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Número 297-298

Serie XXX

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La repercusión de la «Rerum novarum» en México, Chile y Argentina

LA «RERUM NOVARUM» EN MEXICO, CHILE Y ARGENTINA
LA REPERCUSION DE LA "RERUM NOVARUM"
EN MEXICO, CHILE Y ARGENTINA
POR
ÜMAR ALONSO CAMAC_H O (")
INTRODUCCIÓN
El deseo de la Iglesia de dar una respuesta católica a los pre,.
blemas sociales de su tiempo originó, en algunos países hipan e,.
americanos, un movimiento social católico fecundo. Al igual que
en Europa, aquí también hubo equívocos sobre la acción de hene•
ficencia popular desplegada por los «demócrata cristianos». En
tomo a esta problemática analizo la repetcusión
y la evolución
histórica que tuvo el mensaje de la Rerum novarum.
}, LA-IGLESIA HISPANOAMERICANA A FINALES DEL SIGLO XIX
En la segunda mitad del siglo XIX, la ideología liberal domi­
naba sobre los países hispanoamericanos, por encima de las particu­
laridades
y diferencias que se daban en cada nación ( 1 ),
La Iglesia Católica. pudo sobrevivir en un ámbito hostil, pla,
gado de persecuciones. Es más, de ese período de dura prueba,
salió
una Iglesia renovada y dispuesta a cumplir con su misión.
Precisamente este nuevo itnpulso
. coincide con la aparición de la
encíclica Rerum novarum, punto de partida, a decir de Calderón
(*) Universidad Católica de Cuyo (Argentina).
(1) Cfr. PATTEE, Richard: El catolicismo contemporáneo en hispano~
américa,-Bs. As. Pides, 1951; ZULETA ALVAREZ, Enrique: «Tradición y Re-­
forinismo», en B"oletin de Estudios Politicos y Sociales, Fac. Ciencias Políti­
cas y Social<$, UNC, 1970, núm. 18.
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Bouchet, de una nueva relación de la Iglesia con las fuerzas que
disputaban
la conducción del mundo del trabajo (2).
Claro está que el impulsd renovador no se produjo de la mis­
ma manera e intensidad en los distintos países. Un conjunto de
circunstancias (falta de clero,
y de laicos comprometidos, la ines­
tabilidad política,
la actitud adversa de un Estado laico, la situa­
ción económica, etc.) favorecieron para que
la Iglesia hispanoame­
ricana se viera imposibilitada en el cumplimientd de su misión.
Así, encontramos un movimiento social-cristiano escaso y tar­
dío en países como Guatemala, Honduras, Nicaragua, Venezuela,
Paraguay, entre otros. Diferente fue
la recepción que tuvo en Mé­
xico, Brasil, Chile o Argentina, donde se extendió rápidamente la
corriente social, aunque con resultados diversos
(3 ).
México, Chile y Argentina, países a los que limito este estu­
dio,
constituyen tres paradigmas de cómo fue recibida y aplicada
la encíclica centenaria.
2. MÉXICO
Hacia 1891, la Iglesia mexicana se recuperaba y adquiría vigor,
dentro del clima de tolerancia religiosa que le permitía el gobier­
nd de Porfirio Díaz. En esta coyuntura histórica se publicó la en­
cíclica que vino a despertar la conciencia de los católicos mexica­
nos a
los pioblemas planteados por la cuestión social ( 4 ).
El nuevo movimiento pronto tomó fuerza con Congresos Ca­
tólicos, Semanas Sociales a la manera europea y Congresos agtíco­
las. Surgieron grupos de auxilios mutuos y cajas de ahorros. Se
rr.ultiplicaron los Centros de Estudios Sociales y las escuelas ca­
tólicas. Las nuevas agrupaciones, como las soluciones que ellas
(2) CALDERÓN BoucHET, Rubén, La Vali¡a Vacía, Mza. Ed. Jurídica
Cuyo, 1989, pág. 78.
(3) Para una visión sintética del movimiento social-católico en los países
de hispanoamérica, ver: PATTEE, ·R:: op. cit.
( 4) CBBALLOS RAMÍREZ, Manuel: «La encíclica Rerum novarum y -los
trabajadores católicos en la ciudad de México (1891-1913)», en Rev. Hirto­
ria Mexicana, vol. XXXIII, julio-septiembre 1983, núm. 129, -pág. 7.
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aportaron para resolver los problemas nacionales, estuvieron ins­
piradas en la Rerum n011arum.
Es así c6mo la lenta y fecunda preparaci6n del laicado, entre
1900 y 1910,
es de tanta importancia que la respuesta estructu­
rada
y coherente de los cat6licos a las persecuciones de la década
de los veinte tiene su origen en esta época.
La organizaci6n del movimiento del laicado cat6lico se inici6
tan pronto
como la revoluci6n hizo su aparición. Con el apoyo del
arzobispo
de México, José Mara y del Río, y el auspicio de Francis­
co Madero,
se cre6 en 1911 el «Partido Cat6lico Nacional». Inspi­
rado en el pensamiento social cristiano, bajo el lema
«Dios, Patria
y
Libertad» buscaron completar la acción social con una legisla­
ci6n que sólo
se podía alcanzar a través de la acción política (5). La
participación del Partido Católico Nacional, de corta duraci6n, es­
tuvo marcada por el notable peso político y por las numerosas ini­
ciativas sociales en favor de los obreros
y de los campesinos.
Vind, luego, la Revoluci6n Constitucionalista con
V. Carranza,
con las ya conocidas persecuciones. Muchas de las entidades ca­
t6licas conducidas por laicos decayeron, los grupos obreros desa­
parecieron, y el prometedor Partido Católíco Nacional quedó des­
integradd. Tal era el panorama, poco alentador para el movimiento
social, a principios de 1917. Sin embargo,
tres años después, las
organizaciones habían superado la crisis
y se encontraban en fran­
co crecimiento. Para coordinar las numerosas entidades y contra­
rrestar mejor
la corriente de anarquía social, se cre6 en 1920 el
Secretariado
Social Mexicano (SSM) bajo la dirección del brillante
jesuita Alfredo Méndez Medina (6).
Los frutos del movimiento social cristiano eran más que pro­
metedores a mediados
de 1925. Sus pilares fundamentales se apo-
(5) Ríus FACIUS, Antonio: De don Porfirio a Plutarco. Historia de la
ACJM, México, Jus., 1958, pág. 10.
(6) CEBAL'LO RAMÍRBZ, M.: «El sindicalismo católico en México (1919-
1931)», en Rev. Historia Mexicana, vol. XXXV, abril-junio 1986, núm. 140,
págs. 622-623. El autor
sefiala que el crecimiento de las organizaciones ca­
tólicas se explica dado que Carranza no aplicó plenamente las leyes antirreli­
giosas, porque no era un radical y, además, estaba preocupado por las esci­
siones internas de su partido.
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yaban en la Unión de Damas Católicas, la Orden de Caballeros de
Colón, la Asociación Católica de
la Juventud y la Confederación
Nacional Católica del Trabajo.
Perd nuevamente volvió Ia persecución sobre la Iglesia, alcan­
zando su
cénit durante el régimen de Plutarco Elías Calles. Frente
a tantos desmanes, los católicos
--con anuencia de los prelados-.
iniciaron primero la resistencia pasiva, que luego se convirtió en
resistencia activa. Este actuar
se realizó a través de la Liga Nacio­
nal de la Libertad Religiosa (LNDLR), en base al viejo proyecto
del P.
B. Bergoend, S. J. La Liga la integraban numerosas entida­
des consustanciadas por el esp!ritu de la Rerum novarum, dispues­
tas a establecer una sociedad justa, católica, jerárquica y cooperati­
vista. Su intención,
afirma Meyer, era «tomar el poder y ejercerlo
por entero» (7). Claro está, con un programa, como dice su presi­
dente el Licenciado
R. Ceniceros y Villarreal, ajustado estricta­
mente a las enseñanzas pontificias (8).
Nd entraré en detalles de la guerra de los Cristeros, que se ini­
ció en 1926 (9). Sólo que durante tres años estos católicos no te­
mieron entregar su vida
por la restauración del orden social cris­
tiano en Méxicó. Cuando
se estaba a punto de vencer

a los ene­
migós, cierto sector de
la jerarquía eclesiástica llegó a un «arregld»
con el gobierno, que significó más que un modus vivendi, uri si­
niestro modus muriendi para los cristeros levantados en armas ( 10).
Como derivación de los arreglos, la Iglesia mexicana
se ajustó
a las directivas pastorales del Papa
Pld XI, optando por una «ac­
ción catiSlica» centralizada en donde la «acción social» quedó redu­
cida a
la mínima expresión. Así, las organizaciones nacidas bajo las
exhortaciones
de la Rerum navarum fueron disueltas o perdieron
el espíritu con que fueron creadas ( 11 ).
(7) MEYER, Jean: La Cristiada, México, Siglo XXI, 1974, 2." ed., t. !,
págs. 50 y 68.
(8) Rfus FAcrus, A.: ap. cit., pág. 318.
(9) · Para un tratamiento exhaustiVO de la guerra de los cristeros, ver:
MEYER, J.: op. cit.
(10) MEYER, J.: op. cit., pág. 336.
(11) UIBALLOS RAMÍREZ, M.: «El sindicalismo ... », ap. cit., pág. 667;
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3. CHILE
El año 1891 encontró a Chile abatido por la guerra civil. Nue­
vos problemas aparecieron al finalizar la misma. Uno de ellos fue
la emergencia
de conflictos sociales violentos conducidos por los
socialistas y anarquistas (12).
Hasta entonces poca era la preocupación de la clase dirigente
y del clero
por la cuestión social. Tampoco cambió mucho des­
pués de la pastoral del arzobispo Casanova, en la cual exhortaba
a poner en práctica la encíclica
Rerum nC>Varum. Salvo Melchor
Concha y Toro, con su iniciativa de construir viviendas para
obre­
ros casados, el resto no escuchó el llamado de León XIII.
La apertura de la Iglesia hacia las cuestiones sociales se vio
estimulada
por la acción del arzobispo González Eyzaguirre a par­
tir de 1908, quien procuró poner en práctica la encíclica por medio
de las «Semanas Sociales», creación de sindicatos, difusión
de la
buena prensa, etc. (13).
Frente al mensaje papal hubo
dos interpretaciones que convie­
ne analizar,
más allá de las instituciones que surgieron en favor
de los obreros. Por un lado, la posición del partido conservador,
expresión política de los católicos, y por otro lado, la corriente de
sacerdotes con
una postura de «.avanzada» ante la cuestión social.
El partido conservador, inquietado por el malestar social chi­
leno y aguijoneado por la Rerum novarum, introdujo en su pro­
grama reformas que favorecían al trabajador. La Convención de
1901 declaró que la suprema aspiración del partido era
«el mante­
nimiento y desarrollo del Orden Social Cristiano». La primera
ley
social ( 1906) aprobada por el Congreso fue de origen conservador
al igual que otras que se dictaron en los años siguientes. Sin em-
DíAZ ARAUJO, Enrique: «La Epopeya Cristera», Rev. Gladius, afio 3, nú~
mero 8, 1987, págs. 94-95.
(12) EyzAGUIRRE, Jaime: .Chile durante el gobierno de Errázuris Echau­
"en (1896-1901), Santiago de Chile, Zig-Zag, 1957, págs. 300-301.
(13)
ARANEDA BRAvo1 Fidel: Historia de la Iglesia en Chile1 Santiago
de Chile, Ed. Las Paulinas, 1986, pág. 665; GRAYSON, George: El Partido
Dem6crata Cristiano Chileno, Bs. As., Santiago de Oille, 1968, págs. 65-66.
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bargo, a pesar de estas leyes de carácter paternalista, predomin6 en
los conservadores, salvo excepciones, la tendencia individualista
que miraba con
recelo la intervenci6n del Estado en las cuestio­
nes econ6mico-sociales { 14 ).
El P. Fernando Vives Solar, S. J., fue el iniciador del movi­
miento social de «avanzada» en Chile, durante la gesti6n del ar­
zobispo González Eyzaguirre. Con él
se formaron muchos j6venes
salidos del colegio San Ignacio, siendo, además, un ferviente
de­
fensor de los obreros y un activo crítico de la situación social de
su país; circunstancias que le valieron continuos exilios, acusado
por
los conservadores de «politiquero» y «comunista». El grupo
Germen, la Liga Social, la Liga de Acci6n Sacerdotal fueron
el re­
sultado del pensamiento reformista y de avanzada del P. Vi­
ves, S. J. (15).
Después de 1927 los nuevos ideales sociales católicos ganaron
adeptos en los círculos universitarios a través de los
sacerdotes
Fernández Pradel, S. J. y Osear Larson, discípulo del P. Vives.
Los jóvenes reunidos en la Asociación Nacional de Estudiantes
Católicos { ANEC) resultaron altamente receptivos al pensamien­
to que emanaba de los movimientos social-cristianos europeos, es­
pecialmente el de J. Maritain (16). Creada la Acción Cat6lica, en
19 31 las ideas sociales de avanzada mantuvieron su predominio a
través
de los j6venes de ANEC, insertados en la nueva institución,
(14) Sin embargo, algunos dirigentes del Partido Conservador asumie­
ron el mensaje papal, tal como Francisco de Borja Echeverría Valdés, Juan
E. Concha, Jaime Larraín, Garcia Morenos, etc. (dr. GRAYSON, E.: op. cit.,
págs. 79-82; EYZAGUIRRE, J.: op. cit., pág. 302).
(15) ARANEDA BRAVO, F.: op. cit., pág. 666. Por ejemplo, el grupo Ger­
men y la Liga social fundados en 1928 y 19.31, respectivamente, son reflejo,
en
parte, de su pensamiento. El primero constituyó el ala izquierda de los
católicos chilenos.
Su insignia lo dice todo: un martillo, una hoz y una cruz.
La Liga Social, en una actitud menos radicalizada, rechaza el capitalismo,
aunque no veía mal que la propiedad fuera colectiva (dr. GRAYSON, G.:
op. cit., págs. 86-89).
(16) Entre los jóvenes, que luego tendrán gran influencia en la vida
pública
chilena, encontramos a Eduardo Frei, -Bernardo Leighton, Radomiro
Tomic, Julio Santa María, etc.
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que contaba, a su vez, con la asesoría de los padres Fernando Vi­
ves, S. J., y Osear Larson, continuada más tarde por Alberto Hur­
tado,
S. J., en la misma línea.
Cuando
parte de los jóvenes de Acción Católica, siguiendo la
tradición, ingresó en las filas
conservadoras, marcaron desde un
principio diferencias de opinión respecto a los problemas sociales
y económicos, encontrándose en varias oportunidades en franca
rebeldía con la dirección del partido hasta que finalmente, en 1938,
se
separaron del tronco original con el nombre de Falange Nacio­
nal, futuro Partido Demócrata Cristiano.
En definitiva, la aplicación de
la encíclica en Chile dio como
resultadd
una generación formada predominantemente en el es­
píritu reformista y de corte izquierdista que estaba más preocu­
pada por
mejorar las condiciones de los individuos dentro del es­
tado democrático que por aplicar los principios cristianos (17).
4. ARGENTINA
El año 1891 constituye un hito importante en la historia del
catolicismo argentino. Hacia ese año quedaba poco del activo
mo­
vimientd político católico organizado en la década de los ochenta y
que, pdr varios motivos, no continuaría con la misma fuer.za en
la de los noventa (18). Sobre todo por que en 1891 el estado ar­
gentino y la jerarquía eclesiástica no llegaron a un modus vivendi
por el cual el Estado dejaba de lado la política antirreligiosa, mien­
tras la Iglesia Católica
se comprometía, pdr su parte, a no auspiciar
iniciativa de naturaleza política, orientando sus esfuerzos a la acción
(17) Sobre los errores socio-polítioos de Falange Nacional, ver: HOB­
NER GAI.Lo, Jorge: Los católicos en la poUtica, Santiago de Chile, Ed. Zig­
Zag, 1959.
(18) La acci6n de los cat6licos para detener el avance lacista fue con­
ducida por José M. Estrada, Pedro Goyena, entre otros, y se expresó a tra·
vés de la prensa, oongresos y un partido polítieo, entre 1882 y 1892 (cfr.
AUZA, Néctor T.: Cat6licos y liberales en la generaci6n del ochenta, 3.• ed.,
Bs. As., Ed. Culturales Argentinas, 1981; lDEM: Los cat6licos argentinos.
Su experiencia polltica y social, Bs. As. Ed. Qaretiana, 1984).
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social. Una encíclica y un hombre completaron la nueva orienta­
ci6n del catolicismo argentino.
En efecto,la publicaci6n de la Re­
rum novarum y el prop6sito del redentorista, P. Federico Grote,
de combatir la miseria
y el avance de las ideas anarco-socialistas
en las clases obreras hicieron lo demás. Así se inici6 el catolicis­
mo social en la Argentina, que con su espíritu y su estilo, preva­
leci6 hasta 1931, aproximadamente (19).
El movimiento social se origina en 1892 con
la creaci6n del
primer Círculo del Obrero. Su desarrollo, por cierto fecundo,
es­
tuvo marcado por la lucha que se entabl6 entre la corriente conser­
vadora
y la dem6crata cristiana por el control del mismo (20).
En una primera etapa (1892-1912), la acci6n social fue condu­
cida por el P. Grote, secundado
por el Dr. Emilio Lamarca. Las
instituciones sociales o culturales (Círculos de Obreros, Liga So­
cial, Liga Democrática, Centro Cat6lico de Estudiantes, etc.), diri­
gidas por seglares, mantenían una cierta autonomía del Episcopa­
do, aunque contaban con sacerdotes asesores. En el movimiento pri­
maba el pensamiento de que la problemática social no
se resolvía
en la sola dimensi6n de la caridad, sino que era necesario comba­
tir el desorden social
y la injusticia por medio del estudio de la
doctrina social pontificia, la creación de sindicatos, incluso la de
(19) Seguimos los trabajos de Néctar T. Auza, especialista eo el tema,
aunque mantiene una visión dem.6ctata-cristiana (cfr. AUZA, Néctor T.:
Aciertos y fracasos sociales del catolicismo argentino. Grate y la estrategia
socia) (1890-1912), Bs. As. Ed. Docencia, Don Bosco y Guadalupe, 1987;
Ibídem, t. 2: Mons. De Amirea. Realú,zciones y conflictos (1912-1919), Bs.
As. Ed. Docencia, Don Bosco y Guadalupe, 1987; ibídem, t. 3: La acci6n
social y crisis del cuarenta y cinco (1930-1945), Bs. As. Ed. Docencia, Don
Bosco, 1988.
(20) .Con la corriente conservadora se identificaban, o tenían mayor afi.
nielad, Mons. de Andrea, 'Mons.' Santiago Ussher, los; presbíteros Gustavo
Franceschi
y Dionisio Napa!, algunos sacerdotes salesianos, etc. Entre la lío.ea
reformista encontramos al P. G.i:ote, el obispo de -Sarita -Fe, Moi:i.s. Boneo,
P. ·Pont, Llodrá, algunos sacerdotes jesuitas y salesianos, Emilio Lamarca y
un fuerte contingente proveniente· de los ex-alumnos salesianos, entre otros
(AuzA,
op. cit., t.·· 1; cit., págs. 218-224; Ibidem, t.· 2, cit., págs. 14, 374,
397;
Ibidem, t. 3 cit., pág. 12; ZURRETI, Juan C.: Nueva Historia Eclesiás-­
tica Argentina, Bs. As. Ed. Itinerarium, 1962, pág. 394).
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un partido político. Sin embargo, esto último se vio limitado por
diferencias internas entre los
mismos católicos y porque pesaba el
modus vivendi de 1891, opositor a crear un partido católico (21).
Aun así, la acci6n social
se completó con la gestión parlamentaria
de algunos diputados católicos, respaldados
por la activa partici­
pación de los Círculos de Obreros que peticionaban ante los
pode­
res públicos para que se · dictaran o se aplicaran las leyes socia­
les (22).
Es necesario distinguir que, si bien el movimiento social tuvo
un gran desarrollo en número
de instituciones y de socios, no exis­
tió una política definida por parte de la Iglesia para difundir el
apostolado social (23
). Es más, un sector dominante del catolicis­
mo en conocimiento de las deformaciones
de los demócratas cris­
tianos europeos, manifestó, primero, sus recelos pOr los hombres
y el programa de los demócratas cristianos criollos para luego
combatirlos. Como resultado, el P. Grote fue remplazado en
el cargo de
director espiritual de los Círculos. En su lugar lo asumió Mons. de
Andrea, quien impuso un nuevo estilo al movimiento acorde con
la mentalidad conservadora, apenas
reformista en lo social y más
identificados con el liberalismo en la política. A ello se agregó
una
conducción dirigista y clerical que quitó vitalidad a las agru­
paciones nacidas con el P. Grore. Los demócrata cristianos, no
obstante las disidencias que
lo separaban de Mons. de Andrea,
continuaron colaborando en los Círculos ; pero a partir de 1917
la situación
se agravó y fueron excluidos de los Círculos y la Unión
(21) ROMERO CARRANZA; A.: Ro»RÍGUEZ VARELA, A., y VENTURA FLo~
RES PIRÁN, E.: Historia Polltica de la Argentina, t. 3, Bs. As. Ed, Panne,
dille, 1975, pág. 451. El P. Grote intentó revivir el partido político del 80,
fundando un par_tido como_ el «Cenµum» alemán ... _ -«Roca, sin ~bargo,
hace llegar su media palabra en contra de la fundación de un pal:tido cató:
lico».
(22) Se destacan en la labor legislativa de tipo social los disputados cá·
tólicos Santiago O'Farrell, Arturo M. Bas y Juan F. Cafferata.
(23) Así se desprende de los
documentos colectivos de los.Obispos emi~
tidos en 1905, 1909 y 1912 (cfr. AuzA, N. T.: 285-290).
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Democrática Cristiana, entidad que los representaba, que fue ca­
lificada como organización no católica. La razón: la acción polí­
tica partidista que realizaban no se ajustaba a las directivas pon­
tificias (24).
Los desencuentros entre la corriente conservadora y la refor­
mista culminaron con la creación de la Unión Popular Católica
Argentina en 1919. Institución que venía a satisfacer una
nece­
sidad de todos de agrupar las distintas entidades en un proyecto
común. Pero la
reorgallÍ2aci6n significó una nueva centralización
en favor de las autoridades episcopales. Aquellas instituciones (Liga
Social, UDC, Sociedad Juventud Católica) que mantenían cierta
autonomía del episcopado o realizaban una activa militancia polí­
tica, fueron disueltas (25).
La Acción Católica, que sucedió a la UPCA en 1931, man­
tuvo el criterio conservador, marginando la acción social a un se­
gundo plano. Así termina la experiencia del catolicismo social ini­
ciada en 1892 en respuesta a la Rerum novarum, en concordan­
cia con el modus vivendi de 1891. Desgraciadamente, el único ca­
mino que tenían los católicos argentinos para expresar su presen­
cia en el país se agotó en las luchas entre las mentalidades encon­
tradas
por el dominio del movimiento social, en la dispersión de
propósitos
y en la incomprensión para distinguir entre política
católica fundamental y política partidista.
5. CONCLUSIÓN
Del análisis de la evolución histórica del movimiento social
católico en hispanoamérica se desprende en forma
general que el
mismo, impulsado por las ideas de la Rerum
novarum, dio naci­
miento a una serie de orga!lÍ2aciones creadas por laicos, sin un
plan prestablecido, para colaborar con
el restablecimiento de un
orden social cristiano. Contaron para ello con
el asesoramiento de
sarcedotes, en especial, de la orden jesuita.
912
(24) AUZA, N. T.: ibídem, t. 2, págs. 373, 391.
(25) Ibídem,
págs. 117, 119.
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Lcis resultados fueron diversos en cantidad de actividades, en
calidad
y en tiempo de aplicación en los distintos países. Ahora
bien, del estudio particular de la repercusión de la encíclica
en Mé­
xico, Clúle y Argentina se infiere que:
a) El movimiento social católico mexicano, bajo el liderazgo
de los jesuitas y de un laicado de clase media, impulsó
una acción social de envergadura en un ambiente plagado
de persecuciones. Realizaron acción social
y, paralelamen­
te, acción política sin mezclar los planos
y menos confun­
diendo la doctrina social de la Iglesia.
b) Los chilenos se mostraron, unos reticentes al mensaje pa­
pal, otros altamente receptivos; aunque con una orienta­
ción reformista de avanzada que deformaron
el sentido
primigenio dado por León
XIII a la acción democrática
cristiana y terminaron disputando
un espacio político a
los conservadores dentro de
la república democrática, casi
con olvido
total de los principios católicos.
e) El movimiento social católico argentino se ubica en una
posición intermedia frente a los antes señalados. Volcados
los católicos a la acci6n social exclusiva no alcanzaron
los
resultados esperados, porque acabaron en una disputa es­
téril entre los inclinados por brindar una ayuda social de
tipo paternalista y los defensores de
un accionar soci(ll.
político más reformista. Todo esto en un clima demasiado
clerical que le quitó vuelo
al movimiento que debía ayu­
dar a instaurar el reinado social de Jesucristo.
Finalmente, la entidades nacidas hajd la exhortación de la
Rerum novarum, perdieron vigor en México y Argentina (no re­
sulta tan claro en Chile) al quedar subordinadas a la centralizada
y fuertemente jerarquizada Acción Católica, conforme a la nueva
pastoral dada por el Papa Pío
XI.
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