Índice de contenidos

Número 297-298

Serie XXX

Volver
  • Índice

Doctrina social y «nuevo orden mundial»

111
PROSPECTIVA
DOCTRINA SOCIAL Y "NUEVO ORDEN MUNDIAL"
POR
JOSÉ MIGUEL SERRANO Rmz-CALDERÓN(*)
Con el título de esta nota queremos inquirir en la relaci6n con­
flictiva que
se establece entre la Doctrina Social de la Iglesia y lo
que
conocemos como nuevo orden mundial.
Conviene precisar que el nuevo orden mundial no
es s6lo una
nueva situaci6n geoestratégica,
sino que coincide también con el
dominio de lo que
se ha definido como la ideologfa americana ;
ésta aparece como culminaci6n
del proceso ideol6gico ilustrado,
una vez derrotada definitivamente la
desviaci6n de dicho proceso,
que hemos conocido como socialismo científico.
La ideologfa mundial que surge de la voluntad universalista
que siempre caracteriz6 a la mentalidad norteamericana, no
parece
tener la agresividad antirreligiosa propia de buena parte del movi­
miento ilustrado y, desde luego, del socialismo.
En esta actitud
han incidido diversas circunstancias, entre las que no cabe des­
preciar las raíces religiosas de inspirac:i6n protestante de la ideolo­
gía a

la que
nos referimos y el redescubrimiento del necesario papel
social que cumple la religi6n.
Dicho papel no disminuye su impor­
tancia, sino que, por el contrario, ésta se refuerza con las nuevas
circunstancias derivadas de la imposici6n general de la mentalidad
consumista y productiva.
(*) Universidad Complutense de Madrid.
1083
Fundaci\363n Speiro

JOSB MIGUEL SERRANO RUIZ..CALDERON
No debemos, pues, espetar de las nuevas circunstancias un
proceso
de persecución frontal de la Iglesia, salvo en los lugares
como en China en que los restos del socialismo derrotado mantie­
nen su virulencia ;
más bien asistiremos, y de hecho lo estamos
viendo ya, a un proceso de reconducción de la Iglesia en el que
se reforzarán las tendencias «positivas», según la óptica que cri­
ticamos, y se suprimirán las negativas.
Fruto de este
esfuerzo reconductor y didáctico es el hecho de
que pocas veces en la historia se ha discutido
más sobre el papel
social de la Iglesia, no con la intención de suprimirlo, sino con el
loable propósito de situarlo. Sorprende, sin embargo, que tan
no­
bles propósitos se ejercitan por personas que hasta la nueva fiebre
habían mostrado escasa afición a lo religioso.
Convendría precisar cuál
es el papel que, según nuestro pare­
cer, atribuye la ideología mundial a la Iglesia, para observar a
continuación
cómo «los medios» se dedican a lo que hemos defi­
nido como reconducción. Por razones de espacio no podemos reali­
zar un análisis pormenorizado de dicho
papel. Voces más autoriza­
das lo
han definido con precisión; así, Butiglione ha denominado
a esta función con los sugestivos términos de «guardianes del
só­
tano». Según este autor, el papel que se atribuye a la religión, y
específicamente a la Iglesia Católica,
sería el de

dedicar
sus esfuer,
zos sociales a consolar y atender a los expulsados por el sistema
social, a los agotados por el esfuerzo productivo, a aquellos que
carecen de capacidad
de consumo, a .los ancianos que no pueden
formar grupos
de presión, a los nuevos leprosos del SIDA, a las
víctimas de las guerras de reubicación del orden
internacional, etcé­
tera. No es aventurado decir que si la labor de la Iglesia se redu­
jese a esto, cumpliría el papel denunciado por el marxismo de ser
el opio del pueblo. Conviene distinguit que es indudable que
la
labor caritativa de la Iglesia en los campos mencionados es la má­
xima expresión del mandamiento del amor, pero esto no puede
significar que su labor social quede reducida a ello.
El segundo papel, en el orden de la exposición que no de im­
portancia, que debe cumplir la religión y específicamente la Igle­
sia católica en el nuevo orden es el de cohesionar el orden moral
\
Fundaci\363n Speiro

DOCTRINA SOCIAL Y «NUEVO ORDEN MUNDIAL»
y, específicamente, la moral familiat. El mundo sin moral, inaugu­
rado tras
el proceso de descristianización, tiene ante sí diversas al­
ternativas que, o bien conducen a la autodestrucción, cuestión poco
probable al menos a escala planetaria, o a una reconstrucción
mo­
ral, lo que con desafortunada frase se define como «rearme moral».
La reconstrucción moral puede presentar dos tendencias, am­
bas incluibles en el nuevo orden; los sectores más laicistas, vincu­
lados a la socialdemocracia,
han presentado la alternativa de la
ética civil o ética mínima, la cual,
por cierto, ha sido asumida
con entusiasmo
y acríticamente por algún sector clerical. Por el
contrario, un núcleo amplio de los sectores conservadores aprecian
las ventajas de la moral de fundamentación religiosa y se inclioan
por otorgar a la Iglesia un papel de conciencia social, referente de
comportamientos morales. Eso
sí, la moral social, estrictamente
considerada,
se traduce en su vigencia social en lo que con acierto
se ha denominado «cristianismo a la carta». Esta peculiar situa­
ción reivindica
el derecho, de raíz muy protestante, de servirse de
aquellas partes de la
moral cristiana que son más digeribles. Es
decir, aquellas que son más soportables en la peculiar relación
pro­
ducción-consumo que caractema nuestra época y que, igualmente,
sirven de parapeto frente
a. la vorágine de la inmoralidad. De aquí
la posición de crítica benévola hacia la acción de la Iglesia que
mantendrán los representantes de esta corriente y su acción ten­
dente a fomentar las posturas eclesiales que califican como realistas
frente a las integtistas.
Es observable, en los últimos tiempos, una justificada alerta
de los cristianos en general y
de la jerarquía eclesiástica en par­
ticular, ante
el intento de imposición de la ética civil y a la consi­
guiente expulsión de la vida pública de la moral cristiana ; por
el
contrario, no se ha producido una reacción semejante ante los in­
tentos de cercenamiento de la moral cristiana y de la acción so­
cial de la Iglesia procedentes de los sectores liberal-conservadores.
Y esto a pesar de que las discrepancias se
han manifestado con
rotundidad en
los últimos tiempos en temas como la respuesta
ante
el documento La verdad os hará libres, la Encíclica Centesi-
1085
Fundaci\363n Speiro

JOSE MIGUEL SERRANO RUIZ-CALDERON
mus annus, la actitud general ante la guerra del Golfo o el papel
de la Iglesia en los nuevos regímenes del Este.
Sea como fuere, lo que parece evidente es que en el nuevo re­
parto de papeles que las diversas corrientes dominantes atribuyen
a
la Iglesia no encaja en absoluto la «Doctrina social de la Igle­
sia». Esta aparece para algunos como la constancia de que en me­
dio de tantos errores, como a los que hemos asistido, hubo quien
desde el siglo pasado encaró con acierto
la denominada cuestión
social; en otras palabras, no fue imprescindible equivocarse cons­
truyendo regímenes que mataron a millones de personas, pues lo
que ha sucedido fue previsto, y no por
algún intelectual aislado
e iluminado, sino por toda una corriente de pensamiento. Como
dato histórico, el renacer de
la Doctrina Social o, para ser más
exactos, el nuevo impulso que le ha dado el Santo Padre, supone
una enmienda al abandono que dicha doctrina
sufrió durante los
años sesenta, cuando el encuentro con el mundo supuso para mu­
chos
la aceptación en la esfera social de los postulados del socia­
lismo, próximo ya a su fulminante decadencia. Pero no es la nega­
tiva de aceptar
el error, por parte de los socialistas o de los cris­
tianos, el principal inconveniente que encontrará
la Doctrina social.
Las dificultades que se avecinan estriban en que la misma es la
manifestación de la rebeldía de la Iglesia a aceptar el papel reser­
vado por
la ideología mundial. Y dicha rebelión no es un capricho
de la jerarquía, sino la manifestación
más firme en la actual cir­
cunstancia histórica de la fidelidad a la misión encomendada por
Cristo, pues como
se ha precisado con mayor acierto en estas pá­
ginas, el Reinado Social de Cristo no es una opción opinable para
el cristianismo, sino que viene
exigido por la propia majestad de
Nuestro Señor y
por el amor a los hombres.
Conviene igualmente recordar que la distorsión que la Doctri­
na
Social introduce en el nuevo orden genera una serie de inco­
modidades y, por tanto, de tentaciones a todos los implicados en
el debate. La más evidente es la que produce en los voceros del
nuevo orden, decididos a limitar el impacto de las nuevas mani­
festaciones del Ponúfice,
ya sea señalando condescendientemente
la ignorancia del Papa en materia de
economía, ya sea apuntando
1086
Fundaci\363n Speiro

DOCTRINA. SOCIAL Y «NUEVO ORDEN MUNDIAL»
cuál es la . correcta interpretaci6n que los cristianos deben hacer
de las palabras del Pontífice, o añorando la buena época de los
Papas inmediatamente anteriores en los que la Iglesia, supuesta­
mente. supo limitar su papel a aquel que se situaba en consonan­
cia con los tiempos.
Con ser importante y agresiva,
la opción que describimos no
es
la que entraña mayor peligro. Como siempre, son las tentacio­
nes internas a la vida de la Iglesia las que pueden producir
ma­
yores males. Los cristianos que participan activamente en la vida
pública, encuentran en la indefinición y enmascaramiento de
la
Doctrina Social una buena coartada para una doble vida, para lo
que algunos han definido con acierto como esquizofrenia. Según
esta actitud tan extendida, una cosa
es el político como hombre
particular o como
cristiano y otra es su actuaci6n en la. vida pú­
blica, especialmente cuando está
inscrito en un partido. Pero no
es s6lo el cristiano activo en la vida pública el que está sometido
a tentaciones en el tema tratado. También
la Iglesia, inc6moda en
un papel de permanente oposici6n, de denuncia profética, puede
verse tentada a suavizar su acción, a reducir su
labor, buscando
una acomodaci6n a las circunstancias que la desvíe de su misi6n.
La tentación, justificada en una pretendida caridad hacia el mundo
no cristiano, tiene
su contrapeso en la evidencia de que es la Ver­
dad quien
nos hará libres.
UNA NUEVA POLITICA PARA UN MUNDO NUEVO
POR
TH OMAS MoLNAR (*)
En la víspera misma del centenatio de Rerum novarum la en­
señanza social y política de la Iglesia ha recibido nueva confirma-
(*) City Universit¡' of New York (Estados Unidos); Universidad de Bu­
dapest.
1087
Fundaci\363n Speiro