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Número 421-422

Serie XLII

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Jacinto Peraire Ferrer: El Cinca baja teñido de sangre. Los

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cias, nos permita conocer más a este cura que, por el parco ape­
ritivo, parece espléndido. Y
uno de los últimos representantes de
un clero vasco que fue reahnente ejemplar.
Mucho mejor el biografiado que la biografía.
Que es una
muestra más de la prolífica e insoportable escuela javierrana.
FRANCISCO Jos~ FERNÁNDEZ DE LA Cioo&A
Jacinto Peraire Ferrer: EL CINCA BAJA TEÑIDO
DE SANGRE. LOS "CURETAS" DE MONZÓN Y LOS
GASCO DE SENA, CAMINO DE LA GLORIFICACIÓN
MARTIRIAL CRISTIANA <'l
Jacinto Peraire ha escrito un hermoso libro sobre cuatro már­
tires de 1936. La redacción, fluida, salta de unos a otros pero ello
no da sensación de relato deslabazado. Había muchas unidades
entre ellos.
La primera la del martirio, por supuesto. Y, tras él,
lógicamente, el amor
de los asesinados a Cristo y a su Iglesia. La
juventud de tres de ellos. Dos, además, eran sacerdotes. Y los
otros dos, seglares, padre e hijo. Y
en el mismo entorno geográ­
fico: las tierras alto aragonesas que vierten
al Cinca.
El obispo de Barbastro-Monzón hace una breve presentación
del libro
en dos páginas sentidas y valientes. Algo ha cambiado
afortunadamente
en nuestra Iglesia. Ya los obispos se sienten
orgullosos de los mártires. Y
no es la primera vez que oímos a
monseñor Omella expresarse
en este sentido. Muchos sabemos
que, desgraciadamente} que vergonzosamente, no siempre había
sido así. Si han pasado aquellos repugnantes días, y los obispos
que los protagonizaron, demos gracias a Dios y
no ahondemos en
una herida que parece ya cicatrizada. Monseñor Omella tiene
encomendado el regir a
la diócesis más mártir de España. En la
que fueron asesinados prácticamente todos sus sacerdotes. Exac­
tamente el
87,So/o del clero secular. Sí, -de cada cien sacerdotes,
e) BAC, Madrid, 2003, 201 págs.
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mataron a ochenta y ocho. Más los claretianos, los escolapios, los
benedictinos
... El obispo, sucesor de su hermano, ya en los altares,
monseñqr Asensio, asesinado con crueldades inverosfmiles, asume
y enaltece la gloriosa herencia. Lo hacemos constar con gozo.
Un segundo prólogo, del
P. Sospedra (págs. 17-19) es más
técnico. Sintetiza perfectamente la situación del proceso canóni­
co de beatificación
y la situación política del momento con el
avance anarquista sobre Zaragoza.
Las biografías de los protagonistas van surgiendo, animada­
mente, saltándose de
una a otra, pero sin perderse nunca el hilo
de las mismas.
El autor recoge numerosos testimonios sobre los
mártires que ilustran sus biografías
y que nos dejan, además, un
retrato vivo, no sólo de los personajes sino también del tiempo
que les tocó vivir. Varias fotografías nos los aproximan si cabe
todavía más.
Todos nacieron
en familias acomodadas, destacando en ello
los Gaseo, de raigambre hidalga.
Los seminaristas fueron ejem­
plares
por su piedad y no destacaron en los estudios. Y el joven
Gabino Gaseo se hacía notar
por su piedad y buenas costumbres.
Y
un hecho que conviene señalar: los dos sacerdotes fueron
ordenados
por dos obispos que también serían asesinados por
los rojos.
El ambiente social se va degradando y Peraire lo cuenta de
modo ejemplar. Así como los días previos al martirio. No es sólo
un documento eclesial, que lo es, tiene, además, importantes sig­
nificados históricos y políticos. Narrados desde la convicción
pero también con asepsia. Eso fue lo que ocurrió. Las conclusio­
nes que las saque el lector. Son apodícticas.
El relato es emocionante. Y santificante. Merecerían ser san­
tos por su conducta aunque
no hubieran sido mártires. Fueron,
en verdad, confesores. Y, además, mártires. Santos, pues, doble­
mente. Uno de los asesinados tuvo a su madre muy cerca en el
dfa final. Y aquella madre cristiana, en víspera de perder a su
esposo
y a su hijo, le dijo a éste: "Hijo, Gabino, ¿estás dispuesto
a morir por Cristo?". Y aquel joven rico, guapo, con novia, a
quien todo parecia sonreír en la vida, no vaciló en la contesta­
ción: "Estoy preparado, mamá", A continuación, aquella mujer
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--brava, dice el historiador, cambiando el apelativo tradicional y
bíblico de fuerte, y
no me parece mal-, brava, sí, pero también
santa, inició el último santo rosario de los tantos que habían reza­
do en familia. Curiosa oración esta que siglos unió a las familias
y que, cuando dejó de rezarse en familia ¿ocurrió?, ¿causó?, ¿coin­
cidió? con que la familia se desintegrara. "Ruega por nosotros
ahora y
en la hora de nuestra muerte". El marido y el hijo era la
última vez
que lo rezaban juntos. Y ambos tenían la seguridad de
su muerte.
Los últimos momentos de los curetas -los cu.ritas, dada su
jovencísima edad-, de Monzón son también conmovedores. La
madre de mosén Nada! arrostró .mil riesgos para dar el último
beso a su hijo. Y otra brava madre: "Hijo mío, es muy hermoso
morir
por Jesucristo". Era el 7 de agosto de 1936. Cinco días antes
del martirio. Todo está ejemplarmente narrado. Emocionada­
mente narrado.
Y, ¿habrá algún hijo de mala madre que nos pedi­

perdón por ello?
Libro espléndido
en su brevedad. Absolutamente recomenda­
ble. Para leerlo de rodillas. Esa es la gloria
de nuestra Iglesia. Esa
es la gloria de nuestros mártires. Inmarcesible. Ojalá
en breve vea­
mos
en los altares a Gabino Gaseo Garda Fanjul, a Rafael Gaseo
del Tejo, a mosén José Nada! Guíu y a mosén
Juan José Jordán
Blecua. No fueron más
que muchísimos otros. Pero tampoco fue­
ron menos. Maravilloso ejemplo de eclesialidad, Yo, desde hoy,
me encomiendo a ellos como ejemplos maravillosos de amor a
Cristo. Leed el libro.
Si sois católicos me agradeceréis la reco­
mendación. Y si alguno no lo fuera, se sentirá tocado por la bon­
dad hermosa
de sus vidas. Mi enhorabuena a Peraire por su obra.
Para
mí ha dejado de ser un historiador, es ya, sin conocerle, un
amigo. ¡Qué Dios te pague, que te la pagará, tu hermosa obra!
FRANCISCO Jos~ FERNÁNDEZ DE LA CIGOllA
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