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Número 421-422

Serie XLII

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Álvaro d'Ors y el pensamiento tradicional

INMEMORIAM
ÁLVARO D'ORS
1
ÁLVARO D'ORS
Y
EL PENSAMIENTO TRADICIONAL
La desaparición de ÁLvARo o'ORS, pocos días después de la de
RAFAEL GAMBRA, deja aún más desguarnecida la trinchera del pen­
samienw tradicional.
En efecto, el insigne jurista y el agudo filó­
sofo, tras combatir ambos
en la guerra de Liberación como alfé­
reces provisionales, y marcados por la vivencia bélica, no aban­
donaron nunca la militancia bajo las mismas banderas de su
juventud, si bien su pugnacidad se viera contenida, en el prime­
ro, porlo que llamó la "ironía universitaria", y en el segundo, por
su caballeresco y naturál -en los conocidos términos de LoPE DE
VEGA-"dulce cansancio envuelto en cortesía". Tanto de GAMBRA
como de o'ORS he escrito en repetidas ocasiones. Del filósofo
navarro
en los volúmenes, el primero de mi auro1ia (Koinós. El
pensamiento político de Rafael Gambra,
Speiro, 1998) y el segun­
do
por mí cuidado (Comunidad humana y tradición política.
"Líber amicorum" de Rafael Gambra, Actas, 1998), que Je fueron
ofrecidos en el quincuagésimo año de su docencia. Del jurista
"navarrizado" en mi contribución sobre su pensamiento jurídico
y político al homenaje peruano que le ofreció en 2001 un grupo
de amigos y disápulos con ocasión del cuadrigentésimo quin­
cuagésimo aniversario
de la fundación de la Universidad limeña
de San Marcos.
No
hace al caso referir por menudo el extenso cursus hono­
rum del profesor ÁLVARO o'ORS, pues ha sido sucinta y correcta­
mente recordado
en los obituarios estampados los días anteriores
Verbo, núm. 421-422 (2004), 31-52. 31
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INMEMORIAM
en la prensa nacional y regional. Nacido en 1915, en Barcelona,
hijo
de don EUGENIO n'ORS, de quien heredó no sólo el nomen
sino también el numen, estudió el bachillerato y la licenciatura
de Derecho
en Madrid, interesándose irrevocablemente por el
mundo clásico. Doctor con una tesis sobre la Constitutio Antoni­
niana, elaborada en buena parte en Roma, cohonestó el estudio
del
derecho romano con el de la papirologfa, del fue adelantado
entre nosotros, y la epigrafía. Catedrático por oposición desde
1943, en fa Universidad de Granada, en 1944 se trasladó por per­
muta a Santiago de Compostela. Allf contrajo matrimonio con
PAIMIRA Lors, de la que tuvo once hijos, y formó una nutrida
escuela,
que en parte se trasplantó a Pamplona, con la marcha
del maestro a la naciente Universidad
de Navarra en 1961. Tanto
en Santiago, donde hoy profesa su hijo JAVIER, como en Pam­
plona,
donde enseña RAFAEL DOMINGO, la escuela se ha prolon­
gado, al tiempo que e~tendido por numerosas universidades no
sólo peninsulares sino del Ultramar hispánico. La romarústica
mundial le vino a reconocer sin la 1nenor duda como t1no de sus
más singulares cultores
con la concesión de diversos doctorados
honoris causa, entre ellos los reputados de Coimbra y Roma.
Pero
ÁLVARO n'ORS fue un jurisconsulto total y un pensador
cabal. Como él mismo puso de relieve en varias ocasiones, la últi­
ma de las cuales creo que fue al dar a la estampa en nuestra revis­
ta
Verbo-que dirige otro gran maestro, JuAN VAIJ.ET DE GoYITSoLO­
unas "claves conceptuales" que desvelan toda la trama de su pen­
san1iento,· pero iguahnente en la redacción enteramente nueva de
1999 de su anterior en más de treinta años Una introducción al
estudio del derecho, toda su obra está compuesta por piezas que
encajan de modo perfecto, sin fisuras ni contradicción. Es, pues,
autor de un sistema, que, por otra parte, se ha forjado al calor del
pensa1niento tradicional y
aun tradicionalista hispánico, que ha
enriquecido notablemente
con sus aportes, por 1nás q11e en oca­
siones la singularidad de aquél introduzca alguna disonancia,
1nejor contrapunto, en el concie1to de éste. A lo que no creo
ajeno precisamente
ese exigente prurito sistemático.
En otra
de sus publicaciones más caracteñsticas, retros1Jecti­
va de los últimos ·veinticinco años en la cátedra, con motivo de
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proyectar una visión de conjunto sobre su itinerario intelectual,
dejaba constancia de cómo, incluso sin adquirir plena conciencia
hasta el final, y
por una especie de congruencia interna, su eje­
cutoria no había venido a ser sino una lucha contra los errores
protestantes que han configurado Europa y la Edad moderna,
desenvuelta a través de cuatro etapas o
stationes, la seculariza­
ción, el Estado, el derecho subjetivo y el capitalismo. Eje bien ale­
jado del canon de "corrección"
hoy asfixiante y desenvuelto con
singular vigor y desenfado.
En efecto, en cuanto a la primera, su tesis desde los años cin­
cuenta ha sido de signo antieuropeo: "Europa" no pasa de ser un
mal producto de la secularización de la Cristiandad y el "euro­
peismo" debe ser considerado para los españoles como
una
maléfica seducción aniquilante de la sustancia hispánica. El
segundo momento del mismo combate intelectual contra la secu­
larización y sus consecuencias se centra
-a partir de la critica
schmittiana,
que recibió y depuró al tiempo de modo original,
durante
una fructífera relación con el gran jurista alemán, de
quien fue
amigo-en la critica del Estado, concepto histórico
surgido
en el siglo XVI como recurso de fuerza para superar las
guerras de religión, y cuya necesidad
no sintió España -libre por
fortuna de tales guerras por su unidad religiosa-, de manera que
entre nosotros el Estado sólo se ha ido realizando lenta y dificul­
tosa1nente a remolque de influencias extranjeras, sobre todo fran­
cesas .. Debelador coherente al tiempo de "europeismo" y "nacio­
nalismo" (estatista),
en la pars construens emerge una presenta­
ción geodierética regida
por el principio de subsidiariedad, con­
cretado
en España en la defensa de la foralidad, y que se cierra
en el nivel de los "grandes espacios", pues en la unidad política
del mundo alienta
un designio anticristiano de suplantar a la
Iglesia.
La tercera estación, en la estela de MICHEL VILLEY, pero con un
desarrollo original, le conduce a hallar en el derecho subjetivo
una degeneración del orden de justicia, con la sustitución de la
"persona"
por el "sujeto" a causa del antropocentrismo indivi­
dualista de matriz kantiana. Y a criticar los llamados "derechos
humanos" como versión anticristiana del Decálogo,
que -antes
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al contrario-sólo consta de deberes de las personas. En el haz
hallamos su -muy discutida, y no sin alguna razón, por los con­
tinuadores de
la tradición aristotélico-tomista-definición del
derecho como "aquello que aprueban los jueces", respecto
-aclarará andando el tiempo-a los servicios personales social­
mente exigibles. Ius como expresión de autoridad, añadirá
abriendo otra de las claves de su obra, con hondas repercusiones
también
en sede política, mientras que la }ex permanece en el
ámbito
de la potestad. Finalmente, y es la cuarta de las etapas,
también se
ha destacado en la denuncia del capitalismo, y de su
falacia usuraria,
propugnando la necesidad de romper la secuen­
cia
que liga inexorablemente el bien del mercado libre con el mal
del consumismo,
para lo que propone eliminar la publicidad
comercial y sustituirla por una austera información que ayude al
consumidor sin corromperlo.
Tradicionalista y carlista, el cuatrilema "Dios-Patria-Fueros-Rey"
quintaesencia
lo mejor de su obra, que desentrañó de modo
admirable sus fundamentos y sus consecuencias, de la unidad
católica de España a un patriotismo piadoso y foral y, siempre
leal, a
la monarqufa legítima de DoN JAVIER DE BoRBóN-PARMA. Su
pensamiento se resuelve, pues, en la mejor tr;i.dición, en una ver­
dadera teología política. Al final de un libro parcialmente biográ­
fico,
La violencia y el orden, que publicó en el cincuentenario de
la guerra de España, en 1986, se sinceró al escribir que "el estí­
mulo prirnero de toda mi teoría política es aquel grito ¡ Viva Cristo
Rey!, con el que murieron 1nuchos de mis co1npañeros en la
Cn1zada, así como muchas otras víctimas del terror muchas de
ellas mártires". "No era aquel un grito sólo de fe y de bravura en
momentos de sacrificio heroico, sino algo mucho 1nás grave y
elevado: una afirmación del primer principio para una teoría polí­
tica cristiana". Descanse en paz.
MIGUEL AYUSO
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