenta años, la sociedad civil,
con su rica textura, fue aplastada en un sistema, mientras que
el
individualismo hedonista ha sido acogido por el otro sistema. Este,
en su puesto de combate anti-marxista,
ha llegado a excesos como
la esperanza de abolición del Estado y
la desintegración de la fami­
lia, promovida por la legislación.
Las consecuencias aparecen claras
y puede hacerse el balance
de la destrucción de un siglo.
El único «sistema» que ha quedado
como objeto de esperanza y reconstrucción
es la doctrina social de
la Iglesia. Su visión divino-humana está por encima de toda dis­
cusión.
(Traducci6n de M. A. T.)
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