Índice de contenidos
Número 297-298
Serie XXX
- Textos Pontificios
- Noticias
-
Monográficos
-
Origen moral y político de la cuestión social
-
La «Rerum novarum» en el magisterio de León XIII
-
La recepción de la «Rerum novarum» en Europa y en España
-
La repercusión de la «Rerum novarum» en México, Chile y Argentina
-
«Rerum novarum» en los Estados Unidos
-
Del «Derecho público» cristiano a la «Doctrina social» de la Iglesia
-
Razón de la doctrina social de la Iglesia
-
Naturaleza de la doctrina social católica
-
Valor de la doctrina social de la Iglesia
-
El desarrollo de la doctrina social de la Iglesia
-
El tema de la libertad. Ejemplo de continuidad en el Magisterio de la Iglesia y fundamento de su doctrina social
-
De la «Rerum novarum» a la ilusión neoliberal
-
La condena del socialismo en la «Rerum novarum» de León XIII
-
Teología de la liberación y doctrina social de la Iglesia
-
Democracia y doctrina católica
-
La encíclica «Centesimus annus» en la tradición de la doctrina social de la Iglesia proyectada a «cosas nuevas»
-
Sobre la encíclica «Centesimus annus» del 1º de mayo de 1991
-
Doctrina social y «nuevo orden mundial»
-
Una nueva política para un mundo nuevo
-
Una nueva sociología
-
«Rerum novarum» y la tecnología nueva
-
Doctrina social de la Iglesia y progresismo católico
-
Cautelas ante el futuro
-
Tras la crisis de las democracias
-
Derecho público cristiano y derecho público eclesiástico
-
Entre Lutero y Pelagio
-
A propósito del servicio militar obligatorio
-
- Información bibliográfica
- Crónicas
Autores
1991
Doctrina social y «nuevo orden mundial»
111
PROSPECTIVA
DOCTRINA SOCIAL Y "NUEVO ORDEN MUNDIAL"
POR
JOSÉ MIGUEL SERRANO Rmz-CALDERÓN(*)
Con el título de esta nota queremos inquirir en la relaci6n con
flictiva que
se establece entre la Doctrina Social de la Iglesia y lo
que
conocemos como nuevo orden mundial.
Conviene precisar que el nuevo orden mundial no
es s6lo una
nueva situaci6n geoestratégica,
sino que coincide también con el
dominio de lo que
se ha definido como la ideologfa americana ;
ésta aparece como culminaci6n
del proceso ideol6gico ilustrado,
una vez derrotada definitivamente la
desviaci6n de dicho proceso,
que hemos conocido como socialismo científico.
La ideologfa mundial que surge de la voluntad universalista
que siempre caracteriz6 a la mentalidad norteamericana, no
parece
tener la agresividad antirreligiosa propia de buena parte del movi
miento ilustrado y, desde luego, del socialismo.
En esta actitud
han incidido diversas circunstancias, entre las que no cabe des
preciar las raíces religiosas de inspirac:i6n protestante de la ideolo
gía a
la que
nos referimos y el redescubrimiento del necesario papel
social que cumple la religi6n.
Dicho papel no disminuye su impor
tancia, sino que, por el contrario, ésta se refuerza con las nuevas
circunstancias derivadas de la imposici6n general de la mentalidad
consumista y productiva.
(*) Universidad Complutense de Madrid.
1083
Fundaci\363n Speiro
JOSB MIGUEL SERRANO RUIZ..CALDERON
No debemos, pues, espetar de las nuevas circunstancias un
proceso
de persecución frontal de la Iglesia, salvo en los lugares
como en China en que los restos del socialismo derrotado mantie
nen su virulencia ;
más bien asistiremos, y de hecho lo estamos
viendo ya, a un proceso de reconducción de la Iglesia en el que
se reforzarán las tendencias «positivas», según la óptica que cri
ticamos, y se suprimirán las negativas.
Fruto de este
esfuerzo reconductor y didáctico es el hecho de
que pocas veces en la historia se ha discutido
más sobre el papel
social de la Iglesia, no con la intención de suprimirlo, sino con el
loable propósito de situarlo. Sorprende, sin embargo, que tan
no
bles propósitos se ejercitan por personas que hasta la nueva fiebre
habían mostrado escasa afición a lo religioso.
Convendría precisar cuál
es el papel que, según nuestro pare
cer, atribuye la ideología mundial a la Iglesia, para observar a
continuación
cómo «los medios» se dedican a lo que hemos defi
nido como reconducción. Por razones de espacio no podemos reali
zar un análisis pormenorizado de dicho
papel. Voces más autoriza
das lo
han definido con precisión; así, Butiglione ha denominado
a esta función con los sugestivos términos de «guardianes del
só
tano». Según este autor, el papel que se atribuye a la religión, y
específicamente a la Iglesia Católica,
sería el de
dedicar
sus esfuer,
zos sociales a consolar y atender a los expulsados por el sistema
social, a los agotados por el esfuerzo productivo, a aquellos que
carecen de capacidad
de consumo, a .los ancianos que no pueden
formar grupos
de presión, a los nuevos leprosos del SIDA, a las
víctimas de las guerras de reubicación del orden
internacional, etcé
tera. No es aventurado decir que si la labor de la Iglesia se redu
jese a esto, cumpliría el papel denunciado por el marxismo de ser
el opio del pueblo. Conviene distinguit que es indudable que
la
labor caritativa de la Iglesia en los campos mencionados es la má
xima expresión del mandamiento del amor, pero esto no puede
significar que su labor social quede reducida a ello.
El segundo papel, en el orden de la exposición que no de im
portancia, que debe cumplir la religión y específicamente la Igle
sia católica en el nuevo orden es el de cohesionar el orden moral
\
Fundaci\363n Speiro
DOCTRINA SOCIAL Y «NUEVO ORDEN MUNDIAL»
y, específicamente, la moral familiat. El mundo sin moral, inaugu
rado tras
el proceso de descristianización, tiene ante sí diversas al
ternativas que, o bien conducen a la autodestrucción, cuestión poco
probable al menos a escala planetaria, o a una reconstrucción
mo
ral, lo que con desafortunada frase se define como «rearme moral».
La reconstrucción moral puede presentar dos tendencias, am
bas incluibles en el nuevo orden; los sectores más laicistas, vincu
lados a la socialdemocracia,
han presentado la alternativa de la
ética civil o ética mínima, la cual,
por cierto, ha sido asumida
con entusiasmo
y acríticamente por algún sector clerical. Por el
contrario, un núcleo amplio de los sectores conservadores aprecian
las ventajas de la moral de fundamentación religiosa y se inclioan
por otorgar a la Iglesia un papel de conciencia social, referente de
comportamientos morales. Eso
sí, la moral social, estrictamente
considerada,
se traduce en su vigencia social en lo que con acierto
se ha denominado «cristianismo a la carta». Esta peculiar situa
ción reivindica
el derecho, de raíz muy protestante, de servirse de
aquellas partes de la
moral cristiana que son más digeribles. Es
decir, aquellas que son más soportables en la peculiar relación
pro
ducción-consumo que caractema nuestra época y que, igualmente,
sirven de parapeto frente
a. la vorágine de la inmoralidad. De aquí
la posición de crítica benévola hacia la acción de la Iglesia que
mantendrán los representantes de esta corriente y su acción ten
dente a fomentar las posturas eclesiales que califican como realistas
frente a las integtistas.
Es observable, en los últimos tiempos, una justificada alerta
de los cristianos en general y
de la jerarquía eclesiástica en par
ticular, ante
el intento de imposición de la ética civil y a la consi
guiente expulsión de la vida pública de la moral cristiana ; por
el
contrario, no se ha producido una reacción semejante ante los in
tentos de cercenamiento de la moral cristiana y de la acción so
cial de la Iglesia procedentes de los sectores liberal-conservadores.
Y esto a pesar de que las discrepancias se
han manifestado con
rotundidad en
los últimos tiempos en temas como la respuesta
ante
el documento La verdad os hará libres, la Encíclica Centesi-
1085
Fundaci\363n Speiro
JOSE MIGUEL SERRANO RUIZ-CALDERON
mus annus, la actitud general ante la guerra del Golfo o el papel
de la Iglesia en los nuevos regímenes del Este.
Sea como fuere, lo que parece evidente es que en el nuevo re
parto de papeles que las diversas corrientes dominantes atribuyen
a
la Iglesia no encaja en absoluto la «Doctrina social de la Igle
sia». Esta aparece para algunos como la constancia de que en me
dio de tantos errores, como a los que hemos asistido, hubo quien
desde el siglo pasado encaró con acierto
la denominada cuestión
social; en otras palabras, no fue imprescindible equivocarse cons
truyendo regímenes que mataron a millones de personas, pues lo
que ha sucedido fue previsto, y no por
algún intelectual aislado
e iluminado, sino por toda una corriente de pensamiento. Como
dato histórico, el renacer de
la Doctrina Social o, para ser más
exactos, el nuevo impulso que le ha dado el Santo Padre, supone
una enmienda al abandono que dicha doctrina
sufrió durante los
años sesenta, cuando el encuentro con el mundo supuso para mu
chos
la aceptación en la esfera social de los postulados del socia
lismo, próximo ya a su fulminante decadencia. Pero no es la nega
tiva de aceptar
el error, por parte de los socialistas o de los cris
tianos, el principal inconveniente que encontrará
la Doctrina social.
Las dificultades que se avecinan estriban en que la misma es la
manifestación de la rebeldía de la Iglesia a aceptar el papel reser
vado por
la ideología mundial. Y dicha rebelión no es un capricho
de la jerarquía, sino la manifestación
más firme en la actual cir
cunstancia histórica de la fidelidad a la misión encomendada por
Cristo, pues como
se ha precisado con mayor acierto en estas pá
ginas, el Reinado Social de Cristo no es una opción opinable para
el cristianismo, sino que viene
exigido por la propia majestad de
Nuestro Señor y
por el amor a los hombres.
Conviene igualmente recordar que la distorsión que la Doctri
na
Social introduce en el nuevo orden genera una serie de inco
modidades y, por tanto, de tentaciones a todos los implicados en
el debate. La más evidente es la que produce en los voceros del
nuevo orden, decididos a limitar el impacto de las nuevas mani
festaciones del Ponúfice,
ya sea señalando condescendientemente
la ignorancia del Papa en materia de
economía, ya sea apuntando
1086
Fundaci\363n Speiro
DOCTRINA. SOCIAL Y «NUEVO ORDEN MUNDIAL»
cuál es la . correcta interpretaci6n que los cristianos deben hacer
de las palabras del Pontífice, o añorando la buena época de los
Papas inmediatamente anteriores en los que la Iglesia, supuesta
mente. supo limitar su papel a aquel que se situaba en consonan
cia con los tiempos.
Con ser importante y agresiva,
la opción que describimos no
es
la que entraña mayor peligro. Como siempre, son las tentacio
nes internas a la vida de la Iglesia las que pueden producir
ma
yores males. Los cristianos que participan activamente en la vida
pública, encuentran en la indefinición y enmascaramiento de
la
Doctrina Social una buena coartada para una doble vida, para lo
que algunos han definido con acierto como esquizofrenia. Según
esta actitud tan extendida, una cosa
es el político como hombre
particular o como
cristiano y otra es su actuaci6n en la. vida pú
blica, especialmente cuando está
inscrito en un partido. Pero no
es s6lo el cristiano activo en la vida pública el que está sometido
a tentaciones en el tema tratado. También
la Iglesia, inc6moda en
un papel de permanente oposici6n, de denuncia profética, puede
verse tentada a suavizar su acción, a reducir su
labor, buscando
una acomodaci6n a las circunstancias que la desvíe de su misi6n.
La tentación, justificada en una pretendida caridad hacia el mundo
no cristiano, tiene
su contrapeso en la evidencia de que es la Ver
dad quien
nos hará libres.
UNA NUEVA POLITICA PARA UN MUNDO NUEVO
POR
TH OMAS MoLNAR (*)
En la víspera misma del centenatio de Rerum novarum la en
señanza social y política de la Iglesia ha recibido nueva confirma-
(*) City Universit¡' of New York (Estados Unidos); Universidad de Bu
dapest.
1087
Fundaci\363n Speiro
PROSPECTIVA
DOCTRINA SOCIAL Y "NUEVO ORDEN MUNDIAL"
POR
JOSÉ MIGUEL SERRANO Rmz-CALDERÓN(*)
Con el título de esta nota queremos inquirir en la relaci6n con
flictiva que
se establece entre la Doctrina Social de la Iglesia y lo
que
conocemos como nuevo orden mundial.
Conviene precisar que el nuevo orden mundial no
es s6lo una
nueva situaci6n geoestratégica,
sino que coincide también con el
dominio de lo que
se ha definido como la ideologfa americana ;
ésta aparece como culminaci6n
del proceso ideol6gico ilustrado,
una vez derrotada definitivamente la
desviaci6n de dicho proceso,
que hemos conocido como socialismo científico.
La ideologfa mundial que surge de la voluntad universalista
que siempre caracteriz6 a la mentalidad norteamericana, no
parece
tener la agresividad antirreligiosa propia de buena parte del movi
miento ilustrado y, desde luego, del socialismo.
En esta actitud
han incidido diversas circunstancias, entre las que no cabe des
preciar las raíces religiosas de inspirac:i6n protestante de la ideolo
gía a
la que
nos referimos y el redescubrimiento del necesario papel
social que cumple la religi6n.
Dicho papel no disminuye su impor
tancia, sino que, por el contrario, ésta se refuerza con las nuevas
circunstancias derivadas de la imposici6n general de la mentalidad
consumista y productiva.
(*) Universidad Complutense de Madrid.
1083
Fundaci\363n Speiro
JOSB MIGUEL SERRANO RUIZ..CALDERON
No debemos, pues, espetar de las nuevas circunstancias un
proceso
de persecución frontal de la Iglesia, salvo en los lugares
como en China en que los restos del socialismo derrotado mantie
nen su virulencia ;
más bien asistiremos, y de hecho lo estamos
viendo ya, a un proceso de reconducción de la Iglesia en el que
se reforzarán las tendencias «positivas», según la óptica que cri
ticamos, y se suprimirán las negativas.
Fruto de este
esfuerzo reconductor y didáctico es el hecho de
que pocas veces en la historia se ha discutido
más sobre el papel
social de la Iglesia, no con la intención de suprimirlo, sino con el
loable propósito de situarlo. Sorprende, sin embargo, que tan
no
bles propósitos se ejercitan por personas que hasta la nueva fiebre
habían mostrado escasa afición a lo religioso.
Convendría precisar cuál
es el papel que, según nuestro pare
cer, atribuye la ideología mundial a la Iglesia, para observar a
continuación
cómo «los medios» se dedican a lo que hemos defi
nido como reconducción. Por razones de espacio no podemos reali
zar un análisis pormenorizado de dicho
papel. Voces más autoriza
das lo
han definido con precisión; así, Butiglione ha denominado
a esta función con los sugestivos términos de «guardianes del
só
tano». Según este autor, el papel que se atribuye a la religión, y
específicamente a la Iglesia Católica,
sería el de
dedicar
sus esfuer,
zos sociales a consolar y atender a los expulsados por el sistema
social, a los agotados por el esfuerzo productivo, a aquellos que
carecen de capacidad
de consumo, a .los ancianos que no pueden
formar grupos
de presión, a los nuevos leprosos del SIDA, a las
víctimas de las guerras de reubicación del orden
internacional, etcé
tera. No es aventurado decir que si la labor de la Iglesia se redu
jese a esto, cumpliría el papel denunciado por el marxismo de ser
el opio del pueblo. Conviene distinguit que es indudable que
la
labor caritativa de la Iglesia en los campos mencionados es la má
xima expresión del mandamiento del amor, pero esto no puede
significar que su labor social quede reducida a ello.
El segundo papel, en el orden de la exposición que no de im
portancia, que debe cumplir la religión y específicamente la Igle
sia católica en el nuevo orden es el de cohesionar el orden moral
\
Fundaci\363n Speiro
DOCTRINA SOCIAL Y «NUEVO ORDEN MUNDIAL»
y, específicamente, la moral familiat. El mundo sin moral, inaugu
rado tras
el proceso de descristianización, tiene ante sí diversas al
ternativas que, o bien conducen a la autodestrucción, cuestión poco
probable al menos a escala planetaria, o a una reconstrucción
mo
ral, lo que con desafortunada frase se define como «rearme moral».
La reconstrucción moral puede presentar dos tendencias, am
bas incluibles en el nuevo orden; los sectores más laicistas, vincu
lados a la socialdemocracia,
han presentado la alternativa de la
ética civil o ética mínima, la cual,
por cierto, ha sido asumida
con entusiasmo
y acríticamente por algún sector clerical. Por el
contrario, un núcleo amplio de los sectores conservadores aprecian
las ventajas de la moral de fundamentación religiosa y se inclioan
por otorgar a la Iglesia un papel de conciencia social, referente de
comportamientos morales. Eso
sí, la moral social, estrictamente
considerada,
se traduce en su vigencia social en lo que con acierto
se ha denominado «cristianismo a la carta». Esta peculiar situa
ción reivindica
el derecho, de raíz muy protestante, de servirse de
aquellas partes de la
moral cristiana que son más digeribles. Es
decir, aquellas que son más soportables en la peculiar relación
pro
ducción-consumo que caractema nuestra época y que, igualmente,
sirven de parapeto frente
a. la vorágine de la inmoralidad. De aquí
la posición de crítica benévola hacia la acción de la Iglesia que
mantendrán los representantes de esta corriente y su acción ten
dente a fomentar las posturas eclesiales que califican como realistas
frente a las integtistas.
Es observable, en los últimos tiempos, una justificada alerta
de los cristianos en general y
de la jerarquía eclesiástica en par
ticular, ante
el intento de imposición de la ética civil y a la consi
guiente expulsión de la vida pública de la moral cristiana ; por
el
contrario, no se ha producido una reacción semejante ante los in
tentos de cercenamiento de la moral cristiana y de la acción so
cial de la Iglesia procedentes de los sectores liberal-conservadores.
Y esto a pesar de que las discrepancias se
han manifestado con
rotundidad en
los últimos tiempos en temas como la respuesta
ante
el documento La verdad os hará libres, la Encíclica Centesi-
1085
Fundaci\363n Speiro
JOSE MIGUEL SERRANO RUIZ-CALDERON
mus annus, la actitud general ante la guerra del Golfo o el papel
de la Iglesia en los nuevos regímenes del Este.
Sea como fuere, lo que parece evidente es que en el nuevo re
parto de papeles que las diversas corrientes dominantes atribuyen
a
la Iglesia no encaja en absoluto la «Doctrina social de la Igle
sia». Esta aparece para algunos como la constancia de que en me
dio de tantos errores, como a los que hemos asistido, hubo quien
desde el siglo pasado encaró con acierto
la denominada cuestión
social; en otras palabras, no fue imprescindible equivocarse cons
truyendo regímenes que mataron a millones de personas, pues lo
que ha sucedido fue previsto, y no por
algún intelectual aislado
e iluminado, sino por toda una corriente de pensamiento. Como
dato histórico, el renacer de
la Doctrina Social o, para ser más
exactos, el nuevo impulso que le ha dado el Santo Padre, supone
una enmienda al abandono que dicha doctrina
sufrió durante los
años sesenta, cuando el encuentro con el mundo supuso para mu
chos
la aceptación en la esfera social de los postulados del socia
lismo, próximo ya a su fulminante decadencia. Pero no es la nega
tiva de aceptar
el error, por parte de los socialistas o de los cris
tianos, el principal inconveniente que encontrará
la Doctrina social.
Las dificultades que se avecinan estriban en que la misma es la
manifestación de la rebeldía de la Iglesia a aceptar el papel reser
vado por
la ideología mundial. Y dicha rebelión no es un capricho
de la jerarquía, sino la manifestación
más firme en la actual cir
cunstancia histórica de la fidelidad a la misión encomendada por
Cristo, pues como
se ha precisado con mayor acierto en estas pá
ginas, el Reinado Social de Cristo no es una opción opinable para
el cristianismo, sino que viene
exigido por la propia majestad de
Nuestro Señor y
por el amor a los hombres.
Conviene igualmente recordar que la distorsión que la Doctri
na
Social introduce en el nuevo orden genera una serie de inco
modidades y, por tanto, de tentaciones a todos los implicados en
el debate. La más evidente es la que produce en los voceros del
nuevo orden, decididos a limitar el impacto de las nuevas mani
festaciones del Ponúfice,
ya sea señalando condescendientemente
la ignorancia del Papa en materia de
economía, ya sea apuntando
1086
Fundaci\363n Speiro
DOCTRINA. SOCIAL Y «NUEVO ORDEN MUNDIAL»
cuál es la . correcta interpretaci6n que los cristianos deben hacer
de las palabras del Pontífice, o añorando la buena época de los
Papas inmediatamente anteriores en los que la Iglesia, supuesta
mente. supo limitar su papel a aquel que se situaba en consonan
cia con los tiempos.
Con ser importante y agresiva,
la opción que describimos no
es
la que entraña mayor peligro. Como siempre, son las tentacio
nes internas a la vida de la Iglesia las que pueden producir
ma
yores males. Los cristianos que participan activamente en la vida
pública, encuentran en la indefinición y enmascaramiento de
la
Doctrina Social una buena coartada para una doble vida, para lo
que algunos han definido con acierto como esquizofrenia. Según
esta actitud tan extendida, una cosa
es el político como hombre
particular o como
cristiano y otra es su actuaci6n en la. vida pú
blica, especialmente cuando está
inscrito en un partido. Pero no
es s6lo el cristiano activo en la vida pública el que está sometido
a tentaciones en el tema tratado. También
la Iglesia, inc6moda en
un papel de permanente oposici6n, de denuncia profética, puede
verse tentada a suavizar su acción, a reducir su
labor, buscando
una acomodaci6n a las circunstancias que la desvíe de su misi6n.
La tentación, justificada en una pretendida caridad hacia el mundo
no cristiano, tiene
su contrapeso en la evidencia de que es la Ver
dad quien
nos hará libres.
UNA NUEVA POLITICA PARA UN MUNDO NUEVO
POR
TH OMAS MoLNAR (*)
En la víspera misma del centenatio de Rerum novarum la en
señanza social y política de la Iglesia ha recibido nueva confirma-
(*) City Universit¡' of New York (Estados Unidos); Universidad de Bu
dapest.
1087
Fundaci\363n Speiro